El beso se sintió inanimado.
Entre las lagrimas que caen por el rostro desnudo del hombre y esa sensación fría en su aura, hace de sus labios igual de helados. Solo quedando esos ojos desconocidos y turbulentos que en ninguna momento se cerraron o se apartaron de ella.
Fue aterrador, es como si los demonios en su mente finalmente tomaron el control. Hay una bestia filosa escondida en la contención, tan afiliada, esperando para cortarla.
Serena lo ignoró y suavemente deslizó su lengua entre sus labios fuertemente cerrados, sintiendo la sal de sus lágrimas en la lengua. Ella, entonces compartió su calor desnudo con la piel expuesta del hombre, como si de esa manera pudiera consolarlo. Ni siquiera se estremeció cuando las cicatrices de ambos se rozaron una contra la otra, pues no dolía. En una piel llena de tatuajes y quemaduras como las de Alexei, para ella se sintió como una caricia, de aquel que comparte su dolor.
No importa si para los Rusos dichas cicatrices representen trofeos,