Mundo ficciónIniciar sesiónAitana de la Costa siempre creyó que su vida era perfecta. Esa noche celebraría el tercer aniversario con su amado esposo, Santiago Moreno, el hombre más deseado del país y CEO de Joyerías Moreno, el imperio más prestigioso del sector. Detrás de su brillo público, había sido Aitana—con su creatividad, dedicación y amor—quien impulsó en secreto muchos de los diseños que llevaron a la marca a la cima. Firme y orgullosamente curvy, jamás permitió que las críticas apagaran su luz… hasta que la realidad la golpeó con brutalidad. Al regresar a casa, Aitana encuentra a Santiago en la cama con Valeria Moreno, su hermana. Su alma se quiebra en un suspiro, y la mujer que siempre soñó con un amor estable comprende que todo había sido un engaño. Con la voz firme, declara: —Quiero el divorcio. Pero Santiago solo responde con soberbia. Para él, Aitana no es su esposa, sino una pieza valiosa que “compró” y que jamás permitirá que escape. Su verdadera naturaleza, fría y posesiva, se revela por completo, dejando claro que no piensa dejarla ir… ni viva, ni libre. En medio de su desesperación, surge León Pacheco, el enemigo silencioso de Santiago. León es poderoso, atractivo y tan enigmático como peligroso. Conoce los secretos más oscuros de los Moreno y sabe que el imperio está construido sobre mentiras. Aitana ve en él la única salida. León ve en ella la clave para destruir a su enemigo. Unidos por la traición, el riesgo y una química imposible de ignorar, ambos iniciarán una guerra donde el precio es la libertad… y quizás, un amor nacido del fuego. Aitana está lista para reclamar lo que siempre fue suyo: su vida.
Leer másEn el instante en que lo sabe Aitana, él se siente sorprendido por la mirada fría y calculadora de ella, como si quisiera leerlo por dentro, y él carraspea para verse de nuevo en el presente.
— Perfecto— dice ella— cada una de las condiciones me parecen justas pero…— Su voz duda— ¿Rubra? ¿Joyería Rubra? ¿Eres…?— Su voz se apaga.
— Sí— dice él, disfrutando de la mirada desconcertada de Aitana. — Yo soy el dueño de la joyería enemiga de tu esposo.
Aitana aprieta el contrato una vez más, fuerte y decidido.
En el momento en que comienza a dudar firmar ese contrato.
Había jurado lealtad y amor a su esposo.
“De firmar ese contrato sería atarse a él” Aitana observa a Pacheco quien parece no parpadear observándola “¿qué pasaba con la lealtad a su esposo?”
Las palabras de Santiago llegan como una bendición o como un recordatorio de su maldición al haberse casado con un hombre como ese.
Mientras siga en la cima, serás mía.
— No por mucho tiempo— declara ella y firma con todo el peso de su odio hacia él.
“Ahora estoy atada al enemigo de mi esposo” piensa triunfante.
Días atrás…
¡Pas!
Aitana deja caer el enorme folder que tenía en sus manos, su cuerpo estaba completamente entumecido y la sensación de vacío aumentaba con cada latido de su corazón.
Frente a ella se encontraba Santiago Moreno, el hombre más atractivo de la ciudad, el que había sido su esposo por tres años, y el hombre al que había amado con locura desde la primera vez que lo había mirado.
Y estaba entre las piernas de otra mujer.
— ¡¿Cómo pudiste Santiago?!— Cuestiona ella aun con el aliento atorado en su pecho.
Estaba con Valeria, la que había creído su hermana, porque no podía serlo si estaban teniendo relaciones ¿no?
Al contrario de lo que esperaba ver, el rostro de Santiago con esa mirada color verde que antes había sentido como una luz de esperanza ahora era más una sentencia que una ilusión.
Con una tranquilidad desquiciante, Santiago se giró y se acomodó el pantalón.
Aitana traga saliva, nerviosa.
Cada paso en su dirección era una amenaza, el ambiente sofisticado de ese enorme pent-house que ella había considerado su hogar, el de ella y su amado esposo ahora se resquebrajaba como un cristal después de un enorme impacto…
— ¿Por qué… si me amabas? —Cuestiona Aitana al mismo tiempo que no mueve un solo musculo más.
No puede su cuerpo está en completo shock.
Tac tac tac
El sonido de los tacones de Valeria impactándose contra el mármol del suelo, eran un recordatorio que volvía permanente su dolor.
Aunque Aitana necesitaba alejarse, no podía, su cuerpo solo era un observador más.
Valeria para este momento ya se había acomodado el vestido y limpiado el maquillaje corrido de sus labios.
— Nos vemos después hermanito…— susurra ella acomodando su largo cabello oscuro en su espalda para salir del lugar de forma imponente y segura.
No sin antes acercarse a Santiago y colocar un beso de piquito sobre sus labios, como una burla más cruel a lo que Aitana acababa de descubrir.
— Es tu hermana… me das asco…
— Tranquila Aitana te aseguro que puedo contigo también.— En ese momento Santiago extiende su mano para tocar a Aitana pero ella consigue retomar el control de su cuerpo y se mueve.
— ¡Me das asco! — Esa frase hace que el rostro de Santiago cambie y se vuelva más áspero.
— No era eso lo que decías anoche, cuando te entregabas a mí peor que una zorra cualquiera, deseosa de mis besos de mis caricias… — Se burla Santiago.
— Se suponía que contigo podía hacerlo, que mi deseo era correspondido por el tuyo, que a pesar de mi cuerpo tu…— Dice Aitana con la garganta cerrada— Hoy es nuestro tercer aniversario de matrimonio, y te estabas acostando con otra… y nada más ni nada menos que tu hermana… ¿ qué clase de enfermo eres?— Jadea Aitana con la rabia inundando su rostro… su alma.
Porque él se había comportado como si la amara en todo momento, jamás había pensado que esto era parte de un engaño.
Pero esto no podía pasarse por alto. Solo en pensar en todas las veces que la tocó, que la besó después de haber estado con ella le repugnaban…
Y sin pensarlo dos veces dice en voz alta…
— Quiero el divorcio.— Su voz era clara.
La impresión de Santiago era una burla, ¿qué otra cosa esperaba después de lo que había descubierto?
Santiago se gira dejando su aura de poder en el aire y se sirve un wiski a las rocas, y Aitana lo observa con las manos temblorosas.
— Quiero el divorcio.- repite esta vez más segura, al mismo tiempo que se da media vuelta para recoger algunas de sus cosas en su habitación y largarse de ahí— no hay nada que discutir.
Ella solo alcanza a dar un par de pasos cuando escucha la voz tajante de Santiago.
— Jamás…
— No puedes obligarme a estar a tu lado… me voy quieras o no.
Aitana comienza a caminar de nuevo no pensaba darle el gusto de verla destruida.
— Jamás dejarás de ser mía— Declara Santiago— Eres una extraña pieza de arte que compré y yo jamás pierdo.
— ¿De qué hablas? Estás loco yo me largo de aquí.
*Plas*
Aitana jadea a un lado de su rostro se estampó el vaso de cristal que había usado Santiago haciéndose añicos, incluso un pequeño cristal se impactó en su mejilla haciendo una pequeña cortada.
— Eres mía porque tu padre me lo suplicó, porque al ser así de gorda y desagradable nadie iba a amarte solo por ser tu misma, y ese viejo lo sabía, ofrecerme todo era un premio por estar entre tus piernas incluso te agregó como parte de un acuerdo…— Las palabras llenas de satisfacción al poder decirlo eran estacas en el alma de Aitana— tu eres solo parte de un trato en el que yo salgo ganando, él te vendió como otra más de sus piezas, justo antes de volverse una carga.
Aitana intentaba respirar pero no podía, todo lo que creía que era su mundo se había basado en una horrible mentira, una falsa ilusión.
Pero recordar las sonrisas de ese monstruo que tenía detrás era como un tormento…
— Eres tan mía que no permitiré que lo olvides…- La voz de Santiago se encontraba solo a unos centímetros detrás de ella… su piel se erizó y de manera instantánea trata de correr, escapar, esconderse, pero era demasiado tarde.
Santiago la toma de la cintura y a pesar de sus golpes y resistencia la arroja en la cama.
— ¡Aléjate! ¡Déjame! — Grita ella desesperada.— ¡Me das asco!
— Aprenderás que aquí mando yo, y no puedes hacer nada para evitarlo… quieras o no, tu gordo y enorme cuerpo será mío cada que me plazca. — Santiago se sube sobre el cuerpo de Aitana deshaciendo su ropa en dos.
Ella siente cómo su alma va despegándose de su cuerpo, en un intento por evitar sufrir eso que sabe que va a suceder, él tenía más fuerza y solo aprieta los ojos dejando correr una lágrima por su mejilla, como un intento de lavar lo sucia que se sentía.
La noche sería inolvidable… aunque no como ella lo había pensado…
Ahí con la luz de la luna Aitana sentía que su cuerpo no era suyo, que su alma no le pertenecía y su vida no tenía sentido.
En el ventanal enorme del tamaño de la pared, ahí en el pent-house donde Santiago siempre se había sentido el Dios del universo, inalcanzable y sobre todo invencible, se encuentra moviendo una copa de vino tinto de forma controlada una y otra vez. El contenido giraba.El vino iba y venía con su fuerza.Así era como le gustaba controlar absolutamente todo lo que sucedía en su vida.Jadea, frustrado, y toma un trago de ese vino que había estado manipulando una y otra vez.En ese momento el reflejo del cuerpo de Aitana se ve difuso y en el momento que se gira no hay nadie…“Me estoy volviendo loco, esto no puede ser, no puedo desear a ese tipo de mujer” piensa.Sin embargo, cierra los ojos.— Se siente tu ausencia.— Susurra él, maldiciéndose una y otra vez, maldiciéndola a ella. —¿Dónde estás, Aitana? ¿Por qué te fuiste? ¿Quién te alejó de mí? ¿Y con qué perro derecho? — Cuestiona al inmenso vacío del exterior.Al mismo tiempo que siente el pent-house muy grande, muy frío, demasiado vac
León observa el dolor de Aitana y su rostro está a punto de desfigurarse por completo por el dolor.— Escúchame, él… tu padre, está vivo.— La palabras salen arrebatadas. — ¡Déjame…! ¡Déjame!Él la toma por el rostro haciéndola mirarlo a los ojos, obligándola a centrar su atención en el… y sólo en él.— Tu padre está vivo.— Repite esta vez con más calma para dejarla procesar lo que intentaba decirle.Aitana se congela en el momento en que escucha esa frase.— ¿Cómo?“Esto debe ser un sueño, o una pesadilla” Piensa Aitana buscando alguna clase de inconsistencia en su alrededor, algo que le dijera que no era real, las paredes, los muebles, el rostro de León pero…Las palmas de las manos de él sobre su rostro se sentían cálidas, suaves y reales.Ella cierra los ojos, negando con la cabeza, su desesperación podía jugarle malas pasadas.—No, Santiago… Santiago me dijo… que ahora… estoy… sola que...— No estás sola… — Dice el…“Me tienes a mí” Ese pensamiento lo sorprende, ¿Qué estaba p
Santiago abre los ojos y alcanza a observar una luz brillante, casi cegadora, que lo hace volver a cerrar los ojos.—Hijo, hijo, ¿te encuentras bien? —el viejo Roel Moreno, se acerca a él y, con sus manos cálidas, comienza a mover las manos de su hijo.— ¿Qué pasó? ¿Qué ha sucedido? —cuestiona Santiago de manera desesperada ubicándose en la habitación de un hospital.— Tuviste un accidente —responde Roel, con la voz firme, pero con los ojos brillantes ante la ilusión de ver a su amado hijo consiente. — ¿No lo recuerdas?— ¿Cómo?—Sí —Dice Roel—Fuiste embestido por otro auto y rodaste por la carretera, gracias al cielo, no pasó a mayores, y has despertado, finalmente has despertado.— ¿Cómo que finalmente? ¿Cuánto tiempo estuve dormido? ¿Por qué… —dice él, al mismo tiempo que había tratado de levantarse, pero un dolor serpenteante atraviesa su pecho.—No, no te muevas, tranquilo, una de tus costillas salió un poco lesionada, pero el doctor te explicará ahora que estás consciente —dic
Aitana siente como todos los ojos se centran en ella, era la atracción principal de todo este ridículo.— Dime ¿qué demonios estás haciendo aquí?— Grita él al mismo tipo que se acerca de forma amenazante en dirección de la rubia.— Oye no le grites así… — Lore se levanta de la silla para querer defender a su amiga.— ¡Cállate!— grita Santiago esta vez refiriéndose a Lore y en ese momento baja la voz para asegurarse que su susurro solo sea escuchado por ella— tú no te metas o ¿quieres que te quite la pequeña placa de juguete por la que tanto batallaste en un solo chasquido de dedos?— cuestiona el hombre.En ese momento Aitana se levanta tomando la mano de Lore que se había vuelto un puño, y seguro se iba a impactar directamente en la cara de Santiago.— Déjala tranquila, aquí estoy, ¿qué quieres?— Cuestiona ella— solamente estoy tratando de tener una comida en paz.— ¿Una comida en paz?— Cuestiona a Santiago al mismo tiempo que la toma de la muñeca y comienza a jalarla— no, tú te
Aitana estaba expulsando el aire de sus pulmones, frente a ella se encontraba un hombre enigmático completamente arrollador.El poder que emanaba de su cuerpo era tal que la rubia no podía siquiera parpadear, sus ojos color café claro en un tono parecido al del oro fundido le dejaban claro que una sola mirada era una declaración de sentencia.Ella traga saliva nerviosa, pero a pesar de su impacto alcanza a preguntar.— ¿Quién eres tú?El hombre enigmático sonríe de manera cálida y coqueta al mismo tiempo que se acerca y coloca la mano en el cristal exactamente donde ella había puesto su mano un instante antes.— Yo soy un adorador de la belleza— declara él de forma firme — Un amante de lo exquisito y exclusivo, incluso… — dice él girándose para prácticamente derretirla con la mirada — cada una de estas piezas confirman mis palabras…El silencio que se instaló entre ellos era intrigante… maravilloso.“Que estas mirando Aitana… estás casada… esto debe ser… ¿por qué? ¿Por qué querr
Aitana se mira de nuevo en el espejo.— Ésta es una oportunidad— se dice a si misma al mismo tiempo que respira profundo, ha decidido ir a la reunión, porque sin importar quien sea ese desconocido no puede ser peor que el desgraciado de su esposo.Respira profundo y baja por el ascensor hasta que llega a la planta principal donde se encuentra con el guardia de la entrada principal.— Señora…— Dice el guardia con la mirada hacia el suelo.— ¿Qué sucede?—Cuestiona Aitana al mismo tiempo que le sonríe— ¿Todo bien?— La verdad es que no — dice el guardia con la voz un poco más firme— El señor Moreno nos ha pedido que la resguardemos en el pent-house.— ¿Resguardarme?— cuestiona Aitana sin poder comprender la osadía que estaba haciendo Santiago — ¿Cómo que resguardarme?— Cuestiona Aitana.— Sí, es por su seguridad — dice el guardia a pesar de tener la cara plagada de vergüenza.— Yo voy a salir— Dice Aitana queriendo dar un paso en más en dirección de la puerta principal, sin emba
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