La Sustituta Despreciada

La Sustituta Despreciada ES

Romance
Última actualización: 2025-08-05
Alexyta  En proceso
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Resumen
Índice

Esra se casó por amor, y por salvar de la ruina a su familia adoptiva, pero después de la boda, ellos y su esposo comenzaron a tratarla mal y despreciarla, todo por ocupar el lugar de su hermana adoptiva, a quien Burak amaba. La destrozó y la humilló, hasta el punto de hacerla escapar de su lado, pero cuando descubrió que era la mujer a quien había prometido cuidar, suplicó y movió el mundo entero para salvarla, prometiendo dejarla libre, si vivía.

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Capítulo 1

Capítulo 1

El auto, con dos mujeres dentro, se detuvo frente a un edificio deteriorado. Una de ellas le susurró algo al oído a la otra antes de bajarse.

Esra, la joven esposa que llevaba meses de casada con un hombre de ensueño y alguien tan importante en la sociedad como Burak Baris, bajó del coche y caminó hacia la mansión, para perderse en el interior de esta.

Cuando Esra reaccionó, se encontraba sentada en la cama, estaba duchada, envuelta en una toalla, con la mente en blanco, pensando en nada.

Dos empleadas ingresaron sosteniendo sábanas y toallas en las manos, miraron a Esra con desdén, como la miraban todos desde que llegó a esa casa.

—El señor Burak ha llegado, pero su esposa es tan desconsiderada que ni siquiera está lista para recibirlo —comentaron las mujeres.

Esra levantó la mirada y las observó.

—¿Burak, está aquí? —ella las ignoró, rodando los ojos con desdén.

Esra sabía que no le repetirían esas palabras, porque ellas la odiaban, la despreciaban por haber ocupado el lugar de su hermana, la mujer que Burak había amado y con quien pensaba casarse antes de que desapareciera.

Esra bajó apresuradamente las gradas, llegó hasta la sala donde se detuvo abruptamente al encontrar a su esposo parado frente al bar, sirviéndose una copa. Solo podía ver la ancha espalda de su esposo y su alta figura, parada firmemente, solo moviendo los brazos.

—¡Burak, has regresado! —musitó con el corazón latiendo fuertemente.

Burak levantó la copa, la bebió de un sorbo, ignorando la voz de esa mujer. Pronto se escucharon pasos apresurados, y Vanea ingresó con una bata blanca, sangre chorreando por sus piernas y su rostro lleno de lágrimas.

—¡Burak! —su voz sonó rota, como si hubiera gritado y llorado durante horas.

Ante esa voz, el alto hombre se giró, y al ver a la frágil mujer en ese estado, dejó la copa de lado y se acercó hacia ella, sosteniéndola en los brazos, evitando que cayera.

Esra también se giró a ver, pero su rostro fue de dolor al ver cómo su esposo, a quien le había hablado anteriormente y ni siquiera le prestó atención, se acercaba apresurado a esa mujer, y la sostenía como quien sostiene un preciado cristal.

—¿Qué ha ocurrido? ¿Por qué estás así? ¿Qué es esto? —La voz de Burak sonaba a angustia, su mano estaba manchada de sangre, y el dolor se reflejaba en sus ojos al ver a su amada en ese estado.

—Burak… me ha obligado a abortar —dijo la mujer, mientras se aferraba a él—. ¡Me ha obligado a deshacerme del bebé creyendo que es tu heredero! —ella… ella se enteró y… me lo arrebató —gritó con dolor, apretando a Burak.

—¿¡Quién!? ¿¡Quién lo ha hecho!? ¿¡Quién te ha obligado a abortar!?

Vanea se desmayó, y eso angustió a todos, más a Burak, que la elevó en sus brazos para seguido sacarla de ahí.

El corazón de Esra dolió mientras veía a su esposo salir de la mansión con su hermana en brazos, preocupado, angustiado como jamás había estado por ella. Llevaban dos meses casados, y después de la boda, tras tomarla sin un tapujo de amabilidad, Burak se marchó, no había regresado hasta ese momento, ni siquiera había llamado a preguntar por ella; menos dejó instrucciones en esa casa para que su gente la tratara como la esposa que era.

Ahora volvía; ella le hablaba y él parecía que nadie había hablado, hasta que llegó Vanea, y con su voz rota, apenas audible, logró atraer su atención.

Esra se dejó caer en el asiento y recordó cómo había llegado a esa situación.

“Vanea, su hermana mayor, la cual había desaparecido hace dos meses, justo el día de su boda con Burak, se decía que había muerto, otros que había escapado con un hombre. Pero esta última versión era imposible, ya que Vanea estaba muy enamorada de Burak, al igual que él; iban a casarse, más por amor que por unión comercial.

Ante la falta de presencia de Vanea, Burak se vio obligado a tomar por esposa a Esra, la hermana menor, a quien no amaba, pero su abuelo, decidido a no esperar que la novia apareciera, y después de escuchar lo que escuchó, no estaba dispuesto a permitir que su nieto se casara con esa mujer, entonces eligió a Esra, lo que tomó por sorpresa a los padres de ella y a todos los presentes, incluso al mismo Burak, quien la miró por unos segundos en silencio, hasta que el bastón de su abuelo resonara en el suelo.

—Tómala por esposa y acabamos de una vez por todos con esto.

Burak no se atrevió a replicar la orden de su abuelo, pues esta era ley para sus oídos.

Esra no podía creerlo; no podría creer que se iba a convertir en la esposa del hombre que siempre había admirado, aquel que amaba en silencio desde el día que lo ayudó a escapar de su cautiverio.

Burak había sido secuestrado; estaba atado en una silla, de pies y manos. Era un adolescente; ella, apenas una niña de ocho años, que se acercó temerosa y lo observó fijamente, le quitó la mordaza y… lo liberó del cautiverio de su tío.

Esra, en ese entonces, tenía otro nombre; era pobre, la huérfana que su tío maltrataba cada vez que se le antojaba.

“Voy a volver por ti, y voy a cuidarte hasta el último día de mi vida”, dijo Burak, después de que fuera liberado, y Esra llevada a un orfanato, donde fue adoptada por unas personas de clase alta, y le cambiaron el nombre a Esra Hakan.

Burak cumplió su promesa de regresar, pero no precisamente por ella, sino a su vida, pero convertido en el novio de Vanea.

El día en que él llegó a pedir la mano de Vanea, el corazón de Esra se rompió. Ella había pasado venerando todos esos años a ese joven, y cuando alcanzó la adolescencia se enamoró mediante la fotografía que encontró en el cajón de la habitación de su tío, luego de que este fuera a prisión.

Cuando lo vio arrodillado frente a Vanea, decidió olvidarse de él, pues él ni siquiera la reconoció. Se olvidó de quién lo había salvado. Pensó que jamás se casaría con Burak, pero ahí estaba frente a un juez, uniendo su vida a él.

La ceremonia culminó; Esra fue a sus aposentos, donde Burak ingresó horas después, alcoholizado, y la tomó a la fuerza.

—¡Burak, por favor! —suplicó Esra, cuando le desgarró el vestido y la lanzó a la cama.

Ella había soñado ese momento con Burak, pero nunca de esa forma. En ese momento odiaba haber tomado el lugar de Vanea, porque podía sentir cómo él la lastimaba por haber usado el vestido de su amada”.

Esra salió del trance. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que ella se había sumergido en el pasado, pero cuando reaccionó, la noche ya había llegado. Se fue a la cama a esperar el regreso de Burak, pero este no volvió hasta el día siguiente, y con Vanea en sus brazos, tal como había salido, volviendo a herir a Esra. Esta solo observó cómo el hombre que amaba, su esposo, subía las gradas con la ex en brazos, ignorando su presencia.

—El señor Burak ha traído a su verdadero amor a la mansión Baris; debemos atenderla bien —dijeron con descaro las empleadas.

—Al señor Burak es tan amable y cariñoso con la señorita Vanea que su amor por ella se refleja en sus ojos —comentó otra.

Esra no soportó más y se marchó hacia el segundo piso para encerrarse en su habitación, pero cuando llegó, encontró a Burak acomodando la sábana sobre Vanea.

—Burak —musitó con un nudo en la garganta—. Esta es nuestra habitación matrimonial… ¿Por qué has traído a Vanea hasta aquí?

—Es Vanea quien debería acostarse en esta cama y compartir la habitación conmigo —refutó fríamente.

Vanea sonrió mientras veía el rostro de Esra desencajado por la sorpresa y el dolor.

—No te atrevas a cruzar esa puerta, enviaré a las empleadas a que saquen todo de aquí.

—¿Por qué? — cuestionó con lágrimas nublando sus pupilas.

Burak no dijo nada, simplemente cerró la puerta en la cara de Esra, casi golpeándole la nariz. Pequeño y arrugado se hizo el corazón de Esra al ver como su esposo la expulsaba de la habitación matrimonial, para compartirla con su hermana.

Las empleadas aparecieron, empujaron con el hombro a una Esra que seguía ahí, parada, mirando hacia el lugar donde había estado Burak, aunque solo veía la puerta.

Observó desde esa distancia, cuando las empleadas entraron y dejaron la puerta entreabierta, como Burak daba el jarabe a Vanea, con ternura, delicadeza, de la forma que jamás la había tratado a ella, ni siquiera en la noche de bodas.

Unas cuantas gotas cayeron de sus ojos, las cuales limpió dolorosamente, y se alejó corriendo al balcón, donde se quedó unos minutos, hasta que fue atrapada por dos de los hombres que conocía como fieles empleados de la mansión y llevada a la fuerza hasta el despacho, y lanzada al suelo.

—Burak ¿Qué ocurre? —la mirada de este era aterradora.

—Te has atrevido a lastimar a Vanea, y vas a pagar por ello.

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