En un mundo del crimen, donde el poder se hereda con sangre y se defiende con muerte, la Bratva y la Camorra han cruzado los límites que ya no pueden deshacerse. En medio del fuego cruzado, Tamara es secuestrada y convertida en un arma. Vendida como mercancía y encerrada durante años, su cuerpo fue torturado y su mente reprogramada. Justo cuando emerge, ya no es Tamara... es Serena, una asesina fría y meticulosamente diseñada para obedecer. Alexei Volkov, su último encargo... y la última misión antes de convertirse en la siguiente esposa del Capo italiano. ¿Quién iba a decir que perdería la memoria, desterrando su feo pasado, su humanidad? Donde solo había oscuridad, el espejo roto de sí misma. Sin retorno al no cumplir órdenes, hace un trato con quien menos espera; el hijo marginado del jefe de la Bratva, el hombre que todos creen inútil, el mismo al que debía asesinar. Ella se arrepiente, pues más que un aliado, es él quien la obliga a enfrentarse a sí misma, al reflejo de su propio infierno. Él es un cuervo. Y ella, una flor marchita, abandonada para morir. "Nadie más que tú puede salvarme. Solo tú."
Leer másLa brisa invernal está a punto de desaparecer, silbando al filtrarse entre los barrotes de la cárcel rusa. Nada y mucho se sabía de tal lugar, aparte de los largos inviernos y la necesidad de esconder la escoria humana. Los olvidados de Dios, que, inocentes o culpables, son ahora el mal recuerdo en la mente de sus ciudadanos.
Odiados, despechados, tan solo renegados. Pero más allá de los simples criminales, quien se esconde detrás, es un mal necesario para la hipócrita sociedad, y tiene nombre y apellido. Una organización que se oculta en las sombras, como un cáncer. La mafia. Entre la fina línea entre la ley y la corrupción. Es también quien vio crecer a el unico heredero que no se dejo doblegar. Esa mañana la luz del sol besa el rostro de una mujer inconsciente y maltrecha, una mujer que viste ropas masculinas. Tiene los ojos fuertemente cerrados mientras descansa sobre la camilla de una enfermería desordenada; la brisa fresca roza ligeramente su rostro lechoso, haciendo que sus cejas se frunzan con molestia. Justo en ese momento, unos ojos color turquesa se abren, mientras sus párpados, como abanicos, parpadean con confusión. Su garganta está sedienta. Sed... Tanta sed. Lo segundo que siente es un ligero dolor de cabeza, seguido de una sensación de vacío. Todo permanece en silencio, pero por dentro se siente como una hoja en blanco lanzada al abismo. ¿Dónde...? ¿Quién es ella? En ese momento, siente algo incómodo que parece estarla lastimando. Abre el puño cerrado y ve un papel con una simple orden: "Asesina a Alexei Volkov. Te quedan dos días." ¿Ase...si...nar? ¿Dos días? Fue un minuto o dos, no lo sabia, pero su mente entro en un caos total. En ese momento ella se dio una cachetada que la dejo aturdida y con estrellas en sus ojos. Quería entender, incluso sacar sentido, pero esas palabras en ese papel se sentían impersonales. Sin sentido o alguna conexión con su realidad. Debe ser un error... —Ahh. Por más que lo intenta, no tiene sentido. Su cuerpo se siente caliente y pegajoso, además de dolorido. ¿Por qué duele? Entonces, la puerta de la enfermería se abre bruscamente y entran varios hombres, junto con un señor con bata y una enfermera. Ella toma el papel y lo esconde rápidamente entre sus ropas. —Guardia Bolka, ¿cómo se encuentra? —pregunta un hombre que parece tener el rango más alto, al menos por su tono de voz. ¿Por qué debería estar ella mal? Ese tal "Guardia Bolka"... suena feo... y ¡¡Aghh!! Su cabeza duele. ¿Su nombre? Ella es... Tamara... "Ese es mi nombre". El agua cálida de la identidad se apodera por un segundo de su alma y le da algo de tranquilidad. No dura mucho; al contrario. Quiere hablar, pero su voz está seca. —Tos. Entonces sucede. Dolor. Imágenes borrosas y sucesos que no comprende, pero que le resultan familiares. Es como intentar ver con las gafas de un hombre de ochenta años; es imposible. Se muerde el labio interior con nerviosismo y se obliga a controlar su expresión. Puede ver las armas sobre los hombres, sentir el desagrado en sus miradas, y eso es suficiente para ponerla en alerta. Por más que quiere confiar, no lo hace, pues ella está asustada. Son policías rusos... No, erróneo: guardias. Algunos. Dos son policías y los demás visten trajes más oscuros, doblemente equipados. Observa el uniforme de quien le habla y encuentra una insignia con el nombre del lugar: "Cárcel Rusa Butyka" y el nombre del propio: "Director Frederik Gusev". —¿Sabe quién lo golpeó? —pregunta Frederik. ¿Golpear? ¿Esa es la razón por la que siente punzadas en la parte baja de la cabeza? No hace falta ser demasiado inteligente para entender que ha sufrido una pérdida de memoria debido a un golpe. No es médica, pero el conocimiento común está ahí. Esto debe ser temporal... o eso espera. Niega con la cabeza. Frederik ojea al chico delgado y pequeño. Su figura es la de un joven mal alimentado; demasiado femenino para su gusto. Cabello negro corto y ojos claros y vacilantes. Es un chico lindo que podría evocar en otros el deseo de protegerlo, lo que le desagrada. —Está pálido. ¿No necesita una revisión más profunda? Parece que no está en buenas condiciones —cuestiona el director al hombre con bata. Tamara lee su nombre en la bata: "Doctor Dimitri Turbin". El Dr. Dimitri revisa los resultados realizados en ella y niega con la cabeza. —No hay coágulos ni otras complicaciones importantes. Debería estar bien —dice el doctor, observando los documentos en su mano—. Señor Bolka, es normal que sienta un dolor fuerte en la cabeza. Sin embargo, ¿hay algo más que decir? Ella hace lo mejor que puede por esbozar una sonrisa profesional y asiente. Apenas abre la boca para hablar, se siente extraño—No me siento diferente, aparte del dolor de cabeza. ¿Su voz? ¿Esa es su voz? Suena grave y masculina. Por un segundo, se siente sucia, como si su cuerpo no le perteneciera. Siente incontables hormigas trepando por su piel, generándole ansiedad. Quiere salir, así que observa su alrededor por un instante. Se entristece al ver barrotes. ¿Está en la cárcel? No, no es posible. La llamaron "Guardia". ¿Es ella una guardia de esa prisión rusa? Su pregunta no tarda en ser respondida. El doctor continúa: —No hay problemas físicos, así que si se recupera, puede volver al trabajo mañana. Es una simple contusión. El doctor no levanta la mirada mientras habla, sabiendo bien el resultado de no mantener la línea. La cárcel Butyka es una de las más famosas de Rusia, y no precisamente por ser recta y transparente. A ese lugar solo llega la peor escoria del país: criminales peligrosos, espías y traidores. No está de más recordar que, desde la Unión Soviética hasta la actualidad, los muros de esa prisión han visto más muerte y degradación que el mismo infierno. No obstante, Butyka no solo es un lugar donde enjaulan animales abandonados por la sociedad. Es historia y cultura, un sitio que ha visto crecer y morir a incontables patriotas. Se vive como un ruso... con los labios cerrados. Bajo el velo del Pakhan, el hombre más poderoso de Rusia, el jefe de la organización: La Bratva. Los pensamientos de Frederik se dirigen a la oveja lanzada directamente al matadero. Él ha sido transferido hace una semana por recomendación de personas muy bien conectadas, por lo cual no hace demasiadas preguntas. El chico no tiene ni veinticinco años, es de pocas palabras y extrañamente tranquilo para su edad. Nunca llama la atención ni busca relacionarse con sus compañeros. Lo habría despedido para evitarse problemas, de no ser porque su posición en la prisión está bajo la lupa de la presión social. El Gobernador y otros enemigos están ansiosos por su propio puesto, por lo que aceptar ciertos favores es lo que lo mantiene dentro. —¿Me llamó? —La voz gruesa de un hombre grande llama la atención de los presentes. Alto como un tronco, parece tener más de treinta años. Su presencia es abrumadora; hace que los demás guardias den un paso atrás, mientras se inclina ante su jefe y le susurra unas palabras. Tamara se sorprende. El recién llegado tiene ojos rayados y misteriosos, delineados como si hubieran sido cuidadosamente pintados. Es un zorro. Un zorro en versión humana. La tensión se congela en la habitación desde que Lucio entra. Parece más el jefe que el propio Frederik, lo cual resulta inquietante. Lucio Rigov se siente extraño ante la observación casi obsesiva del joven, pero aun así le dedica un asentimiento. ¿Qué le sucede esa mañana? Su temperamento por lo general es agresivo e introvertido. Él pensativo, les dedica una breve mirada a los demás presentes. No pasan ni unos segundos cuando estos responden y se marchan por donde entraron, incluso los policías que están observando. —Descansa, mañana vuelves a tus funciones —dice Lucio. La advertencia no pasa desapercibida para los presentes, en especial para Tamara, ya que sus palabras van dirigidas exactamente a ella. Pronto la dejan sola. Ella, de inmediato, busca deshacerse de la nota que tiene en las manos, como si fuera algo malo, puede que lo sea. Su cuerpo parece estar temblando; la sensación de pérdida y tristeza se aferra a su alma. Entonces mira por los grandes muros hacia el cielo oscuro. No ve ni un ave que ahogue la soledad... Es una noche fria y solitaria. ¿Será el sentimiento de un bebe al nacer en un mundo que no entiende? Se sienta y pasa su dedos por su cabello, con la ansiedad creciente en su abdomen. Pasan unos minutos... unos muy largos. —¡Demonios! El frio me esta matando. —Lo se. Necesito un cafe... Hasta que... murmullos risueños... Se oyen sonidos afuera de la enfermería. Tamara se da cuenta de que la puerta de salida está entreabierta. Se levanta y camina hacia esta. Es extrañamente fácil; su cuerpo es ligero y flexible. No escucha ninguno de sus propios pasos hasta llegar a la puerta. —Ya quiero que sea media noche ¿Quién sube? —pregunta un guardia que pasa por la enfermería. Tamara se acerca, curiosa. Otro responde: —No estoy seguro, pero las expectativas por ese alguien son bastante altas... —risa—. El jefe organizó al perro rabioso del 777 para que se presente esta noche —gruñe mientras suelta una bocanada de humo opaco por la boca—. Habrá un buen espectáculo. ¿Espectáculo? Imágenes de hombres peleando en una jaula... Sangre... Tanta sangre. Sin perder más tiempo, se acerca a los documentos que dejó el doctor y aprende algunos datos nuevos. Es un guardia recién ingresado a la cárcel como oficial de menor rango, tiene veinte años, es huérfano y no presenta enfermedades preexistentes. Por último, su nombre es Luka Bolka. Se toca ligeramente los labios y una gota de sangre se mescla con una lagrima salada, ella en una sonrisa la remueve sobre la comisura de sus labios resecos. ¿Qué debería hacer? ¿Exponerse y morir... o vivir caminando a la muerte?Nikolay observó la situación, oliendo de antemano la ambición en el aire; perros esperando una señal para morder. "Ah, qué molesto", sus pensamientos reflejándose en su mirada verde... Sus ojeras acentuando su figura cansada. Ya habían pasado tres semanas desde que su plan se materializo, pero al llega a la fase más importante todo podría derrumbarse. Ese hijo de Perra de su hermano tiene demasiada suerte, no solo heredaría las acciones de su madre muerta quien poseía el 60% de "Levine Empresas S.A.S" Una de las empresas de joyería más rica y popular en Rusia, sino que tendría el regalo de estabilizar su poder como Pakhan, suficiente para reconstruir el desastre y la perdida de confianza que dejo Mijai en la corona. En cuanto los Levine, bueno, siempre disfruta una buena pelea de gatas en el barro Ruso. Tan cerca y tan lejos, con solo ver a su hermano le dió náuseas. "¿Trastorno de bipolaridad? Ese bastardo de Michael si que lo escondió bien" Pensó al recordar los extraños movimi
Veinte minutos antes.Entrada de la Penitenciaría.Ivanoc y los demás guardias se encontraban en un humor tenso, sumidos en un silencio poco acogedor, como si presintieran un desastre natural a punto de estallar. Toda la cárcel había atravesado demasiados cambios en los últimos días, en lo que se sentía como el ojo de un huracán. Lucio había desaparecido de un momento a otro sin explicación. Y su reemplazo, un Director con fama de hueso duro de roer, compartían la inquietante costumbre de desaparecer en los momentos más importantes.Y justo entonces, como si los pensamientos de Ivanoc invocaran a la tormenta misma. Es entonces que un Aston Martin negro irrumpió en la entrada principal de la penitenciaría. Las cámaras frontales se nublaron con el humo gris del derrape y de él descendió el fiscal más controversial de Rusia, Nickolay Romanov.Pero no llegó solo.Del lujoso automóvil descendieron tres mujeres. Una, su secretaria. Las otras dos, opuestas en esencia: una parecía sacada de u
La niebla de la mañana se ha asentado nuevamente, demasiado tranquila para significar paz. Serena podía sentir las miradas a su espalda como pinchazos en la piel, pero nadie se atrevía siquiera a dedicarle la palabra. Era como una fuerza sin nombre que la cubría, volviéndola invisible y, a la vez, dejándola expuesta. Se acercó a la mesa tomando su alimento; nadie la chocó ni la tocó, más allá de un ligero asentimiento. Es extenuante. ¿Acaso cambió una prisión por otra? Su vida como Serena nunca fue tranquila; entre asesinatos, aprender los deberes de ser la esposa del Capo italiano y soportar las humillaciones de Adrianno… al final, lo habría aceptado todo. Tal vez. Pero las lágrimas que derramó, el sacrificio de dar su vida y su cuerpo… solo fueron monedas de cambio. Nunca confiaron realmente en ella. En realidad, el Capo siempre estuvo interesado en cederle el trabajo sucio, entrenando más bien a un arma que a un ser humano. Debe ser por eso que al Capo no le importó su destino.
Dicen que la codicia es el peor veneno creado por el ser humano, pero sin ella, ¿acaso la humanidad habría alcanzado la tecnología moderna? ¿La medicina sería la misma? Más que un veneno, fue una necesidad de supervivencia. Para los rusos, esa palabra no significa otra cosa que tomar y poseer lo que se ha ganado. Qué triste. Qué pena. Tal vez, si la niña se hubiera quedado igual que en su memoria, podría perdonarla y saldar su deuda con su vida. Pero ahora... La celda estaba en silencio. Solo la respiración de ambos parecía ahogar ese silencio pesado. Tan solo observándola, la mujer se desvanecía entre sus manos, temblorosa y agotada, pero aún con la energía crepitando entre ellos. "Ja... su cuerpo, sin duda, es más sincero", pensó el hombre, con esos ojos dorados encendidos. Su lengua se deslizó por el labio inferior con codicia, como un lobo ante su presa. Ese veneno podría empujarlos a un desenfreno del que quizás no saldrían ilesos. Después de todo, Alexei se conocía demasi
Advertencia ⚠️ ⚠️ contenido+ 18 El aire entre los dos se cortó por un segundo, oyéndose solo la respiración entrecortada de Alexei sobre el cuerpo de Serena. —¿Qué estás haciendo? —la mujer, aún confundida por el sueño, gruñó furiosa. Alexei quiso reír, pero su corazón se encontraba demasiado acelerado para siquiera pensarlo. ¿Quién iba a imaginar que esa mujer, salvaje como una tigresa, ahora yacía bajo su cuerpo, vulnerable, conquistada sin pronunciar una sola palabra? El cuerpo del hombre respondió con violencia, un impulso primitivo que emergió desde lo más hondo de su instinto. Algo que jamás había sentido de manera tan irracional despertó bajo sus pantalones apenas colocados, latiendo con una vida propia. La luna, cómplice muda, se coló por la estrecha reja de la celda, bañando la escena con una luz espectral. La piel de Serena brillaba con un resplandor imposible, suave y satinada, como si se tratara de una visión maldita, una ofrenda en el altar de algún dios antiguo y cru
Es un lugar familiar.Una jaula familiar.Tantos pensamientos.Aunque nunca termina de acostumbrarse ni logra acomodar los barrotes en su mente."Puedes obtenerlo todo... Te enseñaré el camino."Es asqueroso; la sangre que no le pertenece empapando su cuerpo, y todo mientras recuerda las palabras de George; palabras que, como flores espinosas, poco a poco hacen hueco en sus pensamientos ya de por sí fracturados.¿Obtener lo que más quería?"Qué considerado", pensó, mientras parpadeaba con un dolor sordo por la falta de sueño.George, el que gobierna las zonas fronterizas de la mafia en Rusia con puño de hierro. Aunque no es el Rey, eso no disminuye su poder acumulado durante décadas; su apoyo sería un boleto directo a la corona.Pero, ¿qué significa aceptar y caer tan profundo en la trampa de la saciedad?—Michael—la frialdad en su mirada seca tenía una expresión de aburrimiento.Por otro lado, Michael pudo observar la lucha entre el fuego que ardía en su piel sudorosa y la frialdad d
Último capítulo