Madeleine fue traicionada por su prometido y su hermanastra. No conformes con engañarla, intentaron acabar con su vida. Pero la diosa Luna le dio una nueva oportunidad. Rescatada por Enzo Antonelli, el temido Alfa de la manada de las Sombras, despierta solo para descubrir que su rostro ya no es el mismo. Para salvarla, le dieron una nueva identidad… la de la antigua compañera de Enzo. Él ve en Madeleine el reflejo de la mujer que perdió, y por eso decide ayudarla a vengarse. Pero mientras el fuego de la venganza los consume, una atracción peligrosa comienza a crecer entre ellos. —¿Me amas a mi o a mi rostro? ¿Se entregarán a la pasión que nace entre ambos o quedarán atrapados en la oscuridad de su propio dolor?
Leer másCuando regresé al castillo, uno de los guardias se acercó rápidamente.—Mi lord… Madeleine ha salido.Supe en ese instante que algo no andaba bien. Un mal presentimiento me golpeó en el pecho.—¿Adónde demonios habrá ido esta vez? —gruñí en voz alta, sin poder controlar el enojo y la preocupación que me hervían por dentro.No perdí tiempo. Me interné en el bosque, ignorando la lluvia torrencial que no daba tregua.Esa mujer me estaba volviendo loco.Era tan obstinada…Tan salvajemente libre.En eso era completamente diferente a Isabella, quien siempre fue dócil, obediente, dispuesta a seguir cada indicación sin chistar.Madeleine, en cambio, era un huracán imposible de controlar.Y esa diferencia maldita era la que me estaba destruyendo por dentro, la que alimentaba la confusión que ya no podía acallar.¿A quién amaba realmente?¿A la mujer que había perdido?¿O a esta nueva versión de ella, idéntica por fuera, pero tan distinta en esencia?No quería pensar en eso ahora.Solo quería e
en el castillo de la manada Luna Roja, la violencia estallaba.Dante, incapaz de tolerar la insolencia de nadie —y mucho menos de Freya, a quien siempre había visto como un objeto de su propiedad—, la sujetó brutalmente del cabello. Sin piedad, le propinó un puñetazo que la lanzó contra el suelo.—¡Te pregunté qué fue lo que hiciste! —bramó fuera de sí—. ¡Habla, estúpida!Freya, con la mejilla ensangrentada y los ojos llenos de odio, apenas podía ponerse de pie.—¿Me golpeas por esa basura a quien tú mismo rechazaste para ser tu Luna? —gritó con voz quebrada—. ¡Ahora me lastimas por ella!Dante la tomó nuevamente, sacudiéndola como si fuera una muñeca de trapo.—Mis órdenes fueron claras, Freya —gruñó entre dientes apretados—. ¡Te dije que no la mataras! ¡Y tuviste la osadía de desobedecerme!Su voz era un látigo implacable que rebotaba en las paredes mientras la seguía golpeando sin control.—¡Estoy esperando que hables!Finalmente, Freya, en un arranque de rabia y desesperación, gri
A través de la ventanilla del carruaje, apenas iluminada por la tenue luz de la luna, vi a lo lejos cómo Enzo se transformaba en su forma de lobo.Su pelaje oscuro como la noche brillaba bajo la lluvia mientras emprendía su camino hacia el bosque, alejándose de mí sin mirar atrás.El carruaje siguió avanzando hacia el castillo, pero yo apenas sentía su movimiento.Mi corazón pesaba demasiado.Lloraba en silencio, desgarrada por la discusión que habíamos tenido.Las palabras de Enzo retumbaban en mi cabeza una y otra vez, tan frías, tan dolidas.Pensaba en lo dura y obstinada que había sido con él.Después de todo lo que había hecho por mí, de todo el riesgo que había asumido solo para ayudarme…¿Y así era como le pagaba?Me odiaba por haberle causado ese dolor.Me odiaba más aún por saber que en el fondo, él creía que volver a ver a Dante había removido algo dentro de mí.¡Nada más alejado de la realidad!Si algo había sentido, era repulsión.Cuando llegamos al castillo, bajé del carr
Desde donde estaba, podía ver cómo el ambiente de la celebración se tornaba tenso y hostil.Los invitados comenzaron a dispersarse tras la bochornosa escena protagonizada por Freya, quien continuaba gritando como una desquiciada, incapaz de controlar sus emociones.Intenté comunicarme mentalmente con Madeleine, pero el enlace estaba bloqueado, lo cual disparó todas mis alarmas.Algo no estaba bien.Busqué su presencia entre la multitud, moviéndome con cautela para no levantar sospechas, pero no lograba encontrarla.El beta de Dante, evidentemente nervioso, intentaba calmar a los invitados, repitiendo excusas baratas sobre los nervios de Freya y la tristeza por la pérdida de sus padres.Mentiras que nadie creía.Los murmullos se extendían como pólvora y las miradas de burla eran imposibles de ocultar.Mientras tanto, Dante, visiblemente molesto, prácticamente arrastraba a Freya fuera del salón, haciendo un esfuerzo patético por mantener las apariencias.No podía perder más tiempo.Me c
Cuando mi loba quería salir a la superficie, era muy difícil detenerla. Era tan testaruda como yo. Pensé que todo estaría perdido y que todo nuestro esfuerzo se echaría a perder si ella se abalanzaba contra Freya. Pero, como siempre, Enzo llegó al rescate: al percatarse de mi estado, se hizo presente de inmediato.—Cariño, debes tranquilizarte. No es momento para que Mira salga a la superficie —me dijo Enzo a través del enlace mental.—Eso díselo a ella; está tan terca que no entiende de razones.—Mira, ya basta. Estás poniendo en peligro la misión; tú debes proteger a Madeleine, no ponerla en riesgo —la reprendió Enzo con severidad.El aura de Enzo era impresionante. Mi loba, por más rebelde que fuera, terminó por retirarse a un lugar apartado de mi mente.—¡Gracias! Otra vez me salvaste.—Sabes que haría lo que fuera por ti. Pero, ¿cómo te sientes? ¿Estás lista para continuar con lo que viene?—No te preocupes, Enzo. Lo estoy —contesté.En ese instante, nuestros ojos se cruzaron. No
La noche era como un presagio, fría y silenciosa, mientras los tambores sonaban para dar la bienvenida a los alfas, betas y guerreros de élite de las diferentes manadas. El ambiente estaba cargado de tensión, como si el aire mismo contuviera el aliento ante lo que se avecinaba.Yo avanzaba con la frente en alto y los ojos de un depredador, fijos en un solo objetivo: el bastardo de Dante, quien se pavoneaba como si el mundo le perteneciera. Freya, esa maldita llena, estaba junto a él con esa sonrisa cubierta de hipocresía. Eran tal para cual, una horrible pareja que, por fortuna, esa noche empezaría a recibir su merecido. Cada paso que daba era firme, calculado, como si mi sola presencia bastara para quebrar el suelo bajo sus pies.Mi presencia imponía. No era común ver al alfa oscuro en las celebraciones de la alta élite, pero esa vez tenía que estar allí, hacerme presente y demostrar mi poderío. La sala se tornó más silenciosa, como si mi sombra se extendiera por cada rincón.Los mur
El tiempo pasó, y finalmente, el día de la fiesta había llegado. Todo estaba listo para dar el primer golpe. Aunque en un principio Enzo no quería permitirme que los acompañara, terminó por convencerse de que eso era lo mejor, ya que nadie conocía la manada Luna Roja como yo.Y cómo no hacerlo, si fue el lugar donde crecí, donde viví junto a mi padre, donde conocí el dolor y la traición. Ahora regresaría para comenzar a cavar la tumba de los desgraciados que tanto me lastimaron.—¿Estás lista? —preguntó Enzo, mirándome directamente a los ojos.—Todo lo lista que se puede estar para algo como esto —contesté con un dejo de tristeza en mi voz, pero con la determinación ardiendo en mi interior más fuerte que nunca.—Si tienes dudas, si sientes que algo podría salirse de control, solo dilo, Madeleine. Sabes que no fallaré, y si decides quedarte, lo voy a entender.—Jamás me perdería lo que está por suceder. Además, quiero visitar la tumba de mi padre.—Madeleine, eso puede ser peligroso y
Lamentablemente, tuvimos que volver a la realidad.Cuando regresamos al castillo, tuve que despedirme por un momento de Madeleine antes de la cena para revisar los pendientes del día con mi beta. Marco me esperaba en el despacho con gesto serio. En sus manos sostenía un sobre sellado con el emblema de la manada Luna Roja. Apenas lo vi, mi rostro se tensó.—¿Qué es? —pregunté.—Según lo que dice aquí, ese bastardo está organizando una fiesta de compromiso.Mi mandíbula se endureció. Apreté los puños con fuerza, conteniendo el impulso de aplastar ese maldito sobre entre mis manos.—Entonces que se preparen… porque el infierno está a punto de comenzar para ellos.—¿Se lo dirá a la señorita Madeleine? —preguntó Marco, con cierta duda en la voz.No quería hacerlo. Había estado bien, fuerte, incluso feliz. Pero esta también era su venganza. No podía dejarla fuera.—Tiene que saberlo. Prepáralo todo, Marco.—Como usted ordene, alfa —respondió antes de salir del despacho.Tomé aire y me dirig
El aire en la sala de interrogatorios seguía cargado, como si la oscuridad se hubiera impregnado en cada rincón, incluso después de que el prisionero fue retirado. Permanecí de pie, inmóvil, con la vista fija en la puerta que acababan de cerrar, intentando procesar lo que acababa de hacer. Mi corazón aún latía con fuerza, y aunque sabía que había tomado la decisión correcta, una parte de mí seguía sintiendo un peso extraño… como si una parte de mi alma se hubiera fracturado ligeramente.No fue hasta que sentí la presencia de Enzo acercándose lentamente que logré salir de mi ensimismamiento. No dijo nada al principio. Solo se colocó a mi lado, tan cerca que su calor me envolvió, y su voz baja, profunda, me acarició como un susurro.—Tu venganza no será sencilla, Madeleine —dijo con suavidad, pero con una fuerza que se sentía en el pecho—. Tendrás que enfrentarte a decisiones incluso peores que esta. A momentos donde el dolor, el deber y el instinto lucharán entre sí dentro de ti. Y aun