Paso una semana y justo a punto de que la luz del sol iluminara a Rusia, se escucharon unos sonidos ahogados de respiración entrecortada, mezclados con gemidos de dolor.
— Plaf... Plaf— Golpe tras golpe.
El lugar es tan grande y vacío que los sonidos se escuchaban como música. ¿Quién iba a decir que el jefe de la mafia rusa, o lo que queda de su reinado, terminara en condiciones tan deplorables, solo y estancado? Incluso los aliados que daban su vida por el rey al final lo dejaron solo y sin protección. Ni siquiera un guardia escoltando a quien aún ostenta la corona.
¿Lo que queda? Una bodega en medio de algún lugar en Moscú.
Golpe tras golpe.
Boca abajo y amarrado, un hombre se encontraba siendo un saco de boxeo mientras es golpeado. Un ser humano degradado a ser la herramienta para liberar la frustración, lo cual ers evidente por cómo las venas de su atacante se alzaban hinchadas y furiosas cada vez que su puño conectaba con algún punto vulnerable del tipo inconsciente.
En ese