Mundo de ficçãoIniciar sessãoAitana se mira de nuevo en el espejo.
— Ésta es una oportunidad— se dice a si misma al mismo tiempo que respira profundo, ha decidido ir a la reunión, porque sin importar quien sea ese desconocido no puede ser peor que el desgraciado de su esposo.
Respira profundo y baja por el ascensor hasta que llega a la planta principal donde se encuentra con el guardia de la entrada principal.
— Señora…— Dice el guardia con la mirada hacia el suelo.
— ¿Qué sucede?—Cuestiona Aitana al mismo tiempo que le sonríe— ¿Todo bien?
— La verdad es que no — dice el guardia con la voz un poco más firme— El señor Moreno nos ha pedido que la resguardemos en el pent-house.
— ¿Resguardarme?— cuestiona Aitana sin poder comprender la osadía que estaba haciendo Santiago — ¿Cómo que resguardarme?— Cuestiona Aitana.
— Sí, es por su seguridad — dice el guardia a pesar de tener la cara plagada de vergüenza.
— Yo voy a salir— Dice Aitana queriendo dar un paso en más en dirección de la puerta principal, sin embargo un par de hombres bloquean su camino.
— No se lo recomiendo, las indicaciones son claras, no puede salir.
— Pero no me pueden tener aquí encerrada— dice Aitana con la desesperación llegando a su garganta, si no llegaba a esa reunión tal vez perdería la única oportunidad que tenía de liberarse de la cárcel que era Santiago, su esposo.
Sin dar oportunidad a cualquier movimiento los dos guardias la toman por los brazos de forma brusca para regresarla al elevador y presionar el botón que la regresaba al Pent-House.
— ¡Maldito! ¡maldito!— Grita Aitana una y otra vez en el ascensor pateando las paredes sin embargo en cuanto las puertas se abrieron y entra en el pent— house decide hacer una llamada.
— Lore necesito tu ayuda…
— ¿Qué sucede?— Cuestiona su amiga.
— El maldito de Santiago me tiene encerrada necesito salir, si no llego a tiempo perderé la cita con el hombre de la tarjeta…
— ¿Hombre? ¿de qué hablas?— cuestiona Lore sorprendida por lo que acababa de decirle su amiga.
— No importa solo necesito salir de aquí.
— Perfecto— susurra Lore con una sonrisa— Prepárate en diez minutos llegaré a la torre.
Todo pasa demasiado rápido sólo es cuestión de que pasen unos cuantos minutos para que la alarma contra incendios comience a sonar de forma estruendosa y Aitana tiene que cubrirse los oídos.
— ¿Pero qué pasa? ¿Qué está sucediendo?— Dice ella al mismo tiempo que comienza a buscar la fuente que causó que prendiera la alarma pero no había humo por ninguna parte.
Tres minutos después de forma inexplicablemente rápida, un carro de bomberos se encontró estacionado en la puerta principal de la torre Sol Ardiente y Aitana no pudo perder la oportunidad de salir de ese lugar en cuanto el elevador hizo un clic anunciando que los bomberos habían llegado.
En el instante en que Aitana observa el desastre que se ha vuelto la entrada alcanza a observar a su amiga completamente sorprendida mirando desde el otro lado de la acera.
La rubia corre evadiendo a los guardias que se encuentran ahí y subiendo a su auto.
— Pero ¿que acaba de pasar? ¿Qué es todo eso? se supone que venía a rescatarte en mi corcel blanco — dice Lore llena de sarcasmo.
— No lo sé pero esta princesita se ha escapado de la torre vamos tengo una dirección a la que necesito llegar
Lore asiente sin cuestionar cuáles serán los planes de Aitana, en este punto cualquier avance para que se alejara de ese maldito zángano era una excelente decisión.
Mientras ellas escapaban en medio del caos a un costado alguien habla por teléfono observando el auto blanco alejarse.
— Señor, ella ha logrado salir…
— Perfecto— Responde una voz profunda— todo saldrá como debe ser.
Aitana suspira tranquila en el instante en el que mira la hora justo habían llegado a tiempo para la reunión.
— ¿Y ahora qué debemos hacer?— Cuestiona Lore de manera inquieta al mismo tiempo que observa a su alrededor y se da cuenta que ese lugar es extrañamente sencillo.
Frente a ellas se encontraba un edificio de tres pisos de altura con una pequeña fachada de oficinas y absolutamente nada que dijera qué había adentro
En el instante en que Aitana va a bajarse del auto pequeño y blanco de Lore ella extiende su mano la detiene.
— Estás segura ¿Con quién vienes? ¿De quién se trata?
Aitana traga saliva sin embargo poco a poco deshace el agarre de su amiga.
— Tranquila sé lo que hago.
— Yo también —dice Lore bajándose ella primero del auto— Te acompaño, cualquier cosa…— Ella muestra de forma discreta la placa de policía después de varios años de intentos.
Justo al entrar al edificio Aitana se encuentra con una mujer delgada y rubia que al levantar la mirada solo sonríe a ambas.
— ¿Aitana de la Costa?— cuestiona.
— Sí…
— Solo usted puede pasar.
— Pero…—Lore es detenida por Aitana.
— Sígame por favor… — La mujer ignoró las quejas de Lore quien estaba con la piel chinita ante lo raro de todo.
El ambiente era completamente abrumador, sin embargo en el momento en que ambas entran en el elevador y la joven rubia toca botón que se encuentra en la placa Aitana siente que en lugar de subir…
Comienza a bajar, su estómago se encoje al movimiento.
— Disculpe ¿A dónde vamos?
La joven rubia se gira le sonríe.
— Pronto lo sabrá señorita de la Costa…
Solo esa frase provoca que Aitana sienta que es un completo error todo esto.
En el momento en que las puertas del elevador se abren Aitana siente un cambio en el aire.
Más denso, más pesado, sin embargo sólo es cuestión de que ella dé un paso fuera del cuadro del elevador para cuando esas puertas comienzan a cerrarse y la joven rubia la deje completamente sola en ese lugar.
— ¿Qué debería hacer ahora?— cuestiona Aitana.
Pero en ese momento pequeñas luces de forma sutil comienzan a encenderse para mostrarle distintas piezas de joyería única en unos estantes como si de un museo se tratara.
Aitana se queda sorprendida ante los collares inmensos y llenos de historia que ella podía reconocer de manera inmediata extiende la mano para tocar el cristal donde se encontraba el collar de “El último lamento” Una joya que tenía tres diamantes principales para ser rodeada por cientos de ellos más pequeños…
Que fue utilizada en el funeral del rey, por la misma reina.
—Señorita de la Costa…— Una voz profunda, gutural y sobre todo sensual hizo que Aitana sienta que cada una de las terminaciones nerviosas de su cuerpo reaccionen en respuesta.
“¿Qué es todo esto? “ Piensa ella al instante que se gira para encontrarse con un hombre arrolladoramente atractivo, alto, fuerte y con los ojos dorados más peligrosos que había visto jamás.
— Finalmente nos vemos cara a cara— Declara el hombre, y sólo es cuestión que haga una seña para que todas las luces comiencen a encenderse y mostrarse de forma clara frente a ella.
Aitana ha perdido la capacidad de respirar, el hombre imponente que estaba frente a ella parecía consumirla con solo la mirada.







