Por Alice
Bajé la escalera, me alisté cuidadosamente, en el viaje de vuelta a mi casa, lo sentí un poco distante, por eso decidí vestirme un poco más provocativa que de costumbre, nada vulgar, pero mi vestigio azul eléctrico, no pasaba desapercibido.
Alberto estaba abajo, se quedó revisando su celular.
Lo estábamos intentando nuevamente.
Me derretía con su trato, pero había mucho que venía con él.
Les tenía miedo a las humillaciones públicas de Vivián, porque realmente no estaba segura de que esa mujer, pese a haber perdido el juicio, se quedase tranquila.
El amor que sentía por Alberto era inmenso y estar sin él me transformaba en otra persona, una sin alegría, pero estar a su lado, era un reto.
Soy una mujer segura, o lo era, hasta que las mentiras de él me pegaron en la cara.
Trato de no ser celosa, pero la desconfianza que él mismo creó, es difícil de evitarla.
A veces soy un mar de dudas.
Habló bastante de Ricardito, se hace cargo del niño, económicamente, me parece maravilloso,