Capítulo 2. Boda.

Capítulo 2.

Boda.

Valentina se queda en shock, no sabe qué decirle; Pablo le explica todos los términos, las cláusulas, no se guarda nada.

—He determinado que no hay candidata correcta para ser la esposa de mi hijo y dirigir mis tierras que tú; te lo he enseñado todo y quiero que tú se lo enseñes a él, que formen una familia y, cuando yo falte, juntos saquen todo adelante, que sus hijos crezcan en estas tierras y sigan el legado familiar.

—Abuelo, pero yo no podría, él… —Pablo la interrumpe.

—Él ya lo sabe todo, y está aquí para cumplir su deber, así como tú cumplirás con el tuyo, por algo la vida te dio la oportunidad de estar a mi lado. Todo lo que ves les pertenece a ambos, por ello he tomado esta decisión, y te pido que cumplas mi voluntad, mi único deseo.

—Abuelo, yo no quiero decepcionarlo, tengo miedo, ¿si él no me quiere?

—No le tengas miedo, sé que con el tiempo ustedes dos se van a conocer y crearán una unión que pondrá a esta familia en alto. Tú, Valentina, eres la única a la que considero como la futura señora Montenegro; yo sé que tú harás honor a mi apellido, confío en ti, mi niña. Sé que al principio no serán fáciles las cosas con Ricardo, pero sé que con el tiempo todo va a mejorar. Dame la dicha de verte convertida en la gran señora Montenegro.

Valentina duda, hay evidente inquietud en su expresión.

—Está bien, abuelo, lo hago por ti, por gratitud a ti, todo lo que has hecho por mí; no tengo cómo pagártelo, prometo no decepcionarte, abuelo.

—Lo sé, mi niña, confío en ti.

Valentina y Pablo platican un poco de las cosas que quiere que ella le enseñe a Ricardo y lo que él le enseñará por su cuenta. Aunque duda, Valentina no puede evitar sentir mariposas en el estómago por la idea de ser la esposa de Ricardo, ella siempre ha sido muy dedicada a la vida en la hacienda, sus estudios, incluso ha dejando de lado las relaciones amorosas para dedicarse enteramente a la hacienda y los deseos de Pablo. Ahora entiende por qué Pablo siempre la mantuvo alejada de otros hombres, impidiendo que se acercaran a ella; todo este tiempo tuvo en sus planes que ella fuera la esposa de su nieto, y ahora más que nunca, ya que parece que Ricardo ha tomado un camino alejado de los deseos de Pablo, lo que lo a arrojado a tomar medidas desesperadas. Todos se creen dioses ante los humildes pueblerinos, costumbres que Pablo está dispuesto a cambiar.

*

Tras tomar una ducha y cambiarse con ropa limpia, Valentina sale a cenar como de costumbre en la mesa con el resto. En cuanto ella llega al comer, su presencia causa incomodidad evidente entre la mayoría de los presentes.

—Buenas noches —dice ella acercándose a su lugar junto a Pablo.

—Ay, no puede ser, abuelo, no tienes límites. ¿Cómo es posible que los empleados compartan la mesa contigo? —Al escuchar las crueles palabras de Paulina, Valentina se incomoda, notando la indiferencia de Ricardo y sus padres ante el comentario de Paulina, quien hace reír a su madre.

—Paulina, te exijo más respeto. Valentina tiene mucho más derecho que tú de compartir la mesa a mi lado; ella trabaja cada día para traer el pan que ponemos en nuestras bocas a diario, incluso para pagar tus gustos caros, así que ahórrate tu comentario.

—Abuelo… —Pablo la interrumpe.

—No quiero escucharte más, Paulina; dirígete a Valentina con respeto o te vas a tu habitación sin cenar.

Valentina interviene.

—No, abuelo, por favor, no es necesario que haga eso. La señorita Paulina tiene razón, yo debería retirarme; comeré con Paloma, no se preocupe.

—Siéntate, Valentina, tú no te vas a ningún lado; si a alguien le molesta tu presencia, que se vayan a dormir sin comer. Además, tenemos que hablar de los preparativos de la boda; ya he pedido que todo esté listo para mañana en la tarde.

—¿Mañana? —pregunta incrédulo Ricardo, incrédulo mencionando palabra al fin.

—Mañana, no tenemos tiempo que perder, tenemos que tener todo listo antes de la feria del ganado; hay mucho que hacer y tú tienes que prepararte bien, así que le pedí al abogado que venga mañana. ¿Hay algún problema?

Todos se quedan en silencio; Ricardo nota la mirada de Valentina, quien busca un gramo de aprobación, pero lo que recibe el frialdad ante su sería expresión.

—Valentina, mañana vendrá Isadora; ella se encargará de tu vestido y de todo lo que necesites para verte como una novia. Pedí a los sirvientes que preparen un gran banquete; todos ayudarán con los arreglos para la ceremonia. Ya hice correr los rumores; puedes invitar a tus amigos. Mañana a esta hora serás la esposa de Ricardo, una Montenegro.

Valentina asiente; la comida llega y todos comen sin mencionar nada más de la boda. Al terminar la cena, todos se retiran; los rumores de su boda se han expandido rápidamente, su celular está siendo bombardeado por mensajes de todos. Ella invita a algunos de sus amigos más cercanos y apaga el celular, desplomándose sobre la cama unos segundos. De repente, la necesidad de salir la invade. Valentina se coloca sus botas y va a los establos para sacar su caballo sin darse cuenta que Ricardo la observa a lo lejos. Ella sale galopando por el frio campus hacia a las montañas para visitar la tumba de sus padres, arrodillándose como ofrenda a ellos.

—Mamá, papá, mañana me caso; quizás ahora ustedes estuvieran felices por mí. Debo confesar que estoy nerviosa, no conozco bien a mi prometido, él parece odiarme; quisiera no sentirme así, pero todo esto lo hago por gratitud hacia el abuelo, por su amor y años de cuidados. No sé qué sería de mi vida sin su apoyo; solo espero que esta decisión sea la correcta y que al final mi matrimonio se convierta en algo puro como el de ustedes. Solo les pido que dondequiera que estén, me cuiden y me guíen en esta nueva etapa. Los amo y los extraño mucho; no saben cuánto desearía tenerlos conmigo en este momento.

Fin del flashback.

La mirada llega de lágrimas sin caer; nublan la visión de Valentina, que un poco temblorosa toma la mano de Ricardo, quien la recibe de la mano de su abuelo.

—Ricardo, cuídala, protege a Valentina y dale la felicidad que ella merece; tienen mi bendición.

Ricardo mira a su abuelo, como si esto fuera una burla, recordando sus palabras amenazadoras que lo arrojaron a esto, “No olvides que sin mí, ni tú ni tus padres tienen nada, ustedes dependen de mí herencia para sobrevivir, si quieres mi dinero para tus planes, tienes que acatar mis condiciones, o de lo contrario no verás un solo dólar más de mí parte, esto es simple, te daré tres años de matrimonio con una buena mujer, ella te guiará, te preparara y juntos sacarán la hacienda adelante, si en tres años, no logran construir un matrimonio estable, entonces, yo mismo me encargaré de darte tú libertad, podrás volver y transferiré las empresa a tu nombre, pero eso sí Ricardo, si decides al final irte, quiero que le des un heredero a Valentina, pues quiero que tu heredero sea el próximo Pablo Montenegro, luego podrás irte y disfrutar de mi herencia como se te antoje, pero eso sí, no podrás volver a México, ni tú, Paulina o tus padres podrán reclamar lo que hay en México, eso incluye a tú heredero, todo será para Valentina y mi bisnieto, piénsalo bien, tienes tres años para elegir, tu viaje vida, o la vida que te ofrezco”.

—No te preocupes, abuelo, seguiré sin duda con nuestro acuerdo.—Responde Ricardo, enfocando con seriedad a Valentina y luego a Pablo.

— Ya veré muchacho, ya veremos.

Este es un día hermoso; los empleados y los sirvientes hicieron un excelente trabajo en tan solo pocas horas. Este que debería ser el día más feliz de su vida no llena por completo a Valentina; lo tiene todo y, aun así, no están sus padres y su futuro esposo claramente se ve obligado por la ambición y la avaricia de poder por la herencia de la que se cree merecedor, convirtiendo ese sueño tan bonito de casarse con alguien que ama en una fea agonía.

Verlos a ambos ahora es una dicha para Pablo; aunque hubiera preferido que todo pasara en mejores condiciones, su débil salud no se lo permite. Su viaje a América para visitar a su familia le abrió los ojos: ellos crecían arrogantes, llenos de avaricia y ambición, disfrutando de los frutos y beneficios de la hacienda Montenegro. Una herencia familiar que ha pasado de generación en generación en la familia; por años ha habido cambios y se han expandido las tierras, convirtiéndose en un gran imperio. De estas tierras han salido fábricas y minas, lo que ha llevado a la familia a expandir sus negocios a América, creando empresas multimillonarias, un mundo diferente del campo.

Con el paso del tiempo, Darío Montenegro, se llevó a sus hijos Ricardo y Paulina, a América, alejándolo de la vida de campo a la que estaban acostumbrados, una decisión que Pablo no aprobaba, ya que desde muy joven su propio hijo se negaba a la vida de que el le ofrecía y con él arrastraba a sus hijos, alejándolo de las raíces de la familia, algo que a Pablo lo llenaba de tristeza, ver como dejaban de lado el patrimonio familiar, lo que le dio la oportunidad a Valentina de convertirse en la adoración de Pablo, su niña adorada que aunque no era suya, le inculcó, y crío como si lo fuera, enseñándole todo sobre dirigir la hacienda, así como la preparación y educación para administrar, convirtiéndola en la capataz y la segunda al mando de Pablo, convirtiéndose en su protegida, y la candidata para seguir con su legado.

En su viaje a América anteayer, y la reunión con sus abogados, Pablo descubrió el desfalco de su familia y la crisis de la empresa, lo que pone en riesgo su enfermedad cardíaca y la tensión que lo ha estado amenazando, haciéndolo recapacitar sobre sus decisiones. Ver la prepotencia de su familia en América, el rechazo de sus nietos ante la idea de liderar en México, lo alejaba de su sueño de ver a su nieto que alguna vez amó el campo, volver a sus raíces, así que le ha impuesto una cláusula para su herencia que desató la furia de Ricardo y la de la familia al enterarse de que todo ahora le pertenece a Valentina, y que solo cumpliendo las condiciones de su abuelo él podrá recuperar lo que considera le pertenece, lo que le demuestra a Pablo que la ambición de Ricardo va más allá de todo y quiere sacar provecho de eso.

— Valentina Casanova, ¿Aceptas como esposo a Ricardo Montenegro?

Valentina lo mira, luego a Pablo quien asiente con la cabeza como señal de aprobación.

— Aceptó.— Responde al fin, permitiendo que Ricardo le ponga el anillo.

— Ricardo Montenegro, ¿acepta usted a Valentina Casanova como su esposa?

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