Capítulo 3

Peligrosa decisión 

-Adiós mis bellos ositos. -Besó las mejillas de Keith, aunque este alegaba ser el mayor y con uno sólo estaba bien, el travieso Aleck siempre se limpiaba sus besos por lo que le gustaba pellizcar sus mejillas regordetas y el hermoso Eliot siempre le sonreía bien grande y hasta le devolvía los besos dejando más de una vez el dulce de su desayuno. 

El autobús pasó por los niños sobre el camino pavimentado que llevaba al pueblo, Lía los acompañaba cada mañana con Sally ya que, el sendero que llevaba a la cabaña estaba muy cubierto por los árboles. 

Se despidió con la mano mientras sus tres hijos sacudían desde la ventanilla y los vio marcharse. 

Era el tercer día, y aunque estaba feliz de no haberse encontrado con Kael, temía que este silencio fuese una falsa paz que se caería en cualquier momento. 

Regresó a su casa con su fiel amiga y preparó su cafetera para comenzar a trabajar. Era miércoles por lo que no tenía clases por la mañana y sólo se ocuparía de los papeleos y preparación para las clases personalizadas. 

su taza bien llena, su cabello atado y la tranquilidad de la casa vacía le permitieron avanzar demasiado, hasta que llegó al expediente de Bruno y suspiró. El pobre Rottweiler había sufrido mucho maltrato antes de ser adoptado por la dulce Grace. Era lo que sucedía con la mayoría de estos perros de razas tan grandes, normalmente las personas no saben cómo cuidarlos correctamente y terminan dañando su capacidad de socialización con humanos u otros perros. 

Bruno tendría que ser apartado y trabajar con él de forma individual para no afectar a otros alumnos, usaría a sus perros para que lo ayuden y guíen en la socialización, pero eso debía hablarlo con Grace ya que no era de Hartville y debía viajar desde lejos para tomar las clases con ella. 

En ese momento sintió la presencia de alguien cerca, y se puso de pie caminando a la ventana. Miró en la entrada y no había ningún auto, pero los golpes en la puerta le hicieron brincar por la sorpresa. 

-Voy. -Avisó arreglando su cabello, pero los golpes volvieron de forma impaciente. -Estoy yendo… -Abrió extrañada y con velocidad intentó volver a cerrar al ver allí en su puerta a Kael. 

-Espera. -Puso su pie para impedir que cerrase y Lía recargó todo su cuerpo para hacer la fuerza necesaria. 

-¡¡Quítate!! -Ordenó empujando. 

-Estás lastimando mi pie. -Kael no necesitó más que hacer fuerza con su brazo derecho para abrir la puerta haciendo que Lía cayera al suelo, antepuso su cuerpo en el umbral, pero de todas formas no pasó, se había quedado allí para impedir que intentara cerrarla otra vez. 

-¿Estás bien? -Extendió su mano para ayudarla, pero Lía la apartó fastidiada poniéndose de pie por sí sola. 

-¿Tengo que preguntar qué cara#*jos haces aquí? -Lía sacudió su trasero y sopló el mechón que le caía en la cara.

-Necesitamos hablar… hay mucho que no sabes, Lía. -Lía negó cerrando los ojos sin darle oportunidad. 

-Creí ser clara Kael, tu y yo ya no tenemos relación, voy a pedirte que te largues de mi propiedad. - Kael alzó una ceja tras esas palabras. 

-¿Tú propiedad?-Sonrió cruzando sus brazos aún recargado en el umbral. -Esto es territorio Shadow Wolves. -Respondió con seguridad. 

Lía sintió su corazón acelerarse con aquella expresión, pero no podía dejarse llevar por los recuerdos, tomó el picaporte de su puerta y se paró con seguridad frente a él, por más que le sobrepasara su altura, se mantuvo firme.  

-En términos de Lobos y los acuerdos que tengas con todas las malditas manadas de la zona, eso no me importa. Este terreno pertenece al pueblo de Hartville, pago mis multas en la municipalidad de Hartville y la luz y el agua que llegan desde… Adivina, HARTVILLE y cada tantos años voto por el maldito alcalde de Hartville, por lo que sí. Ésta es MÍ propiedad en lo que dicta la maldita constitución de este maldito país. -Empujó el cuerpo tomándolo por sorpresa y azotó la puerta cerrando. 

-¡¡Tienes una boca muy sucia, Lía!! -Aquello no le hacía gracia, pero al parecer Kael no se había ofendido por la forma de hablarle. 

-Lárgate. -Pidió suspirando con nervios. Realmente no esperaba verlo del otro lado de la puerta al abrirla, había sido muy confiada. 

-Ya lo dije… hablemos. -La voz de Kael le hizo abrir los ojos sorprendida y lo vió con la cabeza asomada desde la ventana. 

-¿Por qué abres mi ventana? -Ya superada por la insistencia salió al porche echa un furia, llevándose la sorpresa de ver tanto a Sally y Bear cabizbajos y temerosos debajo del sillón exterior. -¿Qué les hiciste?- Preguntó preocupada agachándose a su altura. Pero al verlos de cerca lo supo.. No era miedo, era sumisión. Incluso los perros sabían quién era Kael en lo más profundo.

-Está bien, cariño. Ven, ven. -Tomó a Sally en sus brazos y la entró a la casa. Bear por su parte se puso de pie y le siguió, cauteloso de la presencia de Kael. -Cruzas los límites, Kael.. no molestes a mis perros. -Dijo ya enojada. 

-Pues esos animales ni siquiera te avisaron que estaba aquí. -Había enojo en sus palabras, tal vez porque a ella le importaban más los perros que él. 

Lía estaba a poco de golpearlo cuando escuchó un auto llegar por el camino. Lía cerró los ojos maldiciendo al ver el coche policial. 

-¿Llamaste a la policía? -Preguntó con burla. Por supuesto que no era suficiente para sacar a Kael si él así se lo proponía. 

-¿En qué momento lo hice, imbécil?  -Respondió Lía cruzándose de brazos. -Espera aquí. -Pidió acercándose a la valla de madera. 

-Oficial Crow. -Saludó desde adentro. claramente intentaba mantenerlo alejado de la casa. No necesitaba que supiera quién era Kael. -¿Que lo trae por aquí? -Intentó sonreír despreocupada. Se esforzó por mantener la voz serena, pero sintió cómo su espalda se tensaba al percibir la pesadez de Kael atento detrás suyo.

- Buenos días, Lía. -El oficial miró en dirección al porche. -¿Un nuevo alumno? 

-Ah sí. Está aquí por algunas preguntas. -Mintió con facilidad.

-Bueno, lamento interrumpir tu día, pero… El Sheriff necesita de Sally y de tí. -Su expresión cambió a una de preocupación. -Hay un caso… un niño que lleva unas horas desaparecido en LanderTown, ya hay otros perros de búsqueda en la misión, pero..-Ryan notó la sorpresa en la mujer. 

-LanderTown es a dos pueblos al este. -Lía nunca se había marchado tan lejos para una misión de búsqueda. Miró preocupada a su espalda asegurándose que Kael estuviera lejos. -Los niños están en su clase, no puedo irme..-Comenzó a negar con la cabeza. 

-¿Qué me dices de Bonnie? Ella no tendrá problemas de pasar por ellos y cuidarlos hasta tu regreso. -Lía quería negarse, no podía irse tan lejos cuando Kael estaba en su casa ¿Qué tal si se los llevaba? ¿si al regresar ya no estaban? La idea la puso nerviosa y su mano temblorosa acarició su frente. 

-Bonnie es un ángel, no se negaría, pero yo no puedo… Los rescatistas de patrullaje canino harán su trabajo muy bien. -Ryan no parecía estar conforme con aquello, pero se colocó su sombrero nuevamente y mordió sus labios, dudando si estaba bien seguir insistiendo. 

-Lo entiendo, Sally tiene una buena reputación por eso la querían en el caso… y más por el hecho de que se trata de un niño de cinco años. -Lía lo miró dolida. Decirle aquello le hacía imposible negarse, imaginarse a un pobre niño que podía ser uno de sus bebés, perdido y con miedo… 

-Las primeras horas son vitales, y Sally tiene el mejor registro en rastreo de niños perdidos…-Abrió su boca, pero la cerró sin lograr decir su verdadero miedo. El que al regresar, sus hijos fueran los perdidos. 

-Espera, déjame hacer unas llamadas. -Se regresó a la casa y pasó por delante de Kael ignorándolo, entró por su télefono y al salir notó las tensas miradas que se sostenían ambos hombres. 

-Sí accedo a hablar…-Kael se giró atento a Lía. - Cuando regrese hablaré contigo. -El hombre sonrió victorioso aunque ella estuviera mirándolo con preocupación… derrotada. -Pero, debes marcharte ahora, no regreses a mi casa, menos cuando yo no estoy. -Lía quería asegurarse de que él no viera ni se acercara a su hijos, si le daba lo que quería tal vez podría marcharse de forma segura. 

-Dalo por hecho. 

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