Esa noche, Burak no regresó a la villa. Tampoco Kenan volvió. Los días siguientes no trajeron cambios: en ninguno de ellos aparecieron.
Esra recibió una llamada de Burak dos días después. Era media noche, cuando el celular sonó, al ver el nombre, su corazón latió con fuerzas, y abrió inmediatamente la mirada. Pero no fue la voz de Burak que escuchó del otro lado, si no la de una mujer, quejándose, como sí… estuviera en la intimidad.
“Oh, Burak… eres grandioso. Mmmm”
Se quejó y se quejó. El pecho de Esra dolió al reconocer esa voz, al saber que era de Vanea, que ella estaba en la intimidad con su esposo.
Esra colgó, llena de asco, de repulsión por lo que escuchaba. Lloró, apretó la almohada mientras imaginaba a Burak con esa mujer.
Kenan había decidido regresar al extranjero sin previo aviso. Viajó para continuar sus estudios, sin siquiera tener la delicadeza de despedirse de Esra. Para Esra, que lo había visto despedirse de ella en muchas ocasiones, fue extraño.
En cuanto a Burak. Dur