¿Qué Tan Fuerte Puedes Ser?
Damian salió del edificio tambaleándose, con la mandíbula tensa y el sudor perlándole la frente. Cada paso que daba parecía desatar un fuego abrasador en su pecho, justo donde esa maldita marca palpitaba como una herida abierta.
El dolor se intensificaba, cortándole la respiración. Cuando llegó a una banca en la acera, se desplomó en ella, inclinándose hacia adelante con las manos en las rodillas, intentando controlar el temblor que recorría su cuerpo.
- Mierda... - murmuró entre dientes, apretando los ojos cerrados mientras el ardor crecía como si alguien estuviera tallando la marca directamente en su carne con una garra al rojo vivo.
Intentó regular su respiración, pero el aire se le quedaba atrapado en los pulmones. No era solo físico, era algo más profundo, primitivo, como si su cuerpo estuviera atado a un hilo invisible que tiraba de él hacia atrás, hacia donde Alessia estaba.
“Esto no puede ser real”, pensó con furia, pero el dolor era imposible de ig