Mundo ficciónIniciar sesiónLos clanes de vampiros están siendo perseguidos por un grupo de cazadores altamente entrenados. Alessia D'Angelo, líder del Clan Masquerade, Ceo de la empresa de cosméticos Acqua Vita se enfrenta a Damian Prescott, comandante del escuadrón Luna Roja para acabar con la persecución de la que son objeto. Durante la lucha, Damian combina su sangre con la de Alessia y se convierte en su compañero. Hasta que no puedan deshacer el contrato de sangre, tendrán que convivir como pareja para despistar a sus enemigos y poder sobrevivir. Todos los derechos Reservados Registro Safe Creative
Leer másOficinas Centrales De La Agencia Luna Roja
El ascensor emitió un suave zumbido antes de detenerse en el piso más alto de la Torre Centinela, el cuartel general de Luna Roja. Cuando las puertas se abrieron, Damian Prescott salió con paso decidido, su figura imponente enmarcada por el uniforme táctico negro ajustado al cuerpo, decorado con el símbolo escarlata de su unidad en el hombro: una luna creciente atravesada por una daga.
Frente a él se desplegaba un vasto piso ultramoderno, lleno de agentes que trabajaban con una sincronía perfecta. Monitores de alta tecnología cubrían las paredes, proyectando imágenes de mapas tácticos, grabaciones de operaciones recientes y transmisiones en tiempo real de satélites. Hologramas azules brillaban sobre las mesas de control, mientras el sonido constante de teclados y comunicaciones codificadas llenaba el aire.
Los agentes, vestidos con uniformes tácticos del mismo negro opaco, portaban armamento de última generación sujeto a sus cinturones y sus muslos. La mayoría tenía rostros serios, endurecidos por años de enfrentamientos contra enemigos que otros consideraban leyendas: vampiros, licántropos y otras criaturas ocultas en las sombras.
Damian avanzó sin titubear hacia la sala de reuniones al fondo, donde se veía una pared de vidrio blindado. Las puertas se abrieron automáticamente cuando se acercó, revelando una amplia mesa ovalada rodeada por sillas ocupadas por los altos mandos del escuadrón.
En el extremo opuesto de la mesa, de pie junto a una pantalla holográfica, estaba Skylar Valentus, el comandante absoluto de Luna Roja.
Skylar era el epítome de la autoridad y el peligro contenido. Su figura esbelta pero musculosa estaba envuelta en un uniforme impecable, con el cuello ligeramente desabrochado, como si el protocolo nunca pudiera atarlo del todo. Tenía el cabello oscuro y peinado hacia atrás, dejando al descubierto unos ojos grises que parecían ver más allá de las apariencias. Una cicatriz delgada cruzaba su mandíbula, recuerdo de una misión que pocos se atrevían a mencionar.
- Prescott. - dijo Skylar con voz firme, apenas moviendo la cabeza en señal de reconocimiento cuando Damian tomó asiento - Bienvenidos todos.
La sala se llenó de murmullos breves mientras los últimos agentes entraban y ocupaban sus lugares.
Skylar activó el panel holográfico con un movimiento ágil, proyectando un mapa tridimensional sobre la mesa. La imagen mostraba un sector remoto del norte de Europa, donde múltiples puntos rojos parpadeaban en señal de alerta.
- Tenemos informes de actividad no autorizada cerca del perímetro de Europa del Este, en Yugoslavia. - anunció Skylar, su tono cortante, sin espacio para dudas - Creemos que podría tratarse de una célula vampírica renegada.
Los rostros en la sala se tensaron al escuchar la palabra “renegada”. Damian apretó la mandíbula. Habían enfrentado a esas criaturas antes, pero las operaciones siempre dejaban bajas significativas.
Skylar cruzó los brazos y los observó a todos con dureza.
- Esta misión no es opcional. Nos desplegaremos en dos horas. Prescott, estarás a cargo del equipo alfa. Mantén la línea, nadie cruza sin autorización, ¿Entendido?
- ¿Qué es lo que están buscando? - preguntó un agente novato del grupo de Damian.
- Atacaron a un convoy médico que iba a apoyar a los refugiados.
- Eso no es normal... - intervino Damian con el ceño fruncido - Buscan los hospitales o los bancos de sangre no un convoy de suministros.
- Por eso te quiero en la misión. - le dijo Skylar - No me arriesgaré si están atacando a civiles.
Damian asintió con un leve movimiento de cabeza, sintiendo la familiar adrenalina recorrer sus venas.
- Entendido, señor.
Skylar inclinó ligeramente la cabeza, sus ojos grises brillando con una intensidad inquietante.
- Nos vemos en el campo. Espero resultados.
Cuando la reunión terminó, Damian se quedó unos segundos en su lugar, observando cómo Skylar salía de la sala con esa confianza casi arrogante que lo caracterizaba. Había algo en su comandante que siempre le había parecido... diferente. Pero en ese momento no importaba.
El aire tenso de la sala de reuniones comenzaba a disiparse mientras los agentes se dispersaban, cada uno preparándose para la misión. Damian permanecía junto a la mesa holográfica, revisando la información desplegada. Sus ojos oscuros analizaban en silencio las rutas de acceso al lugar del ataque, buscando posibles puntos débiles.
Un par de pasos ligeros resonaron a su espalda, seguidos por una voz algo nerviosa:
- Comandante.
La voz de Sasha, el joven que había hablado antes lo distrajo.
Damian giró lentamente, sus ojos descansando en un rostro juvenil que casi desentonaba en aquel entorno militarizado. Sasha Carter llevaba el uniforme táctico estándar, aunque parecía que aún no se acostumbraba del todo a usarlo. Su cabello rubio ceniza caía de forma desordenada sobre su frente y unos ojos verde brillante, llenos de curiosidad, se fijaban en Damian con intensidad.
No tendría más de veintitrés años, pensó Damian. En un lugar donde la mayoría de los agentes lucían cicatrices visibles o un aura de peligrosidad acumulada por años de combate, Sasha parecía... fuera de lugar. Demasiado joven. Demasiado ingenuo.
-¿Qué necesitas? - le preguntó Damian con voz grave, cruzándose de brazos.
- Quería saber qué tipo de apoyo tecnológico necesitará el equipo durante la misión. - dijo Sasha rápidamente, con el entusiasmo propio de alguien decidido a demostrar su valía - He estado configurando un sistema de comunicación encriptado que debería mejorar la transmisión de datos incluso en zonas con interferencia mágica... digo, bueno, ya sabes, anomalías electromagnéticas.
Damian lo observó detenidamente, evaluando al joven agente. Había algo peculiar en él, más allá de su inexperiencia evidente. A pesar de su aspecto frágil, había una chispa de determinación en sus ojos, una fuerza latente que parecía esperar el momento adecuado para salir a la luz.
- ¿Es tu primera misión en campo? - inquirió Damian, aunque ya sabía la respuesta.
Sasha asintió, tragando saliva.
- Sí, señor. Pero estoy listo.
Damian arqueó una ceja.
- ¿Listo? Eso ya lo veremos. Mantén tu cabeza baja, sigue mis órdenes y asegúrate de que esas “anomalías” no interfieran con nuestras comunicaciones. Si alguien queda incomunicado por tu fallo, será tu responsabilidad.
El joven apretó los labios, asintiendo con firmeza.
- No habrá fallos, señor.
Damian soltó un suspiro breve. A veces, la agencia reclutaba jóvenes brillantes, pero Sasha... parecía diferente. Casi como si perteneciera a otro mundo, uno alejado del caos y la violencia que definían la existencia de Luna Roja.
Lo que Damian no sabía era que esa impresión no estaba del todo equivocada.
Sasha Carter era, sin saberlo, el hermano mestizo de Alessia D’Angelo, producto de la unión entre el anterior patriarca vampiro y un humana mortal. Fue enviado al mundo humano cuando aún era un niño para protegerlo de las intrigas y luchas de poder del Clan Masquerade y había crecido sin conocer su verdadera herencia.
Nunca había probado sangre. Nunca había manifestado habilidades especiales, pero el legado vampírico dormía en sus venas, esperando el momento en que las circunstancias lo obligaran a despertar. Y estaba en la agencia para encontrar respuestas de su origen.
- Prepara lo usual...
- He revisado alguna de las misiones anteriores... Sugiero...
- Has lo que quieras. - lo detuvo - Mientras nos mantenga con vida.
- Si, señor... - le dijo con decisión alejándose de él.
El hombre suspiró. Esperaba que el chico volviera a salvo de la salida y el combate. No podía asegurarlo.
Lo único que contaba era la misión. Y Damian estaba listo para cumplirla.
La Visita A LuxEl cielo de Lux se extendía amplio y dorado sobre las praderas abiertas, donde los aullidos del clan de Rikhan se entrelazaban con risas infantiles y el rugido distante de entrenamientos en curso. Las tierras del líder Lycan florecían nuevamente, con casas restauradas, campos cultivados y un espíritu renovado tras años de lucha.La gran torre central de la fortaleza Lycan se alzaba imponente al fondo, pero era el patio abierto, rodeado de estructuras circulares de piedra y madera, donde la familia de Damian y Alessia aparecieron después de abrir un portal.- Es más verde de lo que recordaba. - murmuró Alessia al caminar con elegancia, su túnica ondeando con el viento cálido.- Es porque ahora tiene quien le gruña si descuida los jardines. - replicó Damian con una sonrisa torcida, observando a Rikhan aparecer desde el flanco izquierdo, sin armadura, descalzo y con el cabello alborotado como buen alfa que no se disculpa por su aspecto.A su lado, una mujer de porte seren
Años despuésEl viento soplaba suave entre los árboles que bordeaban la antigua ciudadela de Masquerade. Los muros, alguna vez marcados por el fuego y la guerra, ahora se cubrían de enredaderas y flores traídas de los distintos reinos. El palacio resplandecía bajo la luz de un sol tenue, inquebrantable, como si el mismo cielo hubiera decidido rendirse a la paz.En los jardines colgaban estandartes negro y rojo, con el escudo del Clan.Los reinos, aunque aún distintos en cultura y esencia, vivían una era de tregua duradera. Los portales estaban protegidos por barreras conjuntas y sólo los autorizados por la Matriarca, el Canciller de la Agencia de supervisión y el Consejo podían cruzar de uno a otro mundo. Aquella Agencia, antaño instrumento de control y castigo, se había transformado en lo que fue en su origen: observadora, mediadora, protectora.Los nombres de los caídos estaban grabados en piedra, no como una herida, sino como raíz. Cada vida había sido un hilo en el tapiz del cambi
La FelicidadUn murmullo, apenas un suspiro en la quietud de la habitación fue lo que sacó al hombre del sueño.Damian parpadeó, sintiendo la incomodidad en los músculos y el ardor detrás de los párpados. Tardó unos segundos en recordar dónde estaba. La penumbra suave, el aire perfumado, el calor de la mujer que dormía junto a él… y entonces lo sintió.Una caricia.Su mano entrelazada con otra.Levantó lentamente el rostro, casi temiendo que la visión fuera producto de su mente agotada. Pero no. Allí estaba. Despierta. Viva, observándolo en silencio.Alessia.Sus ojos, todavía enrojecidos por las lágrimas, lo miraban como si lo hubieran buscado por una eternidad.El corazón de Damian se detuvo un instante. Luego volvió a latir con fuerza, en una oleada tan brutal de alivio y emoción que le nubló la vista.- ¿Alessia…? - susurró, apenas un hilo de voz quebrado por la emoción.Su cuerpo se irguió de golpe, torpe y se inclinó sobre ella, sujetando con ambas manos su rostro.- ¿Estás aquí
Alessia DespiertaEl silencio en la cámara de la matriarca era tan profundo que parecía proteger el tiempo mismo.La luz de la luna entraba filtrada por los cortinajes de seda que colgaban pesadamente de los ventanales. El aire olía a rosas, a magia suave y a las hierbas que las sanadoras de Carmesí que las protectoras renovaban cada día con devoción. Todo estaba dispuesto con meticulosa reverencia: flores frescas, velas encendidas con una llama que no ardía, sino que latía. Y en medio de esa serenidad sagrada, Alessia dormía.Reposaba sobre el lecho adornado con los colores de Masquerade, su rostro tranquilo, sus labios apacibles, su cabello extendido como una cascada oscura sobre las sábanas bordadas. Su respiración era pausada, profunda, casi imperceptible… pero constante. Como un murmullo que decía: “Aún estoy aquí”.Damian se encontraba sentado a su lado, en la penumbra, con la niña en brazos.La bebé dormía también, acurrucada contra su pecho, con una manita aferrada débilmente
La Heredera De MasqueradeEl cielo sobre Masquerade se iluminaba con luces arcanas desde lo alto, su eco extendiéndose por los torreones, plazas y callejones. El sonido era claro, solemne… distinto. En la explanada frente al castillo, la multitud guardaba silencio. Vampiros, licántropos, híbridos, magos y elfos presentes se mantenían expectantes. En lo más alto de la torre, en el ala más protegida del palacio, la historia se escribía con sangre y destino.Damian sostenía la mano de Alessia mientras los murmullos de las sanadoras de Carmesí llenaban la habitación. Ella seguía inconsciente, tendida entre cojines de seda, su piel pálida iluminada por la luz de las velas encantadas que flotaban en el aire. Su respiración era suave, constante y sin embargo, su cuerpo vibraba con la energía del nacimiento inminente.- Estoy aquí, cariño… - susurró Damian, sentado junto a ella - Como prometí. No importa cuánto tardes en volver. Nuestra hija estará bien.Al decirlo, le acarició el rostro con
Damian Visita A Su CompañeraEl aire dentro de la habitación de Alessia estaba impregnado con una calma solemne. El suave resplandor de las velas bañaba las paredes de piedra con un brillo cálido y dorado, creando sombras danzantes que se mezclaban con el sonido tenue de la brisa que soplaba fuera. Los murmullos de la vida fuera de estas paredes parecían tan lejanos en este momento, como si el tiempo mismo hubiera ralentizado su curso para darle espacio a algo mucho más grande, más importante.Damian permaneció en la puerta durante un largo suspiro, su figura tallada en la penumbra. Observaba en silencio la cama, donde Alessia descansaba profundamente. Su rostro, aún pálido pero sereno, reflejaba el peso de la batalla que había librado, un silencio protector que parecía envolverla como una burbuja intangible. La luz de las velas titilaba suavemente sobre su piel, dando la sensación de que ella era una figura etérea, una presencia entre los mundos, frágil y poderosa a la vez.A pesar d
Último capítulo