¡Mi hija adoptiva ahora es mi esposa!
¡Mi hija adoptiva ahora es mi esposa!
Por: Eli Storm
1. La muerte del novio.

En una pequeña sala adjunta a la iglesia, Sophie Miller se encontraba frente a un gran espejo de cuerpo entero, ajustando los detalles finales de su vestido de novia.

La luz suave de la mañana se filtraba a través de las ventanas, iluminando la habitación con un brillo cálido.

Aunque el ambiente era tranquilo y sereno, Sophie sentía una inquietud que no podía disipar, que no era capaz de entender del todo.

Tal vez eran solo los nervios.

—Sophie, te ves increíble. ¿Estás lista? —preguntó Emma, su dama de honor y amiga de confianza, observaba a Sophie con preocupación.

Sophie se encontró con la mirada de Emma a través del reflejo del espejo y le dedicó una sonrisa algo forzada.

—Gracias, Emma. Estoy lista... creo. Solo me pregunto si él vendrá —confesó Sophie quién en secreto anhelaba que el hombre que la adoptó de pequeña apareciera y la llevará al altar.

Sabía que era estúpido pensar que si no se había acercado a ella en todos esos años lo haría el día de su boda.

Pero le había mandado una invitación y no podía evitar mirar la puerta y esperar que en cualquier momento se abriera.

—¿Te refieres a tu padre adoptivo? —Emma se acercó a Sophie, colocando una mano reconfortante en su hombro.

Sophie asintió, jugueteando con el gemelo de metal que sostenía entre sus dedos.

La 'M' grabada en su superficie era su único vínculo con el hombre que la había rescatado de un orfanato, pero que había permanecido como una sombra en su vida, lejos de ella.

—No lo he vuelto a ver desde que me adoptó. Siempre estuvo ausente, enviando solo cartas y haciendo arreglos desde lejos. Pero hoy... hoy es mi boda. No puedo evitar preguntarme si finalmente se presentará, debería hacerlo aunque solo sea por cortesía y por despedirse de mí —explicó Sophie intentando justificar sus esperanzas esas que siempre había conservado de volver a verlo cada vez que había algún evento en su vida.

Su cumpleaños, graduación y ahora su boda, en el fondo había anhelado como cualquier niña tener a alguien que la quisiera y se preocupaba por ella pero con los años tuvo que aceptar que no era algo a lo que pudiera aspirar.

—Entiendo lo importante que es para ti —respondió su amiga correspondiendo a su sonrisa—. Pero recuerda, hoy es tu día, Sophie. Estás rodeada de gente que te quiere y te apoya. Pase lo que pase, estaremos aquí para ti.

Justo entonces, como si esperara ese momento justo, la puerta de la sala se abrió ligeramente, y una voz suave llamó desde el exterior.

—Señorita Miller, es hora de comenzar a prepararse para la ceremonia —dijo la voz de una de las organizadoras de la boda.

Sophie respiró profundamente para calmarse y asintió a su amiga.

—Tienes razón, Emma. Hoy nada va a fastidiarme el día, empieza un nuevo capítulo en mi vida. Con o sin él, debo seguir adelante.—respondió Sophie, encontrando una fuerza que creía perdida, en las palabras de su amiga.

Las horas pasaban lentamente en la iglesia, y el novio de Sophie aún no había aparecido.

Las habladurías y teorías crecían entre los invitados, sus susurros y murmullos llenaban el espacio.

Sophie, vestida de blanco y esperando en la sala adjunta, sentía cómo su corazón se hundía con cada minuto que pasaba, tenía miedo de que su novio lo hubiera pensado mejor y decidiera abandonarla.

—Esto no es normal, Emma. ¿Dónde está él? ¿Qué podría haberle pasado? —preguntó Sophie.

—Habrá tenido algún inconveniente, tal vez un problema en el viaje —trataba de consolarla Emma, pero no lograba ocultar del todo que estaba tan preocupada como ella.

Sophie solo pudo encogerse de hombros y caminar de un lado a otro intentando calmarse.

Justo entonces, la puerta se abrió bruscamente y la madre del novio, la futura suegra de Sophie, entró en la iglesia furiosa, fulminando a Sophie con la mirada como si ella fuera la culpable de que su hijo no apareciera.

—¿Dónde está mi hijo? ¿Qué has hecho?

—Mamá, no sé qué está diciendo.

Su suegra no le creyó en absoluto y la abofeteó directamente.

—No me llames así. Algo debiste hacerle para que no aparezca. ¿Le has sido infiel?¿Es eso, verdad? Él se ha enterado y decidió no casarse contigo.

Sophie soportó el dolor y siguió negando con la cabeza, pero fue en vano.

Antes de que Emma pudiera acercarse, el tío del novio, cegado por la ira, empujó a Sophie.

La joven novia tropezó y cayó al suelo.

—Ya lo he dicho varias veces, eres una huérfana, no digna de mi sobrino —dijo él muy enfadado.

—Es una vergüenza para nuestra familia.

—¡Vete ahora mismo!

—¡Basta! ¡Qué están haciendo! —Emma se paró frente a Sophie para protegerla.

Los familiares de la suegra, que la habían seguido, comenzaron a lanzar acusaciones y humillaciones hacia Sophie y su amiga, creando una escena caótica y dolorosa.

Sophie se encontraba en el suelo, intentando procesar lo que estaba sucediendo.

Cuando de repente, la puerta de la sala se abrió de golpe.

Todos los ojos se volvieron hacia la figura que apareció en el umbral.

Era un hombre, alto y de aspecto imponente, con una presencia que parecía llenar toda la habitación.

Él avanzó con paso firme hacia el grupo, su mirada era dura y penetrante.

Lo seguía una sexy mujer, vestida de negro, con un cuchillo en la cintura y con una amplia sonrisa.

También había un hombre delgado, con gafas de metal y traje, que parecía serio como un robot.

Detrás de ellos había muchos guardaespaldas.

Al verlo, la suegra y sus familiares retrocedieron instintivamente, su furia momentáneamente silenciada por la aparición del desconocido.

—¿Qué está sucediendo aquí? —preguntó el hombre con una voz tan potente que resonó en la sala a pesar de no estar gritando.

Sophie, aún en el suelo, levantó la mirada hacia él con los ojos llenos de lágrimas.

No lo reconocía, pero había algo en su presencia que le transmitía una sensación que no era capaz de explicar, algo que hacía que se sintiera segura, él le resultaba familiar.

—¿Quién eres? —preguntó provocativamente el tío del novio.

—Será mejor que respondas la pregunta con sinceridad, de lo contrario el cuchillo no tiene ojos.

La mujer no supo cuando se paró detrás del tío, con el cuchillo apuntando a su cuello.

—E... Esta mujer es la responsable de la desaparición de mi hijo —balbuceó la suegra, señalando a Sophie con un dedo tembloroso.

El hombre miró a Sophie y luego a la suegra, evaluando la situación con una mirada fría.

—No parece ser el comportamiento adecuado para una boda —dijo el hombre acercándose a la joven.

Su voz imponía un respeto que pocos se atrevían a desafiar.

Los familiares de la suegra, ahora menos seguros de sí mismos, intercambiaron miradas nerviosas.

—Sophie, ¿estás bien? —preguntó el hombre, ofreciéndole su mano para ayudarla a levantarse.

Sophie asintió, aún temblorosa.

Aunque no sabía quién era este hombre, su presencia había cambiado el curso de los acontecimientos.

Por un momento, la tensión del ambiente dio paso a un silencio expectante. Todos esperaban ver qué ocurriría a continuación.

Detrás del hombre, una fila de guardaespaldas se alineaba de manera intimidante.

El desconocido se inclinó y levantó a Sophie del suelo con cuidado, se veía realmente preocupado por ella.

Sophie, aún en estado de shock por la humillación a la que acababa de ser sometida por su futura familia política y ahora por la aparición de este enigmático salvador.

—Gracias, señor —dijo ella con voz temblorosa, observándolo, por alguna razón no podía apartar la mirada de él, quien irremediablemente la atrajo contra su cuerpo en un gesto protector poniéndose entre ella y sus atacantes.

Antes de que pudiera hacer más preguntas sobre la identidad del hombre, él hombre con traje negro se acercó.

Se acomodó las gafas y se plantó frente a ellos, parecía llevar noticias de gran importancia.

—¡Silencio! —empezó a hablar, capturando la atención de todos en la sala—. Tengo una noticia grave que comunicar. El novio no asistirá a la ceremonia porque está muerto.

Un murmullo de incredulidad y horror recorrió la habitación.

Sophie sintió como si el suelo se desvaneciera bajo sus pies.

¿Muerto? ¿Cómo podía ser posible?

El hombre misterioso rápidamente la abrazó y le dio fuerzas.

Las palabras del secretario retumbaban en su mente, cada una era un golpe devastador a su ya frágil estado emocional.

Dos personas la habían amado en su vida.

Marie, su madre que murió siendo ella muy pequeña y su prometido a quien perdía justo antes de iniciar su vida juntos, era como si ella no estuviera destinada a ser amada jamás.

La suegra, al escuchar la noticia, palideció, su furia había sido reemplazada por un shock que la dejó sin hablar por un instante.

Los invitados comenzaron a susurrar entre ellos, la tragedia superando cualquier protocolo social.

El hombre misterioso, aún sosteniendo a Sophie en sus brazos, miró al secretario.

—¿Cómo sucedió? —preguntó con una voz que, aunque calmada, dejaba entrever la seriedad de la situación.

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