Capítulo 6.

Aitana estaba expulsando el aire de sus pulmones, frente a ella se encontraba un hombre enigmático completamente arrollador.

El poder que emanaba de su cuerpo era tal que la rubia no podía siquiera parpadear, sus ojos color café claro en un tono parecido al del oro fundido le dejaban claro que una sola mirada era una declaración de sentencia.

Ella traga saliva nerviosa, pero a pesar de su impacto   alcanza a preguntar.

—  ¿Quién eres tú?

El hombre enigmático sonríe de manera cálida y coqueta al mismo tiempo que se acerca y coloca la mano en el cristal exactamente donde ella  había puesto su mano un instante antes.

—  Yo soy un adorador de la belleza—  declara él de forma firme — Un amante de lo exquisito y exclusivo, incluso… — dice él girándose para prácticamente derretirla con la mirada — cada una de estas piezas confirman mis palabras…

El silencio que se instaló entre ellos era intrigante… maravilloso.

“Que estas mirando Aitana… estás casada… esto debe ser… ¿por qué? ¿Por qué querría verme un hombre como él?“piensa ella confundida.

—  El último lamento — dice él refiriéndose al collar—  una pieza exquisita que según la leyenda indica que esos tres enormes diamantes son las tres únicas lágrimas que se le vio a la reina derramar por el amor  que le tenía a su esposo.

 Aitana respira profundo y un olor maderado, cálido y con otro toque que no podía identificar se instala en sus fosas nasales

— ¿Y qué tiene que ver conmigo?— Cuestiona ella—  Ya tiene muchas piezas ¿qué es lo que quiere?

El hombre se gira.

—  Señorita de la Costa usted es un diamante en bruto, que no pienso desaprovechar…

Esas palabras de forma inexplicable hacen que la piel de Aitana se erice por completo, al mismo tiempo que la mirada cálida y provocadora se siente como una caricia misma en su piel.

—  ¿Quién eres?—  Dice ella esta vez más inquieta.

—  Me llamo León Pacheco…

“ Un nombre bastante prudente” piensa Aitana.

— Y me dedico a la joyería, tú eres diseñadora de arte, diseñadora de piezas únicas  y quiero que trabajes para mí…

— Pero ¿Qué es lo que ofreces? — Cuestiona Aitana como si tuviera demasiadas opciones, sin embargo sólo con escucharlo su corazón se salta.

“Podría trabajar para alguien más y… si tenía suerte cubrir las necesidades de su padre” piensa emocionada.

— ¿Qué es lo que necesitas Aitana?- Su voz era tan cálida que la sola frase se sintió intima, provocadora y sensual.

Aitana levanta una ceja pero se mantiene en silencio.

—  Eso es lo que tendrás…— Continua León. 

 Aitana respira profundo.

— ¿Cuál es tu marca?

— Eso no importa.

—  ¿Cuántas piezas necesitas?

—  Las regulares, las mismas que se elaboran en cualquier colección.

La rubia aprieta las manos ese hombre no soltaba una sola pieza de información.

— Si sabes que cada colección es relativa dependiendo del concepto a tratar y el tipo de clientes ¿Verdad?

La tensión en el aire incluso la cercanía de ese hombre hace que Aitana se sienta acalorada y da un paso hacia atrás de forma automática.

— Lo sé perfectamente. Pero la información es confidencial, y hasta que no aceptes no puedo darte más detalles.

Aitana asiente ella sabe que el mundo de la joyería y más en ciertos círculos es matar o morir.

  En ese  instante ella recuerda las palabras de Santiago…

“Mientras esté en la cima siempre serás mía”

Y eso hace que decida una enorme realidad.

“Solo es cuestión de destruirlo” Piensa Aitana  de forma contundente y en ese instante su mirada brilla de manera fugaz, encantando a León más de lo que podría aceptar.

Verla finalmente así a solo unos cuantos centímetros, lo hacían desear…

“¿Qué cosa León? No te confundas, las cosas deben ser siempre claras tienes un propósito, no pierdas la visión de el” piensa carraspeando, llamando la atención de la rubia.

—  Bien, solo tengo una condición— dice  Aitana de forma concreta— Necesito que garantices el tratamiento de mi padre de manera permanente y  bajo contrato, sin condiciones y sin plazos, después de eso podremos ponernos de acuerdo en todo lo demás.

Una sonrisa de medio lado hace que las mejillas de León tengan un par de hoyuelos, encantando  a Aitana quien siente una especie de  corriente eléctrica en sus manos.

— ¿Algo más?— cuestiona él al mismo tiempo de la observa de forma contundente.

Aitana se encoge de hombros como si no estuviera en medio de la nada, sin una sola compañía, frente a un desconocido.

— Para mí eso es suficiente. ¿Y para ti?— Cuestiona ella— ¿Qué sería suficiente?

León siente como si una electricidad lo recorriera por completo.

La sola presencia de Aitana alteraba cada uno  de sus sentidos, sin embargo debía mantenerse en su papel.

— Eso sería todo.— declara al mismo tiempo que extiende su mano para indicarle la salida a la rubia —Tendrás noticias mías.

 Aitana asiente y comienza a caminar de manera nerviosa hacia la salida.

 “¿Qué había sido todo eso? ¿Qué era lo que estaba pasando?”

Sin embargo en cuanto a Aitana entra en el cuadro del ascensor, León respira de forma profunda por primera vez y toma su teléfono para hacer una llamada y decir tres palabras.

— Inicia el plan.

— — —  * * * — — — * * *

— Esto es una locura— susurra Lore en medio de un restaurante al escuchar cada una de las cosas que le había dicho  Aitana— ¿Cómo puede ser posible que hayamos ido a un edificio donde no conocíamos a nadie?

— Shhhh — La silencia  Aitana—  Simplemente en ese momento lo miré…  Prudente— dice ella un poco más insegura rascándose la nuca—  Pero escucha me ha ofrecido  trabajo.

En ese momento ella misma estaba que no se lo creía, era todo como un sueño, podía imaginar lo que se sentiría ella misma pagar por los servicios médicos  de su padre y alejarse de Santiago.

—  ¿De verdad?— cuestiona Lore cambiando de actitud de inmediato a una más alegre— ¿Quién es? ¿En qué joyería se encuentra? ¿A qué lugar pertenece? ¿O acaso él también es un  orfebre como tu padre? Eso sería increíble.

Aitana cierra los ojos y piensa en el hombre fuerte, sensual y monumental que había visto, definitivamente todo su impecable aspecto indicaba cualquier cosa menos que era un orfebre.

 “Contrólate Aitana sea lo que sea tu esposo… estas casada… aunque no lo desees, aunque quieras retroceder en el tiempo y evitarlo, eso no sirve de nada porque sigues ca-sa-da” Piensa desconsolada.

— No, creo que él tiene una marca o algo parecido pero en este punto creo que quiere hacer un esti…

En ese momento es interrumpida por un grito que inundó el lugar.

 — ¡Aitana! — grita de manera contundente Santiago en la puerta del restaurante llamando la atención de todos los presentes— ¿Qué haces aquí?

Todos se giraron para ver un hombre con la respiración agitada y con ambas manos extendidas cubriendo todo lo posible del marco de la puerta, como un toro a punto de atacar.

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