02

—¡No puedes hacer eso! ¡¿Cuál es tu afán por engañar a todos?! —Hana rápidamente se encogió en su lugar, arrepintiéndose en seguida por haber gritado algo así.

—¿Tu hablas de engaños cuando fuiste tu quien me engaño a mi? —Jackson le soltó un golpe en la cara.

Justo cuando el siguiente puño venía dispuesto a dejarle un enorme hematoma, tocaron la puerta insistentemente, salvándola del inminente golpe.

El sonido agudo de un golpe en la puerta resonó en la mansión Bell, Jackson bufó al ser interrumpido, quería seguir golpeando a Hana.

Jackson abrió la puerta con una mezcla de impaciencia y arrogancia, encontrándose con un mensajero vestido con los colores de la manada central de Darkwood. El joven inclinado respetuosamente entregó el mensaje con un tono formal, casi solemne.

—Señor Bell, su presencia y la de su esposa son requeridas para recibir a la familia DuPont, gobernantes de EmberWood. El Alfa líder solicita que todas las manadas asistan para dar la bienvenida a los DuPont en su visita a Darkwood.

Jackson frunció el ceño, visiblemente molesto. ¿Por qué habrían de molestarse en ir? Como si ya no tuviera suficientes problemas en su casa, con Hana y todo lo que conllevaba su "fracaso".

—¿Quiénes son esos DuPont y por qué debería importarnos tanto su llegada? —preguntó con desdén.

El mensajero no se inmutó ante la rudeza de Jackson, como si ya hubiera esperado esa reacción de parte de Alfas de manadas menores.

—La familia DuPont —empezó a explicar, con un tono neutral—, son los gobernantes de EmberWood, la manada más grande de Moonlit Woods. Hace muchas décadas, EmberWood estuvo dividida en pequeñas manadas, pero en un momento de crisis, todas se unieron bajo el liderazgo de los DuPont. Desde entonces, gobiernan una de las manadas más poderosas, casi como reyes en nuestro mundo. Muchos dicen que su linaje es de "sangre azul".

Jackson no tenía opción. No asistir significaba una ofensa directa a los DuPont y, en su posición, no podía permitirse sumar enemigos. Asintió con rigidez, pero su mirada se desvió hacia Hana. El resentimiento que sentía por ella volvió a arder en su interior. Si no fuera por su maldita esterilidad, pensó, tal vez no se sentiría tan humillado ante los demás Alfas.

—Iremos —respondió secamente—. Prepárate, Hana. No me avergüences.

Horas más tarde, se encontraron en el gran salón donde todas las manadas se reunían. La atmósfera estaba cargada de expectación. Los DuPont eran una familia legendaria, y su presencia era un evento que atraía a todos. Sin embargo, el ambiente que rodeaba a Hana era pesado. Jackson caminaba a su lado, pero la distancia emocional entre ellos era palpable. Los murmullos y miradas furtivas no tardaron en aparecer.

—Ahí están… los Bell —escuchó Hana que susurraban detrás de ella, apenas conteniendo la burla en sus voces—. Qué triste que un Alfa como Jackson esté atado a una Omega que no puede darle cachorros. Es casi una deshonra.

Hana apretó los puños, sus uñas clavándose en sus palmas, pero mantuvo la cabeza baja, como siempre había aprendido a hacer. Los comentarios dolían, pero el verdadero peligro estaba a su lado. Jackson había escuchado, y la ira en su rostro se volvió evidente. Se detuvo abruptamente en medio del salón, girándose hacia ella con furia en los ojos.

—Esto es toda tu culpa —le susurró entre dientes, aunque no lo suficientemente bajo como para que los demás no escucharan—. Eres tú la que me humilla cada vez que te veo. ¿Qué tipo de Omega no puede hacer lo único para lo que está diseñada? ¡Eres inútil!

La sala cayó en un incómodo silencio. Los presentes observaron la escena con asombro, algunos disimulando la curiosidad, otros disfrutando del espectáculo. Hana sintió que el suelo bajo sus pies se desmoronaba. Las miradas de desprecio, la crueldad de las palabras de Jackson, todo se fusionaba en una tormenta imparable dentro de ella.

Jackson levantó la mano, y Hana cerró los ojos, esperando el golpe que, sabía, vendría. Pero algo inesperado sucedió. Una voz firme resonó por el salón antes de que la mano de Jackson pudiera descender.

—¡Basta!

El Alfa líder de EmberWood, Adrien DuPont, se adelantó desde su lugar en la cabecera, su presencia imponente acallando a todos en la sala. Los murmullos cesaron al instante. Los ojos de todos los presentes se dirigieron a él, sorprendidos por su intervención.

Jackson bajó lentamente la mano, su rostro palideciendo al darse cuenta de quién lo había detenido.

Adrien caminó hacia ellos, su mirada fría y calculada fija en Jackson, ignorando por completo las formalidades. Era alto, su porte elegante y regio, pero con una energía contenida que hacía que nadie se atreviera a subestimarlo.

—En mi manada —dijo Adrien, con una voz tan fría como el hielo—, jamás se toleraría que un Alfa humille de esta manera a su Omega, sea cual sea la razón. ¿Qué clase de líder eres si no puedes proteger ni respetar a quienes están bajo tu cuidado?

El asombro fue inmediato. Nunca antes se había visto a alguien confrontar a Jackson de esa manera. Él, por primera vez en mucho tiempo, pareció perder el control de la situación. Su rostro se tiñó de furia y vergüenza. Sabía que no podía enfrentarse a Adrien, no sin sufrir las consecuencias.

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