Mundo ficciónIniciar sesiónNos encontramos en la última novela de la saga de los Miller, donde Daisy Lascalles, la mimada, caprichos, heredera de los Lascalles, de 19 años, pretendía que Finlay Alacintye fuera su futuro esposo, para así poder huir de su familia, al descubrir que Finlay tiene un interés amoroso por Ailan Caroline Miller, se despiertan sus celos. Lamentablemente, su venganza contra Ailan fue frustrado por Marcus Philip Miller, que la humilló, robándole su primer beso. Por otro lado, por culpa del su hermano Vermont, la familia Lascalles fue arruinada, y ella tuvo que estudiar y trabajar como profesora de tenis durante tres años, hasta que un nuevo encuentro entre su antiguo enemigo Marcus, se volvió a producir, y ella es de nuevo humillada, pero esta vez, no pensaba dejarlo pasar, ella iba a vengarse. Lo primero que hizo fue cambiar de carrera para estudiar derecho, para ser una abogada como su mayor enemigo, cinco años después, tanto en las salas de juicios, como fuera de ellas, una guerra sin cuartel se iba a desatar entre estos dos, donde sentimientos encontrados y una tensión sexual los arrastrará hasta sus últimas consecuencias. Mientras, otros enemigos de lo Miller buscaran también su venganza. ¿Provocará el odio más absoluto, y la venganza más fría, su mutua destrucción? ¿O cómo como ha decido el destino, y la justicia, que sus dos tempestivos, y combativos corazones, son mucho mejores si se funden sin control?
Leer másNarrador:
Esa mañana nada hacía sospechar lo que iba a ocurrir horas después, en la residencia familiar de los Lascalles, en las afueras de Cairfilli. El silencio y la tranquilidad, era la tónica en las diferentes habitaciones, que rodeaban a la tradicional y elitista familia.
En ese momento, Lord Lascalles, el padre de Vermont, William, y Daisy se estaba reuniendo con sus dos hijos mayores para explicarles, la nueva estrategia que planeaba, como su padre, para fortalecer a la familia, tras las desgracias repentinas que los rodeaban.
-” Crees que ella estará de acuerdo, padre, Daisy lleva semanas extraña, apenas sale de su habitación, y ha aparcado todas las reuniones que tenía para estas navidades.”- dijo William, el único de los hermanos que sentía algo, poco definido, por su hermana pequeña.
Los Lascalles era la típica familia noble que continuaban con los valores familiares de prestigio, elitismo, y poder que, por tradición, llevaban pasando de generación en generación, desde la época victoriana.
Todos los Lascalles se movían por beneficios propios, y prestigio, de la forma que fuera, preferían a los varones, sobre las hembras, aunque estas última también eran importantes, sobre todo para firmar alianzas matrimoniales, ventajosas alianzas, que daban aún más valor, poder, y prestigio a la noble familia.
Parece estúpido que en pleno siglo veintiuno, aún exista este tipo relaciones familiares, pero claro la absorbente y manipuladora familia Lascalles, seguía viviendo en el pasado, donde ellos eran muy poderosos, y su título de nobleza lo valía todo.
Claramente el viudo Lord Lascalles, educó a sus hijos varones, en estos valores, mientras su hija, una desgracia para la familia, como su padre la veía, esa niña que había acabado con la vida de su madre, al nacer, iba a ser utilizada, como a las otras mujeres nacidas en esa familia, como moneda de cambio, cuando le fuera conveniente, para aumentar el poder de los Lascalles.
El elitismo de los herederos varones de la familia era tal que, llegaban a mirar al resto de personas como inferiores, esa fue la razón principal por la que, durante su época de estudiante en Eton, Vermont, y sus otros dos mejores amigos, hijos de nobles, y, por lo tanto, merecedores de su amistad, tuvieran de enemigos a Finlay Alacintye, y a sus amigos, que como él, eran escoceses, y por lo tanto de baja clase.
Para Vermont, esos rudos animales, de la alta Escocia, no eran merecedores de estudiar en esa prestigiosa institución, donde habían estudiado durante siglos los hijos, y los descendientes de la realeza de la gran nación británica.
Si a esto unimos que hacía dos semanas, tras la fiesta de víspera de navidad de esos americanos, los Miller, en un encuentro planeado por Finlay, Vermont y sus amigos habían sido humillados por él, y su grupo de salvajes del norte, se podía decir que nada, o muy poco le importaba lo que le pasara a su hermana, primero estaba la familia y su prestigio.
-” Da igual, desde hace una semana la empresa de la familia está sufriendo una opa hostil por parte de otras empresas, sin saber la razón, que ha hecho que nuestras acciones se desplomen, sabemos que lo han hecho con la intención de comprar la empresa, y si sigue así, perderemos el control sobre nuestra mayor, y única fuente de ingresos.”- dijo el Lord, que veía en su hija la forma de superar la crisis, gracias al aporte económico, en forma de dote, ya que, a sus diecinueve años, se casaría con el heredero de la familia Byron, de cuarenta y cinco años de edad, viudo y con dos hijos adolescentes, uno de ellos sólo unos años menor que la propia Daisy.
-” Tranquilo padre, si lo de esa estúpida y descerebrada de Daisy falla, yo ya he hecho algunos movimientos secretos que harán que la familia resurja con fuerza, y podamos vengarnos de esos que nos quieren hundir.”- dijo Vermont con una sonrisa siniestra.
Ninguno de los tres se había percatado que la ventana, que daba al jardín trasero, estaba abierta, y que la doncella, que había hecho de ama, y casi madre, de Daisy tras la muerte en el parto de lady Lascalles, madre de los tres hijos del Lord, lo había escuchado todo, Milly Peterson sintió que su corazón daba un vuelco de preocupación.
La ama, en ese momento, volvió a recordar las verdaderas preocupaciones, que tenía la madre de Daisy sobre su hija no nacida. Ambas, tanto Milly, como Lady Lascalles, habían sido muy amigas, se habían criado juntas, y todo porque la madre de la ama fue la doncella de cría de Lady Lascalles, justo por eso, ella conocía el miedo que sentía Selene, Lady Lascalles, hacia su marido, un ser frío, ruin, y despiadado, que nunca la había amado, la idea de que ese maldito hombre quisiera usar a su hija, como si fuera un bien más de la familia, había servido a contribuir mucha tensión en la pobre Selene, desde que supo que esperaba una niña, ella sabía para que les servía a todos los Lascalles, una descendiente femenina, era una propiedad utilizable, más.
Justo por eso, en su lecho de muerte, Selena le pidió a Milly que la protegiera, y la cuidara, como si fuera suya, que no le faltara de nada, algo que la ama cumplió con creces, incluso mimando demasiado a la pequeña Milly, que se convirtió en una dama, arrogante, mimosa y egoísta, la típica heredera, que sólo piensa en sí misma, y en sus deseos.
Milly ni siquiera se planteó en casarse, después de eso, ni quiso tener su propia vida, para ella, Daisy lo era todo, era como la hija que nunca tuvo, su devoción por ella, era total, y su deber mayor, era protegerla.
Esta noticia, que el cerdo de Lord Vermont William Lascalles, el padre de su Daisy quisiera casarla con un hombre de casi dieciséis años mayor que ella, viudo, y con dos hijos adolescentes, sólo por el poder, y el dinero, que recibiría, sobre todo porque, su niña sólo tenía diecinueve años, y estaba en su primer año de universidad, ese siempre había sido el peor de sus miedos, así que, sin pensarlo, corrió a la habitación de su adorada Daisy.
-” Abre la puerta preciosa, soy tu ama, llevas encerrada aquí desde hace semanas, no sé lo que te ha pasado, pero tengo que contarle algo muy grave, ábreme a hora.”- le dijo Milly usando un tono casi de súplica.
La ama no sabía lo que le pasaba a su tesoro, sólo sabía que desde que hacía dos semanas, Daisy había regresado de la fiesta de víspera de navidad en la mansión de los Miller*, esa millonaria familia americana, apenas quería comer, se la pasaba enfadada, y encerrada en su habitación, sin querer hablar con nadie, y apenas se relacionaba con ella.
*Nota de autora: Hola, si queréis saber que le había ocurrido a Daisy en la fiesta de los Miller, debes de haber leído la novela ¡Eres mía, heredera! y lo aclara todo.
Narrador: Como todos los años, desde hace ya once años, la fiesta de víspera de navidad de los Miller es la más famosa de esta época, todo el mundo quiere asistir, aunque este año hay dos grandes ausencias, las de Gavin Conway, el famoso actor y productor, que se encuentra desde hace dos meses disfrutando del verano de Nueva Zelanda, mientras se concentra en su última gran producción, y la ya universitaria Mia Müller. El caso de Mia es algo más doloroso para la familia Miller, en especial para Hanna, ya que a pesar de que la pequeña adora a todos los miembros de la familia, sobre todo a sus dos sobrinos Aron y Elizabeth, de diez años, y sobre todo a su cuñado Roy, la ya no tan pequeña futura traumatóloga, a sus veintidós años, ha decidido, estudiar su carrera en Alemania, en el instituto de traumatología, que le ayudó en aquellos años, para que volviera a caminar. Para Mia, los Miller fueron su salvación, lo mejor que le pasó a su hermana, que fue su gran apoyo, casi como una madre
Daisy: -” Vale ya está hecho, esto suele pasar cuando se disfruta de un hombre como tu hombre, y no recuerdas que el sexo tiene otra función, aparte de hacértelo pasar genial.” - me dije para calmarme, ante la enorme sorpresa que me lleven el mismo día que tras insistir mil veces, por mis nauseas entrañas, Rosi me trajo a la cita, que me obligó a tomar con su ginecóloga. Claro que ella ya sospechaba que, lo que yo pensaba que era una gastroenteritis, tenía otra causa más impactante, una causa que vería la luz dentro de menos de siete meses, porque increíblemente estaba de dos. Claro que en mis cálculos no estaba que Marcus aparcería de repente, y menos que, después de arrancarme de las manos los que evidentemente era una ecografía, hiciera, como siempre, preguntas tontas, que siempre sacan lo peor de mí, y al escucharle decir esto: -” ¿Y.…esto? ¿Qué...es? ¿Es broma? o ¿no?”- no puede evitar responder. -” La broma es la que tiene montada tu familia para repoblar, y dominar la Ti
Marcus: -” ¿Enserio que debo asistir? ¿No se supone que esto lo debe hacer el padre?”- me quejé inútilmente por enésima vez a mi madre, y a mi madrina, por le manos libres del coche, mientras llevaba a Betty Boo a su revisión del octavo mes de embarazo, pero esta vez ni me respondió simplemente la diosa Miller, tras dar su orden de nuevo, colgó el teléfono. Se suponía que estas cosas debía hacerlas el desertor de Rowdy Cooper, total él era el responsable principal de que la futura princesa consentida, que la pelirroja iba a traer a este mundo, la futura mimada y consentida Briana Cooper, única nieta de la familia Blake, después del nacimiento de los dos varones que había tenido mi hermana Amelia. Era él que debía de estar aquí. Este era trabajo era para el padre, para el que la dejó embarazada, en teoría, pero por desgracia para mí, el ejecutivo genio, había tenido que viajar de urgencias a Estados Unidos, para terminar un trabajo, antes de que su adorada, y caprichosa esposa, se p
Daisy: -” ¿Por qué estamos aquí, Marcus?”- le pregunté con algo de nerviosismo, cuando llegamos al hotel, y a la suite donde tuvimos nuestra primera vez, cuando él no sabía quién era yo, y yo vine a descubrir a quien le había entregado mi virginidad, a la mañana siguiente, para huir de allí, antes de que él se despertara. -” ¿Tengo que decirlo? ¿O tu ya lo has averiguado, Abogada Allard?”- me dijo con esa sonrisa pícara que tantas veces me había metido en problemas con ese hombre. Decidí ignorarlo no debía dejarme influenciar por el deseo que ese hombre me hace sentir, de sobra sé lo que me provoca, una pérdida total de la realidad, y ahora lo más importante era dejar todo claro de una vez. Pero la pregunta que él me dirigió, a continuación, lejos de calmarme, activó una especie de espíritu combativo unido a una gran emoción, descontrolada por el amor que me hace sentir, una reacción que, cuando se trataba de Marcus, no es muy difícil que pase, revelando más de lo que una mujer, q
Daisy: -” Podrías morirme de vergüenza ahora mismo, como me hace esto delante de tanta gente, aún pero delante de sus padres, maldito sea Rata Miller.”- ese era mi pensamiento mientras de esa forma tan troglodita, era llevada sobre el hombro del hombre que amo, sin ninguna piedad por su parte. Es verdad que me siento culpable, por haber huido del hotel, donde estaba bajo su protección, sin notificárselo, más aún después de lo que pasó anoche, pero en ese momento, como comprobé más tarde, no sabía que había sido engañada por mi propia clienta, no podía sospechar que Maryorie prefiriera el dinero, para luego intentar fugarse, a cambio de vender a sus abogadas. No quise a hablar, ni protestar en ese momento, mientras oía avergonzada, los vítores de los asistentes, al ver como ese hombre me llevaba con paso decidido a saber dónde, Simplemente cubrí mi cara con las manos, por eso de ojos que no ven, corazón que no siente, mientras trataba de enterrarme en su espalda, para aislarme de t
Marcus: Se puede decir que llegar hasta esa maldita mujer, aunque en tiempo fue rápido, gracias a que mi cuñado Finlay envió dos de sus helicópteros, desde Edimburgo, para mí no fue lo suficientemente, sólo de saber que mi madre, y la mujer que amo, habían estado en peligro, durante unas peligrosas horas, sin que yo pudiera evitarlo, ni protegerlas me daban ganas de golpearme. De nada me servía saber que ahora se encontraban bien, que segun me había dicho nuestra gente, que mi madre nunca había estado en peligro, más bien había intervenido en ayudar a la desesperante Marilyn. Ni tampoco me servía que, esta última, se habían liberado de sus secuestradores por si sola, simplemente no podía admitirlo porque yo no estaba a su lado, y eso me hacía estar furioso, con ella, con los secuestradores, con el mundo, pero, sobre todo, conmigo mismo. -” ¿Qué ocurre, hijo? ¿Te encuentras bien?”- la voz de mi padre, me hizo salir de mi estado de auto reproche para mirarlo, mientras el helicóptero
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