—¿Qué quieres decir? —susurró.
—No podré borrar el pasado y reescribir los errores que cometí. Soy débil desde que mi naturaleza Alfa cuelga de un delgado hilo... Pero puedo cambiar, haré lo que esté a mi alcance para que a partir de ahora pueda ser mejor de lo que antes fui. Si me convierto en alguien bueno y justo, ¿Podré abrazar a Liz?
Hana DuPont sonrió ampliamente al notar que alguien acababa de despertar. Pequeños balbuceos se oían desde la cuna de la habitación, donde un bebé de ocho meses de edad descansaba.
—Buenos días, mi pequeño cachorro —el bebé se acurrucó contra la Omega tan pronto como estuvo entre sus brazos, buscando con su naricita el sitio donde el aroma de su progenitora era más fácil de sentir—. ¿Aún quieres dormir? —decía Hana, soltando una risa cariñosa.
Daniel DuPont era un adorable paquete de risas. Un niño enérgico, de mucha curiosidad y con una increíble debilidad por el aroma de Hana, probablemente heredada de Adrien.
También era un niño que pedía con cons