Mundo ficciónIniciar sesiónNueva York, 2075 En un futuro donde las relaciones están reguladas por la afinidad genética, Aurora Hastings debe concebir un hijo con su pareja ideal... o perder el legado de su familia. El problema: su mejor compatibilidad es con Callum Whitaker, su enemigo jurado y CEO del imperio que ha bloqueado su ascenso durante años. Lo que comienza como un trato frío, pronto se convierte en una lucha de poder, orgullo… y sentimientos. Un romance forjado en el conflicto. Una herencia escrita en la sangre. Todos Los Derechos Reservados
Leer másEl Nombre Inesperado
El sobre digital titilaba sobre la superficie de su escritorio de cristal, emitiendo una suave vibración cada cinco segundos. Una señal inofensiva. Una alerta más en su abarrotada mañana.
Pero Aurora no podía mover los dedos.
Su asistente personal, Harper Lane, la observaba desde el sofá cercano, con los brazos cruzados y una tensión en la mandíbula que no disimulaba.
- ¿Quieres que lo abra yo? - preguntó, con esa voz firme que usaba solo cuando la sentía a punto de romperse.
Aurora negó con la cabeza. Respiró hondo.
Con un leve movimiento, arrastró el archivo holográfico al centro de la mesa. Una barra azul se expandió. Se leyó el encabezado:
Autoridad Nacional de Compatibilidad Genética – Resultados oficiales
Nombre: Aurora Isolde Hastings
Edad: 22 años.
Compatibilidad genética óptima para descendencia viable de nivel A+...
Los ojos de Aurora se detuvieron justo antes de llegar al nombre. Una gota de sudor le descendió por la espalda, a pesar de que el sistema de climatización mantenía la suite a la temperatura perfecta.
No puede ser él. No puede ser él.
Compatibilidad: 99.78%
Nombre del sujeto correspondiente: Callum Sebastian Whitaker
El mundo pareció desplomarse sobre sus hombros.
La silla rechinó cuando se incorporó de golpe. Se apartó de la mesa, como si el nombre fuera una maldición radioactiva. Harper se puso de pie de inmediato.
- ¿Qué? ¿Quién es?
Aurora alzó la mirada, con los labios abiertos por el espanto. Su voz fue apenas un murmullo.
- Él.
Harper frunció el ceño.
- ¿Él quién?
- Callum maldito Whitaker.
El silencio se volvió espeso. La pantalla del informe seguía encendida. El nombre, inmenso. Innegable.
Harper se acercó y cerró el archivo con un rápido gesto, como si pudiera borrar lo inevitable.
- ¿Quieres que lo volvamos a hacer? Podemos ir con un laboratorio privado, esos resultados a veces…
- No, Harper. - Aurora apretó los puños - Está validado por el sistema nacional. Está firmado por el Comité. Es… oficial.
Su asistente y amiga la observó con atención. La conocía hace años y sabía que la joven era fuerte, decidida y perfeccionista. Aurora fue criada bajo la tutela de un abuelo exigente, lo que la llevó a desarrollar una fachada fría y controlada, incluso cuando estaba rota por dentro. No se permitía errores ni vulnerabilidad ante los demás. Eso la hacía reservada emocionalmente. Era introspectiva, con dificultades para confiar, especialmente con figuras masculinas dominantes. Guardaba sus sentimientos, incluso los más profundos, detrás de una armadura de profesionalismo y sarcasmo. Pero a pesar de su historia difícil, también era empática y leal. Aunque a veces parecía inaccesible, era ferozmente protectora con quienes amaba. Su relación con ella lo demostraba: era la única persona a quien realmente dejaba entrar sin restricciones. Era creativa y brillante. Tenía un talento innato para el diseño, con una mente que mezcla técnica, estética y funcionalidad. Hablaba con precisión, pero cuando exponía sus ideas sobre joyería o diseño, su lenguaje se vuelve apasionado y profundo. Estaba traumatizada, pero era resiliente. La muerte de sus padres en un accidente cuando tenía 5 años marcó su visión del mundo. Asociaba la sangre con el miedo y la pérdida y odia los hospitales. Sin embargo, nunca ha permitido que su dolor la paralizara: lo había transformado en determinación.
Harper sabía que Aurora desconfiaba del poder masculino. Le costaba lidiar con figuras como su abuelo o Callum, porque temía que tomaran sus decisiones por ella. Aunque deseaba el amor, el control que ejerce sobre sí misma le impide entregarse con facilidad. No había avanzado con su novio, Evan alejándose de él. Siempre con sus contradicciones emocionales. Aunque Aurora detestaba a Callum por lo que representaba, su cuerpo y corazón lo recordaban desde la universidad. Esa tensión constante entre repulsión, deseo y necesidad de protección la mantenía emocionalmente en conflicto.
- ¿Vas a contactarlo? - le preguntó finalmente.
- Si, contacta a su asistente. Coordina una cita lo más pronto posible. No tengo mucho tiempo.
Y entonces lo recordó. La razón por la cual había aceptado hacerse la prueba. El ultimátum de su abuelo. Las condiciones. El chantaje emocional disfrazado de tradición familiar.
Dos semanas antes…
El ascensor se detuvo en el último piso del rascacielos Hastings. Aurora entró con paso decidido, flanqueada por Harper. Las puertas del despacho de su abuelo estaban abiertas. El viejo titán del diseño de joyas la esperaba sentado frente a un ventanal, una copa de whisky en la mano y una pantalla flotante a su derecha donde rotaban prototipos en 3D de las nuevas colecciones.
- Puntual, por fin. - dijo sin volverse, sin siquiera mirarla.
- Me pediste que viniera. Estoy aquí. ¿De qué se trata?
Richard Hastings giró lentamente la silla y la encaró. A sus 83 años, su presencia seguía imponiendo respeto. El cabello completamente blanco, los ojos de acero y el bastón de marfil con el logo de la empresa en la empuñadura le daban el aire de un rey antiguo.
- He tomado una decisión sobre el futuro de Hastings Jewels.
Aurora sintió un nudo en el pecho.
- ¿Vas a retirarte?
- Sí. Pero no estoy muerto. Seguiré supervisando desde el consejo. Lo que necesito ahora es un presidente. Y quiero que seas tú, Aurora.
Ella no respondió de inmediato. Su corazón se aceleró.
- ¿Hablas en serio?
- Siempre hablo en serio.
Pero había algo más. Lo vio en sus ojos. En la pausa tensa que siguió. La trampa venía ahora.
- A cambio - dijo Richard, dejando la copa en la mesa - debes cumplir una condición.
- ¿Qué condición?
- Quiero que concibas un hijo con tu pareja genética óptima.
El silencio fue absoluto.
Aurora no pudo contener la risa incrédula.
- ¿Estás… bromeando?
- No. La empresa necesita un legado claro. Un heredero con el linaje adecuado. Es el único modo de asegurar continuidad dentro del sistema de privilegios.
- ¿Y si no acepto?
- Tu primo Julian asumirá la presidencia. Tiene la edad, el entrenamiento… y ya ha hecho su prueba.
Aurora apretó los dientes. Lo que su abuelo no decía, pero ambos sabían, era que Julian era una marioneta. Un chico listo, sí, pero manipulable. Y demasiado dispuesto a ceder ante inversores externos.
- ¿Cuánto tiempo tengo?
- Catorce días para presentar resultados. Tres meses para confirmar embarazo. La directiva del consejo ya fue informada.
Aurora quería gritar. Pero no lo hizo. Sabía que no iba a ganarle al hombre que había construido un imperio desde cero. Lo que Richard Hastings prometía, lo cumplía. Lo que exigía, no lo negociaba.
Salió de la oficina con el estómago revuelto y la vista nublada.
- ¿Vas a hacerlo? - le preguntó Harper en el ascensor.
Aurora asintió, mirando su reflejo en las paredes de acero.
- Voy a hacerlo. Pero no voy a dejar que me destruyan en el camino.
El Presente
Y ahora, el destino le ponía el nombre más odioso frente a los ojos. Callum Whitaker. Su excompañero en la universidad. Su enemigo silencioso desde que él le negó el acceso a las vitrinas de Whitaker Stores, arruinando su expansión en los barrios medios. El hombre que la acusó en público de ser una “diseñadora de herencias, no de ideas”. El idiota carismático con sonrisa de tiburón.
Harper volvió a hablar.
- ¿Vas a contarle?
Aurora exhaló con fuerza. Sus ojos seguían clavados en la pantalla, como si el nombre pudiera cambiar.
- No. Voy a proponerle un trato.
- ¿Qué tipo de trato?
Ella alzó el rostro, y sus ojos tenían una resolución que quemaba.
- Quiero su semilla, no su amor. No lo necesito cerca. Solo necesito lo que corre por sus venas.
Harper la miró con expresión sombría.
- ¿Y si él quiere más?
Aurora sonrió, fría como una cuchilla de diamante.
- Entonces tendrá que ganarse el resto.
Aurora se sentó en la silla del presidente de Hastings Jewels con la misma determinación con la que había asumido cada desafío que la vida le presentó. El cuero del respaldo era firme, casi solemne, y el peso del cargo caía sobre sus hombros como una responsabilidad natural, no impuesta. A su alrededor, el consejo esperaba sus palabras con respeto, consciente de que la mujer frente a ellos no era solo una empresaria, sino alguien que había transformado la adversidad en impulso.La colección Latidos había sido un éxito rotundo. Cada pieza hablaba de amor, compromiso y resiliencia y la prensa no había tardado en señalarla como “una propuesta que unía el arte de la joyería con la fuerza de las emociones humanas”. Los clientes la recibieron con entusiasmo: las piezas se convirtieron en promesas visibles, los colgantes en secretos compartidos y las pulseras en símbolos de vínculos que desafiaban al tiempo. Aurora sabía que no era solo una colección de joyas, sino una forma de contar histor
Amor Desde La ProtecciónCallum empujó suavemente la puerta de su habitación. La luz tenue iluminaba el espacio, y Aurora estaba allí, sentada al borde de la cama, mirándolo con una mezcla de confianza y desafío que lo hizo sonreír de inmediato. Xander dormía plácido en su cuna en su habitación, ajeno al mundo adulto que lo rodeaba.- ¿Y Xander?- Dormido en su habitación. – la joven lo observó con atención - ¿Cómo están?- Ya “conversaron”.- dijo Callum, dejando caer la chaqueta sobre la silla y acercándose - No tienes por qué preocuparte. Creo que estarán bien.Aurora lo miró, evaluándolo y entonces un brillo juguetón apareció en sus ojos. Sin palabras, se levantó y dio un paso hacia él, rozando sus dedos por su pecho, tanteando la firmeza de sus músculos bajo la camisa. Callum inhaló hondo, sintiendo cómo su control empezaba a desmoronarse bajo esa proximidad.Ella se acercó más, rozando sus labios contra los suyos con un roce apenas sugerido, lento y deliberado. Callum cerró los o
El Amor Desde La ProtecciónCallum empujó suavemente la puerta de su habitación. La luz tenue iluminaba el espacio, y Aurora estaba allí, sentada al borde de la cama, mirándolo con una mezcla de confianza y desafío que lo hizo sonreír de inmediato. Xander dormía plácido en su cuna en su habitación, ajeno al mundo adulto que lo rodeaba.- ¿Y Xander?- Dormido en su habitación. – la joven lo observó con atención - ¿Cómo están?- Ya “conversaron”.- dijo Callum, dejando caer la chaqueta sobre la silla y acercándose - No tienes por qué preocuparte. Creo que estarán bien.Aurora lo miró, evaluándolo y entonces un brillo juguetón apareció en sus ojos. Sin palabras, se levantó y dio un paso hacia él, rozando sus dedos por su pecho, tanteando la firmeza de sus músculos bajo la camisa. Callum inhaló hondo, sintiendo cómo su control empezaba a desmoronarse bajo esa proximidad.Ella se acercó más, rozando sus labios contra los suyos con un roce apenas sugerido, lento y deliberado. Callum cerró lo
El Amor con IntensidadHarper no soportó la distancia entre ellos.Se levantó del sillón de golpe y, antes de que Eliot pudiera reaccionar, lo tomó del rostro con ambas manos y lo besó con una ferocidad que no dejaba espacio para dudas ni miedos.Eliot respondió al instante, atrapándola contra sí como si fuese lo único que podía sostenerlo en ese momento. El beso fue intenso, casi desesperado, el choque de dos almas que siempre habían vivido al límite.La mujer se aferró a su camisa, como si quisiera fundirse en él y él la sujetó con fuerza por la cintura, levantándola hasta hacerla caer sobre su regazo. Los labios no se separaron ni un segundo, cada caricia, cada respiración mezclada era una declaración de lo que no podían seguir ocultando.Cuando al fin se apartaron apenas, Harper apoyó la frente contra la de él, jadeando.- Entonces… tengamos miedo juntos. - susurró, con una media sonrisa temblorosa.Eliot la miró como si fuese su salvación y volvió a besarla, con una pasión que no
Las Sombras De Recuerdos DolorososEliot se apoyó contra el respaldo del sillón de la sala de la casa de huéspedes, encendiendo un cigarrillo con manos que temblaban ligeramente, aunque él se empeñaba en negarlo. No había fumado en años; había dejado esa porquería desde que salió del hospital de veteranos, desde que decidió que no necesitaba otra cadena que lo atara. Sin embargo, aquella mirada de Harper lo había sacudido más de lo que estaba dispuesto a admitir.El humo se elevaba en volutas que parecían ralentizar el tiempo, pero no podía relajarse. Cada bocanada le quemaba la garganta, pero no tanto como el remordimiento que lo carcomía por dentro. Debería haber sido más cuidadoso. Debería haberla conocido más antes de abrir su corazón, de dejar que ella lo viera vulnerable o lastimarla. La intensidad de sus propios sentimientos lo había hecho precipitarse y ahora temía que su historia, su pasado marcado por la soledad y la culpa, pudiera arruinar lo que empezaban a construir.Elio
Si Amas, Vale La Pena IntentarHarper se recostó contra la baranda del balcón, la vista de Londres extendiéndose ante ella, un mar de luces que apenas podía disfrutar. La altura le daba una sensación de seguridad, un espacio donde podía pensar y respirar sin la presión del mundo que siempre parecía perseguirla. Sus manos jugaban nerviosamente con la hebilla de su chaqueta, mientras los pensamientos le hacían un nudo en la garganta.Cada vez que Eliot se acercaba, cada gesto que mostraba intención de algo más que trabajo, Harper sentía ese vértigo que la había acompañado toda su vida: la certeza de que si se dejaba llevar terminaría sola otra vez, como con sus padres, como con todos los que había perdido.“No quería perderlo,” pensó.Un crujido detrás de ella la hizo tensarse. Su instinto la puso alerta y buscó la sombra que se acercaba. Por un instante creyó que era Aurora y se relajó un poco, pero no lo era. Era Callum, con esa calma suya que parecía abrir un espacio seguro donde tod










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