De día es la empleada “rebelde” de su propio esposo. De noche parece un alma pura e inocente. Luego de que Calioppe encontrase con otra en la cama al hombre que su hermano mayor había escogido como su futuro marido, cree que se ha librado al fin de un matrimonio forzado y tiene toda la intención de ir a contárselo, pero, gracias a las sucias tretas y artimañas de su infiel prometido, termina siendo arrastrada y encerrada en una habitación con un espécimen masculino que parece más bien la figura de un hombre amargado, herido y… endiabladamente atractivo. Nicholas Dos Santos es todo aquello por lo que cualquier mujer suspiraría, aunque no esté interesado fuera de la cama en alguna, por eso, cuando se ve a sí mismo atrapado en la muy cuestionable posición junto a la hermana menor de un viejo amigo y este le pide que por honor debe casarse con ella, se niega rotundamente, aunque no tenga salida.
Leer más— ¿Cómo puedes estar haciéndome esto? ¿En serio crees que nuestros padres estarían de acuerdo? — preguntó Calioppe a su hermano mayor. Tenía el corazón apabullado — ¿Qué papá me arrojaría a los brazos de cualquier hombre? ¡¿Qué mamá lo consentiría?!
— ¡Basta, Calioppe! ¡No toleraré más esta clase de comportamiento infantil a una hora de tu boda! — exclamó Thiago Da Silva a su hermana de veintitrés, que lo veía como si él fuese su peor enemigo — ¡Esta es una decisión irrefutable, así que sal allí y contrae matrimonio con tu prometido!— ¡Thiago, por favor, no puedes hacerme esto! — sollozó, desconsolada.— ¡Eso lo hubieses pensado antes de hacer de tu vida todo este desastre!— ¡Yo no hice nada!— ¡Te encontraron con estupefacientes en tus pertenencias y tienes una orden de arresto que tuve que resolver para que no fueses a dar a la cárcel! — bramó — ¡¿Significa eso nada para ti?!Era imposible hacerlo entrar en razón, sobre todo porque ella no tenía como defenderse… no cuando la mujer que él había escogido como esposa la había obligado a hacer todo eso.— ¿De verdad vas a casarme? — preguntó por última vez con la voz agotada, ya sin esperanzas.— Es mi última palabra, Calioppe. Vas a casarte con Marcelo Rodrigues y a enderezar tu camino como su esposa.Calioppe asintió. Ella adoraba a su hermano, tanto que de verdad le dolía que él estuviese haciéndole una cosa así. Desde que los padres de ambos murieron trágicamente y este se unió en santo sacramento a la arpía de su ahora esposa, su relación se comenzó a deterior de a poco, y para ese punto, la consideraba irremediablemente rota.Lágrimas calientes inundaron sus ojos y Thiago dio un paso al frente. Ella retrocedió dos.— ¡No! — dijo firmemente. No quería su consuelo… no cuando él mismo era el responsable de su gran dolor.— Lilo…— Ya no soy Lilo para ti.Entonces se dio la media vuelta y salió de allí. Desesperanzada y rota.Un largo pasillo la esperaba, uno que la dirigía a la habitación en la que iban a terminar de prepararla para la ridícula farsa que se celebraría en menos de nada.— Señorita, la estábamos esperando… — le dijo una de las estilistas cuando ella abrió la puerta, pero, en vez de ingresar, se quedó muy quieta al sentir que sus pulmones se comprimían y que el aire le comenzaba faltar.Necesitaba salir de allí… necesitaba tomar una gran bocanada de aliento antes de entregarse a su destino, así que sin decir una sola palabra, se alzó la falda del vestido y se dirigió hasta el jardín privado del lujoso hotel de Río de Janeiro.Nuevas lágrimas la asaltaron cuando se sentó en una banca, y con el rostro enterrado entre las manos, deseó que sus padres estuviesen allí… y que ese trágico a inesperado accidente no se los hubiese arrebatado.Se sentía completamente sola.— ¡Oh, sí, eso es cariño, sigue así! ¡Lo haces muy bien! — escuchó Calioppe de pronto, unos interesantes y extraños quejidos que parecían venir de una habitación contigua a esa ala del hotel… misma que estaba segura pertenecía a su flamante prometido.No, no… ¿Sería posible?Se acercó a pasos tímidos mientras su corazón latía a toda marcha, y apretó los ojos antes de armarse de valor y abrir la puerta de par en par. Lejos de sentir dolor por lo que sus ojos estaban viendo en ese momento, un inmenso e inexplicable alivio la atravesó como una flecha… ¡Pues se le acababa de presentar la maravillosa oportunidad para cancelar ese absurdo compromiso!El poco hombre tenía los pantalones abajo y las pelotas al aire, mientras tanto, de rodillas, una morena esbelta rezaba profesionalmente en medio de sus piernas… y no precisamente el padre nuestro que estás en los cielos.Tan pronto Marcelo Rodrigues se percató de la presencia de su prometida, se quedó lívido por un microsegundo.— ¡Te pedí que cerraras la puerta, carajo! — apartó a la mujer con brusquedad y se subió los pantalones, mientras batallaba con la cremallera.— ¡Pero no me aclaraste que debía poner el pestillo!— ¡Encima de zorra, también eres tonta! — bufó y cuando buscó la mirada de Calioppe, le fue muy tarde, ella ya había echado a correr a través del pasillo… y sabía que pretendía — ¡No, no, no! ¡M4ldita sea! ¡Lo arruinará todo! ¡Calioppe!Calioppe corrió con toda la fuerza que le permitieron sus piernas. Su hermano tenía que saber que ese patán no le convenía como hombre y debía desistir de la idea de aquella boda, pero, mucho antes de llegar a su destino, alguien le dio un empujón tan decisivo que terminó desparramada dentro de una habitación.Cuando alzó la vista, consternada, lo último que vio allí fue la sonrisa lobuna del infeliz de su prometido y la cara de terror de una de las muchachas del servicio antes de que cerraran la puerta.Luego escuchó el seguro.— ¡¿Qué crees que haces?! — gritó, incorporándose, después tomó el pomo entre sus manos que temblaban y tiró de este con muchísima fuerza, pero nada, la m4ldita puerta no cedía. ¡La había encerrado allí! Golpeó y pataleó como una chiquilla, mientras temblaba de rabia — ¡Desgraciado, infeliz, ábreme, no te saldrás con la tuya!De un momento a otro, a medida que su pecho subía y bajaba, sintió como el tacón de sus zapatos se le clavaba a los pies del vestido, y este no solo se hizo una abertura en la parte trasera, sino que provocó el completo desequilibrio de sus piernas.… Y un segundo, solo uno, le bastó a Nicholas Dos santos; que llevaba un par de segundos contemplando la escena con gesto atónico, para capturar a la mujer en el aire y evitar que se golpeara la cabeza.El cuerpo femenino encajó muy rápido en los brazos firmes; y asombrados, Calioppe y Nick se miraron por muy… muy largos segundos, como si el mundo a su alrededor hubiese detenido su curso y no supieran lo que el caprichoso destino ya les tenía guardado para el futuro.La mirada de Calioppe brilló de inesperada e inocente atracción, y sin poder evitarlo, la deslizó hacia abajo. El cuerpo que la sostenía no solo parecía medir dos cabezas más que ella y doblarla en peso, sino que estaba a medio vestir de la parte de arriba.Por su parte, Nick no se sintió muy distinto, y en seguida, se mostró hechizado por ese par de joyas azules y cabello dorado. No era frecuente que le pasara algo así, y sí, había sido seducido por cientos de mujeres a lo largo de su vida, pero entre lo voluptuoso y lo estándar, esa mujer no era ni la mitad.¡Tenía el peso de una gallina… además de parecer una! Pensó, negando. ¿Y eso a él qué puñetero carajos le importaba?Los dos cuerpos se tensaron frente a los absurdos pensamiento, y en eso, tocaron bruscamente la puerta.Calioppe fue la primera en reaccionar y saltó como un resorte fuerza de los brazos grandes y fieros, llevándose consigo el repentino cosquilleo que le había provocado el contacto en cada poro de su piel.— ¡Sé que estás allí, Calioppe, abre la puerta! — la voz de su prometido se escuchó como un trueno en una noche de tormenta.— ¡Calioppe! — ese era su hermano, y de repente, todo en ella hizo click.¡M4ldito Marcelo! ¡Quería inculparla!— No, no, no — dijo, caminando de un lado a otro, pensando. Su pecho subía y bajaba.Entonces miró a la ventana… y una muy muy mala idea cruzó por su cabeza.Era su única salida.Nicholas la miró andar hasta el balcón sin comprender qué diablos estaba sucediendo allí ni porque la puerta parecía que se vendría abajo en cualquier segundo.— ¿Qué crees que estás haciendo? ¿Te has vuelto completamente loca? — preguntó con los ojos abiertos al descubrir que era lo que esa mujer pretendía.— ¡Necesito salir de aquí!— ¡Sí, pero no volando! ¡Estás desde un quinto piso!— ¡Puedo… puedo hacerlo! — trató de convencerse a sí misma.Los golpeteos en la puerta no cesaban, y el nombre de Calioppe se escuchaba furiosísimo en los labios de su hermano.Calioppe tomó una profunda bocanada de aliento y se aferró a los bordes de la ventana antes de subirse. No era muy fan de las alturas, ni siquiera un poco… en realidad las odiaba, y por eso, cuando miró hacia abajo y comprobó que realmente estaba desde un quinto piso, sus rodillas se aflojaron y un mareo la sacudió, debilitando por completo su cuerpo.Alterado, Nick se mesó el cabello y maldijo por lo bajo. ¡Estaba loca! ¡No, loca y un cuarto! Y tan pronto vio que el cuerpo escuálido se aflojaba hacia adelante, no tuvo tiempo de reaccionar de otra forma… por segunda vez, y la tomó firme de la cintura antes de bajarla y pegarla a él.— Te tengo — murmuró contra el de repente apetecible cuello femenino.Calioppe aguantó la respiración, y no precisamente porque el hombre la había salvado de una desastrosa caída, sino por el salvaje animal que se le restregaba erecto contra sus pequeñas nalgas.La puerta se abrió.— ¿Ves? ¡Te lo dije! ¡Te dije que tu hermana tenía un amante! — la acusadora voz de Marcelo hizo que Nick y Calioppe se separaran de un salto… y se mirasen muy consciente de la comprometedora situación en la que los habían pillado.Cinco años más tarde, las dos familias se reunieron para celebrar la graduación de Alexia Dos Santos, ahora Da Silva. Se habían casado un año después del compromiso, un mes antes de las navidades, junto a las personas que los querían y festejaban su amor. La fiesta se celebró en la hacienda, aquellas tierras que los niños de ambas familias ya amaban profundamente y esperaban a las vacaciones de cada año para reunirse y dejarlos ser libre, pues el peligro había quedado atrás y ahora solo el amor y la paz reinaban. El primer año, fue uno de pruebas. Con los últimos meses de embarazo, el parto y la crianza de dos niños pequeños en casa, Alexia no se daba abasto entre la maternidad y los estudios, incluso pensó en algún momento en abandonar las clases en línea; sin embargo, él no lo permitió, y recortó horas de trabajo para ser un padre más ausente. Todo por su familia. Desde entonces aprendieron a comunicarse más y a buscar ayuda en el otro cada vez que lo necesitaban. No eran perfectos
Seis meses después, la vida les sonreía y las alegrías llegaban de a montones. Alexia había comenzado sus clases en línea dos meses más tarde después del juicio, y solo un mes después, se enteró en su visita mensual al médico que estaba esperando a una niña. — ¿Una niña? ¿Es en serio? — le preguntó su hombre. Lo había llamado tan pronto le dieron la noticia. Él había salido de viaje la noche anterior por un asunto importante de negocios, pues evaluando a fondo los daños que Marcelo había dejado en la empresa de su familia, tuvo que reponerse de a poco. — Sí, es una niña — le dijo entre lágrimas y risas —. Estoy tan feliz, no sabes cuánto. Es nada, es grande y su corazón late muchísimo. Ojalá estuvieras aquí — suspiró al tiempo que escuchaba las puertas del elevador abrirse. Se giró. — Aquí estoy — le dijo él, con el aparato pegado a la oreja, y ella corrió a sus brazos. — ¿Qué haces aquí? Pensé que no volverías hasta mañana. — Terminé antes y no quería pasar una hora más sin ti…
Despertó sola. Él no le dijo que tendría algo que hacer tan temprano. — Buenos días, Barroso — saludó al jefe de seguridad un tanto confundida. ¿Qué hacía él allí cuando acompañaba a Thiago a todos lados? — Buenos días, señorita Alexia. ¿Le ofrezco café? Ella negó, pero le agradeció el gesto con una sonrisa. — ¿Thiago no está en casa? — No, señorita, hoy tenía que presentarse con el juez. Alexia abrió ligeramente los ojos. — ¿Era hoy? ¿Por qué no me lo dijo? — No quería preocuparla. — Sí, pero... estará tan solo — negó, llevándose las manos al vientre. Después de todo, por lo que había tenido que pasar, merecía estar rodeado y siendo apoyado por las personas que querían. Alzó la vista — Barroso, ¿cree que…? — se mordió el labio. El buen hombre comprendió de inmediato que era lo que esa muchacha quería, así que dejó la taza de café sobre una mesilla y echó un rápido vistazo a su reloj antes de sonreírle. — ¿Puede estar lista en cinco minutos? El corazón de Alexia brincó y as
Volvieron a mitad de la tarde, exhaustos, hablando de cualquier cosa y todavía riendo. Gael cayó rendido, apenas tocó su cuna. Ella también lo estaba, pero necesitaba urgentemente una ducha y lavar su cabello. Thiago tuvo que atender una videoconferencia en la biblioteca con su equipo de abogados. El atardecer estaba pintado de naranja y púrpura cuando Alexia bajó las escaleras. Iba descalza y con una camisa de él que le quedaba como camisón. Se secaba el cabello con una toalla. — ¿Thiago? — preguntó a Gaspar que estaba por allí. — En la biblioteca, señorita. Ella le agradeció con una sonrisa. Tocó suavemente antes de entrar. Él tenía el ceño fruncido y le hablaba a la computadora, no entendía lo que decía, pero lucía cansado y se escuchaba un poco molesto. — Un momento — dijo él, antes de alzar la vista y bajar la pantalla de la computadora. Sonrió como si al fin hubiese tenido un poco de vitamina con ella ahí, vestida de esa forma, fresca y suelta — Ven, acércate. — Lo siento,
La mañana siguiente, Thiago despertó bajo el primer indicio del amanecer. Y aunque el CEO deseaba quedarse allí e impregnarse de ese maravilloso espíritu que no solo se había apoderado del otro lado de su cama, sino de su corazón y su vida entera, sabía que todavía había mucho por hacer para al fin alcanzar la felicidad plena. — Alexia… Alexia… — la llamó con voz queda, adornándola con besos por toda su piel. Ella abrió los ojos de a poco y esbozó una tierna sonrisa tras ser él lo primero que veía en el día. — Hmm, ¿Qué hora es? Tengo mucho sueño. Él apartó un mechón de cabello y besó su frente. — Casi las siete, pero debemos ir a que levantes oficialmente la denuncia. — ¿La denuncia? — preguntó extrañada. — Sí, las personas que han intentado hacerles daño a ti y Gael ya fueron capturadas, pero debemos hacer la denuncia para que el proceso inicie formalmente. — De acuerdo, solo… un poco más — y volvió a quedarse dormida. Más que encantado, él la dejó descansar un poco más, pue
— Escucha, sé que no es el mejor momento para dar una noticia como esta, pero… — ¿De qué noticia estás hablando? — el brasileño desvió la mirada hacia su hermana — ¿Alexia…? Alexia abrió la boca, pero nada salió de estar. — Nick, Alexia y yo vamos a ser padres. Estamos esperando un hijo juntos. — ¿Qué? — al principio creyó que se trataba de un chiste, pero, en cuanto vio a su cuñado entrelazar firmemente su mano con la de su hermana y esta responder al contacto con completa seguridad, supo que era cierto. Sus ojos se abrieron — ¡Hijo de…! Lo tomó del cuello de la camisa y lo zarandeó. — ¡Nicholas Dos Santos! — intervino Calioppe, tomando a su esposo del brazo y obligándolo a soltar a su hermano antes de que aquello acabase mal — Creo que estás innecesariamente alterado, así que mejor ve afuera, toma y el aire y luego vuelves aquí cuando estés más calmado. — ¡Pero…! — ¡Ahora! — señaló la puerta. El brasileño negó con la cabeza y salió de allí, enfurecido. — Oh, no, Nick… — mus
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