Por Alice
Cenamos mientras charlábamos tranquilamente, pero sus ojos me devoraban, lo vi mirar mi boca todo el tiempo, me hacía temblar tan sólo de pensar que en un rato me estaría besando y poseyendo.
Fuimos a un hotel, me sacó el vestido casi de inmediato, cuando me vio en ropa interior, vi como su miembro creció inmediatamente, era… descomunal.
Me pregunté cómo era posible que eso cupiera dentro mío, ya me lo había preguntado la vez anterior, pero él era tan cuidadoso, y una vez dentro mío, me olvidaba de su tamaño, en realidad lo sentía y muy profundo, era tan rico tenerlo dentro, que gozaba hasta el infinito.
Me sentía hambrienta de él.
No me reconocía, yo era una persona tranquila, equilibrada, pensante.
Desde que lo conocí, mi pensamiento estaba anulado, en su lugar me comían los pensamientos y las imágenes pecaminosas, apasionadas, también los besos prohibidos…
Mi ansiedad por verlo había tomado mi tranquila personalidad y el equilibrio lo encontraba sólo en sus brazos.
Ya pas