La Última Confesión Del Mayordomo.
Al percibir la tensión en el ambiente, Valentina concluyó con frialdad:
—Damián ya está pagando por sus actos, pero sus cómplices aún no. No descansaré hasta que se arrastren hasta mí y confiesen su crimen. —La ironía tintó sus palabras mientras recogía metódicamente las fotografías esparcidas sobre la mesa.
Mateo y su abuela cruzaron una mirada fugaz, intentando ocultar su inquietud. De pronto, Mateo soltó la copa y, con voz forzadamente calmada, se ofreció:
—Déjame ayudarte con eso.
Pero ella lo interrumpió con un gesto:
—No es necesario, ya acabé —esbozó una sonrisa fría—. Terminemos la cena… Está exquisita, ¿verdad? —Asintió para sí misma, mientras continuaba comiendo con aparente normalidad, aunque por dentro ardía de ansias porque Mateo soltara la verdad que ocultaba.
Más tarde, ya en la habitación, Mateo intentó acercarse a ella, deslizando caricias y besos, pero ella lo detuvo con firmeza:
—Necesito descansar, Mateo. Apenas ha pasado poco tiempo desde que perdimo