Mundo de ficçãoIniciar sessãoHana, una hermosa omega, sufre bajo el yugo de un alfa despiadado que la golpea y humilla tras descubrir que no puede tener hijos. Desesperada por escapar de su cruel destino, su vida da un giro inesperado cuando Adrien DuPont, el justo y enigmático líder de la manada de Emberwood, la rescata. Adrien como nuevo líder, está obligado a casarse. Sus padres le dan un ultimátum: debe elegir a una omega para casarse o ellos lo harán por él. Buscando una solución, Adrien le propone a Hana que finja ser su prometida, esperando ganar tiempo para resolver su problema. Él debe lidiar con la amenaza de lobos rebeldes y la venganza de Jackson, el antiguo alfa de Hana, que está decidido a recuperarla a cualquier costo, mientras los sentimientos surgen entre ambos lobos.
Ler maisEl viento frío soplaba a través de las ventanas abiertas de la mansión Bell, un recordatorio de que el calor del hogar nunca llegaba realmente a tocar a Hana. Caminaba con pasos ligeros, susurrando excusas en su mente, como si pudiera anticipar los reproches que le aguardaban. Las paredes de ese lugar, opresivas y amenazantes, parecían testigos silenciosos de su dolor, un dolor que Jackson siempre se encargaba de hacer visible con palabras cortantes.
El sonido de la puerta al cerrarse con un estruendo la hizo estremecerse. Sabía lo que venía. El eco de sus propios pasos sonaba como el preludio de la tormenta que estaba a punto de desatarse. Jackson estaba parado en el centro de la sala, su figura imponente y autoritaria se alzaba, como si el peso de su frustración pudiera aplastarla en cualquier momento. La ira contenida en sus ojos oscuros la atravesó antes de que su voz siquiera la alcanzara.
—¿Qué es lo que no entiendes, Hana? —rugió, su tono cargado de desprecio—. Eres una Omega inútil. ¡No puedes darme cachorros, ni siquiera puedes cumplir con lo único que se espera de ti!
Cada palabra era como un golpe invisible, hundiendo aún más sus hombros, ya frágiles por el peso de sus propios miedos. Las lágrimas se acumulaban en sus ojos, pero Hana se negó a dejarlas caer. No frente a él. No le daría el placer de verla quebrarse.
—Lo… lo siento, Jackson —murmuró, tratando de sonar firme, aunque sabía que sus disculpas no tenían valor alguno para él. Jackson se acercó a ella de un solo paso, su presencia invasiva, haciendo que el aire pareciera más denso a su alrededor.
—"Lo siento" no es suficiente —espetó mientras la sujetaba bruscamente por el brazo, el agarre tan fuerte que dejó marcas al instante—. He esperado suficiente tiempo, y aún así, nada. ¿Para qué te tengo aquí si ni siquiera puedes darme un heredero?
La ira en su tono se transformaba en veneno puro. Hana cerró los ojos, deseando estar en cualquier otro lugar, en cualquier otro momento. Pero la realidad la mantenía atrapada.
Jackson la soltó con desdén, empujándola hacia el suelo. Hana cayó de rodillas, el impacto reverberando a través de sus huesos, pero fue el dolor en su corazón lo que la hizo encogerse más. Nunca había sentido tanto vacío. El peso de las expectativas de Jackson la asfixiaba, haciéndola desear desaparecer.
—¿Por qué no puedes ser como las demás Omegas? —la voz de Jackson la cortó de nuevo—. Ellas cumplen su deber. Ellas no tienen este problema.
El silencio que siguió fue ensordecedor. Hana sabía que nunca sería suficiente para él, que su incapacidad de concebir no era solo una falta biológica, sino una marca imborrable que la convertía en una decepción a los ojos de Jackson.
—Voy a buscar otra Omega —amenazó Jackson, con un tono frío que la estremeció—. Alguien que sí pueda cumplir con su propósito.
Las palabras golpearon como una daga, pero Hana permaneció inmóvil, sabiendo que cualquier reacción solo empeoraría las cosas. ¿Qué podía decir? ¿Qué podría hacer? Jackson no quería oír sus disculpas ni sus justificaciones. Para él, su valor se había reducido a una única cosa: su capacidad de darle hijos, y al fallar en ello, para él, ya no valía nada.
La crueldad con la que la miraba, con una mezcla de decepción y desprecio, fue lo peor de todo. Hana se levantó lentamente, con las rodillas temblorosas, evitando su mirada.
—Vete de mi vista —dijo Jackson con voz gélida—. No quiero verte hasta que seas capaz de cumplir con tu deber.
Hana, con el corazón destrozado, salió de la sala, sintiendo el peso de la humillación y el dolor como una carga imposible de llevar. Cada paso que daba la alejaba físicamente de Jackson, pero no de sus palabras que seguían retumbando en su mente, erosionando lo poco que quedaba de su espíritu.
…
Jackson había regresado temprano al otro día, algo inusual.
—Bienvenido... —Estaba preparando la cena y sólo por respeto lo saludó al verlo. No obstante, al acercarse, vio a Bell pasar de largo, ignorándola, como si Hana fuera una simple sombra. Su supuesto esposo traía de la mano a otra mujer, una más delgada y alta que ella.
Él había llevado a su amante a su propia casa, sin importarle que ella estuviera ahí. Después de que su esposo entrara a su habitación, Hana regresó a la cocina y mientras comía en silencio pudo escuchar los gemidos que provenían de la habitación que compartía con Jackson
Lavó su plato para posteriormente dirigirse a la habitación de huéspedes; no quería volver a entrar a esa habitación y mucho menos ver a Jackson en ese momento.
Ella no supo cuanto tiempo paso hasta que Jackson fue a buscarla y con un movimiento brusco la tomó de los brazos y la sacudió. En su mirada solo había rabia y enojo.
Hana entró en pánico y empezó a temblar, no sabía que estaba sucediendo.
—Jackson, ¿S-sucede algo malo? —dijo con miedo. El castaño no dejaba de apretar sus brazos.
—Sí, sucede algo muy malo —espetó con molestia—. Primero que todo, deja de esperarme siempre que regreso a casa. No me interesa convivir contigo.
—L-lo lamento...
—Segundo, mañana no quiero que estés saludándome o dándome la bienvenida. Camila vendrá y quiero asegurarme de que no te vuelva a ver.
—¿Por qué...? —se atrevió a preguntar.
—Quiero casarme con ella —Jackson la miró fijamente—.Gracias a eso, mi familia podrá ser más poderosa. Es una lastima que tu no me hayas servido para nada.
El cachorro, sentado en la suave alfombra color verde del suelo, observó curioso el cambio de sus padres, sin tener miedo de los lobos que aparecieron delante de sus ojos. El cachorro de lobo en su interior siempre reconocería a sus padres; por ende, jamás temería de sus formas lobunas. Contemplar a sus progenitores como aquellos imponentes animales, sin estar cerca de asustarle, sólo despertó otra parte de su propio ser.Tardó un poco, y sin embargo, llegó tras unos minutos. Al ser su primera transformación, cambiar fue una tarea prolongada y exhaustiva para Daniel.La felicidad que infundió en el pecho de los lobos que eran testigos de una nueva etapa en la vida de su cachorro desvaneció cualquier preocupación o mal recuerdo de sus mentes, dando espacio a un recuerdo que atesorarían por los años venideros.A un metro de Adrien y Hana, un pequeño cachorro de bonito pelaje blanco y sutiles toques grisáceos emergió, aturdido con la nueva percepción y con sus cortas patitas tambaleando.
—¿Qué quieres decir? —susurró.—No podré borrar el pasado y reescribir los errores que cometí. Soy débil desde que mi naturaleza Alfa cuelga de un delgado hilo... Pero puedo cambiar, haré lo que esté a mi alcance para que a partir de ahora pueda ser mejor de lo que antes fui. Si me convierto en alguien bueno y justo, ¿Podré abrazar a Liz?Hana DuPont sonrió ampliamente al notar que alguien acababa de despertar. Pequeños balbuceos se oían desde la cuna de la habitación, donde un bebé de ocho meses de edad descansaba.—Buenos días, mi pequeño cachorro —el bebé se acurrucó contra la Omega tan pronto como estuvo entre sus brazos, buscando con su naricita el sitio donde el aroma de su progenitora era más fácil de sentir—. ¿Aún quieres dormir? —decía Hana, soltando una risa cariñosa.Daniel DuPont era un adorable paquete de risas. Un niño enérgico, de mucha curiosidad y con una increíble debilidad por el aroma de Hana, probablemente heredada de Adrien.También era un niño que pedía con cons
Hana plantó su mirada en un punto fijo del suelo. Lidiar con sus inquietudes no era sencillo. —Aun así me preocupa lo que pueda pasar. Nuestro hijo puede ser como yo, no quiero que la historia se repita y sea él o ella quien sufra lo que yo sufrí. Perseguían a los Gamma por sus valiosas cualidades ¿Por qué sería distinto en una Omega que posee esas cualidades también?—Tu parte Gamma está dormida en tu interior y no estuvo destinada a despertar desde que naciste. Jackson provocó tanto dolor en tu vida diaria que acabó sucediendo, tu loba necesitaba un modo de defenderte, y lo encontró. —Adrien dejó ir un suspiro. —De hecho, me alivia que esto resultara ser así. Si descubríamos que eras una Gamma todo sería difícil, el peligro sería inminente y no podrías darte el lujo de dar un paso fuera de la mansión, nunca. No quiero eso para ti, tú tampoco.Hana contuvo el impulso de responder, dado a que una pequeña interrupción decidió que lo mejor era guardar silencio. La Omega bajó la mirada a
La boda fue llevada a cabo en el jardín de la mansión DuPont, por el simple hecho de que Hana amaba estar allí. La decoración no fue un problema gracias a que el jardín etéreo era hogar de distintas especies de flores coloridas, árboles y arbustos bien cuidados, siendo eso suficiente para crear un hermoso panorama digno de una ensoñación.Un enorme marco colgado a la pared de la sala principal los retrataba luego de la boda, ambos luciendo un par de deslumbrantes sonrisas sinceras en sus rostros. La dicha había sido casi palpable para los dos ese día, y Hana se sintió afortunada de poder mantener aquel bonito recuerdo plasmado allí y en su memoria.Hana DuPont era reconocida como la Omega que EmberWood admiraba por la amabilidad de su alma, por la fuerza de su valentía y por la humildad de su corazón. No era extraño verla ir al pueblo, jugar animadamente con los niños y ayudar a las personas que más lo necesitaban. Después de todo, cuidarla debía ser una de sus prioridades, aquella ma
Hana comenzó a crecer, y con el tiempo llegó la hora del matrimonio. Los Bell le pidieron a Jackson que hiciera ver ante los demás una relación amorosa y pacífica para guardar apariencias; Demian Bell incluso manifestó su ansiedad por un nieto ante Jackson, manteniendo ocultas sus verdaderas intenciones. Tan pronto como su sobrino obtuviera una manada, Hana sería arrebatada de Jackson, aunque él no tenía idea.Cuando su "hijo" apareció enfadado una noche en su casa, él y su esposa intentaron calmarle. Jackson expresó colérico que había recibido la frustrante noticia de que su Omega era estéril, y además, cegado y dominado por su indignación, la castigó de una manera distinta a las de antes.Los Bell no hicieron más que seguirle la corriente. Demian sabía muy bien que Hana no era infértil y que solo se trataba de los mecanismos adquiridos de sus genes Gamma. Si Hana y su loba no amaban incondicionalmente a un Alfa, su cuerpo no aceptaría a un cachorro de éste. A diferencia de una Omega
A su vez, los padres adoptivos de Hana cuidaron de ella con dedicación y cariño, sin importar que no fuese su hija biológica. Para ellos, Hana era parte de la familia, y siempre se le trató como tal. Quienes dejaron a la niña con ellos sólo le revelaron sus nombres, su jerarquía y sus razones a Helena Powell, exceptuando la jerarquía a la que Hana pertenecía. Con el tiempo, sintieron un muy débil aroma dulzón en la pequeña, aroma por el cual asumieron que se trataba de una Omega.Por años, los Bell no dejaron de buscar, estando frustrados por no poder descubrir dónde era que esos tontos Gammas habían ocultado a Hana. Querían a Hana en su poder, lo demás no era relevante.Acudiendo a sus contactos en el Alto Mando, en la manada y con el Alfa Líder de su manada, el padre de Ulric, descubrieron finalmente la localización de la niña, quien tenía una nueva familia. Los persiguieron y amenazaron por meses, pero esta familia no se permitía ser vencida; amaban a esa pequeña y la defenderían d
Último capítulo