Mundo ficciónIniciar sesiónSecuestrada a los tres años, Aria Blackwood, hija del rey Ardean Blackwood y la reina Seraphine, fue arrancada del Reino del Norte y de la manada real Luna Eterna, que domina los cinco territorios. Criada por Martha, una anciana amable y protectora, Aria creció creyéndose una loba común dentro de la manada Shadowcrest, sin sospechar su origen real. Con los años, comenzó a trabajar en la mansión del alfa, donde soportó las burlas y humillaciones de Rowan Hale, el heredero de Shadowcrest. Nunca imaginó que el destino la uniría a él de la manera más cruel: descubrió que Rowan era su compañero destinado. Pero en lugar de aceptarla, él la rechazó, cegado por el orgullo y por la ambición de su actual pareja. Desgarrada por el rechazo y la muerte de Martha, su única familia, Aria decide abandonar la manada. Su camino la llevará por tierras hostiles, donde conocerá a Neyra, una exiliada de espíritu feroz, y a Eidan, un guerrero errante que pondrá a prueba su corazón y su confianza. Mientras tanto, en el norte, el rey Ardean y la reina Seraphine siguen buscando a la hija que la luna les arrebató, sin saber que el destino comienza a guiarla de regreso. Pero su retorno no traerá solo esperanza… también despertará al Alfa Sombrío, una antigua fuerza que amenaza con envolver a todos los reinos en oscuridad. El destino de Aria está escrito bajo la luz de la luna: redescubrir su linaje, enfrentar su pasado y reclamar el lugar que le pertenece.
Leer másEl trayecto a Lunarys había sido difícil y repleto de retos, pero ahora que estaba aquí, Aria consideraba que cada paso había valido la pena. A pesar de que ahora tenía que afrontar sola las pruebas del santuario, se prometió a sí misma que no fallaría. El sabio la había conducido a la entrada de un claro, donde tendría que demostrar su dignidad para ingresar al corazón del valle, un sitio en el cual parecía que los dioses habían esculpido la naturaleza.Arboles de miles años se erguían como vigilantes callados, con sus ramas entrelazadas formando un dosel de hojas plateadas que filtraba la luz lunar, generando un efecto de luz y sombra que parecía moverse en el aire. El suelo estaba cubierto de flores luminiscentes, de tonalidades suaves y brillantes, que parecían un tapiz de estrellas caídas, y con su resplandor etéreo iluminaban suavemente la escena. El aire estaba fresco y limpio, impregnado de una energía que parecía vibrar en cada rincón, como si el lugar mismo tuviera vida y co
Aún resonaba en el aire de Luna Eterna la energía residual del combate, un eco tenue perceptible solo por los más sensibles. La luz del alba, dorada y pálida, se colaba con precaución entre las murallas y torres blancas, proyectando un resplandor plateado que daba la impresión de envolver a toda la ciudad en una capa de esperanza. Sin embargo, entre esa calma engañosa, Aria se mantenía en la cima del muro principal, con su silueta recortada contra el horizonte como si fuera una estatua melancólica. Su mirada, enfocada en la lejanía, trataba de encontrar respuestas en el cielo, tratando de entender los planes del destino.La batalla en el Oeste había sido una prueba de fuego, un bautismo de sangre que la había cambiado para siempre. Sí, había conseguido regresar con vida después de vencer a la Sombra y a los Segadores una vez más; sin embargo, no acababa de entender el precio que había pagado. Dentro de ella, persistía un peso sordo, una carga invisible que ponía en peligro su espíritu
El amanecer llegó en silencio al Occidente. No se oían voces gritando, celebraciones ni proclamando victoria. La única luz gris y fría que se colaba entre las montañas permitía observar lo que había quedado después del ataque: muros quebrados, ruinas parciales, el aire impregnado de ceniza… y la extraña sensación de alivio que atravesaba todo el territorio como un suspiro agradecido. Siempre había sido fuerte el viento del Oeste, pero esa mañana se sentía diferente: más limpio, más ligero, como si la naturaleza misma supiera que se había evitado un desastre mayor.Mirando el horizonte donde las últimas huellas de energía oscura se desvanecieron unas horas antes, Aria estaba ergida en la cima del muro principal. En su pecho aún resonaba el eco del poder que la diosa le había revelado en sueños, el cual la había conducido en combate y aniquilado a los segadores con una sencillez que incluso la dejó inmóvil después. Los segadores... Seres inviables, con cuerpos distorsionados y
La mañana amaneció tranquila en Luna Eterna, aunque la calma era solo una ilusión que se sostenía por el leve resplandor del alba. Las torres del castillo real resplandecían con los tonos suaves de la mañana, pero en su interior había mucha tensión. Cuando Ardean ocupó el lugar de honor de la mesa de granito oscuro, todos los integrantes de alto rango ya se encontraban en la sala principal, pues se había convocado un consejo urgente desde la noche anterior.Aria estaba situada a su derecha, como la legítima heredera, aunque que trataba de conservar un porte sereno y digno, sentía el peso de cada mirada. La sala estaba a la expectativa de cada uno de sus movimientos: la futura reina necesitaba adquirir la capacidad de soportar más peso del que cualquier guerrero había soportado jamás.Rowan, en pie y callado, estaba situado entre los custodios de Luna Eterna y los delegados del sur. El joven Alfa de Shadowcrest emitía una autoridad innata; no tenía que decir nada para hacerse notar. Ra
Rowan acabó de colocar las últimas correas del equipaje justo cuando el amanecer apenas comenzaba. El campamento de Shadowcrest, aún afectado por los estragos recientes, permanecía en un silencio solemne que contrastaba con el ruido habitual de la manada. No obstante, había actividad: guerreros levantando muros provisionales, sanadores examinando a los heridos y diversos miembros organizando materiales para la reconstrucción. El aire seguía impregnado con el aroma de madera quemada, lo cual les hacía recordar la brutalidad del ataque procedente del este y que nada volvería a ser exactamente igual.Rowan inhaló profundamente, permitiendo que el aire frío invadiera sus pulmones. Él había hablado con su padre hace tan solo unas horas y todavía resonaban sus palabras dentro de él. -Es hora de irse, hijo. Luna Eterna tiene demasiados asuntos pendientes. ¿Y tú? Tú eres necesario ahí. -¿Y la manada? No quiero abandonarlos en este momento. -Shadowcrest permanecerá. Eso es mi responsabilida
Los días después de la devastación de Shadowcrest transcurrieron con una calma que engañaba. La manada del sur se desplazaba entre los escombros y la reconstrucción bajo el cielo pálido del alba. Las paredes que habían caído estaban siendo levantadas otra vez; las vigas nuevas sustituían a las viejas y los caminos se volvían a trazar mientras civiles y guerreros colaboraban juntos. El aroma a madera nueva se combinaba con el perfume húmedo de la tierra que se removía.Rowan estaba siempre al mando de cada tarea. Para poder volver al trabajo en cuanto el sol alcanzaba el horizonte, dormía solamente algunas horas, siempre cerca de donde se encontraba su padre. Su gente lo necesitaba y él no iba a fallar. A pesar de estar débil, Lucian iba recuperando fuerzas día tras día. Los sanadores habían hecho lo que estaba a su alcance, pero lo demás dependía de su espíritu, y Lucian tenía uno indomable. La vida brotaba de nuevo en Shadowcrest. Sin embargo, Rowan era consciente de que esa
Último capítulo