La Felicidad
Un murmullo, apenas un suspiro en la quietud de la habitación fue lo que sacó al hombre del sueño.
Damian parpadeó, sintiendo la incomodidad en los músculos y el ardor detrás de los párpados. Tardó unos segundos en recordar dónde estaba. La penumbra suave, el aire perfumado, el calor de la mujer que dormía junto a él… y entonces lo sintió.
Una caricia.
Su mano entrelazada con otra.
Levantó lentamente el rostro, casi temiendo que la visión fuera producto de su mente agotada. Pero no. Allí estaba. Despierta. Viva, observándolo en silencio.
Alessia.
Sus ojos, todavía enrojecidos por las lágrimas, lo miraban como si lo hubieran buscado por una eternidad.
El corazón de Damian se detuvo un instante. Luego volvió a latir con fuerza, en una oleada tan brutal de alivio y emoción que le nubló la vista.
- ¿Alessia…? - susurró, apenas un hilo de voz quebrado por la emoción.
Su cuerpo se irguió de golpe, torpe y se inclinó sobre ella, sujetando con ambas manos su rostro.
- ¿Estás aquí