Liliana Santos, es una joven inocente y apasionada, lleva cinco años casada con Enzo Fiorini. La noche de su quinto aniversario recibe una noticia inesperada, su amado Enzo le ha enviado una carta en la que le informa que ha sido baleado y quiere verla. Dentro del mismo sobre, un boleto aéreo con destino a Sicilia. Al llegar a la lujosa mansión de los Fiorini, Liliana se entera de que Enzo ha muerto y que, en su testamento, la ha dejado a cargo de los negocios que él conducía. Aquella realidad abrumadora, deja a la abnegada esposa sumida en un caos emocional. Descubrir que su esposo no es quien ella creía que era y conocer al menor de los Fiorini, Alessandro –un hombre arisco y misterioso– quien despierta en ella una atracción inusitada, colocarán a Liliana al final de una calle ciega. Donde más que tomar una decisión de si debe aceptar aquel cargo, deberá aprender a confiar en sí misma para sobrevivir en ese mundo.
Leer másEsa mañana Liliana despertó muy temprano, se sentó en la cama, estiró los brazos, suspiró profundamente y una sonrisa se dibujó en su rostro.
¡Sí! Estaba emocionada y ansiosa por la celebración de su quinto aniversario. ¿Qué sorpresa le tendría preparada Enzo para esa ocasión? Desde una lujosa luna de miel en Santorini, un hermoso collar de diamantes valorado en 1 millón de dólares en su primer aniversario hasta un fabuloso crucero por el Caribe en sus bodas de Cuero; el famoso empresario siempre lograba sorprenderla con los más inesperados obsequios. Liliana, apartó a un lado el edredón de seda, se colocó las pantuflas, se levantó y fue hasta el baño para asearse. Tenía aún, algunas cosas pendientes por hacer: debía asistir a su cita en el SPA, luego al atelier de belleza y finalmente ir al aeropuerto por su marido en su coche, un Bugatti Chiron blanco 2024 que le obsequio en su cuarto aniversario. Podría decirse que a sus veinticuatro años, ella lo tenía todo, un marido complaciente en todos los sentidos, y una vida envidiable. Sin embargo, aquella realidad cambiaría de forma inesperada para la pelinegra horas más tarde. Antes de salir, llamó a su amiga inseparable Karem para informarle que iba por ella. Minutos más tarde estaba frente al edificio, le envió un mensaje de voz, la morena se asomó desde la ventana de su apartamento y agitando su mano, le hizo señas para que aguardara. Mientras esperaba por su amiga, Liliana intentó comunicarse con Enzo, llevaba dos noches sin hablar con él, aunque en un inicio pensó que era parte de una estrategia para darle mayor suspenso a lo que le tenía preparado, algo la hizo dudar en ese instante. La voz de la contestadora, elevó un poco su ansiedad. Aún así terminó convenciéndose a sí misma que tal vez, podía estar en alguna reunión de negocios o durmiendo. Un pensamiento convertido en duda, llegó a su mente. —¡Quizás ya viene en camino para sorprenderme! —murmuró y su rostro se iluminó de felicidad imaginando que esa debía ser la sorpresa. Dándole fuerza a aquella idea, se relajó viendo sus redes sociales y aguardó por su amiga. Minutos después, la morena salió del edificio y subió a su coche, saludó a su amiga con un beso en la mejilla y un abrazo. —Disculpa por hacerte esperar, es que tuve que atender a mi madre, ya sabes. —¡No te preocupes! Entiendo. —dijo en un tono comprensivo.— ¿Cuándo van a operarla? —Debo completar el dinero para la operación. En el trabajo no me han querido dar un adelanto. —Se encogió de hombros. —Sabes que cuentas conmigo, verdad. —Lo sé, tía. Pero ya me ayudas bastante con lo del tratamiento. Eso te lo agradezco desde lo más hondo de mi corazón. —No te preocupes, eres mi amiga y siempre has estado para mí. —¿Y bien… —Karem se acomodó en el asiento— ¿cuál es el itinerario para hoy? —Primero al SPA, luego a almorzar, después a comprar el regalo para Enzo y finalmente al atelier de Kike. —¿Ya elegiste el regalo para tu ‘perfecto esposo’? —preguntó la morena cuyas palabras estaban impregnadas de absoluto sarcasmo. —No entiendo porque nunca te ha caído bien. —volteó a ver a su amiga, mientras ponía en marcha su coche. —Tu Enzo, no me cae mal —dijo elevando sus hombros— Es sólo que es demasiado perfecto para mi gusto. ¿No te parece algo raro tanta perfección? —increpó a su amiga. El comentario de la chica resultó un tanto desagradable para Liliana; sin embargo, prefirió no contestarle con palabras, apenas la miró de soslayo y se concentró en la carretera. —Bien, ya entendí. Mejor me callo. —Karem rodeo los ojos y se cruzó de brazos. Liliana sentía un gran afecto y agradecimiento hacia Karem. Desde que llegó, el primer día al salón de clases, ambas conectaron de inmediato; además de tener la misma edad, tenían un mismo sueño: graduarse como abogadas y sacar a sus familias de la pobreza. La pelicastaña no tenía a donde vivir, por lo que tuvo que pagar una habitación en una zona algo peligrosa de la capital. Una mañana mientras salía a la universidad fue atacada por un adolescente quien le robó el bolso y su celular. Aquella terrible experiencia la dejó devastada. Por eso cuando Karem le ofreció que fuera a vivir a su piso, Liliana no dudó en aceptar. —Si deseas puedes venirte a vivir conmigo y mi madre. Aunque es un apartamento algo pequeño, podrás tener un lugar más tranquilo para vivir. —Pero es poco lo que tengo para pagar la habitación. —aclaró. El bolso donde tenía el dinero que le dio su madre, lo había perdido esa mañana. —No necesitas pagar nada, puedes colaborar con algunos gastos básicos, comida o las cuentas de luz y agua. —La sonrisa afable de Karem conmovió a Liliana, quien terminó llorando en su hombro. La oportunidad de estar en un lugar menos peligroso, además de compartir con Karem, fue un regalo de Dios para ella. Sin embargo, desde que Liliana conoció a Enzo, la relación entre ellas cambió de forma drástica. Cada vez que estaban juntas, y Enzo llegaba a donde se encontraban sentadas, la morena parecía incomodarse ante la presencia del multimillonario, buscaba cualquier excusa y se iba. En algunas ocasiones, Liliana llegó a pensar que eran celos de amiga, pero al ver que la actitud de rechazo continuaba a pesar de que ya estaba casada con Enzo, le generó algunas dudas. ¿Le tenía envidia porque ella había logrado encontrar a un hombre como él? Aquel pensamiento provocó cierta distancia entre ellas, aunque Liliana nunca dejó de agradecer y retribuirle su apoyo; no en vano, llevaba algunos meses haciéndose cargo del tratamiento de Isadora cuando supo de su enfermedad renal. Luego de almorzar, dieron algunas vueltas en el Centro Comercial. —Entremos aquí —dijo Liliana señalando la lujosa joyería. Karem asintió. Mientras su amiga conversaba con el encargado, la morena se ocupó en pasear y observar el exhibidor de joyas. Su rostro se lleno de asombro al ver los precios exorbitantes en cada una de las prendas. El encargado le mostró a Liliana la colección de relojes y ella eligió un Patek Phillipe Gramdmaster Chime valorado en 1,5 millones de dólares. —Llevaré este —La pelinegra señaló el hermoso reloj, luego sacó la tarjeta de crédito Centurión negra y se la entregó al empleado, mientras su amiga la miraba con aspaviento. —¿Estás bromeando? ¿Vas a pagar esa cantidad de dinero por un simple reloj? —Sí, Ka. —contestó con hostilidad— Enzo colecciona relojes. Siempre me ha dado buenos obsequios. ¿Por qué no haría yo lo mismo? —¡Ufff! —La morena rodeo los ojos mientras escuchaba a Liliana; mas, esta vez la pelinegra no se contuvo. —No me gusta la actitud que tienes en contra de Enzo. —increpó— De verdad ya no sé que pensar. —¿Qué estás insinuando, eh? —preguntó achicando los ojos, pero Liliana tuvo que guardar silencio. —¿A dónde vas Ka? —cuestionó, al ver que su amiga se dirigía a la puerta de salida; al igual que ella, la morena no volteó a verla ni le respondió. Karem salió echando espumas por la boca. Su amiga había puesto en dudas sus buenas intenciones. Sólo esperaba que Liliana no tuviese que arrepentirse luego, aquel secreto reverberaba en su garganta como fuego. Estaba ciega, su amiga estaba ciega. Aunque Liliana tuviese las red flags ante sus ojos, nunca vería quien era realmente Enzo Fiorini. …Liliana subió hasta su habitación convertida en un mar de emociones que iban y venían haciéndola estremecer por dentro. —¿Qué se ha creído ese estúpido? —gruñó mientras entraba a su dormitorio azotando con fuerza la puerta. Frotó su brazo con su otra mano, aún tenía la marca enrojecida del agarre de Alessandro. Sus pezones estaban endurecidos, lo cual reflejaba lo excitada que se sintió tras aquellas nalgadas. Caminó hacia la cómoda, se levantó el vestido y miró la forma de sus dedos marcados en su blanca piel. —¡Ahhh! —gruñó.— Te odio Alessandro Fiorini. ¡Te odio!Sin embargo, lo que Liliana sentía por Alessandro era más que odio, era deseo, una pasión incontrolable que la convertía en una víctima de aquella sensación inexplicable de lujuria y perversión. Se dejó caer en la cama de espaldas, mirando el techo de la habitación, pensando en lo que acababa de ocurrir en el comedor con Alessandro y cavilando en su pasado al lado de Enzo. Revivió aquellos encuentros sexuales en lo
Liliana abre la puerta con lentitud, aún perturbada. Laura entra, deja la bandeja sobre la mesa y sale de la habitación. Ella se sorprende de la actitud displicente de la chica, esperaba que por lo menos se sintiera incómoda, ella y Alessandro habían tenido “o tenían” una relación de índole sexual. Se volteó a verlo con intención de descubrir en él algún gesto de incomodidad por la presencia de Laura, pero cuando se giró, él ya no estaba. Se había ido. Liliana fue hasta el balcón de su habitación y pudo verlo cuando cruzaba con una habilidad sorprendente hacia un segundo balcón. Una vez que cayó de pie en el otro balcón, Alessandro se volteó hacia ella y con un gesto seductor le dio un guiñó. Liliana sintió como sus pezones se endurecían al sentir el contacto suave de la fresca brisa mañanera mezclada con el calor que provenía de su interior tras aquel gesto –pícaro y perverso– del pelinegro. Liliana sintió que su cuerpo ardía con intensidad. Un calor interno que le encendía el
La mañana siguiente, Liliana no salió de su habitación, se quedó ensayando paso tras paso, movimiento tras movimiento. Tenía que memorizar aquel baile y emularlo, aunque Karem fuese una profesional, ella era persistente y perfeccionista, por lo que no pensaba desistir hasta lograrlo. Sólo salió para pedirle a su guardaespaldas desde la puerta, que le subiera una jarra con agua y un energizante. Sabía que necesitaba tener energía durante su ensayo y que no podía comer algo sólido pues terminaría vomitando con lo exigente de aquella coreografía creada por ella, combinando pasos y poniéndole su toque personal. Recibió en ese momento, la llamada de Karem para informarle que ya se encontraba en el hospital con su madre y que pronto la ingresarían al quirófano:—Me gustaría estar allí para apoyarte, sé como debes sentirte, pero…—Te entiendo, Lili. Sé que si pudieras, sin duda alguna estarías aquí conmigo —hizo una pausa y luego agregó:— Deseo que puedas lograrlo esta noche. ¡Te quier
Luego de que el auto se perdiera en la distancia, Liliana caminó hasta la cómoda, apoyó sus manos sobre la superficie plana y mirándose al espejo, se confrontó a sí misma:—Deja ya de pensar en Alessandro Fiorini. —dijo apretando con fuerza sus dientes.— Él es tu cuñado. —enfatizó con determinación. Se acercó hasta su cama y se dejó caer sobre el colchón como si su cuerpo ya no pudiera sostener tanto peso. Su mente no dejaba de darle vueltas al asunto mientras las advertencias de su amiga retumbaban en su cabeza con insistencia:“Es algo peligroso…” “Enrico Castello es un ser despreciable y perverso…”Liliana se mordió el labio inferior, dudando de si había tomado la decisión correcta o si aún podía echarse para atrás. Tomó su móvil y marcó el número de su abogado. Aguardó por un sexto repique y no obtuvo respuesta. ¿Dónde podría estar? Se preguntó. Suspiró con frustración, decidió enviarle un audio corto pero directo, informándole de los “pequeños” cambios en el plan origina
—¿Tú? —preguntó con asombro.—Sí, yo. —respondió elevando sus hombros.— Necesito que me ayudes con alguna idea para el baile. —Pero es que mi vuelo sale en una hora. —No sé, envíame un vídeo cuando llegues a Madrid o no sé si tienes algún tutorial sencillo con el que puedas ayudarme. Te necesito, Ka.—Es algo peligroso, Lili. No deberías arriesgarte de esa manera. No sabes lo difícil que es ser expuesta y que alguien quiera comprarte. Además… Enrico Castello es un ser despreciable y perverso. —No puedo hacer nada, Ka. Ya escuchaste a Estefano, o recuperamos la mercancía o nos eliminan. —suspiró con pesar.— No pienso esperar sentada a qué eso pase. Karem abrazó a su amiga con fuerza. La Liliana sensible y temerosa que conoció tiempo atrás había desaparecido. ¿O quizás esta otra Liliana habitaba dentro y sólo estaba dormida? Tal vez Enzo sabía perfectamente lo que hacía. La nueva Liliana comenzaba a despertar…—¿Quieres que te acompañe al aeropuerto? —preguntó finalmente.
Alessandro sostuvo a Karem entre sus brazos mientras ella lloraba, angustiada y nerviosa.—Debo regresar hoy mismo a Madrid —dijo con voz temblorosa y agitada.—Deberías esperar hasta mañana —sugirió él.—No, no puedo —respondió, secando su rostro con determinación—. Mi madre me necesita. Tengo que regresar y estar con ella.—Te entiendo, pero debes calmarte. —Alessandro la sujetó de ambos brazos y la miró a los ojos—. Voy a ayudarte. Tengo un amigo que tiene una agencia aérea; voy a llamarlo y pagaré tus gastos, ¿vale?—¿Harías eso por mí? —preguntó ella, con los ojos aún húmedos.—¿Por qué lo dudas, Karem? Nunca te he fallado, ¿o sí?Karem negó con la cabeza, recordando todo lo que él había hecho por ella desde que lo conoció en el bar.—Gracias, gracias —se refugió en sus brazos.Minutos más tarde, cuando ella estuvo más calmada, Alessandro salió de la habitación dispuesto a ayudarla. Aún sentía amor por ella.Karem se levantó de la cama. Tenía que contarle a Liliana lo q
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