¿Qué pasa si tu novio muere repentinamente el día de tu boda? ¿Qué harías si tu padre adoptivo, a quien no has visto en muchos años, apareciera de repente y quisiera casarse contigo? Si el hombre que amas solo te utiliza como sustituta y quedas embarazada... quieres escapar, pero no puedes escapar de la prisión. Sophie Martin nunca ha creído en el destino. Luchará contra toda su vida, buscando la verdad sobre la muerte de su madre, protegiendo a sus hijos y alejándose de ese hombre peligroso... El CEO Michael... ¿Lo conseguirá? Quizás haya caído en la trampa del amor verdadero.
Leer másEn una pequeña sala adjunta a la iglesia, Sophie Miller se encontraba frente a un gran espejo de cuerpo entero, ajustando los detalles finales de su vestido de novia.
La luz suave de la mañana se filtraba a través de las ventanas, iluminando la habitación con un brillo cálido.Aunque el ambiente era tranquilo y sereno, Sophie sentía una inquietud que no podía disipar, que no era capaz de entender del todo.Tal vez eran solo los nervios.—Sophie, te ves increíble. ¿Estás lista? —preguntó Emma, su dama de honor y amiga de confianza, observaba a Sophie con preocupación.Sophie se encontró con la mirada de Emma a través del reflejo del espejo y le dedicó una sonrisa algo forzada.—Gracias, Emma. Estoy lista... creo. Solo me pregunto si él vendrá —confesó Sophie quién en secreto anhelaba que el hombre que la adoptó de pequeña apareciera y la llevará al altar.Sabía que era estúpido pensar que si no se había acercado a ella en todos esos años lo haría el día de su boda.Pero le había mandado una invitación y no podía evitar mirar la puerta y esperar que en cualquier momento se abriera.—¿Te refieres a tu padre adoptivo? —Emma se acercó a Sophie, colocando una mano reconfortante en su hombro.Sophie asintió, jugueteando con el gemelo de metal que sostenía entre sus dedos.La 'M' grabada en su superficie era su único vínculo con el hombre que la había rescatado de un orfanato, pero que había permanecido como una sombra en su vida, lejos de ella.—No lo he vuelto a ver desde que me adoptó. Siempre estuvo ausente, enviando solo cartas y haciendo arreglos desde lejos. Pero hoy... hoy es mi boda. No puedo evitar preguntarme si finalmente se presentará, debería hacerlo aunque solo sea por cortesía y por despedirse de mí —explicó Sophie intentando justificar sus esperanzas esas que siempre había conservado de volver a verlo cada vez que había algún evento en su vida.Su cumpleaños, graduación y ahora su boda, en el fondo había anhelado como cualquier niña tener a alguien que la quisiera y se preocupaba por ella pero con los años tuvo que aceptar que no era algo a lo que pudiera aspirar.—Entiendo lo importante que es para ti —respondió su amiga correspondiendo a su sonrisa—. Pero recuerda, hoy es tu día, Sophie. Estás rodeada de gente que te quiere y te apoya. Pase lo que pase, estaremos aquí para ti.Justo entonces, como si esperara ese momento justo, la puerta de la sala se abrió ligeramente, y una voz suave llamó desde el exterior.—Señorita Miller, es hora de comenzar a prepararse para la ceremonia —dijo la voz de una de las organizadoras de la boda.Sophie respiró profundamente para calmarse y asintió a su amiga.—Tienes razón, Emma. Hoy nada va a fastidiarme el día, empieza un nuevo capítulo en mi vida. Con o sin él, debo seguir adelante.—respondió Sophie, encontrando una fuerza que creía perdida, en las palabras de su amiga.Las horas pasaban lentamente en la iglesia, y el novio de Sophie aún no había aparecido.Las habladurías y teorías crecían entre los invitados, sus susurros y murmullos llenaban el espacio.Sophie, vestida de blanco y esperando en la sala adjunta, sentía cómo su corazón se hundía con cada minuto que pasaba, tenía miedo de que su novio lo hubiera pensado mejor y decidiera abandonarla.—Esto no es normal, Emma. ¿Dónde está él? ¿Qué podría haberle pasado? —preguntó Sophie.—Habrá tenido algún inconveniente, tal vez un problema en el viaje —trataba de consolarla Emma, pero no lograba ocultar del todo que estaba tan preocupada como ella.Sophie solo pudo encogerse de hombros y caminar de un lado a otro intentando calmarse.Justo entonces, la puerta se abrió bruscamente y la madre del novio, la futura suegra de Sophie, entró en la iglesia furiosa, fulminando a Sophie con la mirada como si ella fuera la culpable de que su hijo no apareciera.—¿Dónde está mi hijo? ¿Qué has hecho?—Mamá, no sé qué está diciendo.Su suegra no le creyó en absoluto y la abofeteó directamente.—No me llames así. Algo debiste hacerle para que no aparezca. ¿Le has sido infiel?¿Es eso, verdad? Él se ha enterado y decidió no casarse contigo.Sophie soportó el dolor y siguió negando con la cabeza, pero fue en vano.Antes de que Emma pudiera acercarse, el tío del novio, cegado por la ira, empujó a Sophie.La joven novia tropezó y cayó al suelo.—Ya lo he dicho varias veces, eres una huérfana, no digna de mi sobrino —dijo él muy enfadado.—Es una vergüenza para nuestra familia.—¡Vete ahora mismo!…—¡Basta! ¡Qué están haciendo! —Emma se paró frente a Sophie para protegerla.Los familiares de la suegra, que la habían seguido, comenzaron a lanzar acusaciones y humillaciones hacia Sophie y su amiga, creando una escena caótica y dolorosa.Sophie se encontraba en el suelo, intentando procesar lo que estaba sucediendo.Cuando de repente, la puerta de la sala se abrió de golpe.Todos los ojos se volvieron hacia la figura que apareció en el umbral.Era un hombre, alto y de aspecto imponente, con una presencia que parecía llenar toda la habitación.Él avanzó con paso firme hacia el grupo, su mirada era dura y penetrante.Lo seguía una sexy mujer, vestida de negro, con un cuchillo en la cintura y con una amplia sonrisa.También había un hombre delgado, con gafas de metal y traje, que parecía serio como un robot.Detrás de ellos había muchos guardaespaldas.Al verlo, la suegra y sus familiares retrocedieron instintivamente, su furia momentáneamente silenciada por la aparición del desconocido.—¿Qué está sucediendo aquí? —preguntó el hombre con una voz tan potente que resonó en la sala a pesar de no estar gritando.Sophie, aún en el suelo, levantó la mirada hacia él con los ojos llenos de lágrimas.No lo reconocía, pero había algo en su presencia que le transmitía una sensación que no era capaz de explicar, algo que hacía que se sintiera segura, él le resultaba familiar.—¿Quién eres? —preguntó provocativamente el tío del novio.—Será mejor que respondas la pregunta con sinceridad, de lo contrario el cuchillo no tiene ojos.La mujer no supo cuando se paró detrás del tío, con el cuchillo apuntando a su cuello.—E... Esta mujer es la responsable de la desaparición de mi hijo —balbuceó la suegra, señalando a Sophie con un dedo tembloroso.El hombre miró a Sophie y luego a la suegra, evaluando la situación con una mirada fría.—No parece ser el comportamiento adecuado para una boda —dijo el hombre acercándose a la joven.Su voz imponía un respeto que pocos se atrevían a desafiar.Los familiares de la suegra, ahora menos seguros de sí mismos, intercambiaron miradas nerviosas.—Sophie, ¿estás bien? —preguntó el hombre, ofreciéndole su mano para ayudarla a levantarse.Sophie asintió, aún temblorosa.Aunque no sabía quién era este hombre, su presencia había cambiado el curso de los acontecimientos.Por un momento, la tensión del ambiente dio paso a un silencio expectante. Todos esperaban ver qué ocurriría a continuación.Detrás del hombre, una fila de guardaespaldas se alineaba de manera intimidante.El desconocido se inclinó y levantó a Sophie del suelo con cuidado, se veía realmente preocupado por ella.Sophie, aún en estado de shock por la humillación a la que acababa de ser sometida por su futura familia política y ahora por la aparición de este enigmático salvador.—Gracias, señor —dijo ella con voz temblorosa, observándolo, por alguna razón no podía apartar la mirada de él, quien irremediablemente la atrajo contra su cuerpo en un gesto protector poniéndose entre ella y sus atacantes.Antes de que pudiera hacer más preguntas sobre la identidad del hombre, él hombre con traje negro se acercó.Se acomodó las gafas y se plantó frente a ellos, parecía llevar noticias de gran importancia.—¡Silencio! —empezó a hablar, capturando la atención de todos en la sala—. Tengo una noticia grave que comunicar. El novio no asistirá a la ceremonia porque está muerto.Un murmullo de incredulidad y horror recorrió la habitación.Sophie sintió como si el suelo se desvaneciera bajo sus pies.¿Muerto? ¿Cómo podía ser posible?El hombre misterioso rápidamente la abrazó y le dio fuerzas.Las palabras del secretario retumbaban en su mente, cada una era un golpe devastador a su ya frágil estado emocional.Dos personas la habían amado en su vida.Marie, su madre que murió siendo ella muy pequeña y su prometido a quien perdía justo antes de iniciar su vida juntos, era como si ella no estuviera destinada a ser amada jamás.La suegra, al escuchar la noticia, palideció, su furia había sido reemplazada por un shock que la dejó sin hablar por un instante.Los invitados comenzaron a susurrar entre ellos, la tragedia superando cualquier protocolo social.El hombre misterioso, aún sosteniendo a Sophie en sus brazos, miró al secretario.—¿Cómo sucedió? —preguntó con una voz que, aunque calmada, dejaba entrever la seriedad de la situación.Michael lo supo al instante y salió rápidamente de la habitación mientras se llevaba el teléfono móvil al oído y llamaba a Hanna.— Moviliza a todos nuestros hombres. Los quiero en el hospital en este mismo instante. Rastreen los alrededores hasta encontrar a Laura.— Cierren todas las salidas del hospital en este mismo instante — dijo Robert, actuando igual de rápido. Estaban acostumbrados a trabajar en equipo.Aunque en ese instante, Robert sentía un miedo terrible por lo que pudiera ocurrirle a su hijo. Su instinto hizo la faena por él, saliendo también de la habitación y buscando al primer guardia de seguridad que encontró. Tomó su comunicador sin ni siquiera pedirle permiso y se lo llevó a la boca para hablar.— Han robado un bebé. No dejen salir a nadie del hospital y detengan a cualquier mujer que lleve un recién nacido en brazos — habló, sonando mucho más tranquilo de lo que realmente estaba. Luego, volvió a la habitación para intentar calmar a su esposa e interrogar a Sophie
Tras un breve intercambio de palabras con la enfermera, Michael y Sophie fueron forzados a salir de la habitación, dejando a Laura sola, quien no dejaba de gritar y mostrarse histérica. Sus gritos se estuvieron escuchando por minutos hasta que Michael pasó un brazo alrededor de la cintura de Sophie y la estrechó contra su cuerpo. Entonces, como siempre que estaban juntos, se creó para ellos una extraña burbuja imaginaria en la que no existía nada más que el calor reconfortante de sus abrazos.Michael cerró los ojos y escondió el rostro en el cuello de Sophie, inhalando su aroma. Tenía todo lo que necesitaba: a su esposa y a sus hijos sanos y salvos en casa. Sentía mucho la muerte de su hijo, pero Laura por fin estaría fuera de su vida y se ocuparía de tomar represalias legales contra ella por todo lo sucedido con Sophie.— Deberíamos ver si tenemos noticias de Emma — Habló al fin Sophie.No había podido sacarse de la cabeza lo sucedido con Laura y temía porque algo no fuera bien con
Un médico se acercó a Michael con el rostro descompuesto. Su expresión grave hizo que un escalofrío recorriera la espalda de Michael. Instintivamente, su corazón se aceleró, anticipando que las noticias que estaba a punto de recibir no serían nada buenas.— ¿Podemos hablar?Michael sabía que esas palabras jamás indicaban nada bueno en una relación; podían significar incluso el fin de esta, y cuando las decía un médico con esa expresión, podía ser aún peor.Sophie también lo sabía, así que colocó una mano reconfortante sobre el brazo de Michael, preparada para escuchar lo que el médico tenía que decir.— Claro, doctor, dígame — respondió Michael, sintiendo que su corazón latía tan rápido que apenas podía escuchar las palabras del médico.— En privado, por favor — dijo el doctor, dirigiendo su mirada hacia Sophie.Cuando ella se disponía a retirarse, Michael la tomó de la mano, girando su rostro hacia él y negando con la cabeza. No quería que su esposa se fuera.— Es mi esposa, no tiene
Sophie observaba a su amiga desde la alfombra. De repente, la expresión de Emma cambió. Una nueva contracción la recorrió, y esta vez algo más sucedió. Emma notó como si un globo explotara dentro de ella. Sintió el líquido resbalando por sus piernas, formando un pequeño charco en el suelo.— ¡Oh, sí estás de parto! —exclamó Sophie—. Acabas de romper aguas.Se levantó rápidamente y se acercó a su amiga, acariciando su barriga, que ahora se sentía completamente dura.— Pero todavía no… aún quedaba un mes —aseguró Emma con voz entrecortada.— ¿Dónde está Robert? —preguntó Sophie.— Acompañó a Michael al hospital.— Y que tengas que ponerte de parto el mismo día que esa mujer… —Sophie suspiró y miró a sus bebés sentados en la alfombra. La pequeña nariz estaba llevando un mordedor a la boca mientras el pequeño Michael intentaba ponerse de pie agarrado a un mueble.— Solo dame un momento. Buscaré a la niñera para que se quede con ellos y yo misma te llevaré al hospital —dijo Sophie con dete
El sol apenas se filtraba por la ventana cuando Michael se levantó de la cama, intentando no despertar a Sophie, que dormía plácidamente a su lado. Con pasos ligeros y sigilosos, se dirigió a la habitación de los niños, donde yacían dormidos sus pequeños tesoros.Al entrar, una oleada de amor lo invadió. Observó a sus hijos, dos pequeños seres que habían llegado a su vida seis meses atrás, pero a los que no había tenido la oportunidad de conocer hasta ahora. Ahora, contemplándolos mientras dormían, sentía que su corazón se desbordaba de felicidad.Los gemelos, envueltos en suaves mantas, parecían tranquilos y serenos en su sueño. Michael se acercó con cuidado a las cunas y los observó con ternura, maravillado por su belleza y la perfección de sus rasgos. Cada respiración, cada pequeño gesto, llenaba su corazón de un amor que jamás había sentido por nadie. Eran sus hijos, fruto del amor que sentía por su esposa.Se quedó allí, en silencio, durante unos minutos que parecieron eternos.S
Las manos de Michael no dejaban de recorrer su cuerpo una y otra vez, estremeciendo el cuerpo de Sophie, hasta tomar uno de sus senos con su mano derecha, jugando con su pezón.—Sophie, por favor, gime mi nombre…— Michael... Michael... —gemía ella, sintiendo esa necesidad que solo él podía sofocar, acariciando su espalda cuando las manos hasta abajo de todo y apretando su trasero para empujarlo contra ella, para sentirlo más adentro si eso fuera posible. — Michael... Michael... Por favor no pares…Los labios de Michael bajaron por su cuello hasta su pezón derecho, jugando con él en su boca, lamiéndolo suavemente antes de succionarlo.—He estado añorando y soñando por seis meses tenerte así —le confesó Michael, tras soltar ese pezón y pasar al otro.Sus cuerpos se buscaban del mismo modo que se buscan dos imanes de polos opuestos; el sonido de la habitación pronto se llenó no solo del sonido de los gemidos y jadeos de Michael, sino también del sonido de sus cuerpos chocando una y otra
Último capítulo