Los recuerdos comenzaron a invadir a Madeleine como un torrente imparable. Cada instante compartido con Enzo, cada caricia, cada promesa, volvía a su mente con fuerza, abriéndose paso como dagas en su pecho. Recordaba cómo la protegía, cómo la miraba como si fuera su universo… pero entonces, el golpe de la verdad, de sus mentiras, lo arrasaba todo. La traición se imponía sobre el amor.
Respiró hondo. Ya no había marcha atrás.
—¿Cómo pretendes ayudarme a escapar? —preguntó con voz baja, pero decidida—. Todo esto está atestado de guardias. Nunca me dejarán salir.
—Por eso no se preocupe, mi señora —respondió Narek con seriedad—. Si algo aprendí cuando trabajaba para las fuerzas oscuras, fue a utilizar la magia… y la teletransportación. Abriré un campo de energía que la llevará lejos de aquí. Pero a partir de ese momento, ya no podré ayudarla. Usted tendrá que valerse por sí misma, luchar con sus propios medios.
Ella dudó solo un instante.
—De acuerdo. Vamos a hacerlo. Y será mejor que e