57• Siempre voy a caer por ti.
No había una gota de miedo en mi cuerpo. Sus gruñidos, la forma en que me miraba… decían más que mil palabras: estaba volviéndolo loco, y yo lo tenía justo donde quería. Una sonrisa cruzó mis labios al notar cómo su respiración se volvía irregular, cómo su cuerpo se tensaba, al borde de romperse. Lo solté y la reacción fue inmediata, como un balde de agua fría: Dean parpadeó, desconcertado, casi aturdido.
Caminé hacia la cama con paso seguro, consciente de su mirada quemando mi espalda. Lo que más me sorprendía no era su deseo, sino la contención que mostraba, ese aguante que lo hacía aún más irresistible. Al quitarme los pantalones y girarme hacia él, el brillo en sus ojos parecía devorarme. Una presa o un depredador… ya no importaba. Solo éramos dos fieras midiéndose, cada una calculando el momento exacto de lanzarse.
Sentada sobre la cama, observé cómo su pecho subía y bajaba con fuerza, descontrolado, y un pensamiento cruzó mi mente: si así se sentía el poder, no quería soltarlo n