POV Dominic
Esa noche no pude dormir. Me sentía inquieto, como si el tiempo se me escapara entre los dedos. Era una bomba de tiempo a punto de estallar en mi cara, y el miedo me carcomía. Miedo a que Valentina tomara una decisión radical y que, ahora sí, todo estuviese perdido.
Sé que, en su momento, me propuso dejarlo todo, y tengo pánico de que ahora sienta que no necesita nada ni a nadie, que ella y el bebé estarían mejor sin mí.
Necesito tomar aire fresco. Decido ir al lago, ese lugar que me transmite serenidad y calma, justo lo que necesito. Y, como siempre que vengo aquí, lo único en lo que puedo pensar es en ella… en su sonrisa.
Recojo unas piedritas cerca de la orilla y empiezo a lanzarlas sobre el agua. Observo cómo rebotan una, dos, tres veces, y me obligo a concentrarme en eso, a no pensar tanto.
Pero, de pronto, siento su aroma. Por un segundo, creo que estoy alucinando. Hasta que escucho su voz:
—¿Qué haces aquí? Es muy tarde, y hace frío.
El corazón me golpea con fuerza