El pasado de Lía era doloroso, una vida de la que había huido dejando todo atrás. Se marchó con la vergüenza del rechazo, del destierro… y con un vientre en crecimiento. Lejos del alfa que una vez prometió protegerla… y que terminó por traicionarla. Pero los secretos nunca duermen, y las heridas del pasado jamás cicatrizan del todo. Ahora, Kael ha regresado. Oscuro, silencioso y cambiado. Ya no es solo el alfa de una manada en guerra, sino un hombre consumido por una misión: erradicar a quienes corrompieron su hogar y amenazan con destruir lo único que alguna vez amó. Para Lía, su presencia trae a la superficie sentimientos que juró enterrar. Para Kael, su obsesión va más allá del amor: es redención, es culpa, es necesidad. Pero mientras un enemigo acecha, decidido a terminar lo que empezó años atrás, Kael deberá decidir hasta dónde está dispuesto a llegar para proteger a la familia que nunca dejó de pertenecerle. En un mundo donde lo salvaje se esconde bajo la piel, ¿puede el amor sobrevivir al silencio, la traición… y la sangre?
Leer másEl regreso del Alfa
Cinco años atrás, Lía lo había perdido todo.
Aún tenía una enorme carga, el peso de todo lo que había dejado atrás y sus seres queridos a los que había abandonado.
“Ya no eres mi compañera. Nuestra unión fue un error.”
Esas palabras, pronunciadas con la frialdad y el filo de un cuchillo, aún la visitaban en sueños.
Recordaba el sonido del bolígrafo raspar con fuerza mientras él estampaba su firma en los papeles del rechazo.
Recordaba su rostro impasible.
Recordaba el silencio atroz cuando él se marchó sin mirar atrás, dejándola no solo a ella, su compañera… sino también a la vida que cargaba y que ella aún no había revelado.
Ahora, años después, Lía ya no vivía como loba. Había aprendido a esconder su esencia entre los humanos, en un pueblo pequeño y apartado, muy al sur del territorio de las manadas.
Hartville, era ese pequeño pueblo olvidado en el condado de Wyoming, con no más de siete mil habitantes. Allí fue el lugar donde Lía decidió reconstruir su vida.
En Hartville era conocida como una madre soltera, amable y reservada, que vivía en una bonita cabaña cercana al bosque donde tenía su escuela canil… la adiestradora de perros del lugar, alguien en quien confiaban incluso los oficiales locales para trabajar con canes de búsqueda.
Sus tres hijos crecían sin saber que no eran del todo humanos. Para ellos, su madre solo era una mujer fuerte, con un oído agudo para detectar sus mentiras… y un vínculo especial con los animales.
Así había logrado regresar a la vida, comenzar de nuevo, ser alguien otra vez y se había mantenido a salvo.
Hasta ese día.
Estaba recolectando hierbas cerca del límite del bosque, una costumbre difícil de abandonar … cuando lo sintió.
Ese aroma a sándalo, pino, tormenta, problema.
Los gruñidos de sus dos perros no se dejaron esperar, habían sentido el nerviosismo de Lía y sin dudarlo se pusieron frente a ella protectores.
-Silly, quieta. -Ordenó mostrando la palma de la mano al animal. Su corazón se detuvo unos segundo al sentir la presencia más cerca.
Se giró lentamente, el pastor alemán no la siguió, Silly por su parte miraba preocupada y hasta lloriqueaba mordiendo su pantalón para llevarla lejos.
Lía, dejó una caricia en las orejas de su perra calmandola y comenzó a moverse lento, como pudo avanzó hasta esconderse tras un árbol grueso y entonces lo vio.
Kael.
El Alfa de la manada Shadow Wolves, su ex compañero, el padre de sus hijos.
El hombre que la había destruido.
Un nudo se formó en su garganta. Cerró los ojos por un instante, y el recuerdo la arrastró.
El día del rechazo y su voz firme al mencionar las palabras frente al Consejo en aquella fría sala. El temblor de sus manos por proteger su vientre al saber que ya no estaba sola… y que él nunca lo sabría.
Volvió a abrir los ojos y su expresión se endureció.No era aquella loba quebrada, no debía temer, porque era madre.. y tenía vidas que proteger.
Kael giró la cabeza sin saber porque... Su lobo la sintió primero y cuando fue consciente, su cuerpo se tensó y dejó que su Lobo tomara los pasos, que guiara su cuerpo hasta que a lo lejos logró ver como salía detrás de los Árboles y se detuvo inmediatamente, congelado en el lugar.
–Lía…- murmuró él, intentando avanzar dubitativo.
Sus ojos trataban de reconocer algo en ella, su cabello negro como cascada ya no estaba, sus facciones dulces y la inocencia… todo se había perdido, no estaban con Lía.
-Detente ahí - ordenó ella con voz firme, y Kael se congeló. - Este lugar no te pertenece.
Él alzó las manos con lentitud, como si su sola presencia no fuera ya una ofensa.
-He venido por ti.-Habló fuerte para que lograra escucharle.
Lía rió sin humor.
-¿Por mí? -Su voz preguntaba sinica. -Llegas tarde… cinco años tarde.
-Sé que te lastimé, pero tenía razones.-Se acercó con cuidado. - No podía protegerte entonces… Mi manada estaba bajo amenaza. Fingí rechazarte para que nadie te lastimara al saber lo que tú significas para mí. -La rabia y coraje de escucharlo movieron a Lía haciendo que se acercara con fuerza en sus pisadas.
-Y en el proceso me convertiste en presa -Replicó Lía, deteniéndose y regresando unos pasos. -¿Tienes idea de lo que viví después de que tú me arrojaste al olvido? -Cuestionó intentando no dejar notar su dolor a lo que Kael sólo tragó saliva preocupado, pero conocedor de lo que debió pasar.
-Lo sabía… Lía, pero si hubiera sabido que estabas…-Ella lo interrumpió con una mirada fría.
-No sabías. No sabías porque nunca te preguntaste qué sería de mí al rechazarme.- Fue tajante con sus palabras.
Él dio un paso más. Con la corta distancia logró percibir mejor aquel olor, nuez y lúpulo. Sus ojos se entrecerraron, como si percibiera algo distinto en ella. Algo nuevo.
-Hueles diferente… Hay algo más. -Su ceño se frunció enojado. No era un cambio en su olor… eran diferentes aromas que se le adhirieron por el contacto físico, olía a otros lobos y estaba por expresar su molestia cuando escuchó el regocijo de su Lobo.
-¿Estabas embarazada? -Preguntó con terror en sus ojos.
-No es de tu incumbencia. -Lía retrocedió comenzando la marcha de regreso.
-Es mío, ¿verdad? -Kael caminó detrás de ella apresurando el paso.
-No tienes derecho a decir esa palabra. -Escupió Lía. - Ni una sola vez estuviste para ellos. Ni para mí. -Mío, escuchar eso había provocado su ira aún más.
-Y si me sigues, juro que te arrepentirás.-El silencio se volvió tenso.
Kael parecía golpeado por una verdad que apenas empezaba a comprender.
-¿Ellos?¿Dónde están?-Miró detrás de ella, pero sólo aquellos perros estaban.
Aunque quiso morder su lengua y no responder, decidió decirle, hacerle saber lo bien que vivían sin él.
-A salvo. Lejos de ti. Creciendo como niños, en un mundo que no les exige luchar por territorios ni sobrevivir a rituales. -Se quitó su gorra y acomodó su cabello.
-Tienen derecho a saber quiénes son. -Demandó con seguridad.
-¡No! -Gritó, su voz temblando de furia. - No los meteré en tu mundo. No permitiré que sufran lo que yo sufrí ¡¡Ni siquiera sé, porque estoy discutiendo contigo!! DESAPARECE DE AQUÍ. -Ordenó echandolo.
Kael bajó la mirada por un instante. Su lobo se agitaba bajo la piel, dolido. -Yo nunca acepté tu rechazo, Lía. Nunca rompí el vínculo. -Podía ver como aquello no provocaba nada en su amada, sus palabras no ablandaban su enojo.
-Pues yo sí y volvería a hacerlo mil veces.- Declaró. - No soy tuya… y mis hijos tampoco.
Se colocó el gorro nuevamente y con un silbido ordenó a los animales que le siguieran. Se dio media vuelta sin darle oportunidad de responder.
La densidad del bosque la envolvió. Miró en su dirección hasta que salió de su alcance con sus pasos firmes, su espalda recta y Kael se prometió que las cosas no quedarían así.
Para Lía eso no había acabado, Kael había vuelto y con él, la amenaza de un pasado que jamás debió encontrarla.
Papel de Niña Algo había cambiado, sí. El regreso del Alfa después de la noche tormentosa se sentía a medias. ¿Cómo decirlo? tal vez cómo si se tratara de un impostor, eso era, habían cambiado a su Jefe por alguien más estupido. Eso explicaba porque se quedaba mirando a un punto de la habitación por mucho tiempo, porque se reía mientras cubría su boca como pervertido. El pobre Meyrick llevaba ya varios días sopesando la idea, tal vez le cayó un rayo ese día y no lo había notificado, era otra posibilidad. -¿Otra vez está murmurando? -Kael abrió los ojos de sorpresa. -¿Lo hice? Sólo estoy pensando. -¿Sabes cómo hacerlo aún? -¿Qué? -Kael soltó una risa, breve, pero genuina. El tono de Meyrick no tenía intención de ofender, pero el comentario daba en el blanco.-Estoy bastante seguro de que sí. -Se estiró en su asiento, girando el cuello hasta escuchar un leve crujido. El despacho estaba más calmado que de costumbre, sin multitudes ni urgencias. Afuera, se escuchaban los pasos presu
Diplomacia Los primeros rayos del sol filtraban levemente, pero eran cubiertos por las oscuras nubes, la niebla aún espesa, aumentaba la humedad en el ambiente cuando cinco figuras lobunas avanzaron entre los árboles, moviéndose con premura. El bosque húmedo del Este parecía más silencioso que de costumbre, pero no lo suficiente como para engañar a Roan. Su hocico se alzó al viento, captando trazos dispersos de un aroma conocido.-Están cerca. -Gruñó, girando hacia Fatia, que caminaba a su izquierda. Ella asintió sin decir palabra, su pelaje claro salpicado de gotas de lluvia que caían de los árboles.El resto del grupo. -Tres jóvenes rastreadores con ojos alertas y patas firmes -mantenían el ritmo sin emitir quejas. Llevaban desde el amanecer siguiendo los rastros, preocupados. Cuando Kael y Lía no regresaron la noche anterior, la manada entera se había alarmado, pero la tormenta hizo imposible organizar una búsqueda inmediata.Recién esa mañana, al encontrar el asentamiento del Est
Desayuno Algo la hizo fruncir el ceño. Movió su rostro entre dormida intentando apartar algo de su cara. Pero seguía sintiendo una cosquilla suave, constante, como un roce de lana mullida en su rostro. Lía parpadeó, aún envuelta en la pesadez del sueño, y se frotó la nariz, que parecía enterrada en algo cálido y esponjoso.Algo… ¿Esponjoso?Abrió los ojos de golpe.Delante de ella, tan cerca que podía mover los pelitos negros con cada respiración, estaba una enorme cola lobuna, moviéndose levemente con cada exhalación. La tenía abrazada. Literalmente. Su brazo rodeaba la punta de la cola del animal, su pierna y pies rozaban la cara del Lobo y su rostro… ¡su rostro estaba pegado a la cola de Kael!-¿¡Qué…!? -Se incorporó de golpe, tropezando con la manta mientras intentaba alejarse con torpeza.El gran lobo negro abrió un ojo, aún aletargado, y luego dio un enorme bostezo, estirando sus patas delanteras. Se sacudió levemente antes de que su cuerpo se transformara, lentamente, hasta r
Tú LobaLía no respondió enseguida. El crujido del fuego crepitando, las goteras cayendo, llenando el recipiente fue lo único que llenó el silencio por varios segundos. Kael seguía observándola, inmóvil, sin insistir, pero esperando algo… cualquier señal que lo ayudara a entender.-No tienes idea de lo que estás diciendo. -Murmuró fingiendo estar despreocupada, clavando los ojos en la madera que ardía, sin mirarlo a él.-Por eso te lo estoy preguntando. Respiró hondo. Sentía un nudo en la garganta que bajaba apretándole el pecho. No quería llorar. No había razón, pero que Kael le preguntara le preocupaba, había intentado ignorar el hecho de que… no se sentía como antes, como si estuviera perdiendo a su Loba. -Es que no lo sé. -Respondió con dificultad. -Ya no parece tan natural, no lo hago hace tanto… pasaron años ignorando esa parte ¿Qué puedo hacer ahora? Lo intenté, pero no sucedió. -Se cubrió el rostro cuando la voz se le cortó. Ya no podía hablar más o lloraría. -Pero… está ah
Una Sola NocheYa había oscurecido cuando llegaron. La tormenta eléctrica había comando cuando iban a mitad de camino y la formación que tenían se disolvió un poco, pero no se apartaron mucho y todos lograron llegar.Lía bajo de un brinco y se adentró una de las cabañas. Repasó los techos y estructura rápidamente. Era una de las buenas por lo que se apresuró a tirar algunos troncos secos para prender la hoguera. La lluvia los había empapado por completo por lo que los niños llegarían muertos de frío. Los refugiados que fueron llegando se acomodaron de forma precaria alrededor del fuego. -Ugh saudan su pelaje fuera. -Se quejó Lía cuando fue empapada por culpa de dos Lobos. Regresó a la fuerte lluvia y repitió la acción en las demás cabañas. Se tomó la tarea de poner algunos objetos para recolectar el agua en las goteras de las casas defectuosas. Mientras más lobos iban llegando, instalándose. Fue cuando un fuerte estruendo removió la tierra y le detuvo el corazón por el fuerte son
Trabajo en las AfuerasLa caminata hasta la frontera este no fue difícil, pero sí extensa. El clima húmedo y el cielo cubierto presagiaban una tormenta temprana, aunque eso no detuvo a Kael. Le había pedido que lo acompañara con un gesto que casi parecía una invitación personal, no una orden como tantas otras. Lía, con los niños a salvo en casa bajo el cuidado de Hele Y Meyrick…y la escuela cerrada por el día, no encontró excusas para negarse.-Creo que tú y Hele tienen un acuerdo a mis espaldas. -¿Cómo sería eso? -Preguntó con diversión. -Me es extraño que estuviera tan de acuerdo, es más, se ofreció a cuidar a los niños para que diga que sí y te acompañe. -Tú querías acompañarme. Declaró muy seguro. -¿Qué? ¿cuándo dije…-¡Ah! ya llegamos. -Interrumpió burlón y adelantó el paso dejándola atrás. Al llegar al campamento improvisado, se llevaron una gran sorpresa… descubrieron que no eran apenas unos pocos, como le habían informado. Eran casi veinte adultos, y quizá llegaban a tre
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