Damián Betancourt es el futuro heredero de la casa farmacéutica más grande de Ciudad D. Para recibir su herencia, debe contraer matrimonio y tener descendencia, condición impuesta por su padre Harold Betancourt, quien le tiene la candidata perfecta Isabela Torres, una joven auxiliar farmacéutica, quien trabaja para ayudar a su madre, Karla Torres, que requiere un costoso tratamiento para su enfermedad, aceptará la propuesta de Harold. Christian Montemayor, al descubrir el secreto guardado por sus padres, buscará obtener todo lo que por derecho le corresponde. Dos hombres desconocidos entre sí, lucharan por obtener lo que el otro tiene, y en medio de ellos una mujer será parte de esta lucha por poder y por amor. al final, ¿quién se quedará con todo?
Leer másComo cada noche desde que decidieron estar juntos, después de concertar un nuevo encuentro en su lujoso departamento, Damián Betancourt se mantiene de pie, expectante, mirando a su amada Charlotte Mendoza sollozar sin consuelo.
—¿Estás seguro que no hay otro modo, cariño? Me niego a aceptarlo — recalca dejando caer gruesas lágrimas, la triste expresión de su rostro es la única capaz de mover a compasión el frío semblante del hombre que ama.
—Lo lamento, mi reina, no tengo opción — responde Damián — mi padre quiere un heredero nacido dentro de un matrimonio, y como no lo hemos logrado, no podremos casarnos, debo hacerlo a su modo.
—Nada de estoy estuviera pasando si mi cuerpo no fuera tan débil — exclamó Charlotte llorando a mares.
Damián se acerca y la abraza con fuerza. —No quiero verte sufrir más por que no se logró, ni te culpes por eso. Prometo que cumpliré con el compromiso, estaré casado por un año y luego arreglaré todo para divorciarme, y volveremos a estar juntos— la consuela mientras le acaricia el cabello.
—¡En un año pueden pasar tantas cosas!— le replicó, llena de incertidumbre — Ni siquiera quiero imaginarme que ... termines enamorandote de ella, no, ¡no quiero perderte!, ¡prométeme que no me olvidarás!
—Te lo prometo, no hay lugar para nadie más en mi corazón. Ten paciencia, espera por mí, ¿De acuerdo? Volveremos a estar junto y ya nada podrá separarnos.
—Está bien, entonces... ¿esta será nuestra última noche juntos?
—Mientras este atado a ese matrimonio, tiene que ser así, corazón. Así que haremos de esta noche la más especial de todas. Mañana te llevaré al aeropuerto, será nuestra despedida.
—No quiero tener que marcharme, pero. No me siento capaz de mirar como mi amado se casa con otra. No olvides escribirme, ¿si?
—Lo haré a diario.
—¿Vas a extrañarme?
—Tanto como tú a mí, mi reina.
Mientras ellos dejan desbordar su pasión entre las sábanas. Saliendo del edificio de P&M Industrial Farmacéutica, Isabela Torres, una joven mujer alta y trigueña camina mirando al horizonte con resignación. Con el alma en vilo, guarda y vuelve a sacar sus manos de los bolsillos de su bata blanca, la cual contiene la insignia de su lugar de trabajo. Las dirige a su cabello atado en un moño alto, y lo suelta con frustración, dejando caer una larga melena lacia de color negro que le llega más abajo de las rodillas.
Sus grandes ojos cafés, en los cuales resaltan unas pestañas largas y rizadas, escudriñan a su alrededor, tratando de divisar el último autobús que la llevaría de vuelta a su casa. La noche es oscura. Vuelve su mano a su bolso, sacando de él un teléfono de un modelo anticuado, y observa la hora: van a dar las 11 de la noche. Se sentía bastante asfixiada, su día no pudo ser peor.
Se coloca al filo de la carretera, el inmenso portón de la compañía se cerró a sus espaldas, debe encontrar transporte lo antes posible, ya que una mujer sola en el camino es presa fácil, por lo cual no se arriesgaría a ir a pie.
Mientras aguardaba a la espera de algún taxi, rememora en su mente los sucesos vívidos en este fatídico día.
Ella se hallaba laborando en el área de empaque de medicinas, cuando a su teléfono entro la llamada del número de una de sus vecinas.
Se apartó un instante para contestar, pues la mujer sabía que no podía llamarla a menos que se tratara de una urgencia extrema.
—Señora Lolita, no puedo hablar mucho, pero dígame, ¿sucedió algo?
—Isa, lamento interrumpirte, pero debes venir de inmediato a tu casa. Ha ocurrido una desgracia.
—¿Le pasó algo a mi madre? ¿Ella está bien?
—Es por eso precisamente que te llamaba. Acaba de venir una ambulancia por ella. Es todo lo que puedo decirte por teléfono, por favor, es urgente que vengas.
Isabela cerró la llamada, y corrió a toda prisa hacia el área de recursos humanos. Ingresó de manera abrupta a la oficina, donde la señora Amanda Altamirano, jefa del departamento, se hallaba hablando con un hombre.
—Señora Altamirano, por favor, necesito su autorización para salir, es por un asunto familiar.
La mujer miró a la joven con disgusto, se levantó de su asiento y comenzó a retarla.
—¡Es la tercera vez esta semana, señorita Torres! si para usted su trabajo no es importante, entonces, ¡debería renunciar de inmediato! ¡Así tendría todo el tiempo que necesite libre y yo podría contratar a alguien que sea más eficiente que usted!
—¡Por favor, no me diga eso, de verdad es muy importante, se trata de la salud de mi madre, además, necesito este trabajo, pues la ayuda que recibo aquí con las medicinas para ella no la encontraré en ningún otro lugar!
Amanda iba a responderle, pero él hombre que estaba en su oficina, le hizo un ademán y le habló algunas palabras al oído.
La mujer respiró para calmarse y le extendió un papel a Isabela.
—Llene esta forma, y vaya. Pero la espero aquí a las 6 de la tarde, hay un asunto pendiente que hablar con usted, ¡no vaya a faltar o considérese despedida!
Isa llenó con rapidez aquel documento, se lo devolvió y salió de nuevo a toda prisa, se dirigió hacia su hogar, al cual llegó en una hora, vivía en los suburbios de Ciudad P.
Apenas arribó, fue directo a la casa de su vecina, doña Lolita, quien ya la esperaba para ir juntas al hospital.
Tomaron un taxi, y la mujer mayor le fue contando con detalles lo sucedido.
—Tú madre y yo salimos a comprar, cuando volvimos, yo me quedé en casa, y ella fue a la de ustedes. Unos minutos después, la escuché gritar muy desesperada, le avise a mi hijo y corrimos a verla. Vimos salir a un par de hombres encapuchados de su casa, mi hijo corrió tras ellos pero no pudo alcanzarlos. Yo me dirigí al interior, y vi a tu madre en el piso, inconsciente. Como no logré despertarla, llamamos a la ambulancia, y se la llevaron, dijeron que tenia el pulso demasiado débil y podía deberse a una falla en su corazón. Que le avisara a su familiares para que estuviera presentes, en caso de ser necesario.
La joven respiró, resignada, se temía lo peor, pero no estaba dispuesta a dejar de luchar por el bienestar de su madre. Agradeció a la señora Lolita por toda su ayuda.
Isabella tenía los sentimientos encontrados. Por un lado, ya estaba en camino el heredero que buscaba, solo era cuestión de que el tiempo pase y ella se enfocará en cuidar de su hijo, sin entablar ninguna relación con el padre. Por otro lado, para ella fue muy doloroso crecer sin su padre a su lado, y ella no quería eso para su hijo.Observó en la pantalla la pequeña vida que se gestaba en su vientre y sonrió. Era aún muy pequeñito, pero su corazón ya latía con fuerza.—Todo está normal, su embarazo corresponde a siete semanas. No olvide las indicaciones dadas por el médico, y los chequeos mensuales.Tomó los resultados y las imágenes impresas, las guardó y salió, afuera la esperaba su madre, quien no necesitó palabras para saber lo que sucedía.—Volvamos a casa, hija, ha sido un día muy ajetreado.—Lo sé, madre.Enzo iba manejando con tranquilidad mientras las dos mujeres iban en silencio. Isabella miraba por la ventana. Su madre interrumpió aquel silencio con una pregunta.—¿Se lo
—Padre, tuvimos un gran problema, pero estoy buscando como salir de él, para ganarme su confianza.—¡Ni siquiera eso has logrado ganarte, para poder convencerla de tener intimidad y mucho menos un hijo!—Eso es una posibilidad, pues ella y yo ...—Si ya consumaron el matrimonio, entonces ¿por que te dejo? ¿Tan mal estuviste?Ashely estuvo a punto de reir, mientras Damián respiró antes de hablar:—Aún estoy investigando, porque aquella noche no salieron las cosas como esperaba.Después de contarle lo sucedido a su padre, éste estuvo a punto de abofetearlo, pero su esposa se interpuso.Harold abandonó la mesa, furioso, únicamente permanecieron alli Damián y su madre.—¿Tienes alguna idea de donde pudo haber ido?—No, busqué a su madre, pero tampoco he podido hallarla.—Con lo sucedido, ten por seguro que no querrá volver a verte, hijo dime, ¿que estás dispuesto a hacer para hallarla?—Lo que sea necesario, madre.Puedo aseverar con seguridad que yo no provoque nada, y por eso quiero enco
Ashley le pidió a su chófer que las llevara al departamento donde vivía Karla. Una vez allí, le preguntó si tenían conocidos lejos de la ciudad. Karla no comprendía lo que sucedía, así que Ashley le explicó y también su plan en ocultar a Isabella para ver la reacción de su hijo.—Tengo un amigo en Ciudad E, en la frontera entre el País E y el País C. Allí podríamos ir, nadie nos encontraría a menos que sepan como llegar.—Perfecto, empaque sus objetos personales, yo dejare a cargo de una persona de confianza el cuidado de su departamento. No lleve muchas cosas, las ayudaré a instalarse con todo lo necesario y luego regresaré y fingiré demencia — habló Ashley con una sonrisa pícara.Isabella y Karla estaban de acuerdo, llevaron lo que pudieron cargar y se dirigieron a la estación de autobuses.—Edward, necesito un favor y tu completa discreción — dijo Ashley a su chófer, y le comentó sobre el plan — Iré con ellas, pero tú deberás viajar a mi casa de Ciudad S, y permanecerás allí, asegú
—¿Por qué lo dices, amor mío?—No quiero que te angusties, será mejor que no lo sepas.—Tú y ella ... ya ... ¿estuvieron juntos?—Si ... pero no fue consensuado. Ahora solo debo esperar los resultados, sino debemos intentarlo de nuevo.Isabella no soportó más y corrió a su habitación. Sintió su corazón encogerse, pensó que había la mínima posibilidad entre ella y su esposo. Se recriminó por ser tal ilusa.—Debía hacerlo, era mi compromiso. Ahora, como lo dijo Damián, a esperar los resultados. Si no se logró esta vez, la próxima será bajo mis condiciones.Le puso seguro a la habitación, y no salió en lo que restaba del día.Frente a la puerta, ajeno a lo que sucedía con su esposa, Damián aún hablaba con Charlotte por teléfono.—Te entiendo, amor, tengo que ser paciente, solo espero que no sea necesario que lo vuelvas a repetir, tu eres para mi y yo soy tuya, no lo olvides por favor.—No lo haré, debo despedirme, te llamaré cuando pueda.Guardo su teléfono e ingresó. Se dirigió direc
—Me alegra que tu viaje haya sido exitoso, hijo — habló Madeline mientras servía la comida para Cristhian — es gratificante que todo vaya bien. Además, quería contarte que tu padre ha mejorado mucho, pronto le darán el alta.—¿Ha hablado con él? ¿Ya piensa jubilarse o aún quiere permanecer en la Clínica trabajando?—Hijo, sabes que él ha dejado su vida ahí, y será muy difícil que lo suelte, aunque no hallará un mejor sucesor que tú.—Gracias, madre, pero los demás accionistas opinan lo contrario.—No son más que un montón de envidiosos, ninguno de sus hijos ha logrado siquiera igualar tus capacidades para asumir el mando de la Clínica.— Sugerí un concurso de méritos para el cargo, estoy consciente que será una dura competencia, solo así no podrán insinuar que hay favoritismo.—Bien pensado, hijo. Vamos, comamos que la cena se enfría y mañana será un día muy ajetreado.Al día siguiente:Casi es medio día, Damián despierta algo sobresaltado. Abre sus ojos y observa a la hermosa mujer
Isabella ingresó al restaurant, al encargado de recepción le mostró la tarjeta que Damián le había enviado, el joven supo de inmediato de quien se trataba y la guió hasta el área vip, donde había una mesa decorada para una cena romántica. Ella no dejaba de admirar la majestuosidad de aquel lugar.—Señora Betancourt, buenas noches, es un gusto saludarla— habló alguien que ella conocía muy bien.—Señor Roy, como ha pasado, no esperaba hallarlo aquí.—Vine por encargo del señor para verificar que todo esté listo, y una vez que él arribe me retiraré. Por cierto, me pidió que le dijera que estará aquí en pocos minutos.Damián llegó al poco tiempo, fue recibido por su asistente. Isabella se sentía algo inquieta, por lo que se levantó y se dirigió a la entrada, escuchó al asistente Roy hablar con su jefe:—La señora aguarda adentro, todo está dispuesto como lo ordenó: la mesa, la comida, el vino especial. Ella se ve ilusionada, lo de las rosas y las notas dio resultado. Estoy cien por ciento
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