Brad Smith, billonario, CEO de una empresa de Transporte Internacional, pero mafioso, resultó gravemente herido, al pasear solo, de noche por la playa, en pleno inicio de año nuevo. Una mujer joven inmigrante, que huía de la policía fronteriza, tropezó con su cuerpo herido, lo utilizó, lo llevó a su refugio y le salvó la vida. Jennifer Robert, enfermera, de veinte años, se convirtió para él, en su hada madrina. Ella, le hizo recordar a su mamá fallecida. Cuando Brad se recuperó totalmente de la herida, comprendió que se había enamorado de su hada y salvadora, a primera vista y no quería separarse de esta. Para mantener a Jenny a su lado, le propuso celebrar un contrato matrimonial por dos años. Durante este tiempo, ella obtendrá la nacionalidad de su país y él a cambio, recibirá su compañía a todos los eventos sociales, mientras, la conquista. Posteriormente, él descubrió que era la hija de su mayor enemigo, por lo que quiso vengarse de este y cambió radicalmente con ella. Un tiempo después, se enteró que Jennifer no era la hija biológica de aquel y quiso recuperar lo perdido. No obstante, este descubrimiento llegó demasiado tarde, porque ella había huido de su lado, al conocer el lado cruel de él, así como sus vínculos con las mafias. Aparte que llevaba en su vientre a los gemelos de Brad...
Leer másFrontera entre Columbia y Venezia...
El Narrador:
Era una noche calurosa, tórrida, en pleno verano, entre las fronteras de Columbia y Venezia. El clima de la Ciudad de Frontera es de tipo seco, correspondiente a una vegetación propia de la sequedad, a los habitantes del sector, les cuesta conciliar y mantener el sueño e incluso mantenerse sosegado.
Brad Smith, un rico y billonario hombre de negocios, CEO de la empresa de Transporte Internacional Smith, decidió escapar de sus agentes de seguridad. Desde el balcón de su habitación salió sin ser visto, hacia la orilla de la playa, deseaba sentir la brisa del mar y la libertad de cualquier mortal.
En su lujosa y gran mansión, ubicada en la Costa, a orilla del mar, sus amigos y familiares celebraban la llegada del nuevo milenio. No obstante, él estaba melancólico, a pesar de su fortuna, sus exitosos negocios, sentía una tristeza profunda, no le encontraba gusto ni diversión a nada, en ese momento.
Este nuevo año cumplirá treinta y cinco años. Es guapo, musculoso, alto, con su piel bronceada por el sol. A pesar de ser un adonis y tener imán para las mujeres, se siente solo, su mayor anhelo es encontrar quien lo ame, por lo que es y no por lo que representa. Mujeres le sobran, pero enfocadas solo en su estatus y su fortuna.
Brad:
«Me siento aburrido, de estas largas fiestas, rodeado de amigos y familiares, anhelo algo más», medité caminando sin rumbo, acercándome a la orilla de la playa.
«Lo único que hasta ahora, me excita y me motiva para ser cien por ciento productivo, es la espera de mis consentidas. Esa incertidumbre de ser descubierto por la guardia costera, genera fuertes emociones en mí», analicé sonriendo.
Reflexionando sobre esto, deambulé un buen rato por la playa, sobrepasando los límites de mi propiedad. Debido al fuerte calor, decidí quitarme la chaqueta y los zapatos. Con estos, en mis manos, caminé muy lentamente, en estado contemplativo entre el mar y el cielo estrellado. Cuando de repente, escuché...
—¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! —Disparos.
Al pretender sacar el arma, para mi defensa, recordé que la dejé en mi habitación, debido a esto, corrí detrás de una roca para esconderme. Escuché de nuevo, dos disparos más, uno me dio en el hombro, por lo que caí herido, sintiendo un hormigueo, debilidad y entumecimiento en mí brazo.
Asimismo, el hombro estaba caliente, sensible y adolorido. Antes de perder el conocimiento, sentí que alguien tropezó conmigo y cayó encima de mí...
Jennifer:
—¡Dios mío! ¡Lo que me faltaba! Un borracho tirado en la playa —susurré asustada, cayendo encima de alguien, quien al parecer estaba borracho y dormido.
Pensando y actuando rápidamente, me desnudé, solté mi cabello, aflojé el cinturón, la pretina del pantalón del borracho e hice creer que nos quedamos dormidos, haciendo el amor. Arropé mi cuerpo con la chaqueta del hombre, por lo que al llegar el guardia fronterizo, que me perseguía, no me reconoció.
—¡Deberían pagar una habitación en cualquier motel! —gruñó el oficial, pero mirando hacia los lados, como buscando a alguien.
—¡Sí, pues! —respondí con una voz ronca, imitando el dialecto de la zona.
—¿Viste pasar a alguien por aquí? —preguntó el guardia, alumbrando con una linterna hacia los matorrales.
—¡No, pues...! ¿Qué voy a ver pasar? Si estaba dormida y usted me despertó con tanto tiro y tiro —expresé, simulando malhumor y utilizando nuevamente el dialecto de los nativos de esta región.
—¡Oye! Tu amiguito, como y que tiene una gran borrachera, que ni aun así se despertó —aseguró el guardia sonriendo— Y ya sabes, la próxima vez, que te lleve aunque sea a un motel —afirmó este.
—¡Si pues, así será...! —contesté, aguantando la respiración para evitar soltar un suspiro de alivio. Cuando observé que el guardia se alejaba, en mi búsqueda, solté un suave e inaudible suspiro.
De inmediato, busqué mi vestido, que lo escondí debajo del hombre borracho. Al sacar este, estaba húmedo, lleno de sangre. Fue así, como lo moví, lo revisé y me di cuenta que estaba herido. Él, tenía una herida de bala, en la espalda, muy cerca del hombro.
Era un hombre muy fornido y musculoso, por lo que me costó mucho quitarle la camisa. La rompí y con la misma le hice una especie de vendaje para detener la sangre. Luego me vestí y me coloqué encima la chaqueta de él, para cubrir la sangre que tenía mi vestido.
«Debe medir como un metro noventa y pesa demasiado», calculé, reflexionando cómo llevar a este al refugio, para curar la herida.
«¡Nada! Voy a tratar de despertarlo, y si no lo logro, lo llevaré arrastra», pensé, con la mirada puesta en los matorrales por donde deberé irme.
«Voy a rogar a los Santos que interfieran para no encontrar de nuevo al guardia fronterizo», supliqué en silencio, dirigiendo mi mirada al cielo y levantando la mano, hacia el rostro del desconocido.
Comencé a abofetearlo para que se despertara, pero nada, no se movía, estaba inconsciente. En todo caso, insistí y logré que se levantara y apoyara en mí. Fue así, como lo conduje al refugio, en donde al llegar, lo acosté, busque mi maletín de primeros auxilios, para curar la herida, pero este se había vuelto a desmayar.
(***)
Jennifer:
Rápidamente, me cambié la ropa. Luego, me concentré en el herido, lo terminé de desnudar, observando que era un hombre como de unos treinta y cinco años. Además, de muy atractivo, atlético, sus manos demostraban que nunca había realizado trabajo forzoso. Estas se sentían suaves, elegantes, muy bien cuidadas.
Al examinar bajo la luz su cuerpo, advertí que la bala entró y salió. Di las gracias a mis Santos, por esto. De repente, era una herida que no afectó ningún otro órgano, por lo que se puede salvar, a pesar de haber perdido, mucha sangre.
De inmediato, revisé bien la herida, la limpie y comencé el proceso de curación, con los pocos medicamentos que tenía. Una vez que terminé de suturar la herida, me senté a un lado de este, para estar pendiente de cualquier reacción. En la mañana, me desperté al escuchar mi nombre.
—¡Jennifer! ¡Jennifer! —escuché, que me llamaban. Salí de inmediato, para evitar que entraran a mi rústica habitación.
—¿Qué pasa? —grité, acercándome al grupo.
—¡Dios! Pensábamos que te habían detenido. No debemos arriesgarnos tanto, así sea la fecha que sea —advirtió mi prima y su amiga, quienes se veían desesperada, a lo mejor porque soy la más joven de las tres y con menos experiencia.
—¡Tranquilas! ¡Estoy bien! —aseguré, informando que me iba a acostar.
«No les contaré sobre el herido que me traje al refugio, porque después no me dejaran que lo cuide. Todos, se opondrán por temor a meterse en algún lío y no lo voy a dejar morir, puesto que gracias a él, me salve de que el guardia me detuviera», pensé decidida a ayudarlo.
Ese primer día de año nuevo, lo pasé cuidando al desconocido, quien comenzó a presentar síntomas muy fuertes de fiebre y malestar, llegando a delirar:
—Charlie, Charlie... me dieron, Charlie me dieron —deliraba él, con una voz baja, como para que no lo escucharan. Era una voz, varonil, ronca y hostil.
—¡Cálmate, por favor! ¡Cálmate! No hables para que nadie más te escuche —supliqué al oído del herido, preocupada que el resto de los inmigrantes que conmigo, se encontraban en este refugio clandestino, se dieran cuenta que lo tenía ahí, escondido...
El Narrador:En Ciudad Metrópolis...Acompañado de una comisión con las autoridades del lugar, Saulo logró dar con el vehículo donde trasladaban a Brad. Él, siguió las coordenadas enviadas por Charlie, sin embargo, ellos no actuaron hasta estar seguros de no exponer la vida de este.Hubo un fuerte enfrentamiento, con bajas por ambos lados. Brad, aparte del maltrato y los golpes que recibió en el instante que fue secuestrado, no padeció ninguna otra agresión de parte de sus secuestradores. Estos solo deseaban que se reuniera con su jefe.«Voy a tener que renunciar a este hobby y dejar la avaricia a un lado. Me estoy exponiendo demasiado. Esto se está volviendo muy riesgoso para mí y ahora debo pensar, también en Jenny» reflexionó este, camino al hotel.—¡¡Brad, amigo!! ¡Qué alegría, volverte a ver! —Exclamó Saulo, al ver llegar a su socio, con heridas en su rostro— ¡Vamos, para que te examine un médico!—¡Vaya! ¡Gracias, Saulo! ¡Fue un buen susto! No me dieron oportunidad alguna para d
El Narrador:A orilla de la playa, en Venezia...—¡Allá van, señor, allá van! —gritó un funcionario, al Teniente encargado del operativo.—¡Teniente, se escapan! Están subiendo a unas lanchas —gritó otro funcionario, quienes con armas largas disparaban, enfrentándose al anillo de protección del capo, quienes no permitían que estos, se acerquen a su patrón.Ellos, arrancaron en lanchas rápidas. En cambio, la comisión esperaba la llegada de sus refuerzos, en transportes similares. El capo Robert, mirando hacia atrás, con una sonrisa a flor de labios, celebraba su fuga y lo cerca que estuvo de ser atrapado.«Presiento que detrás de esto, está la mano del jefe o el Rey de las piedras»«Él, juró que se vengará de mí, por la mercancía que le tumbé. Seguro, ya sabe que no era la guardia costera de Venezia, sino mi gente», terminó analizando este.—¡Patrón! Nos vamos a meter por los manantiales para desviar a la comisión —informó, el segundo al mando.—Sí, debes despistar a esta. Entra por la
Brad:Me sentí en el paraíso, al escuchar esta confesión de la mujer que tanto amo, así como de sus exigencias, especialmente la de querer mi exclusividad. Lo mismo pienso yo. Así, que cerré mis ojos y me dedique a disfrutar de sus caricias.«Parece increíble, que a pesar de ser Jenny una novata en este arte, haya aprendido tan rápido como excitarme. De seguir así, me tendrá en sus manos en muy poco tiempo y no me gusta sentirme sometido, ni domado por alguien».«¿Qué te pasa Brad? No y que querías otra forma de generar adrenalina. Aquí tienes la mejor», me cuestionaba mi consciencia.«¡Bueno, sí! ¡Definitivamente, que haga conmigo lo que le dé la gana! Estoy harto de escapar del acoso de otras mujeres», alegué mentalmente, a mi consciente.Concentrado en sus caricias, abrí mis ojos y la observé como bailaba una danza del vientre sobre la cabeza que asomaba por la bragueta del pantalón, de mi pequeña bestia. Ella se estaba divirtiendo únicamente con el roce de mi glande contra la entr
Brad:En ese momento, analizando sus últimas palabras, decidí entregar un obsequio, que desde hace días le había comprado. Ella, al abrir el regalo admiró el precioso celular, móvil que me permitirá estar más en contacto con esta, cuando esté lejos de mí. —¡Gracias Brad! —me agradeció ella, acercándose a mí, para besar mi mejilla.—Así estaremos más en contacto —expresé, grabando en el mismo, el número de mi celular, el de Charlie y el del mayordomo; al igual que el de su guardaespaldas y su chófer. Por mutuo acuerdo, desde ese día, nos mudamos a la amplia habitación que estaba al fondo del pasillo, la que le indiqué el mismo día de nuestra boda. Esta, era una habitación de ensueños, inmensa, amplia y la cual estaba sin estrenar. Antes de entrar, le aclaré a Jenny:—Le mandé a construir y decorar para cuando me casara. No la usé ese día que nos casamos, porque no te había conquistado. Así que hoy es el día de su inauguración, por lo tanto cuando entres a ella, no saldrás tan rápido
Brad:Entré de nuevo a la habitación, sonreí recordando el rostro de Charlie y Rubens, estaban avergonzados, como si hubieran cometido alguna falta. Me acerqué a la cama y quité la frazada que cubría a Jenny.«Me atrae irresistiblemente su cuerpo, me seduce», analicé excitado y con una nueva erección emergiendo en mi bóxer, aunque ya la sentía, cuando hablaba con Charlie y Rubens: «¡ja, ja, ja!».—Por lo visto, nadie escuchó tus gritos de esta madrugada, así que está garantizado, esta habitación es anti ruido, ¡ja, ja, ja! —sonreí, besando a Jenny en los labios y halando con sutileza el cuerpo de ella hacia el mío. Ella, se dejó seducir y amar de nuevo. Jenny, estaba dispuesta a todo conmigo, lo sentí, lo percibí. Por lo tanto, debo prolongar esta luna de miel, para que me perdure hasta que le convenza de que la quiero en mi vida para siempre.«Hay muchas cosas que aclarar entre nosotros. Pero, por ahora, me conformo con esto. Deseo no solo tener su cuerpo, sino también su corazón, l
Brad:Extasiado, en perfecto estado contemplativo al tener frente a mis ojos el cuerpo de ella, tal y como lo soñé, sentí que mi sangre, mi corazón y mi genital, se aceleraron e iniciaron un fuerte galope, como caballo desbocado.—¡Eres demasiado seductora! Mi bella y hermosa esposa —confesé embriagado por ella. En tanto, esta se sonrojó. »¡¿Jenny, eres virgen?! —susurré, sin dejar de acariciar el cuerpo de ella.Estaba realmente fuera de mi dominio. Era como si hubiera perdido la noción de todo, como caballo sin rienda, carro sin freno. En ese momento, me reconcentré en sus esbeltos, erguidos y prominentes pechos, los cuales acaricié con suma delicadeza.—¡¿No te gustan las vírgenes?! —Cuestionó ella, asombrada. Sin embargo, no tenía tiempo para pensar, ni reflexionar. Solamente, sabía que lo que más había anhelado durante estos seis meses de matrimonio, lo estaba alcanzando.Ayudado por Jenny, comencé a desvestirme con rapidez. Por su parte, ella desabotonaba mi camisa, acarician
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