Estamos en medio de un matrimonio arreglado en el que él obtendrá un beneficio y yo saldaré con mi promesa la gratitud que le tengo a su abuelo por mi crianza; ambos sabemos lo que queremos y que tenemos que hacer. Entre nosotros no hay nada oculto, ni siquiera la fila de mujeres que se paseaban frente a mí, una diferencia cada fin de semana, dejando ver al hombre promiscuo que era mi esposo, actos a los que yo les restaba importancia porque no sentía nada tan fuerte por él en ese momento. Sin embargo, con el tiempo, en medio de todo este caos, ninguno de los dos esperaba que los sentimientos surgieran. Su pasado y el mío intentan ferozmente detener lo que sentíamos; yo quería ignorarlo, y aunque lo intentaba, era difícil no sentir. Empezaba a dudar si detener todo o continuar, hasta ese incidente en el que me di cuenta de que no valía la pena seguir, y decidí cortar todo lazo con él. Ahora es él quien insiste en que esto continúe y se niega a dejarme ir.
Leer másCapítulo 1.
Determinación En la habitación al final del extenso corredor de la Hacienda Montenegro, Valentina se arregla para lo que será su gran día. Ella se está mirando al espejo cuando de repente un reflejo extraño aparece en su visión, animándola a voltearse para ver a quien será su futuro esposo. —¿No le han dicho que ver a la novia antes del matrimonio trae mala suerte, joven? — Pregunta Valentina con tono calmado. Ricardo la mira unos segundos, intercambiando mirada con Valentina, quien lo sigue hasta verlo sentarse en el sofá. —Eso solo sucede en los matrimonios reales, no te preocupes, quizás debas asegurarte de que no pase en tu próxima boda. Valentina lo mira en silencio, imaginando a qué ha venido. —¿Me dirá a qué ha venido?— Pregunta sin rodeos. —Vine a hablar con mi futura esposa. —¿No piensa huir? Pensé que eso haría; estuve pensando que saldría de aquí y caminaría al altar; todos afuera estarían murmurando que se ha ido y me dejó plantada. Ricardo sonríe, dulce y amargamente atractivo, tan guapo, dejando ver esos impecables dientes blancos. —Eso suena tentador, pero no estoy interesado en huir; tu comentario me hace entender que mi abuelo te explicó la situación. —Lo hizo —responde ella indiferente. —Perfecto, eso me ahorra el discurso; solo viene a dejarte unos puntos claros antes de que toda esta farsa comience. —Ella asiente con la cabeza y toma asiento frente a él. —Lo escucho —dice ella muy serena. —Escucha, Valentina Casanova, quiero que sepas y entiendas antes de tomar la decisión de salir allá afuera y firmar ese contrato, que lo único que puedo ofrecerte de esta alianza es el título de esposa. A partir de ahora, tú solo seguirás tu papel y no interferirás en mis asuntos. En cuanto se cumpla el plazo, nos divorciaremos y será como si nada de esto hubiera pasado. No esperes mucho más de mí, porque esto es lo único que puedo ofrecerte; no estoy interesado en involucrarme románticamente contigo. Aquellas palabras firmes y duras retumban en la mente de Valentina, su corazón sintiendo una presión en su pecho ante el imponente hombre que se convertirá en su esposo, el prestigioso heredero Ricardo Montenegro. Un reconocimiento que para ella es una gran fortuna según los comentarios de la gente del pueblo, convirtiéndose en la envidia de muchas de las damas pueblerinas de Yucatán-México, ante lo que representa ser la esposa de uno de los Montenegro, la familia más poderosa de Yucatán, sin saber las verdaderas razones detrás de esta apresurada unión. —Lo entiendo perfectamente; de hecho, ya conversé los términos con su abuelo. No se preocupe, no estoy interesada sentimentalmente en usted, ni busco aprobación de ningún tipo; si me caso hoy con usted es por gratitud con su abuelo, nada más. Pierda cuidado, sé cuál es mi lugar. Sus palabras sorprenden a Ricardo, un hombre acostumbrado a ser el centro de atención, al que todos le temen y piensan dos veces para responderle, siendo Valentina la primera en cuestionarlo, pero lo toma con indiferencia, él un Montenegro y no permite que esas cosas calen en su mente. —Perfecto, aclarado todo este asunto, te espero en el altar… Ricardo se levanta dejando sola a Valentina, quien no puede moverse de su lugar. Este encuentro la ha dejado con un mal sabor; si solo el abuelo Pablo no estuviera de promedio, ella ya hubiera renunciado a esta locura. —Valentina, querida— Aparece una de las criadas.—ya todos esperan por ti. El joven Ricardo ya está en el altar. ¿Estás lista, mi niña? Valentina suspira mirando su reflejo una vez más en el espejo. —Lo estoy, Paloma, vamos. * Mientras Valentina camina hacia el altar, sus pensamientos la llevan a hace diez años atrás. Vicente, el padre de Valentina, quien trabajaba como capataz en la hacienda Montenegro, se vio en apuros en un deslizamiento de tierra en medio de una obra en las afueras de la hacienda, donde el señor Pablo Montero, el monarca de la familia, se vio atrapado entre el descenso. Para salvar a su patrón, Vicente arriesgó su vida, exponiéndose ante él, lo que lo llevó a ser sepultado por enormes rocas. Ante este gesto de humanidad, Pablo juró proteger a Valentina y hacerla una mujer de bien, lo que convirtió a Valentina y a su madre en una de las protegidas de la gran familia. A pesar de sus presentes herederos, nadie se atrevía a interponerse en las decisiones del monarca, temerosos de ser desheredados, su palabra es ley y por eso se ha hecho respetar su decisión hasta ahora sobré esta unión. Valentina ve a su alrededor: amigos, familia y conocidos de los Montenegro ocupan las sillas en el jardín; son pocos los allegados de Valentina, muchas personas que no esperaban que esto fuera posible y mucho menos ella fuera la novia están presentes. Hace apenas ayer, su reencuentro con Ricardo había causado expectativas en ella; recordar todo lo que pasó hasta ahora es un recuerdo amargo que la llena de incomodidad, mientras dirige sus pasos sobre la larga alfombra roja del brazo de Pablo, quien la guía hacía Ricardo. * Flashback, 24 horas antes. Horas de vuelo. La familia Montenegro está de vuelta; todo el pueblo estalla en murmullos. Valentina, quien estaba en el campo, va a gran velocidad en su caballo para recibir a Pablo. En el momento en el que los autos se estacionan, Pablo la ve venir galopando; su presencia es notada por todos, es la belleza de Yucatán, todo el que la ve pasar la admira; incluso para Ricardo no es indiferente la atención que recibe. —¿Esa es la rancherita? —Las palabras de Paulina se quedan en el aire ante la presencia de Valentina. —Oooh… —dice deteniendo su caballo—. ¡Abuelo! —Exclama con alegría, Valentina bajando de su caballo de un salto. Ella se incorpora rápidamente, quitándose su sombrero en señal de respeto ante los presentes y su abuelo, cautivando la vista de todos los que la notan, su belleza; es una mujer de tez clara, de 1.70 cm de alto, de hermosos ojos color miel con grandes pestañas, labios gruesos y nariz respingada, de cabello castaño, lizo, que le llega a las caderas, con un cuerpazo de diosa que sin duda captura la atención completa de la familia que se preguntan, ¿Dónde está la niña mugrosa que jugaba con el fango y siempre estaba sucia? —Bienvenido, abuelo. —Valentina le da un beso en la mano a Pablo, quien le acaricia la mejilla en respuesta. —Mi pequeña, permíteme presentarte a mi familia, aunque ya se conocían; quizás no lo recuerdas, mi hijo, Darío. —Valentina, qué rápido pasa el tiempo, ¿20 años tienes ya? —Así es, patrón, bienvenido. —Muchas gracias, ¿recuerdas a mi esposa Rocío? —Sí, la recuerdo, bienvenida, señora Palma. —Rocío la saluda con indiferencia, pese a que ella también es una mujer que salió del campo; olvidó por completo sus raíces, dejando la mano de Valentina extendida con arrogancia y una expresión despectiva. —Ella es la pequeña Paulina, la que se fue con solo 1 año de edad. —dice Darío, atrayendo a Paulina, quien la rechaza de golpe al igual que su madre. —No, qué asco, huele a estiércol y está sudada, no quiero tocarla, papá, que se aparte la rancherita. Su comentario incomoda un poco a Valentina, quien se aparta. —Lo lamento, señorita, no sabía que vendrían; estaba en el campo revisando la cosecha. —No te disculpes, hija, Paulina no tiene educación; la ciudad le comió el cerebro.— Responde Pablo arrogante. —¡Abuelo! —exclama Paula furiosa. —Ignorala. Valentina, querida, ¿te acuerdas de Ricardo?— Pregunta Pablo atrayéndola hacia su nieto. Ella ya lo había notado de reojo, sus miradas por fin se encuentran y es como si los recuerdos volvieran a la mente de Valentina, viaja al pasado dónde ella solía seguirlo sucia y con ropa desaliñada a todas partes, ella solía esconderse para verlo jugar con el resto de los pueblerinos, en aquel entonces Ricardo tenia 15 años, y era un joven admirado por todos, en especial por ella quien lo veía como si él fuera un ángel caído del cielo, y verlo ahora es un shock para ella, él ha cambiado, ahora frente a ella está un hombre de 25 años, muy atractivo, de ojos azules como el cielo, tez clara, cabello castaño oscuro, de buen físico, con una estatura de 1.90 cm de alto, que irradia elegancia y un olor a perfume costoso imposible de ignorar. —Bienvenido, joven. —Ella no se acerca, apoya su sombrero en su pecho, inclinando la cabeza ligeramente ante él. —Gracias. ¿Me indican cuál será mi habitación? Necesito descansar. —Valentina, por favor, guía a Ricardo a la habitación principal del lado norte. —Sí, abuelo, como órdenes. Sígame, por favor. Ella le señala el camino y él la sigue en silencio; ninguno de los dos menciona palabra hasta llegar a la habitación. —Adelante, joven, ¡bienvenido! ¿Necesita algo más? —No, puedes retirarte. Ella, sin decir nada más, sale de la habitación, dejando a Ricardo muy tenso, él suelta su bolso al suelo con pesadez y se sienta en la cama con fastidió. En cuanto a Valentina, ella regresa al salón rápidamente, incorporándose una vez más con Pablo quien ya la espera. —Valentina, querida, vamos a mi despacho —dice el hombre poniéndose en pie con ayuda de su bastón, ignorando la presencia de su hijo y su nuera. —Lo sigo, abuelo. —Responde con timidez, ayudando al hombre a cruzar la puerta del despacho. Al estar solos, lejos del caos que han dejado afuera, Pablo se dispone a hacerle una petición. —Valentina, querida, ven siéntate a mi lado...— Valentina no duda, se sienta a su lado y Pablo la toma de la mano—mi niña, hace años dijiste que harías lo que fuera por hacerme feliz. Valentina se extraña por sus palabras pero rápidamente busca una respuesta. —Lo haría, abuelo; lo que me pida usted, para mí es un gusto poder hacerlo, quiero que sea feliz. —Valentina, he ido al doctor, como te había informado. —¿Qué le dijeron, abuelo? ¿Está bien? —Me temo que no, querida, mi situación de salud no es de gravedad, pero sí es delicada; debo cuidarme bien y tener mucho descanso, reposo. —Abuelo, yo cuidaré de usted, no se preocupe por nada, yo me haré cargo de todo. —En eso he estado pensando, Valentina, en que este lugar es muy grande, son muchas responsabilidades para ti… —Toma su mejilla y ella la acaricia. —Lo haré, abuelo, le prometo que no voy a defraudarlo. —Escucha, Valentina, he traído a mi nieto Ricardo para que se haga cargo de mis deberes en la hacienda. Valentina, hija, lo he estado pensando y yo quiero que tú te cases con Ricardo y que juntos velen por el patrimonio de la familia Montenegro.Capítulo 156. Final. Tomados de la mano, Ricardo lleva a Valentina a pasear por la playa de noche. Los novios se han ido de luna de miel; las niñas se quedan con Roxana, Emiliano y las nanas, Paloma con Pablo, mientras que ellos disfrutan de una velada especial que Ricardo ha preparado para ella. —¿A dónde vamos? —pregunta Valentina desconcertada al ver que se alejan cada vez más. —Tengo una sorpresa para ti. Ricardo la guía a una de las cabañas; al entrar, Valentina se sorprende al ver el lugar decorado con velas acompañadas por un camino lleno de pétalos de rosasque los guía a la habitación, donde todo está decorado. Hay un enorme corazón de pétalos de rosas sobre la cama, velas a los lados y globos sobre la cama. —Esta noche quiero que sea nuestra, la luna de miel que te debo; hoy quiero retribuírtelo. Ricardo le empieza a quitar el vestido lentamente; Valentina solo se deja llevar, su cuerpo lo desea. Ambos se empiezan a besar con una pasión desmedida; la cama arde a
Capítulo 155. Unión familiar. LA alegría ha llegado a la hacienda Montenegro; todos están felices por el heredero. Paloma ayuda a Valentina a recuperarse bien; la ayuda con el bebé, así como Pablo, que pasa el 50% del tiempo con su heredero metido en una mesita, solo lo suelta cuando tiene hambre; del resto, pasa el día enseñándole su hogar. Lo tiene chocho; apenas les da tiempo a Ricardo o a Valentina de tenerlo. Le habla como si el pequeño entendiera sus técnicas de cómo dirigir la hacienda. —Te llenaré los establos de pura sangre para que cuando estés grande, los domines como tu madre; yo le enseñaré todo lo que ella tiene que hacer, y ella te lo enseñará a ti; ya verás que todo esto será tu imperio, mi Pablo. —El bebé llora ya fastidiado y con hambre. —Paloma, ya es hora, le dio hambre al potrillo. —Yo me encargo. —Vaya con la mamá, tiene harta leche; coma y satisfágase que tenemos una larga conversación. Paloma sonríe ampliamente. —Debe descansar, usted y él. No sé
Capítulo 154. Nacimiento. Ella se acerca besando sus labios una vez más; Emiliano la acomoda, abrazándola con fuerza ante la electricidad que los invade. —Si estás segura de lo que quieres, entonces acepto tu propuesta. —Te prometo que no te vas a arrepentir. Emiliano no tiene nada que perder, no tiene hijos, ni pareja, que lo detenga en México, por lo que irse con Roxana es una gran aventura para él; después de todo, su madre siempre dijo que él sería grande; jamás pensó que un amor fugaz sería su salida. Roxana y Rosalba tienen una conversación muy seria. Para Rosalba, la felicidad de Roxana es todo; si ella quiere llevarse a Emiliano, Rosalba no tiene cómo negárselo. Su padre le dejó a Roxana una enorme herencia y con ella poder; si ella quiere a Emiliano, ¿por qué interferir? Cuando ella ha sido su apoyo en toda esta aventura con Darío, por lo que mueve influencias y mucho dinero, para conseguir los documentos de Emiliano y la visa para Estados Unidos y luego Inglaterr
Capítulo 153. Desarrollo. Agonía, inquietud y desesperación; ya van pasando los días y, desde esa entrega con Emiliano, las cosas entre los dos se han puesto un poco tensas, apenas se tratan, como si todo volviera al principio. Él nuevamente ha tomado distancia y eso la hace sentir fatal, de solo pensar que haya sido por esa entrega tan rápida; solo dos semanas habían pasado desde que se conocieron. Ella es consciente de que hizo mal, pero ahora lo confirma, pues él ya no está cerca como solía estarlo. ¿Quizás se arrepiente? ¿Cómo podría? Fue increíble, al menos para ella. Su corazón siente una presión inquietante, su ánimo está por el suelo; permanece junto a la ventana a ver si lo ve, pero no pasa. Ya son tres días desde entonces, y ella, al notar su distancia, no se atreve a escribirle, pensando que él podría rechazarla; solo le resta alejarse y quedarse con los momentos bonitos que vivieron juntos. Roxana se aparta de la ventana y la cierra, corriendo las cortinas. Acostars
Capítulo 152. Festejo. La casa arde, Valentina y Ricardo sumergidos en la pasión, el placer, ella sobre él de frente, moviéndose en un ritmo constante, mientras Ricardo disfruta de sus senos y sus besos ansiosos y pasionales que los consumen. —¡Aaahs! * En la sala, Pablo y Paloma recuerdan viejos tiempos mientras juegan con la pequeña Estrella, que se ha levantado por una pesadilla. Sus padres ya descansan, ya que Rosalba ha estado con dolores recientemente, quizás por el viaje; el bebé, a sus 6 meses, ya está ansioso por nacer. * La hacienda está en movimiento constante, al otro lado en las habitaciones de invitados, Roxana no logra dormir, ella mira por la ventana con una mirada distinta, en su corazón muchas emociones a flor de piel, mientras mira de lejos al hombre que la atrae intensamente, es la primera vez que siente tal atracción por un desconocido, apenas se acaban de conocer y es como si sus almas se reconocieran, como si haber venido a este viaje no hubiera sido
Capítulo 151. Unión. El día es largo; agotados, todos vuelven a la casa, se refrescan con un baño y se reúnen para la cena. La casa nunca estuvo tan animada; hay pláticas, risas y cuentos de la infancia. Rosalba, cuidando en todo momento a Valentina, pues la considera como una nueva, por ser la esposa de Ricardo, y por el cariño que le tiene a su hija. —¿Te duele el bebé? —pregunta Estrella acariciando la pancita de Valentina. —No, cariño, no me duele, ¿quieres sentir cómo patea? —¿Patea? Mi hermanita también patea. —Sí, cariño, el bebé también patea, siéntelo… —Valentina toma la mano de Estrella y está emocionada; acaricia al pequeño, mientras Valentina le hace juegos para que el bebé se mueva hasta que lo logra. —Mira, hermano, se movió, se movió el bebé. Ricardo sonríe al ver la alegría de Estrella. —Será un gran jugador de fútbol. —Mi bebé, muak… —Le da un beso en el vientre a Valentina, quien sonríe ligeramente al ver a la pequeña juguetona. Esto de tener a
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