Daisy.
-” Daisy, tu próxima clase de tenis es en dos horas, puedes descansar en la sala de personal, por ahora.”- me dijo Stefany, la nueva encargada del personal del club social, y altos millonarios, y famosos, Green Villa.
Hace tres años yo era, mejor dicho, mi familia era una más de los socios, y de los más prestigiosos, pero en la sede del club que se encontraba en Londres, tras la destrucción, y la quiebra familiar, pero, sobre todo, el desprestigio, por culpa del maldito Vermont, y sus acciones ilegales, todo saltó por los aires.
Gracias a mi ama Milly, y a lo poco que conseguí salvar de mi antigua vida, conseguimos dinero para comprar una pequeña casa unifamiliar, en las afueras de Edimburgo, Escocia, lejos de Londres, donde la destrucción de la familia Lascalles, aún era noticia. Mi padre, Ama Milly, y yo, pudimos comenzar una nueva vida, mi padre era un vegetal, que la pobre de mi Ama lo cuidaba. Pese al odio que sentía por él, por todo lo que hizo sufrir a mi madre, y a mí, cuando William huyó, y Vermont fue sentenciado a doce años de cárcel, revisable a los ocho años, yo no podía abandonarlo, pese a todo, era mi padre.
Se que fue por mí, que mi ama aceptó cuidar del antiguo orgulloso, elitista, y fuerte Lord Lascalles, y así lo hizo el primer año y medio, pero como ella, y yo sabíamos, para mi orgulloso padre, ser tratado como si fuera un bebe, donde se le bañaba, se le limpiaba los esfínteres que no controlaba, se le daba de comer, mientras él estaba paralizado, y sólo movía lo ojos para pedir ayuda, fue demasiado, así que, claramente, se dejó morir, ya hace un año, y seis meses, que tuve que enterrarlo, y como esperaba mis sentimientos por su perdida, para mi gran pesar, y aunque parezca que soy un monstruo, fue sólo de alivio. Lo hice lejos de la tumba de mi madre, claro, justo como me pidió mi ama que hiciera, porque como dijo ella:
-” Ya la hizo sufrir en vida por culpa de este maldito demonio, deja que tu madre viva su otra vida en paz, mi querida Dasy.”- ante esa petición no puede negarme, había cumplido con mi deber de hija, aunque él no hubiera sido un buen padre, uno bueno y amoroso, o al menos, un padre.
Por fin fui libre de las ataduras de la familia Lascalles, ahora podría vivir mi propia vida, y eso hice, o al menos lo intenté. Como esperaba desde el principio, los ahorros por años de Milly, tras la compra de la casa, mermaron bastante, y lo poco que conseguí de la venta de mis vestidos de diseño, mis joyas, y mis bolsos, apenas servían para mantenernos, y pagar mis estudios, algo que quise abandonar, pero mi seria, y algo enfada, ama Milly no me dejó hacer.
-” Nunca, ese es tu futuro, debes seguir estudiando económicas, para que te labres una profesión en el futuro, más ahora que ya no queda nada.”- me dijo con una seriedad que nunca había visto en ella.
De esta forma, y tras cambiar mi actitud de niña rica, y mimada, que no me servía para el mundo real, comencé a buscar un empleo, que nos ayudara a subsistir, mientras yo terminaba mis estudios. Al principio fue difícil, ya que, como antigua heredera de una familia elitista, como la mía, apenas sabía hacer nada, y sin experiencia nadie me iba a contratar.
Pero la ocasión me surgió de forma casual, y cuando menos lo esperaba, en una cafetería del centro de Edimburgo, mientras yo leía, en mi móvil, las ofertas de trabajo que habían surgido nuevas ese día. Justo en ese momento, una voz conocida de hace años llamó mi atención.
-” ¿Eres la señorita Daisy Lascalles? ¿verdad?”- levanté la mirada para encontrarme con una cara que había visto hacía ya unos años.
En esa ocasión, la mirada de la mujer que, estaba ante mí, era una expresión de terror y angustia, al mismo tiempo que lloraba. Mientras, tocándola con descaro, y de forma asquerosa, los cerdos de los amigos, y el malnacido de mi hermano Williams, le hablaban obscenidades, acosándola, en los alrededores de la pista del tenis, donde yo entrenaba, en el Club Green Villa de Londres.
Fue gracias a mi intervención, en ese momento, haciendo que los estaba grabando con mi móvil, que ella, tras ser liberada con brusquedad y urgencia, pudo huir. Aunque, como siempre, mis acciones tuvieron sus consecuencias, ya que mi furioso hermano ordenó, esa noche, y durante los tres días siguientes, que se me dejara encerrada en mi dormitorio, sin comer, ni beber, sólo gracias a mi adora ama Milly, que se colaba de madrugada en mi habitación, con comida y agua, pude no enfermar esos días.
-” ¿Tú eres Stefany Brown...?”- comencé a decir con dudas, al creer reconocerla, y ella me lo confirmo, interrumpiéndome.
-” ¿Stefany Brown? Sí, lo soy”- me dijo sonriéndome mientras estiraba su mano para dármela. -” Es una sorpresa encontrar a un Lascalles por aquí, en Edimburgo, ¿Está de vacaciones, señorita Lascalles?”- me dijo aún con esa sonrisa, aparentemente sin nada de malicia.
Desde la sonora caída de mi familia, muchos adoradores de los Lascalles, desaparecieron, y algunos, como los amigos de Vermont, y William, pasaron de la falsa adoración, a un genuino despreció, se me multiplicaron las miradas descaradas y de disgusto, así como las burlas, e incluso aparecieron los que se ofrecieron, a cambio de que calentara su cama, cuidar a la pobre heredera en desgracia, justo por eso hui de Londres, hacia Escocia, lugar donde muchos conocidos, y supuestos amigos de mis hermanos, no solían ir, motivado por su propio elitismo, o eso pensé.
Pero, en el caso de Stefany, su sonrisa era sincera, y amigable, junto por eso le ofrecí sentarse a mi lado, para tomar un café conmigo, pronto en nuestra conversación surgió el agradecimiento, por parte de ella, por haberla salvado en esa vez, además me informó que ella había sabido lo que me pasó, tiempo después, cuando fue trasladada, por petición propia, a la otra cede del club, en Edimburgo, ya que se lo habían contado, supo de la reacción de William, hacia mí por ayudarla, vengándose por mi intromisión.
Esto desembocó que la situación que había sufrió mi familia, y mi necesidad actual de encontrar trabajo, dada mi falta de experiencia laboral, y en general, en todo lo que no fuera la de ser una heredera minada y rica, le relaté las dificultades que se habían presentado, no sé cómo pude abrirme tan fácilmente a una desconocida, pero pronto me encontraba contándole todas mis penas, delante de una taza de café. Casi salté de sorpresa cuando ella me preguntó exaltada, como si ahora se hubiera dado cuenta de algo:
-” Pero ¿No fuiste tú quien gano tres años seguidos el campeonato de tenis amateur que organizaba el Club Green Villa con otros Clubes? Creo recordar que el primero los ganaste con sólo dieciséis años.”- me dijo mirándome con una sonrisa.
-” Si claro, pero eran campeonatos amateurs, no se ganaba mucho con ello, y a mis casi veintiún años, entrar en la competición profesional es imposible, y desde luego no soy tan buena, sería una más del montón.”- le dije con voz cansina, ante mi futuro tan oscuro, poco quedaba ya de los ahorros que habíamos guardado, casi todo era consumido por la enfermedad de mi padre.
-” Si, pero puedes ser monitora de tenis, hay muchos nuevos ricos en el club, y otros no tan nuevos, que pagarían muy bien para que los enseñen, a ellos, o a sus hijos, o que los preparen para competir, además tú conoces muy bien su mundo, y sabrías como tratarlo, ya que sabes lo que quieren, o lo buscan.”- me dijo Stefany, con un brillo en los ojos, y una sonrisa esplendida, como si hubiera descubierto una solución a sus propios problemas.
-” Si, pero ¿Que Club crees que me contrataría, sin querer conocer mi pasado? No tengo experiencia como monitor de tenis.”- le dije insegura.
-” Da la casualidad de que soy la jefa del personal, del Club Green Villa, en Edimburgo, que soy la que contrata, y ahora necesito un nuevo monitor de tenis, además, y no menos importante, que te lo debo desde hace años, así que, sin más preámbulos, Daisy Lascalles ¿Aceptas el trabajo de monitora en el Club Villas? Te puedo asegurar que las condiciones económicas son inmejorables, y las propinas que, esos ricos y generosos socios, te dejen, son enteramente tuyas.”- me dijo como broche final la que, desde ahora, y para siempre, sería mi primera, y verdadera amiga.
Fue así como comencé a trabajar de monitora de tenis, ya llevo en este puesto, desde hace año y medio. La verdad es que no me va mal, me he hecho conocida por los socios habituales, las propinas son generosas, y aunque me di cuenta de que tuve que volver a representar mi papel de rica, y elitista heredera, para trata con mis millonarios, y exigentes clientes, actitud que yo ya había creído superada, pero claro, pronto las propinas, y los entrenamientos personalizados, aumentaron tanto mi trabajo, que en ocasiones era agotador, justo como hoy, que mi querida, y controladora Stefany, tuvo que recordarme que fuera a descansar a la sala de personal, hasta mi próxima clase, así podría aprovechar para preparar mi próximo examen de macroeconómica, que tenía en dos semanas.
Mientras comía algo y repasaba mis apuntes, nada me hacía sospechar que en una hora mi pasado, volvería para atormentarme, como hace ya tres años, darle una nuevo rumbo a mi vida, y un nuevo objetivo, la venganza.