Mundo de ficçãoIniciar sessãoAitana se encontraba temblando en el asiento del auto deportivo de Santiago…
Las palabras de la nota que había recogido de parte de Rosa la enfermera de su padre, no salían de su cabeza.
La vida de su padre corría peligro y a pesar de no saber de qué se trataba, Rosa había escuchado pequeñas conversaciones que daban a entender que solo era cuestión de tiempo antes de que su padre fuera eliminado según las indicaciones.
— Necesito… necesito que quites esa estúpida cara de tristeza. — Santiago la ha regresado al presente de manera inevitable.— Recuerda que mi padre se preocuparía de no verte con la sonrisa permanente que siempre te caracterizó.
— ¿Sabes que te detesto con toda mi alma?— Responde a Aitana con la voz sombría.
— No necesito que me ames, maldita gorda, no necesito que me quieras, es más… disfruto de tu odio— Declara Santiago con sarcasmo— Sin embargo tienes que cumplir con tu función de tapadera, eres la feliz esposa de Santiago Moreno enamorada y completa, sino una sola llamada es la diferencia entre la vida y la muerte de tu padre.
— No te atreverías—Lo interrumpe ella desesperada.
— ¿Quieres intentarlo?— Cuestiona Santiago tomándola del cuello y acercando el rostro de Aitana hacia el de él — Dime ¿quieres intentar descubrir de qué soy capaz?
En ese momento Santiago siente que se excita, al ver la mirada altiva y retadora de parte de Aitana, sin embargo él la arroja con desprecio hacia la puerta del auto, haciéndola que su cabeza sea golpee contra el cristal.
— Compórtate, lo quiero todo perfecto Aitana… Per-fec-to.
En el momento en que las puertas se abren, Aitana sonríe con la ilusión de mantener con vida a su amado padre, frente a ella se encontraba Roel Moreno, el padre del bastardo que tenía por esposo.
— Aitana cariño—saluda el hombre con una calidez que regularmente la hacía sentir amada, en el momento en que se saludan, llega Valeria con un vestido corto y al cuerpo.
— ¡Hermanito!— Grita ella al mismo tiempo que se acerca para abrazarlo y pegar sus pechos de forma insinuante en el cuerpo de Santiago.
“¿Cómo pude ser tan ciega?” piensa Aitana al mismo tiempo que se deja guiar al comedor de la mano de su amable suegro. “Cada movimiento y acercamiento de ambos destila deseo”
Ahora podía verlo con claridad.
Momentos después Aitana está revolviendo la comida con el tenedor de diseño exclusivo como todo lo de esa enorme mansión, cada detalle gritaba, clase, poder, dinero, pero seguía teniendo a un lado a Santiago, quien le sirve de manera atenta otra copa de vino.
— Cariño, debes cuidarte, recuerda que puedes descansar estando a mi lado…— susurra Santiago con una voz tenue y atenta, completamente falsa— Come no te malpases cariño.— La burla a su peso estaba clara… al menos para ella.
— Aitana cariño, supongo que no tienes tanta hambre… ¿estás a tiempo con la nueva colección de joyería? — Cuestiona Roel de forma tranquila.
— No lo….
— Sí padre ya lo ha terminado— Interrumpe Santiago— incluso hace unas noches en nuestro tercer aniversario me lo entregó, cada pieza es exquisita…— termina él con una sonrisa permanente en los labios.— Ella es mi luz padre… esa que no quiero compartir…
Era verdad, ante la impresión de su engaño con su propia hermana, ella lo había olvidado por completo y ya la tenía en sus malditas garras.
Y lo disfrutaba, veía la satisfacción de sus ojos al enfocarla.
— Me encanta cada uno de tus trabajos Aitana, sacaste el talento de tu padre…
En ese momento ella siente que su necesidad de hablar la recorre de decirle la verdad a ese hombre que había sido tan bueno con ella, al ver que al otro lado de su esposo se encuentra Valeria sobando el miembro de Santiago provocando en ella unas inmensas ganas de vomitar.
— Lo siento…— susurra Aitana antes de levantarse de la mesa y cubrir sus labios para entrar a cualquier baño, aunque la voz ronca de Roel llega como un susurro.
— Sería maravilloso que nos sorprendieran con un pequeño bebé, verdad ¿hija?
— Por supuesto padre, un niño de Santiago es lo que más deseo…— responde Valeria con la voz dulzona.
Ya dentro del baño Aitana se lava el rostro…
— Tranquila, no puedes soltar la verdad… — Mira el reflejo de su rostro completamente pálido, había perdido el brillo con solo unos cuantos días, no podría resistir demasiado así.
La vida de Roel corre peligro, al saber algo como ésto podría sufrir un infarto, su corazón no lo soportaría además…
En eso piensa desconsolada en el rostro de su padre.
— No puedo sólo pensar en mí, necesito asegurar que mi padre esté con vida, sé que el despertará… Solo necesita tiempo.
No pasa demasiado tiempo para cuando esa horrible farsa se termina y ambos van en camino al pent-house, Santiago la deja a medio camino desacelera a un lado de una calle sola.
— Bájate… — Ordena sorprendiéndola…
— Pero… que di…
— ¡Que te bajes!— Grita de nuevo Santiago— ¿O quieres que quite mi calentura entre tus piernas? Porque puedes ser tú, sin problema aunque Valeria me esperará desnuda en la cama…
Solo con escucharlo Aitana siente cientos de hormigas recorrer su piel y se baja en medio de la carretera, sin importarle cómo llegar a su hogar…
“Hogar“ piensa con desgana, “Vaya broma”
En el momento en que cierra la puerta del auto Aitana solo escucha el rechinido de las llantas del auto de Santiago al acelerar.
“Es mejor así, de encontrarme de nuevo entre sus brazos…” piensa ella buscando una forma de conseguir un lugar donde quedarse, sabía que ellos estarían en el pent-house y no quería escucharlos fornicar.
— Tal vez un café sea una buena idea… — En medio de las luces envueltas por la oscuridad de una ciudad tan encantadora como en la que vivía, ella respira profundo y lo hace de verdad por primera vez en demasiado tiempo…
Después de encontrar una pequeña cafetería envuelta por paredes tapizadas por libros la hacen sentir como en casa.
Aitana pide un latte y se sienta en una mesa a ver el ir y venir de los autos… Asombrada por lo volátil de su vida…
Ahora no tenía nada con lo que defenderse, solo…
— Señorita de la Costa…— La voz profunda y fuerte de un hombre provoca que ella se gire de inmediato sorprendiéndose al ver a un hombre fuerte, vestido de traje negro sirviendo su café…
— ¿Sí?— Responde ella con la voz temblorosa.
El enorme hombre deja el latte con demasiado cuidado sobre la mesa justo frente a ella, y a un lado pone una pequeña tarjeta para después dar media vuelta y alejarse dejando el olor a su colonia flotando en el ambiente.
Aitana estaba demasiado confundida sin embargo lee la tarjeta.
“Tengo la respuesta a tus dudas y la solución a tus problemas” después de eso estaba una hora y dirección.
Aitana se gira en busca del mensajero que parecía más un soldado pero había desaparecido en medio de la noche.
— ¿Quién quiere verme? — Susurra de forma inconsciente.— ¿Por qué tanto secretismo?
En ese momento toma su teléfono y llama a su única amiga.
— Lore… ¿Tienes espacio para alguien más en tu casa hoy?
Al otro lado de la calle, un par de ojos color dorado la observan con detenimiento, y el enorme hombre misterioso se acerca a él.
— Trabajo hecho señor.







