Adrien entró al bar sin voltear a mirar hacia los rostros curiosos de las personas de allí dentro. No estaba ahí para beber, simplemente iba a resolver un asunto y por una cuestión de caprichos, decidió hacerlo fuera de la mansión que desde hace tantos años le pertenecía a su familia.
Tan pronto como tomó asiento sintió los fuertes olores dulzosos de todas las Omegas allí presentes, intentando inconscientemente —y otras intencionalmente— de atraer a aquel Alfa tan saludable y poderoso; un candidato perfecto para aparearse sin duda alguna. Su contextura era robusta sin llegar al exceso y sus músculos se notaban incluso sobre la ropa, una de las características más destacadas al ser un Alfa del tipo Líder. Lo mismo pasaba con su forma, un gigante lobo de pelaje negro que aterrorizaba a cualquier otro lobo de menor rango.
—Ya llegué. —Dijo animadamente el joven y simpático Alfa, sentándose a un lado de Adrien. —¿Para qué me llamaba, líder?
—¿Ya te encargaste de ele