Mundo ficciónIniciar sesiónTres años atrás, en un acto impulsivo, Nara se refugió en los brazos de un desconocido con mirada peligrosa y sonrisa letal. Aquella noche terminó con una nota de agradecimiento y dinero sobre la mesa, creyendo que nunca volvería a verlo. Pero lo que Nara no sabía era que de ese encuentro nacería Andrea, la luz de su vida. Hoy, el mundo de Nara se desmorona: Andrea tiene leucemia, y solo un trasplante de médula ósea o de células madre del cordón umbilical de un hermano biológico podría salvarla. Desesperada por el diagnóstico y sin más opciones, Nara se lanza a una búsqueda frenética del hombre que conoció solo por una noche —un hombre sin nombre, con rastros de sangre en el cuerpo y secretos aún más oscuros— con la esperanza de convencerlo de tener otro hijo que pueda convertirse en la salvación de Andrea. Cuando finalmente lo encuentra en el lugar más sórdido posible, Marco la sorprende tanto por el violento mundo en el que se mueve como por el magnetismo implacable que sigue ejerciendo sobre ella. Sin revelar la existencia de Andrea, Nara le propone un trato tan frío como desesperado: pagarle para que sea su amante durante seis meses. Lo que comienza como un acuerdo puramente físico pronto se complica cuando las emociones que creían extinguidas resurgen con fuerza. Entre noches ardientes, pactos peligrosos y verdades a medias, Nara deberá proteger a su hija no solo de una enfermedad implacable, sino también del hombre que podría arrebatárselo todo… incluido su propio corazón.
Leer másCapítulo 134El salón que Marco había preparado meticulosamente para su boda con Nara parecía un sueño etéreo, una obra de arte diseñada para capturar la luz y la belleza. Él se había encargado de cada detalle, sabiendo que la perfección y la opulencia eran su forma de demostrar la profundidad de sus sentimientos. Quería que Nara no olvidara jamás este día en su vida, que cada pétalo, cada nota musical, fuera una prueba palpable de cuánto la amaba. Era una manifestación material de su devoción.Lina, con el rostro iluminado, acompañaba a Nara por los pasillos interiores, guiándola hacia la sala de descanso de la novia para esperar el inicio de la ceremonia. Pero la calma del momento nupcial se rompió con una intercepción abrupta. Un hombre con un cubrebocas, actuando con una urgencia violenta, tomó la mano de Nara, deteniéndola en seco. Lina reaccionó con la velocidad de una protectora, interponiéndose de inmediato y forzando al intruso a soltar a su amiga.El hombre se quitó el cubre
Capítulo 133Los pasos de Marco eran seguros y cadenciosos mientras entraba en la prisión. A pesar de la rigidez y el dolor persistente de la herida en su espalda, su postura era de determinación inquebrantable. Los guardias lo guiaron a la sala de visitas, dejándolo solo para esperar. Poco después, Isabella entró. Pasó junto a él, dedicándole una mirada cargada de odio puro, una expresión de resentimiento que consumía su rostro. Se sentó frente a él, y el silencio se instaló, denso e incómodo, Isabella simplemente se quedó observándolo, sin pronunciar palabra.A Marco no le agradaba en absoluto ver a Isabella en ese estado, tras las rejas. Ella era, después de todo, su hermana, la pequeña a la que había visto nacer y por la que, en otro momento de su vida, hubiera estado dispuesto a dar la suya. Pero la avaricia y la envidia la habían convertido en este monstruo despiadado, una criatura que no tenía siquiera compasión por su propia sobrina, una niña enferma. No podía permitirse que
Capítulo 132Marco entró en la casa de su padre, y cada paso que daba era un recordatorio punzante de la herida abierta en su espalda. Sus movimientos eran lentos y deliberados, pero su porte irradiaba una autoridad implacable. Los hombres de Darío, eficientes y silenciosos, tenían rodeada a su familia: Isabella, Anghelo, y hasta su madrastra, estaban inmovilizados en el salón, sus rostros una mezcla de miedo, dolor y rabia. Isabella, sin embargo, lo miró con una expresión de desafío endurecido en cuanto él cruzó el umbral.Carlos, el oportunista, no quería ni por un instante verse envuelto en la catástrofe que se cernía. Todo había sido un plan maquiavélico de Isabella, y él no la amaba lo suficiente, ni por asomo, como para pagar con su propia integridad o vida. El pánico lo superó. Se arrodilló abruptamente frente a Marco, un gesto de sumisión desesperada.—Déjame ir, Marco —imploró Carlos, con la voz temblorosa y patética—. Te prometo que no vas a volver a verme por el resto de tu
Capítulo 131Nara miraba a Marco con una desesperación cruda, su corazón golpeando como un tambor frenético contra sus costillas. El cuerpo de él, antes inmaculado, estaba ahora empapado en sangre, una mezcla oscura que brotaba de una herida en la cabeza y salpicaba su piel mientras golpeaba a los hombres de su hermana. La furia y la necesidad de proteger a su familia habían transformado a Marco. A pesar de que lo estaban atacando con bates y tubos, él se movía con una ferocidad desmedida, haciendo que cayeran uno tras otro, sin mostrar ninguna piedad ni contención. Era una danza brutal de supervivencia.En medio del caos, Marco, jadeando por el esfuerzo y el dolor, se arrancó la camisa de vestir. La tela, ya rasgada y manchada, se desprendió dejando su torso, marcado por el ejercicio y ahora también por los golpes, completamente al descubierto. Rápido y eficiente, envolvió sus puños con los pedazos rotos de tela, improvisando una especie de protección y agarre. Quería sentirse más có
Capítulo 130Nara comprobó por milésima vez que Andrea estaba bien. La pequeña, recién operada, se recuperaba lentamente, pero el estado de ánimo de Nara pendía de un hilo frágil. La reciente intervención quirúrgica de su hija y, ahora, la desaparición de Aaron, se habían conjugado para crear un cóctel de miedo y agotamiento emocional que la estaba desbordando. En los últimos días, sus hijos habían estado en peligro demasiadas veces; una frecuencia que superaba con creces el límite de su resistencia nerviosa. Sentía que, si esta espiral de amenazas continuaba, su estabilidad emocional colapsaría por completo.—¿Qué te dijo Marco? —inquirió Lina, con una voz apenas audible, reflejando una ansiedad que era tan palpable como la propia de Nara. Sus ojos, fijos en ella, buscaban desesperadamente una palabra de consuelo o una estrategia definida.—Dice que está con él, pero sonaba demasiado alterado —respondió Nara, el tono plano, intentando infructuosamente contener el temblor que le reco
Capítulo 129 Marco se sentó con decisión e inusual rigidez frente a su abuelo. La imponente figura del patriarca, Anghelo Rossy, llenaba el sillón de cuero tallado, pero su presencia física no lograba opacar la furia fría que emanaba de Marco. Por un instante, el nieto consideró la cortesía de dejar que el anciano tomara la iniciativa de la conversación, que rompiera el denso silencio. Sin embargo, su plan se desmoronó casi al instante. Estaba demasiado molesto, su calma habitual era una fachada que se resquebrajaba, y temía que si esperaba, perdería el control total de sus palabras. —Por la forma en la que me miras, sé que Isabella estuvo aquí —declaró Marco, su voz grave y desprovista de emoción, como una sentencia—. Pero que quede claro: eso no va a impedir que la haga pagar por todo lo que ha hecho. Sus acciones han sobrepasado cualquier límite tolerable. —Ella es tu hermana —fue todo lo que pudo articular el anciano, su voz era un susurro cansado que intentaba apelar a un lazo





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