Capítulo 2. Tormenta emocional

Kostantin Petrakis, luego de conversar con la secretaria, salió del gimnasio, se duchó, se vistió y ahora iba camino a la oficina de la constructora, donde había citado a Simón Ferrer el padre de Natalia. No temía ser reconocido, porque en su aspecto no quedaba el menor rastro de Vasil, aquel chico estúpido quien terminó perdiendo todo por amor, quien creyó en una maldit4 mujer, quien se burló de él de la peor manera y causó la destrucción de su familia. No pudo evitar golpear varias veces con fuerza el volante.

Entretanto los recuerdos que tanto había querido mantener al margen se abrieron pasos como cascados en sus pensamientos.

«Salieron de la pequeña casa, con todas sus pertenecías, algunas cosas se las tiraron sin ninguna consideración, sin embargo, su momento más difícil fue cuando vio a su padre llorar, jamás lo había visto de esa manera, siempre fue un hombre fuerte, optimista, nunca mostraba indicios de debilidad hasta ese momento, lo vio destruido.

—Iliana, mi amor lo siento mucho, pero ellos terminaron quitándome todo nuestro dinero ahorrado, no pude evitarlo, eran mucho más, además Simón me acusó de robarlo. ¿Ahora no sé cómo hacer? No supe cuidar a mi familia, no he sido un buen proveedor para ustedes —expresó mirándolos con profunda tristeza.

—No te preocupes mi amor, vamos a salir adelante, esto es solo un obstáculo en nuestras vidas, pronto lo superaremos, mientras estemos los cinco juntos, no hay nada con lo cual no podamos lidiar —manifestó acariciando el rostro de su marido en un gesto de amor, para después mirar a sus hijos con ternura y con un rastro de esperanza en sus ojos.

—No te preocupes papá, cargo un dinero conmigo —manifestó Vasil, entregándole un dinero extraído de su cartera, lo mismo hizo Xander.

Ese día se hospedaron en una pequeña posada, de solo dos camas, no obstante, Xander y Vasil, no pudieron conciliar el sueño, la preocupación y zozobra por el futuro, los tenía inquietos. Salieron, se sentaron alejados en un pequeño jardín con flores de color blanco, en un lateral de la edificación.

—¿Qué piensas hacer? —preguntó Xander, sin ocultar su preocupación.

—Lo mejor es regresar a Grecia, empezar de nuevo, lejos de tanta podredumbre. Aunque no sé si mis padres estarán dispuestos a marcharse, no quiero dejarlos solos, sin embargo, es necesario poner distancia entre este país y recorrer mi propio camino. Me consumiré con gusto con tal de lograr el objetivo que me he propuesto hoy.  Quizás pueda buscar para trabajar en una naviera —manifestó pensativo.

—No sabes nada del mundo naviero, ¿Quién te va a contratar? No estás siendo nada práctico, tu dolor por la decepción a la cual acabas de enfrentarte, no te está dejando pensar —lo recriminó Xander.

—Para alzar cajas no necesito tener experiencia, para eso tengo dos manos, dos pies y la fuerza por ser un hombre joven. Escúchame bien Xander, nunca más, nadie volverá a humillarme, a partir de este momento nace Kostantin Petrakis y muere Vasil Spyrou —sacándose una afilada navaja del pantalón, aun sabiendo que no era conveniente hacerlo, se abrió una herida en la palma de la mano, sin expresar ningún gesto de dolor.

Enseguida la sangre comenzó a salir, presionó la herida para dejarla salir y correr hasta caer bañando los pétalos de las flores que hasta ese momento habían sido blancas, estas se fueron tiñendo de manchas carmesí.

»Juro que destruiré a los Ferrer Altamirano y los Alcázar, no tendré piedad, solo descansaré cuando vea a Natalia por completo destruida, quebrada, sin ganas de vivir, que por más deseo de encontrar la muerte no la encuentre porque esta le huirá, la haré arrastrarse como un gusano, hasta que no quede nada de ella, porque solo de esa manera podrá espiar la culpa por todo el daño que nos causó —mientras hacía el juramento, el rostro se le fue poniendo sombrío y una oscura aura cubrió su cuerpo, cuando su hermano y amigo lo observó no pudo evitar un estremecimiento recorrerle el cuerpo.

Sin embargo, aún la vida no le había enseñado cuán cruel podía ser, a veces cuando la mala suerte te persigue, dicen que es porque las energías negativas se estancan, se desequilibran y fluyen mal, pues al parecer eso sucedió en su vida. 

Al día siguiente su padre se cansó de buscar empleo, por más sitios recorridos, en todos los lugares lo rechazaban, no encontraba un solo lugar donde pudiera trabajar.

Estaba desesperado, porque le urgía ganar dinero para resolver los problemas económicos de su familia, al final no encontró más empleo, sino en un taller mecánico como ayudante, se lo recomendó la misma persona encargada de atender el hostal. Vasil se fue a trabajar con él, pues no quería dejarlo solo, tenía un fuerte presentimiento que le causaba una gran inquietud.  

Su padre con gran optimismo se dirigió allí, pesé a las advertencias del joven, no lo escuchó, no porque no le importara la opinión del chico, sino porque requería resolver a corto plazo los principales problemas económicos de su familia, sin darse cuenta de que corría presuroso hacia su desgracia.

—Señor Bastián, por favor ayude a mover la correa para levantar con mayor prontitud en motor —pidió uno de los mecánicos.

Sin dudarlo su padre fue a cumplir las instrucciones, no obstante, mientras ayudaba a levantar el motor con la polea móvil, esta se desprendió de su eje, haciéndolo caer y causándole de inmediato aplastamiento en el tórax y en las piernas, ni siquiera le dio tiempo a reaccionar. Aunque todos acudieron a auxiliarlo, nada pudieron hacer, su padre pidió llamar a su madre y a su hermana, mientras vivía sus últimos momentos, les contó su historia, su origen y de nuevo el corazón de Vasil, se llenó de rencor, ya no solo por los Ferrer Altamirano, sino ahora también por los Zabat.

El estertor agónico, poco a poco fue debilitándolo, extinguiéndose con cada segundo, minutos después colapsó totalmente hasta morir, mientras su madre y hermana lloraban desesperados. Kostantin no lo hizo, se mantuvo con una completa máscara de frialdad, envenenando su alma de un profundo odio, una tormenta emocional se desató en su interior, la cual solo podía aplacarse, si no con venganza.  

“Porque es tocando fondo, aunque sea en la amargura y la degradación, donde uno llega a saber quién es, y donde entonces empieza a pisar firme.” José Luis Sampedro.

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