Sara necesita un empleo y su única y mejor opción, es ser asistente del hombre al que por accidente le derramó un café y lo llamó cabrón. Obviamente no sabía que se trataba de su futuro jefe y este, como una especie de venganza, la contrata como asistente para enseñarle una lección, pero pronto se ve envuelto en los encantos de la chica y no puede evitar acercarse a ella con intenciones nada inocentes. Sara necesita el empleo, pero al mismo tiempo, la atracción que siente por el señor Norton se vuelve un irrefrenable deseo, por lo que cae rápidamente en sus garras, así como en su cama. ¿Será capaz "el ogro Norton" de entregar su frío corazón igual que su sexy cuerpo?
Leer másNormalmente no era de esas mujeres que se alteraban y desesperaban por cosas triviales, cómo el deseo de conseguir un hombre o formar una familia.
Era de las que iba por la vida sin apuros, que salía disfrutar del aire fresco en verano y se quedaba tomando un chocolate caliente y leyendo en su cuarto en el invierno, solo contemplando una rosa florecer o encontrando placer en ver una serie o película al final de la tarde.Pero hoy era diferente, necesitaba un nuevo trabajo y con urgencia.Había sido despedida de mi anterior empleo en un local de comida rápida. ¿El motivo?, arrojarle la comida y un refresco a uno de los clientes que pasó a recogerlo por la ventana del auto servicio. El muy maldito me había dicho que debía trabajar en algo más apropiado; cuando le pregunté a qué se refería, me dijo que con mi cara bonita no debía preparar salchichas, sino arrodillarme y comerlas.No pude evitarlo, era un anciano grasiento y desagradable, nadie me trataba así.Para mi mala suerte, mi jefe pasaba por allí en ese momento y me pilló infraganti, con el hombre vociferando insultos y las manos crispadas por la furia.Ni siquiera me dijo nada, yo solita me quité el gorro de la cabeza y me fui de allí, apretando los dientes y maldiciendo el universo. También estaba sin casa desde el año pasado, esta se había quemado en un incendio, sucedió mientras yo estaba en el trabajo.Mamá y papá murieron en él.Mi amiga Estela, de la universidad, me dio un lugar donde quedarme pero hasta ahora, ella era la que estaba trabajando y yo no necesitaba dinero, si no, debía irme.Había estudiado una carrera, ¿y para qué?, para terminar en un puesto de comida rápida con viejos morbosos que me miraban demasiado y decían cosas obscenas.Arg, odiaba a los pervertidos.Mi amiga me había dicho que podía conseguir un trabajo, pero que no sería fácil; ya que muchos habían renunciado a él. Eso fue algo que me llenó de curiosidad, haciéndome preguntar qué clase de empleo era; que hacía ahuyentar a las personas que querían formar parte.—No te olvides de llegar temprano a la entrevista —me advirtió mi amiga, alzando un dedo.—Hablas como si siempre llegara tarde a todos lados —rodé los ojos y ella puso sus manos en las caderas, mirándome con reproche—. ¡Está bien! Prometo no llegar tarde, ¿ya estás feliz?Refunfuñé durante un largo rato, maldiciendo todas mis desgracias y esperando que me cayera un rayo encima o de plano, me orinara un perro."No digas tarugadas, que todo lo que piensas, se cumple", atacó mi conciencia.—¡Tú cállate, metiche! —Espeté en voz alta.—¿Disculpa? —Estela exclamó, entre molesta e incrédula.Me volví hacia ella rápidamente, alzando las manos y deshaciéndome en disculpas. ¿Tenía que aclararle que a veces me volvía loca y hablaba conmigo misma?Ni hablar.—No hablaba contigo, hablaba con… migo misma — dije avergonzada, con las mejillas ardiendo.Pensé qué se reiría de mí, pero se limitó a encogerse de hombros, dándome una sonrisa comprensiva.—A veces también lo hago, descuida.—¡Eres la mejor! —la abracé con efusividad y ella me quitó de la repentina invasión de espacio personal, riéndose a carcajadas.—Sí, sí, sí —puso los ojos en blanco—. Guarda esa energía para la entrevista, ya te dije que no era fácil.La miré con el ceño fruncido.—¿Qué no dijiste que el trabajo era difícil? —me crucé de brazos—. No me digas que ahora tendré que convencer a una vieja gruñona de más de cincuenta años que soy completamente apta para archivar papeles y contestar teléfonos.—El puesto es para secretaria administrativa del vicepresidente, también está el de asistente personal del jefe de la compañía Norton & Brooks —me señaló—. Ese último es un puesto muy codiciado y a la vez temido.—Estela, es una cosa o es otra —dije pensativa. ¿Cómo alguien va a codiciar algo y temerle a la vez?—Cuando conozcas al jefe, lo entenderás —se encogió de hombros—. Pero no tienes que preocuparte, seguramente vas a toparte muy pocas veces con él, así que estás a salvo.Ella fue a trabajar y yo me quedé viendo series y comiendo palomitas de maíz. Estaba completamente aburrida, me había acostumbrado a trabajar y a tener todo por mi cuenta, necesitaba dinero no solo para pagar el alquiler, sino para conseguir mi propio apartamento.No sé en qué momento me quedé dormida, quizá por aburrimiento, pero cuando me vine a dar cuenta estaba en mi cama, así que seguí durmiendo porque continuaba oscuro.El aparato del demonio no dejaba de sonar, me removí un poco sobre mis sábanas para tomarlo, estiré lo más que podía para alcanzar mi teléfono que reposaba sobre mi mesa de noche, pero al tocar esa zona, no hallé nada.Levanté perezosamente la cabeza, achicando un poco mis ojos, por culpa de la luz del día que entraba por las persianas.—¿Bueno? —dije al contestar.—Sara, ¿qué haces aún durmiendo?—¿Estela? —pronuncié, aturdida por su voz—. ¿Para qué me llamas?—¡Tienes una entrevista de trabajo hoy, tonta! —Me levanté de golpe al escucharla.—Mierda…Salté de la cama, tirando el celular en ella. Caminé con prisa hasta mi baño y me recogí el cabello en un moño desastroso. No tenía tiempo que perder, así que lavé mis dientes con rapidez y dejé toda la ropa desperdigada por el baño, ya tendría tiempo para recogerla después.Tomé lo primero que vi en mi armario, me regañaba mentalmente por quedarme dormida y además, me había acostado muy tarde viendo estúpidas y cursis películas de romance, un impulso ridículo que ni siquiera entendí por qué me dio.Estaba capacitada en el área laboral, era bastante inteligente y tenía un buen currículum, todo lo que pedía en esa compañía y por suerte; todo lo tenía, excepto por mi vestimenta.Seguramente tendrían una muy peculiar imagen sobre mí, al ver lo que llevaba puesto, pero qué más daba. Mi ropa no daría el trabajo, ¿cierto?Por fin salí como alma que llevaba el diablo, pero mi estómago rugía. Necesitaba echarle algo al tanque o me desmayaría en brazos de mi jefe y seguramente terminaría vomitando, al ser un viejo gordo, calvo y panzón, como seguramente eran los jefes de compañías así de grandes y exitosas.Me detuve en un pequeño puesto de comida y pedí un café y un pastel de manzana para llevar. Olía delicioso y mi estómago rugió con más fuerza, así que le di un buen mordisco a mi bizcocho, cerrando los ojos para deleitarme con la masa que se derretía mi boca como si fuera magia."Por Dios, esto es casi un maldito orgasmo", suspiré con deleite.—Interesante comparación.Quizá fue la voz qué se oyó muy cerca de mí o porque estaba con los ojos cerrados, pero pronto noté que había soltado mi café encima de alguien que murmuraba maldiciones en… ¿inglés?Bueno había estudiado administración de empresas, pero siempre fue muy buena en inglés, no solo porque mi padre era americano, sino porque me encantaban los idiomas, así que entendí casi perfectamente lo que el hombre estaba diciendo.—Disculpe señor, no fue mi intención echarle mi café encima —me deshice en disculpas y él alzó la mirada, con expresión irritada.Era increíblemente atractivo como un rayo de sol en medio de la oscuridad, como una botella fría de refresco en medio de un desierto, como una melodía exquisita en medio de un baile."Basta de comparaciones idiotas, pareces tarada", atacó mi conciencia de nuevo.—¿Cómo puedes andar a mitad de la acera con los ojos cerrados? —casi no sentí su acento, era ligero, pero ahí estaba. Se veía molesto—. Alguien puede llevarte por delante y en mi caso, echarse encima tu café.Miré su camisa con una enorme mancha y apreté los labios, aguantándome las ganas de reír como posesa. Sus abdominales se veían bastante marcados, era como la fina pieza de una obra de arte.—¿Ahora parezco un bufón? —alzó una ceja, mirándome con prepotencia y arrogancia.Uff, no soportaba que me miraran así.—No sea tan amargado, Don —puse los ojos en blanco—. Solo fue un accidente, mire que también he manchado mis zapatos —hice una mueca de disgusto—. Joder, esto es perfecto.Me di media vuelta para irme, pero él me tomó del brazo y volteé a mirarlo, como si de pronto se hubiera vuelto verde.SaraEl aire estaba cargado, no solo de calor, sino de algo más profundo, más denso. Harvey Norton estaba justo frente a mí, y por primera vez me sentía completamente fuera de control, algo que rara vez me ocurría.—Te deseo —susurré, mi voz temblaba ligeramente. Lo miré a los ojos, esperando cualquier tipo de respuesta.Vi cómo su cuerpo se tensaba por un instante. Era una respuesta sutil, pero el deseo que se apoderó de él era innegable. Me estremecí cuando su voz ronca rompió el silencio.—Ya me tienes —dijo, acercándose aún más, con esa intensidad que me hacía arder desde dentro. Volvió a besarme, con sus labios exigiendo más, como si el simple contacto no fuera suficiente.Era como si todo mi cuerpo ardiera. Sentía llamas a mi alrededor, envolviéndome, pero no era el calor de la noche, era el calor de su cuerpo, de sus manos firmes que me sujetaban. Me puse de puntillas, y mis labios atacaron los suyos, queriendo sentir más, más de él. Las manos de Harvey viajaron desde mi pech
Apenas entré a mi habitación, el desorden de la cama parecía burlarse de mí. La había dejado así intencionalmente, como si hubiese pasado la noche allí, pero en realidad, cada noche desde que llegué al hotel la había pasado en la habitación de Sara. Sacudí la cabeza, intentando apartar el pensamiento de ella, y lancé las llaves y la billetera sobre la mesita. El sonido metálico de las llaves al golpear la superficie de madera resonó en el silencio, como un recordatorio de mi soledad. Suspiré y me dirigí al baño para tomar una ducha.Encendí el grifo y dejé que el agua caliente cayera sobre mis hombros, relajando los músculos tensos por los pensamientos que me acosaban. Mientras el vapor llenaba el pequeño espacio, no pude evitar que mi mente viajara a todas las veces que había compartido la ducha con Sara. Recordé la forma en que se reía cuando el agua caía sobre su rostro y cómo su piel brillaba bajo la luz tenue del baño. Cerré los ojos, dejando que las imágenes me envolvieran, p
Harvey Me encontraba sentado en esa sala abarrotada de personas, rodeado de compañeros y desconocidos, mientras el sonido monótono del orador resonaba en el auditorio. Golpeaba rítmicamente mi bolígrafo contra la carpeta que tenía frente a mí. El seminario trataba sobre cambios anticipados en el mercado, un tema que normalmente me habría interesado bastante, pero hoy no podía concentrarme. Mi mente estaba en otro lugar, o más bien, en otra persona.Sara.No había escuchado una sola palabra de lo que decían en las últimas dos horas. Todos los números, gráficos y previsiones pasaban por mi cabeza sin dejar huella. Todo lo que podía pensar era en ella. “¿Cómo es posible que ella tenga tanto poder sobre mí?,” me pregunté con frustración.Del otro lado de la mesa estaba Sara sentada, aparentemente atenta a la presentación. Pero sabía que ella también estaba distraída. En ese instante, me di cuenta de que nuestros mundos fuera de la habitación del hotel eran diferentes. Dentro de esa
Termino de colocarme la toalla después de la ducha y me apresuré a salir del baño. El fresco roce del algodón en mi piel era una pequeña distracción, pero no podía evitar sentir la presión de la situación. Con un profundo suspiro, abrí la puerta y salí al dormitorio, donde lo vi sentado en la cama, con su mirada fija en mí. —Solo necesito… —comencé a decir, pero me detuve en seco al notar mi maleta abierta sobre la cama. Harvey asintió con una ligera inclinación de cabeza, pero no se movió ni me habló.Normalmente, no me preocupaba demasiado por mi cuerpo, pero ahora, con solo una toalla y él mirándome, me sentía extrañamente incómoda. Me apresuré a recoger algunas cosas y, sin mirar hacia atrás, regresé al baño para vestirme. Me puse una coleta con manos temblorosas, tratando de recuperar mi compostura.Pensé que sería mejor terminar de arreglarme más tarde. Tomé las llaves de la encimera y salí de la habitación, intentando calmar mis nervios. Noté que Harvey seguía inmóvil, sen
Podía sentir la respiración agitada de Harvey contra mi piel, y sus manos firmes sujetaban mis caderas con una fuerza que me dejaba sin aliento. El deseo entre nosotros era palpable, como una corriente eléctrica que nos envolvía, y cuando él se inclinó ligeramente para tomarme de las nalgas, supe que ya no había vuelta atrás.Me aferré a sus hombros, sintiendo cómo me elevaba con facilidad, mis piernas rodearon su cadera en un movimiento automático, instintivo. Harvey me presionó contra la pared nuevamente.—Tu es fait pour moi —susurró en mi oído, y esas palabras me recorrieron como un rayo. Me sentí al borde de la desesperación, incapaz de contener el deseo que me consumía.—Hazmelo, Harvey —pedí, mi voz rota por la urgencia. No podía esperar más, no quería esperar más.Él no necesitó que se lo repitiera. Con un solo movimiento, se introdujo en mí, arrancándome un jadeo que resonó en las paredes de mármol como un eco. La sensación de plenitud fue tan intensa que me arqueé contra
Me encontraba atrapada entre el frío mármol de la pared y el calor abrasador de su cuerpo. Harvey me volteó con fuerza, obligándome a mirarlo a los ojos. Sentí la firmeza de su agarre en mis muñecas, levantándolas por encima de mi cabeza, inmovilizándome en un gesto autoritario que me hizo estremecer de anticipación.—No te muevas —me ordenó con severidad, su voz grave resonaba en el reducido espacio.El frío de la pared contrastaba de manera abrumadora con el calor que emanaba de su piel. Mi respiración se hizo entrecortada mientras él comenzaba a plantar besos en mi cuello, descendiendo lentamente hacia mis hombros. La fricción de su barba rasposa contra mi piel sensible enviaba oleadas de placer directo a mis sentidos. Todo mi cuerpo se tensaba, queriendo más y a la vez resistiéndome, pero era inútil; la presión de su cuerpo contra el mío era una cárcel deliciosa de la que no quería escapar.Sus labios continuaron su descenso hasta mis pechos, y sentí que mi aliento se detenía cu
Último capítulo