Capítulo 3

Flashback – Universidad de Columbia, Año 2070

Callum, con veinticuatro años, estaba terminando su máster en estrategia empresarial. Durante uno de los talleres de innovación, le asignaron a trabajar con Aurora Hastings, la heredera que todos adoraban: brillante, hermosa, influyente. Una semana de trabajo en equipo. Prototipos compartidos. Risas ocasionales. Café a las tres de la mañana. Él pensó que quizás… quizás… ella no era tan arrogante como parecía. Su elegancia era natural, casi genética. Su talento, evidente. Pero lo que más destacaba de ella era el aura de seguridad inquebrantable que la rodeaba. Todos gravitaban a su alrededor. Callum también… al principio.

Hasta que llegó la presentación final.

Callum había desarrollado un modelo de negocios con algoritmos predictivos para el mercado de lujo. Lo compartió con Aurora. Ella ajustó el diseño gráfico, mejoró la narrativa…

Él se había acercado con intención de colaboración en un proyecto de integración de marcas en el comercio genético. Ella aceptó. Trabajaron durante semanas. Y al presentar, fue ella quien tomó el escenario. Él esperó su turno. Nunca llegó. Aurora se llevó todo el crédito.

Usó el material, lo combinó con los datos de su familia y se llevó todos los aplausos.

Frente a la clase y frente al director del programa, su discurso omitió su nombre por completo.

Ella ganó una beca. Él fue ignorado.

Cuando le reclamó, ella se encogió de hombros.

- El modelo era débil sin mis ajustes. Solo lo perfeccioné.

Callum apretó los dientes mientras escuchaba. Y ese mismo día, tomó una decisión: nunca confiaría en ella. Y cuando tuvo el poder, bloqueó la entrada de Hastings Jewels en todos los almacenes de Whitaker Holdings.

No fue un acto impulsivo. Fue justicia.

Volvió al presente con una sonrisa afilada. Ahora estaban de nuevo frente a frente en esa ridícula situación e iba a aprovecharla para cobrarse la venganza.

- Tu oferta es tentadora, Hastings. Pero hay una condición.

Ella alzó la barbilla.

- ¿Cuál?

Callum se inclinó apenas hacia ella, dejando que su voz descendiera una octava.

- Si quieres mi semilla, no será en un tubo de laboratorio. Lo haremos a la antigua. En carne y hueso. Con contrato físico incluido.

Aurora se tensó, pero no se echó atrás.

- Eres repugnante.

- Y tú sigues tan arrogante como siempre.

- Esto no es un juego, Whitaker.

- No. - dijo él, con una sonrisa venenosa - Es biología. Y tú y yo, querida, somos el experimento perfecto.

- Eres un imbécil, Whitaker. - siseó Aurora con los puños apretados girando sobre sus talones para salir del despacho. Temblaba visiblemente. - No debí venir aquí... Fue un error.

Harper miró a los dos hombres con el ceño fruncido y siguió a su amiga mientras Eliot y Callum se quedaban en silencio observando como se marchaban.

Lo Que No Dije Aquel Día

Aurora salió de la sala de cristal sin mirar atrás. Ni una palabra más. Ni una réplica final.

Harper la esperaba fuera, recostada contra la pared de acero bruñido como una sombra protectora.

- ¿Qué hizo? - preguntó, al ver el rostro de su jefa.

- Lo que mejor sabe hacer. - dijo Aurora con los dientes apretados - Provocarme.

Caminaron en silencio hasta el ascensor. El pasillo estaba alfombrado, insonorizado, diseñado para que incluso una rabieta sonara elegante. Pero no había nada refinado en el torbellino que le azotaba el pecho. Aurora subió al ascensor y pulsó el botón con más fuerza de la necesaria.

Cuando las puertas se cerraron, por fin dejó caer la cabeza hacia atrás.

- Lo odio. - susurró - Lo odio tanto…

Harper la observó de reojo. No dijo nada. Sabía que esas palabras eran la superficie de algo mucho más profundo.

La ciudad se desplegaba bajo sus pies mientras descendían, pero Aurora no veía nada. Solo sombras y recuerdos.

Universidad de Columbia – Hace cinco años

Callum Whitaker no era lo que esperaba.

Aurora se había criado entre linajes antiguos, herencias firmadas con sangre y apellido, valores que su abuelo Richard repetía como letanías: “Somos Hastings. Somos legado.”

Callum Whitaker era diferente. Un nombre nuevo en el mundo del poder. Su familia había construido Whitaker Holdings en dos generaciones. Empezaron con textiles, se expandieron a tecnología y finalmente se adueñaron de los grandes almacenes del país. No tenían historia… tenían resultados.

Aurora lo había juzgado. Por su sonrisa, por su arrogancia, por esa manera de entrar a clase como si le perteneciera el aire.

Pero entonces, trabajaron juntos en ese proyecto.

Y descubrió que bajo esa fachada de sarcasmo y perfección… había alguien peligroso para ella. Porque la hacía reír. Porque la desafiaba. Porque la miraba con unos ojos que no pedían permiso. Que la hacían sentir cómoda, en calma y deseada.

Una noche, tras una presentación particularmente buena, él la invitó a caminar por el campus.

- Tus ideas sobre diseño emocional… - le había dicho - Nunca había escuchado algo así. Eres brillante.

Ella se había quedado sin palabras. Y esa noche… estuvo a punto de besarlo. Le gustaba y le atraía más de lo que quería reconocer.

Pero al volver a su habitación, se encontró con un mensaje de su abuelo:

"Recuerda quién eres, Aurora. No todos los hombres merecen una a Hastings. Algunos solo buscan el nombre. Y los Whitaker aún tienen barro en los pies."

Demonios, los escoltas de su abuelo tienen que haberle contado sobre el paseo. – se dijo.

Bajó la guardia. Permitió que sus emociones se vieran en la superficie. No quería que su abuelo amenazara a Callum o a sus padres para que se alejara de ella como lo había hecho con otras personas que se le acercaban. No quería hacerle daño, pero tendría que alejarlo para que pudiese terminar su maestría y tomar los negocios de su familia.

Al día siguiente, durante la presentación final, ella decidió no mencionarlo. No lo llamó, no dejó que hiciera su presentación con ella.

Callum la confrontó directamente y ella le dijo palabras hirientes. Y el daño quedó hecho.

Desde entonces, él se convirtió en un muro. Frío, eficiente, cruel cuando quería. No sólo en la universidad, si no también en los negocios.

Aurora intentó convencerse a sí misma de que no importaba. Que solo había sido una atracción juvenil. Que no había espacio en su mundo para un hombre que no fuera “aprobado” por su abuelo. Pero los recuerdos… no se extinguían con lógica.

Y ahora, el destino la obligaba a buscarlo. A pedirle algo tan íntimo como la vida misma. Y Callum, por supuesto, no iba a perdonarla.

Aurora cerró los ojos en el ascensor.

“¿Y si me lo merezco?” pensó.

Pero enseguida apretó los puños.

- No. No voy a cederle mi futuro a su arrogancia. Si no acepta el acuerdo… buscaré otra vía. Aunque tenga que desafiar la maldita institución genética.

- ¿Aurora? - preguntó Harper con cuidado.

La joven no respondió. Porque si lo hacía… las lágrimas que presionaban sus ojos se abrirían paso.

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