Santiago abre los ojos y alcanza a observar una luz brillante, casi cegadora, que lo hace volver a cerrar los ojos.—Hijo, hijo, ¿te encuentras bien? —el viejo Roel Moreno, se acerca a él y, con sus manos cálidas, comienza a mover las manos de su hijo.— ¿Qué pasó? ¿Qué ha sucedido? —cuestiona Santiago de manera desesperada ubicándose en la habitación de un hospital.— Tuviste un accidente —responde Roel, con la voz firme, pero con los ojos brillantes ante la ilusión de ver a su amado hijo consiente. — ¿No lo recuerdas?— ¿Cómo?—Sí —Dice Roel—Fuiste embestido por otro auto y rodaste por la carretera, gracias al cielo, no pasó a mayores, y has despertado, finalmente has despertado.— ¿Cómo que finalmente? ¿Cuánto tiempo estuve dormido? ¿Por qué… —dice él, al mismo tiempo que había tratado de levantarse, pero un dolor serpenteante atraviesa su pecho.—No, no te muevas, tranquilo, una de tus costillas salió un poco lesionada, pero el doctor te explicará ahora que estás consciente —dic
Leer más