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Capítulo 5

– ¿Doscientos mil dólares? ¿Es que acaso está loco o te vio cara de millonaria? Eso es demasiado, Nara. Incluso si está en una mala situación, pedirte tanto es codicia –le dice Lina a Nara con rabia después de escuchar todo lo que había sucedido.

– No me importa, Lina. Si ese es el precio por la vida de Andrea, me parece poco. Podría darle aún más.

Lina se sienta a su lado y pasa una mano sobre sus hombros.

– Tienes razón, él es codicioso. Pero la vida de Andrea vale mucho más que eso –toma su bolso de encima de la mesa de centro, saca una tarjeta y se la entrega a Nara–. Aquí hay ciento cincuenta mil, utilízalos.

Nara lo piensa. En estos años Lina la ha ayudado mucho. No quiere que esta vez también tenga que hacerlo.

– Guarda eso, Lina. No quiero que seas tú quien tenga que asumir todo esto. Te lo agradezco, pero prefiero arreglarlo por mi cuenta. –Lina suspira.

– Deja que te ayude, Nara. No es por ti. Es por Andrea.

– En serio, no es necesario. Puedo arreglármelas por mi cuenta. Me conformo con todo el apoyo que me das.

Lina no quedó conforme, pero aceptó la decisión de su amiga. Nara se quedó sentada en el salón mucho tiempo después de que Lina se hubiera ido. La casa estaba en silencio, Andrea se encontraba durmiendo. Se levantó a mirarla y mientras lo hacía pensó en una solución.

Al día siguiente, Nara deja a Andrea en la guardería y se dirige a la empresa con decisión. Necesita hablar con su jefe. Sabe que después de haber trabajado con ellos durante cinco años, se merece un aumento de sueldo, así que va a decírselo claramente. Su jefe la atiende cerca del mediodía.

– Me extrañó cuando mi secretaria me dijo que necesitabas verme –le dice su jefe, el señor Robinson–. Imagino que debe de ser algo realmente importante.

– Señor Robinson –comienza a decir Nara sin tanta seguridad–, sé que esto es inesperado, pero me gustaría solicitar un aumento. Desde que despidieron a nuestro director me he hecho cargo de todo sin pedir nada a cambio, pero ahora realmente necesito un aumento.

El hombre se mueve incómodo en su asiento. Nara siente que va a rechazarla y se pone aún más nerviosa.

– Señorita Robert, sé que tiene razón en todo lo que dice, y si me lo hubiese planteado hace un par de meses no hubiese dudado en aceptar su petición. Sin embargo, ahora mismo es imposible para mí. Me voy a jubilar dentro de poco. Sabes que mis hijos no tienen ningún interés por mi compañía, así que acepté venderla a una empresa más grande. Ha comenzado el proceso de fusión, en este momento no puedo tomar esas decisiones. Necesitas hablarlo directamente con el nuevo dueño.

Nara sale de la oficina sintiéndose decepcionada, pero no piensa rendirse. Lo único que necesita es encontrar al nuevo dueño.

Marco está sentado en la sala de conferencias. Mira la nota con el número de Nara y sonríe. Los participantes en la reunión se ponen tensos. No están acostumbrados a ese tipo de reacción en él y no saben si hicieron algo para molestarlo. El proceso de adquisición había sido bastante pacífico, pero saben que Marco es perfeccionista, el más mínimo error podría haberlo puesto de mal humor.

Marco los mira, se da cuenta de que todos están pendientes de él, esperando un regaño que nunca llega.

– Vamos a darle los diez millones que están pidiendo. Esa empresa puede remodelarse y costaría al menos el doble, así que no tienen que preocuparse demasiado. Pueden marcharse.

Dario, vicepresidente de la compañía y mejor amigo de Marco, espera a que todos se vayan, luego golpea ligeramente la mesa para llamar su atención.

– ¿Me puedes decir qué te pasa? –le pregunta cuando Marco lo mira–. Has estado toda la reunión mirando el papel que tienes en la mano y sonriendo. Creí que al jefe de adquisición le iba a dar un infarto –lo hace notar.

– He conocido a una mujer bastante interesante.

– ¿Interesante? –le pregunta Dario intrigado.

Pero Marco se negó a decir más. Dario sabía que, cuando Marco no quería hablar de algo, no había forma de sacarle más información. Sin embargo, verlo salir poco a poco de la sombra de su pasado le llenaba de alivio y satisfacción.– Es la primera vez en muchos años que te escucho hablar sobre una mujer –comenta Dario sorprendido. Desde que Eva lo abandonó hace un año, Marco se ha negado a involucrarse sentimentalmente con cualquier otra mujer.Si quería satisfacer su cuerpo, buscaba a una profesional, pero había mantenido sus sentimientos alejados de cualquiera que usara tacones. Para Marco, el boxeo había sido un escape de todo lo que sentía desde que Eva lo traicionó, pero este parecía otro hombre.

– Creo que deberías intentarlo –lo i***a Dario–. Si crees que ella es diferente, inténtalo. No puedes quedarte solo para siempre.

– Solo dije que la chica era interesante –Marco se levanta de su asiento y camina a la salida mientras habla–, no que iba a casarme con ella.

– No te digo que te cases –le grita Dario para que lo escuche–, solo que la conozcas –se queda sin una respuesta.

Marco sigue mirando el papel en sus manos. Está sentado en su oficina y las palabras de Dario no lo dejan en paz. No tenía que comenzar una relación con ella, pero podía conocerla, ver a dónde lo llevaba la curiosidad que sentía siempre que la veía.

Marco toma su teléfono en la mano y lo mira por unos segundos, luego marca el número de Nara y la llama de inmediato, antes de que cambiase de opinión.

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