Yo era Anya Monroe. Doctora de urgencias, esposa fiel y madre devota. Hasta que una noche, descubrí que todo era una mentira. Mi esposo no estaba trabajando horas extras. Estaba viviendo otra vida. Con otra mujer. Con otro hijo. Por cuatro años me mintió y dormí al lado de un hombre que pertenecía a una de las mafias más temidas del país. Y cuando quise huir, cuando tomé a mi hijo y corrí como alma que lleva el diablo, el destino me golpeó con todo: mi pequeño enfermó. Sin dinero. Sin familia. Sin esperanza. Lía fue la luz al final del túnel. —Puedo salvarte. Pero tienes que fingir que eres una de ellos. —¿Ellos? —pregunté. —Una loba. No supe qué era peor: la desesperación o la ignorancia. Porque no sabía qué significaba ser una loba. No sabía nada de su mundo, de sus leyes, de sus instintos primitivos. Solo sabía que mi hijo se moría. Y que haría cualquier cosa por salvarlo. Así que me case con él. Un hombre de mirada ardiente y voz de tormenta. Su nombre es Rowan Blackwood, Alfa de la manada del Cazadores. Es frío. Implacable. Letal. Y desde el primer segundo en que me tocó, algo en mí se quebró… y renació. Porque no debería desearlo. No debería anhelar su boca, su cuerpo, su olor salvaje. No debería querer comérmelo entero. No debería quedarme en su cama sudorosa, temblando, gritando su nombre como si mi vida dependiera de ello. Pero lo hago. Porque algo en mí ha cambiado. Y lo más aterrador no es que esté fingiendo ser una loba… Sino que, cada día, me siento menos humana. Y más suya.
Leer másC1 –VIVIENDO UNA MENTIRA.
Anya no debía estar en el hospital ese día. Era su día de descanso, pero aceptó cubrir el turno de una compañera enferma con dos hijos pequeños. Se puso el uniforme, recogió su cabello y cruzó las puertas como tantas veces antes, sin imaginar que ese turno iba a destrozarla.
En general, sabía manejar la presión.
Era médica en el hospital más prestigioso de Chicago, estaba acostumbrada al caos, a la prisa y a tomar decisiones sin titubeos. Creía que podía mantener el corazón bajo control, sin embargo, todo cambió en cuestión de minutos.
En ese momento estaba inclinada sobre Mateo, un niño con dolor de estómago. Le presionaba el abdomen con cuidado mientras lo guiaba para que respirara con ella.
—Respira profundo —susurró.
El niño apenas alcanzó a asentir cuando, de pronto, las puertas se abrieron de golpe. Dos paramédicos entraron empujando una camilla y sobre ella, una mujer embarazada gritaba de dolor.
—¡Anya, prepárala! ¡Ya viene el bebé! —ordenó el doctor de guardia.
De inmediato, ella reaccionó en automático. Ajustó monitores, acomodó a la paciente y le secó la frente húmeda, mientras la calmaba. Pero la mujer solo pronunciaba un nombre con desesperación.
—Levi… ¿Dónde está mi esposo? ¿Dónde está Levi?
El corazón de Anya se detuvo, porque ese nombre la atravesó como un cuchillo, no obstante, le calmó.
—Ya viene… tranquila.
Mientras tanto, el doctor revisó sus signos vitales y habló con tono urgente.
—Está completamente dilatada. El bebé ya viene.
Anya le apretó la mano para darle apoyo.
—¡Puja, ahora!
El grito de la mujer llenó la sala de partos y Anya intentó mantenerse firme, pero el eco del nombre seguía retumbando en su cabeza.
Levi.
Y como si el destino quisiera aplastarla, un enfermero anunció.
—¡Llegó el padre!
La puerta se abrió y entonces lo vio.
Era Levi… Su esposo.
El aire se le cortó de golpe y los oídos comenzaron a zumbar. Lo observó avanzar con paso decidido hacia la camilla. Él no la vio, ni siquiera sospechaba que estaba allí, porque se suponía que estaba en casa. Y con total naturalidad, tomó la mano de la paciente y se inclinó hacia ella.
—Estoy aquí, mi amor. No te dejaré. —musitó besándole la frente con ternura.
Anya no podía procesarlo. ¿Esposo? ¿Cómo era posible?
—Levi… tengo miedo —murmuró la mujer.
Y el, la acarició con suavidad.
—Todo estará bien, no voy a dejarte.
Mientras tanto, Anya permanecía a menos de un metro, invisible, sosteniendo la otra mano de la mujer. La garganta le ardía por gritar, por decirle que estaba allí y exigirle una explicación.
Porque Levi también era su esposo y el padre de su hijo.
De pronto, el doctor volvió a interrumpir con otra orden.
—¡Necesito que pujes más fuerte!
La mujer gritó otra vez y Levi la animó sin soltarla.
—Vamos, cariño, hazlo por nuestro bebé.
El golpe emocional fue devastador. La razón es que cuando nació su hijo, Levi se había negado a entrar al quirófano, afirmando que se desmayaría y que confiaba en ella podría sola.
Anya lo había aceptado, convencida de que lo importante era traer al niño sano. Pero ahora lo veía allí, sosteniendo la mano de otra mujer, dándole todo lo que a ella le negó.
Finalmente, tras un último empuje, el llanto del recién nacido llenó la sala.
—Es un hermoso niño —anunció el doctor.
Y Levi lo recibió en brazos, con los ojos brillando de emoción.
—Lo lograste —susurró. Besó primero al bebé y después a la mujer—. Te amo.
En ese instante, el estómago de Anya se contrajo con fuerza, la mascarilla comenzó a sofocarla y las luces la cegaban. Retrocedió un paso y luego otro y salió tambaleando del quirófano.
El aire frío del pasillo le golpeó el rostro y, sin pensarlo, se echó a correr. No se detuvo hasta que las fuerzas la abandonaron y se apoyó contra la pared y vomitó.
El ácido le quemó la garganta, las piernas le temblaban, sintiendo que todo su mundo se desmoronaba.
En ese estado la encontró Clara, una compañera.
—Anya… ¿estás bien?
Negó con la cabeza.
No, no estaba bien, porque acababa de descubrir que había estado viviendo una mentira.
C10- TU LUNA TE ESPERA.Rowan se había refugiado en el rincón más apartado del jardín; el sabor dulce y fuerte del hidromiel apenas lo distraía, porque dentro de él reinaba un torbellino imposible de calmar.Cerró los ojos y el recuerdo volvió sin piedad: los labios de Anya contra los suyos, esa chispa brutal que lo había hecho perder el control y la maldición escapó entre dientes, áspera y cargada de frustración.—Maldita… —escupió, apretando la copa hasta que sus nudillos se tensaron—. Mil veces maldita.La rabia no nacía del odio, sino de la insoportable verdad que lo carcomía: ella lo descolocaba, despertaba un deseo feroz que ni su voluntad lograba acallar. Y aunque lo negara, aunque quisiera apartarla, su lobo rugía por ella, exigiendo tomarla y hacerla suya. Ese impulso lo enfurecía aún más, como si fuera una traición al recuerdo de Alana.De un solo trago vació la copa, tomó la botella y se sirvió más.—¿Piensas pasar toda la noche aquí?Rowan giró y Cassian estaba de pie, imp
C9- TRADICIÓN LOBUNA.Después de la ceremonia, Rowan se alejó de Anya como si llevara una enfermedad. No se quedó a su lado, no la presentó como su luna, ni le dirigió una sola palabra. Solo se fue, con la espalda recta y ancha perdiéndose entre la multitud.Eso no la sorprendió.Porque sus últimas palabras lo habían dejado claro: era un deber, una carga.Por eso, se prometió que cumpliría su papel, fingiría lo necesario, y cuando el contrato terminara, se iría con Aidan lejos.Muy lejos.El golpe en la puerta la sacó de sus pensamientos.—Adelante.Varias mujeres entraron, todas de baja estatura, con la cabeza inclinada. Lía le había explicado que eran omegas, el rango más bajo de la jerarquía y que muchas de ellas trabajaban como empleadas.—Mi señora, estamos aquí para prepararla para nuestro alfa —dijo una de ellas—. Vamos a afeitarla e hidratar su piel.Los ojos de Anya se abrieron de par en par.—¿Afeitarme?—Sí, mi señora. —Una de ellas sacó una daga finísima y brillante.Ella
C8- ¿NO TIENE LOBO?La ceremonia avanzaba lenta, demasiado lenta para el gusto de Rowan. Tenía la mano de Anya entre las suyas y aunque su piel estaba fría, el fuego que recorría sus venas parecía abrasarlo.Aun así no la soltó. No podía, porque aunque su razón le gritaba que lo hiciera antes de que fuera tarde, Kion rugía y se aferraba a ella como si estuviera en celo.“Mía. Es mía”«Cállate —le respondió mentalmente—. No es tuya ni mía. Esto es un contrato.»“Contrato mis garras. ¡Es nuestra hembra!”Rowan apretó la mandíbula.¿De dónde demonios había sacado Lía a esa mujer? Se suponía que era su amiga, eso había dicho, pero jamás la había visto. Y aunque confiaba en Lía más que en muchos guerreros, en ese instante se preguntó si no había cometido un error.El recuerdo de su conversación con ella volvió con nitidez.«Necesito una esposa», le había dicho.Y aunque Lía lo miró como si estuviera loco —porque ella había querido a Alana casi como una hermana—, aceptó ayudarlo. Sabía que
C7-UNA BODA ENTRE DESCONOCIDOS.La pelota antiestrés crujía bajo los dedos de Rowan. Apretaba, soltaba, volvía a apretar, pero el vacío en su pecho no cedía.La rabia seguía ahí, silenciosa y corrosiva.—¿De dónde carajos sacaste a esa mujer, Rowan? —la voz grave de su padre, Cassian Blackwood, lo obligó a detener el movimiento—. Nunca me escuchas. Te dije que necesitabas una esposa. Te hablé de Selene Ward.Un gruñido bajo se escapó de su garganta, y Kion, su lobo, se agitó con furia en su interior.—Prefiero casarme con una maldit4 hiena antes que con ella.Selene Ward, era la hija de un empresario lobo con más dinero que sentido común. Siempre con la sonrisa perfecta y ese perfume caro que lo sofocaba. Desde adolescentes había intentado engancharlo, sin molestarse en disimularlo, y su padre nunca ocultó su sueño de unir familias a través de ellos y poder convertir “luna” a su niña malcriada.La sola idea lo enfermaba.Incluso el mismo día que enterró a Alana y a su hijo, Selene tuv
C6-FINGIR SER UNA DE ELLOS.En el pasillo del hospital, Anya se mordía la uña hasta sentir el sabor de la sangre en la lengua y cuando al fin escuchó la voz de Lía, las palabras salieron atropelladas.—Lía… ¿tienes doce mil dólares?El silencio al otro lado la golpeó como agua helada, tragó saliva y añadió rápido:—Lo pagaré, te lo juro… pero Aidan necesita ese dinero, por favor.La voz de su amiga sonó tranquila y casi maternal.—Anya, cálmate. ¿Qué pasó? ¿Para qué necesitas esa cantidad?Ella parpadeó conteniendo las lágrimas.—¿Puedes venir al hospital? Te lo explico todo… por favor.Media hora después estaban en la cafetería y Anya le contó todo lo ocurrido con Levi, cada detalle, cada palabra cruel. Lía la escuchó con los ojos encendidos de rabia, insultando a Levi sin parar.—Ese imbécil, no puedo creerlo. ¡Deberías denunciarlo, Anya! Eso es un delito.Ella negó, abrazándose los brazos.—No… ahora lo más importante es Aidan. Necesito ese dinero… Lía… tu vienes de familia pudient
C5-NECESITAS UNA ESPOSA.Rowan removía el hielo en el vaso con un movimiento lento, mientras el hidromiel se agitaba sin entusiasmo. El vidrio estaba helado en su mano, pero por dentro ardía. Ardía con un fuego mudo y devastador que consumía cada rincón de su ser.Hace apenas unas horas los había sepultado.A los dos.A Alana, su compañera.Y a su pequeño, al que nunca escucharía pronunciar la palabra papá.Era como si le hubieran arrancado el corazón y lo hubieran dejado convertido en una cáscara vacía, en un hombre hueco que apenas lograba respirar.Todo lo irritaba, incluso el aire le resultaba pesado, pero el silencio era aún peor. No quería abrazos, ni palmaditas en la espalda, ni esas miradas cargadas de compasión inútil.No quería escuchar más “lo siento”.Lo único que quería era romper algo, dejar salir esa rabia negra que se acumulaba en sus entrañas y que hacía que Kion, su lobo, aullara de dolor en lo más profundo de su mente.Porque él era un hombre lobo.Y aunque ya no er
Último capítulo