Alberto Prondell era un joven empresario modelo, dueño de viñedos donde se producían los vinos más selectos del país, también era el titular de varias fábricas. Su vida era perfecta, su reputación era impecable, su esposa era una de las mujeres más bellas y elegantes de la alta sociedad, muchos envidiaban su familia, su porte y su dinero. Sin embargo, no todo lo que reluce es oro. Al viajar a la capital del país, por negocios, su vida era otra, sus noches las pasaba con acompañantes, las mejores, las más caras, no recordaba ni a su fría mujer ni a su hijo, se sentía libre y su comportamiento era mundano. En una de esas noches, el diablo metió la cola, conoció a una hermosa y joven mujer, sensual, dulce y humilde, Cupido le lanzo una flecha que dio en su corazón, no era como esas modelos a las que le abona al finalizar la noche, ella era todo lo que un día había soñado. La hizo su novia, ocultando que no era un hombre libre. Separarse no era una opción, había mucho dinero en juego en se matrimonio. Las mentiras crecieron y la doble vida se acentuó.
Leer másPor Alberto
Soy un empresario modelo.
Soy serio, familiar, con una esposa hermosa, despampanante, bella, elegante y fría, sí, más fría que el hielo, más fría que una noche en pleno invierno en remera de mangas cortas en el medio del campo.
Sin embargo, nuestra vida se desarrollaba perfecta, vivíamos en una mansión en la zona más exclusiva de la ciudad de Mendoza, teníamos varios autos, los mejores, viajamos a Europa a cada rato, todo lo que teníamos era de primera calidad…
Pero a Buenos Aires viajaba yo solo, mi mujer no dejaba la comodidad de nuestra mansión, salvo que estuviese viajando alrededor del mundo.
Luego que nació nuestro pequeño Fernandito, todo siguió igual, el niño tenía su niñera, que también era la mejor, con una cultura para que mi hijo aprendiera de ella no solamente cultura general, también a comportarse bajo ciertas reglas…
Cuando yo estaba en casa, cada tanto, jugaba con él, aunque trabajaba mucho.
En Buenos Aires era otra cosa, al principio mi estadía era en hoteles, me resultaba más cómodo, pero me sentía solo, ya que mi estadía era prolongada.
Estaba un mes entero, iba a Mendoza una semana y volvía, me quedaba 15 días y así transcurría mi vida, entre viajes y negocios.
En Buenos Aires me olvidaba que estaba casado y dejaba de ser el hombre familiar que en Mendoza todos admiraban, allí estaban mis otros amigos, y algún socio muy discreto, ya que todos estábamos en situaciones similares.
Estaba en una discoteca, ni sé cómo terminé allí, no era mi estilo, prefería algo más tranquilo, donde se consiguiera alguna acompañante de alto nivel, quizás alguna modelo, pero donde todas sabían que era esa noche y nada más, podría haber dos encuentros, nunca más de dos veces, no podía arriesgarme a algún escándalo.
¿Doble vida? No, sólo infiel y con razón, pensaba yo, porque no tenía en casa lo que necesitaba, a eso se le sumaba la soledad de Buenos Aires.
Estaba tomando un Whisky, mirando la pista de baile, escuchando música rock, mi amigo ya estaba ligando a una hermosa morocha, con un cuerpo curvilíneo, espectacular, pero no era mi tipo, aparte, ella, no aparentaba más de 20 años, para cambiar pañales tenía a mi hijo.
Por eso no me gustaban estos lugares, las chicas eran demasiado jóvenes y yo estaba para otra cosa, no para hacer de novio, estaba casado y tenía una hermosa y perfecta familia.
Cambió el ritmo de la música, llegaron los lentos, estaba pensando en irme a mi hotel, paso por el baño y me voy, pensé, de mi amigo no tenía noticias.
Me alejé de la barra y cuando giré, vi a la mujer que era el ideal de mis sueños, caminé hacia ella como hipnotizado, estaba con un grupo, en un costado, supongo que eran sus amigas, esa mujer se destacaba, era hermosa, delicada, con una belleza que emanaba dulzura y al mismo tiempo una sensualidad indescriptible, con cabello dorado, de un dorado cobrizo y una boca perfecta.
¡Dios, qué mujer! ¡Que pechitos!, No eran grandes pechos, más bien normalitos, firmes, con esa ropa ajustada que los resaltaba con delicadeza y parecían mirarme.
Subí la mirada, me dije.
Ya estaba a un metro de ella, vi sus ojos claros, celestes como el cielo y descubrí una mirada que me hizo temblar.
Reduje el espacio que quedaba entre los dos y la tomé de la mano, invitándola a bailar.
Era menuda, me llegaba hasta la boca, eso porque ella estaba con zapatos de taco alto, por lo qué deduje que descalza me llegaría a los hombros.
La música era perfecta, invitaba a bailar abrazados.
No era mi intención, pero cuando la tuve cerca, la pegué a mí y pensé en rozar los labios, pero sentí su boca y la besé con unas ansias y una pasión que no recuerdo haber sentido jamás.
Me excité como nunca y juro que me separé para que ella no sintiera mi miembro duro.
No sabía ni su nombre, lo que en cualquier otra situación no me hubiese importado, es más, daba igual si se llamaba Lulú, Mimí o qué sé yo.
Pero esta chica era distinta, parecía jovencita, no era lo que yo acostumbraba…
Me avergoncé por no poder controlar mis instintos, pero la realidad era que la quería poseer en ese instante.
Sentí que se sorprendió con mi beso, al principio no me correspondió, tampoco se negó, pero, sentí su temblor.
- ¿Cómo te llamás?
Pregunté
-Alice, ¿Y vos?
Respondió con voz temblorosa sin animarse de mirarme a los ojos.
-Soy Alberto.
Obvio que mi apellido no se lo dije, había muchos Prondell, pero si llegaba a conocer de vinos, no quería que me relacionara.
-Sos lo más rico qué probé en mí vida.
Le dije al oído.
Levantó su mirada y me perdí en sus ojos.
- ¿Cuántos años tenés?
Llegaba a ser menor y saldría corriendo.
-Tengo 19 ¿Y vos?
Me preguntó dudando.
-Tengo 31.
Seguro le parecía un viejo, pensé.
¿Desde cuándo me importa lo que piensan las mujeres?
Máxime si la acababa de conocer.
Estoy oxidado, no suelo usar el coqueteo.
Estoy casado y si quiero algo, pago y si no, las mujeres se acercan a mí.
No lo digo por pedante, simplemente es así, soy apuesto, mido 1,85, me mantengo en forma y lo importante, las mujeres huelen el dinero y a mí, me sobraba.
No es que me cueste encarar a una chica, pero hacía mucho tiempo que no le hacía el novio a alguien.
Un momento ¿Novio?
¿Qué estoy pensando?
-Estás con tus amigas ¿Volvés con ellas?
-Sí, nos viene a buscar el padre de mi amiga y nos deja en cada casa.
Ok, es de su casa, más difícil aún.
-Te quiero volver a ver.
Me estoy asombrando a mí mismo.
-Bueno.
Dijo sonriendo.
Miré su boca y la volví a besar.
Le comí la boca, jugué con su lengua.
La volví a pegar a mí cuerpo y otra vez, sin poder controlarme, sentí crecer mi erección.
¿Soy un animal? ¿Qué me pasa que siento sus labios y ya la imagino desnuda en mi cama?
Deslicé mi mano lentamente por su espalda, dejándola sobre su cadera… mejor dicho sobre su cola.
Se alejó, incómoda.
No le iba a pedir perdón, ya sé que estamos en público, bueno, en una pista de baile, oscura, cada pareja a nuestro alrededor estaba en lo suyo.
- ¿Te puedo ver mañana?
Le pregunté.
-Tomamos un café, nos encontramos donde digas o paso por tu casa.
¿Me estoy escuchando? ¿Su casa?, ¿Acaso estoy loco?
-Nos podemos encontrar en Rivadavia y Avenida de Mayo.
Noté su timidez.
Yo sonreí, te tengo, pensé, falta poco y estás en mi cama.
Por AlbertoRestauré el sistema descompuesto en una de las bodegas, en realidad contaba con varios ingenieros en cada bodega, pero yo conocía a la perfección cada una de las complejas maquinarias, antes de invertir y modernizarme, estudiaba a fondo todo lo que compraba y me aseguraba de entender cada algoritmo y cada patrón.Luego, en otra de las bodegas, falló el inventario, no lo podía creer.Solamente quería volver, estar con Alice, logré conectarme con ella y nadie sabía el esfuerzo que hice esa semana para concentrarme en los problemas de las fábricas que poseía en Mendoza.Nunca me sentí tan feliz cuando mi avión tocó el suelo porteño.Sin embargo, me esperaba un día ajetreado, almorcé con un socio de un país europeo.Hablar en italiano todo el tiempo, me agotaba, sobre todo porque no era un idioma que lo practicara con frecuencia.Cerca de las 4 de la tarde, me desocupé.Estaba a punto de ir a la oficina de Alice, peor necesitaba algo más que un beso en el aire necesitaba estar
Por Alice Nunca soñé con encontrar un príncipe azul.No me interesa el status ni el poder.No me interesan sus millones.Vivo bien como vivo y económicamente, yo me basto.No preciso lujos.Es casi irónico, porque Alberto representa todo eso, él es un príncipe azul, con una estampa increíble, con millones que se le caen de los bolsillos, con el status que da tener esa cantidad obscena de dinero.Yo solamente quería amor, fidelidad, compañerismo y respeto.Esa noche, como la mayoría de las noches, pese al cansancio, me costó dormir.Mi mundo interior se movía como una calesita, al compás de Alberto, de sus palabras, de sus promesas.Dejé a Elisa en el set de grabación y fui a Lima.Firmé mi entrada y me dirigí a mi oficina, luego de una reunión, fui hasta la oficina de Mirta.Le conté lo que sucedía.-No sé qué decirte, pero si seguís adelante, vas a tener que confiar en él, sino, vas a vivir un infierno.-Ya estoy en el infierno, sin él muero de amor, lo hago desde aquella tarde en l
Por Alice No soy de acero, nunca pude olvidarlo.Habían pasado algunas semanas desde que lo vi nuevamente en la oficina de Mixer y durante ese tiempo, Alberto se había acercado a mí cada vez que pudo hacerlo, me había besado como solía hacerlo y logró, aquella tarde en el café, sin un beso de por medio y rodeados de gente, acercarse a mí.No puedo seguir diciendo que no, aunque mi alma seguía herida.Comprendí que el amor de los dos era muy fuerte, tanto que, si no estamos juntos, me lastimaba, el tema era como seguiríamos de ahora en adelante.Alberto no tenía idea cuanto lloré por él, creo que tampoco supo cuánto lo amé.Estoy buscando el valor para comenzar de nuevo.No es fácil, aún tenemos mucho de qué hablar, muchas historias que contarnos.Traté de mantenerme firme, de alejarme de él, pero no pude lograrlo.Jura y perjura que está divorciado, que solamente a mí me amó.Tengo dudas, por supuesto, pero cada uno de sus besos, iba derribando todas mis barreras.Aunque…Todo demue
Por Alberto Alice no entendía razones.¿Doble vida?Vivía en dos ciudades distintas… No tenía una doble vida…A Vivián no le importaba que hacía o dejaba de hacer… hasta que se enteró de que me iba a casar con Alice.Sí, posiblemente en ese momento, sí, tenía una doble vida, pero ya no.-Te juro que estoy divorciado.En ese instante alguien tosió en el umbral.Era la mujer que me abrió la puerta.No sé cuánto escuchó de nuestra conversación.Me di cuenta de que la puerta nunca se había cerrado.No me importaba lo que los demás escuchaban o suponían.-No te castigues, si me castigados a mí, vos también terminás lastimada.Digo, ignorando a la mujer que estaba allí.Alice trató de reponerse.-Perdón, Alice, está la gente de Mixer.-Que pasen a la sala.Contestó tratando de sonar segura.Ali se miró en un espejo que había en la pared y se retocó el maquillaje.Sus ojos estaban rojos, las ojeras que se le formaban cuando lloraba no habían desaparecido, sin embargo, ella solamente se est
Por AlbertoTraté de contener la sonrisa.Alice me debe estar odiando, pero no es solamente el cachet de su hermana, son 25 modelos los contratados.Voy a enterarme dónde queda su oficina.Al parecer toma en serio la representación de los modelos.Creció como mujer, pero también lo hizo como persona.Recordé que Lima le estaba pagando la carrera de publicidad y marketing.¿Seguirá trabajando para Lima?¿Por eso tiene las mañanas ocupadas?Mi teléfono suena.-Soy yo, te pasé la dirección de la oficina de Alice y su número de teléfono.Nuevamente las ojeras debajo de sus ojos me decían lo mal que estaba.Quería llorar.Chiquita, hago esto para convencerte de que puedo hacerte feliz, pensaba en silencio.-A las 15, mañana.Dice Ricardo.Alice no volvió a hablar, posiblemente tenga un nudo en la garganta y me estaba maldiciendo mentalmente.Nosotros seguimos hablando de las distintas publicidades dónde Elisa iba a ser la protagonista.Hablamos de los gráficos, de carteles en las canchas d
Por AlbertoRicardo me llamó para avisarme que se iban a reunir con Alice.-No le digas que voy a estar en la reunión.Fue casi una orden.Cerré los ojos.¡La iba a ver!Estaba conmocionado.Quizás me podría escuchar, quizás por fin creería mi versión.Quizás…Llegué a la productora 30 minutos antes de lo acordado.Sally pretendió acercarse a saludarme, pero mi fría mirada le frenó.La recepcionista, muy amable, me acompañó hasta la oficina de Ricardo.Me hablaron de ideas, de números, de cosas que realmente no me importaban en ese momento.Pasaban los minutos más lentos que de costumbre.Yo estaba expectante a cada sonido fuera de esa oficina.Quería verla, decirle, jurarle, amarla…Por fin sentí pasos que se acercaban y unos suaves golpes en la puerta.Al escuchar la voz de la recepcionista, me decepcioné, peor luego presté atención a sus palabras.La puerta se abrió del todo.Sin poder evitarlo, me paré como si tuviera un resorte y en un segundo, la estreché contra mí, envolviéndol
Último capítulo