En el día de su cumpleaños, la princesa Lis recibirá el más horroroso de los regalos. Ante la aparición de antiguos enemigos y para salvar a la humanidad, su padre la entregará como ofrenda a Desz, el rey de los vampiros, a cambio de que él luche por ellos. Desz ya fue traicionado por los humanos una vez, vio morir a todos los suyos y fue tomado prisionero, aguardando una oportunidad para vengarse. Esa oportunidad llegará con Lis, la más amada hija del rey traidor, la más cercana a él, el arma perfecta para destruirlo. ¿Será capaz de traicionarla cuando ella sea la única que esté de su lado? Hay alguien más que la desea, un poderoso rey estará dispuesto a hacer cualquier cosa para que la princesa sea suya. Y de paso el Tarkut también. Traiciones, engaños, mentiras, una guerra a punto de estallar y un bosque lleno de sombras y secretos que nadie podría imaginar. El mal puede tomar muchas formas, incluso las que más amamos. ¿Podrá la dulzura de Lis aplacar la ira de la bestia?
Leer másNo entres al bosque de las sombras si quieres seguir con vida.
En el bosque de las sombras los árboles tienen ojos y la tierra respira.En el bosque de las sombras la niebla se vuelve carne y el sol no ilumina.No confíes en lo que ven tus ojos u oyen tus oídos, en el bosque de las sombras todo está perdido.Canción popular. ∽•❇•∽En una fría tarde invadida por la tormenta, los intensos dolores en el abultado vientre de la joven le avisaron que había llegado el momento de recibir a su hijo. Salió a hurtadillas de la casa de su señor luego de coger lo que necesitaba.El lugar escogido para el alumbramiento fue un rincón del establo, entre fardos de heno y las miradas curiosas de las bestias. Se levantó las faldas y pensó en su madre. Si tan sólo la hubiera escuchado. Las madres eran sabias por naturaleza. Sabían sobre el mal y sobre el bosque. Sabían que cosas malas ocurrían donde comenzaba el bosque, pero para ella y su juventud, la curiosidad era una criatura indomable que se encendía como la yesca al menor atisbo de misterio. Inflamada por aquel deseo de conocer, un día de esplendoroso sol se aventuró a invadir la naturaleza indómita con la que sólo había soñado.Allí, en el que llamaban bosque de las sombras, hasta el aire era diferente. Pudo oler el aliento de la mañana, que humedecía con su frescura los verdes brotes de árboles enormes y salvajes, olió la tierra oscura y el agua pura y cristalina que corría por un arroyo cercano; olió la libertad.Pero la libertad fue tan breve como un parpadeo. Entre la densa bruma que la rodeaba, unos ojos la acechaban. Sombras surgieron de los viejos árboles y volvieron a fundirse con ellos en una danza espectral que acabó con la aparente belleza del bosque. Las sombras, los ojos, la tierra respirando bajo sus pies; no tuvo escapatoria. Unos fuertes brazos la aferraron y los árboles y sus sombras fueron testigos mudos de un ataque cruel y descarnado. El hombre harapiento que emergió de las entrañas del bosque se abalanzó sobre ella con desesperación y ultrajó su débil cuerpo de aldeana con bestialidad. Jamás se borrarían de sus memorias los ojos embravecidos que la devoraron aquella mañana cuando le fue arrebatada sin piedad la inocencia.Sus gritos fueron oídos por un cazador que, al igual que ella, estaba poseído por la curiosidad, pero él era fuerte y estaba bien armado. Una flecha bastó para hacer huir al criminal, que se perdió para siempre en las profundidades del bosque, donde ni siquiera los cazadores más valientes y más poseídos por la curiosidad se atrevían a entrar. Desapareció dejando atrás la carne desgarrada de una jovencita, en cuyo interior había alcanzado a depositar su vil semilla.Sus padres no estuvieron dispuestos a compartir su techo con alguien que ahora valía menos que un cerdo, tampoco deseaban una boca más que alimentar. Antes de que el vientre le creciera demasiado, su padre la vendió, sin importarle sus súplicas y llantos. Se sintió realmente afortunado al obtener a cambio un pato y un cerdo.El destino la llevó a la casa de un recaudador de impuestos, donde su vida sería dedicada a cumplir las órdenes de su señor, su amo. Que cargara con un bebé bastardo en su vientre no fue problema; seguía siendo mujer y servía para lo que servían las mujeres. Ella no se quejó. Había muerto aquella mañana en que desobedeció a su madre y quiso saborear la libertad, pero pronto renacería. Pronto traería al mundo una nueva vida: la suya.Acuclillada en el sucio rincón del establo de su señor, ella siguió pujando entre gruñidos y gritos que ahogaba la tormenta. Las entrañas se le desgarraban y suplicaba por piedad. Se dio algunos golpes en el vientre y pujó con más fuerza hasta que el bebé se deslizó fuera de su cuerpo y cayó sobre el heno húmedo y pestilente, que lo recibió como un entramado de espinas. Era una niña y su llanto se unió al de la joven parturienta.Estaba viva y sana pese a las duras labores diarias a las que era sometida su madre y los indecibles maltratos que le propinaba su señor. Era hermosa... Rápidamente, la joven le lanzó encima el trapo con el que limpiaban las ubres de las vacas antes de la ordeña. No deseaba comprobar que tenía los mismos ojos de la bestia que la había engendrado, esos que seguía viendo en sus pesadillas y también en su señor cuando la buscaba por las noches.Temblorosa y exhausta asió el cuchillo que había llevado oculto entre las ropas y, empuñándolo con ambas manos, lo elevó por sobre su cabeza, dispuesta a descargarlo con toda su furia sobre el bulto que lloraba y se movía bajo el trapo.La puerta se abrió violentamente con el estruendo de un vendaval, paralizándola en su lugar.—¡Espera mujer, no lo hagas!Aquella inocente criatura engendrada entre las sombras tendría una oportunidad más de ver la luz.**********************************************
Bienvenidos a este recorrido por "El bosque de las sombras". Espero que puedan llegar hasta el final y alguna bestia no los devore por el camino.
"Este mundo es horrible..."Había pasado un tiempo desde que ella se despertara y se reencontrará con Desz, un deseo que le habían concedido las estrellas, una conjunción del espacio y el tiempo que le había traído de regreso a su amor perdido.Él seguía siendo el mismo de entonces; ella ya no lo era, había cambiado tanto como lo había hecho el mundo, uno que él ya no conocía."Hay tanto ruido, ¿cómo logras soportarlo? Si adormezco mis sentidos lo necesario, creo que dejaría de oírme hasta a mí mismo".Desz estaba perdido en sus pensamientos, eso percibió también Furr cuando se encontraron. Hablaron durante horas, lloraron. Nada dijo él sobre dónde había estado por tanto tiempo ni cómo había hecho para regresar. Aseguraba que no lo recordaba, aunque lo más probable era que no quisiera recordarlo.Apagó la luz de la lámpara, sin comprender del todo cómo funcionaba eso de la electricidad y se metió a la cama. Su cabeza reposaba en una almohada visco... viscoalgo, eso le había dicho Lis
En un rincón del exuberante salón, repleto de nobles y cortesanos ataviados con sus mejores atuendos, el orgulloso rey de los Tarkuts se lamentaba por su cruel e infame destino.—¿Alguien puede decirme por qué estoy aquí?Su consejero, Gentz, tomó la palabra:—Porque debes honrar el acuerdo de paz con los humanos, así mantienes la diplomacia con sus reinos y la paz que tanto anhelamos. Asistir a estos festejos es una acto de buena voluntad y compromiso.—¡¿Y por qué estoy yo aquí?! —exigió saber el general Furr.Desz le pasó un brazo sobre los hombros.—Porque no es justo que yo sufra solo.Furr gruñó.—Lo injusto es que yo siempre pague por tus decisiones. Toda esta gentuza perfumada y engalanada me tiene mareado. No sé cuánto aguante, Desz. —Aguantarás hasta el final, por eso eres el general. Además, oí que el príncipe de Balai también está invitado. Él y Gentz rieron, mientras la furia teñía sutilmente de rojo el rostro de Furr. —No abusen de mi paciencia, ese crío me tiene sin c
Ella miró por la ventana con la nostalgia de muchas vidas a cuesta. Masajeó su muñeca y se removió en su silla. Llevaba medio día autografiando libros y le dolía el trasero.—¿Ya terminamos? —le preguntó a su editora. La abarrotada librería se iba quedando vacía. —Casi. Una niña corría hacia ella, aferrando el libro contra el pecho. Con los ojos brillantes lo dejó sobre la mesa. —¿Cómo te llamas?—¡Mariana!—¿Te gustó el libro, Mariana? —¡Me encantó! Aunque mi mamá dice que la escritora debió fumarse algo —contó, encogiéndose de hombros. Su comentario le arrancó una sonrisa a la mujer. —Las madres siempre dicen eso, lo importante es lo que tú pienses. Terminó de escribir la dedicatoria y se lo entregó. —Me hubiera gustado que la princesa se quedara con su amado. ¿Podrías escribir otro final? ¿Uno donde sean felices? La escritora le sonrió con indulgencia. —Eso será tarea tuya. Podrías convertirte en escritora y dedicarte a escribir otros finales, unos que te hagan feliz. La
Una suave caricia en la cabeza sacó a Lis del trance de la somnolencia. Así ella sanaba y, cuando se despertó, ya su cuerpo estaba entero. Casi entero, notó al ver quién la acompañaba. —Ya todo terminó, Lis —le dijo Riu. Él y el ejército habían llegado a Arkhamis sin encontrarse con Dumas sombrío alguno. Y aquellos que sobrevivieron a su posesión habían vuelto a ser los mismos de siempre. —¿Y Desz? ¿Él llegó también? —Él nunca vino, se fue en otra dirección. Tan rápido como al trueno seguían las centellas, Lis dejó el lecho y buscó un caballo. Galopó como tantas veces imaginó mientras veía el bosque de las sombras desde la distancia y soñaba con alcanzarlo. El fin de la guerra había sido tan prodigioso, como si contaran ellos con ayuda divina, y sólo imaginaba a un ser capaz de aquello. Se detuvo en el linde del bosque, impactada por la visión que se desplegaba ante ella, tan irreal como fantástica: Ya los árboles no tenían ojos y la tierra no respiraba. Y la niebla no se volvi
En la aldea, guerreros y humanos habían logrado buena distancia de la barrera que los separaba de una muerte segura. Un Dumas llevaba al rey que, aunque herido, seguía con vida. El grupo de avanzada llegó por fin a la capital y se refugió en los muros. El resto debía resguardar el regreso de Azot y enfrentar a los Dumas que aparecieran.—¡Padre! ¡Padre, tus heridas! —Lis había vuelto a su forma humana.Llegó arrastrándose junto al monarca, con manos y pies destrozados. Tenía él una profunda cortada que le había rebanado el vientre y se le veían las entrañas. Había llegado el fin de su gloriosa vida, así temieron sus súbditos, así lamentó su general y compañero de batallas, así lo lloró su hija. Pese a la gravedad de sus lesiones, Lis lo observó, con asombro, ponerse de pie una vez más.—¡¿Heridas?! ¡Soy el rey Camsuq! ¡El que domina a las bestias! ¡El que cuchichea con los dioses! ¡Nada puede detenerme, soy inmortal! —gritaba el hombre, con mirada enloquecida y las manos llenas de su
Reino de ArkhamisDesesperadas corrían las gentes del horror que había surgido de la tierra. Era Arkhamis el más pujante de los reinos, el hogar anhelado por todos, el más claro ejemplo de la prosperidad que brindaba el trabajo duro al alero de un buen gobernante. Y para los arkhamitas no había mejor rey que Camsuq. Sabían de Barlotz, más interesado en enriquecerse a costa de sus gentes y sabían de Ulster, despiadado y cruel. También de Anoreq, tan diplomático y sereno, atributos que a veces se confundían con la falta de carácter. De entre todos ellos, no había rival para su rey; el que hablaba con los dioses y las bestias, el que había derrotado a los Dumas y a los Tarkuts, el que había elevado la grandeza de Arkhamis a niveles nunca antes vistos.Por todo eso y más, cuando el horror también superó a todo lo que habían visto, los arkhamitas clamaron por su rey, su salvador. Y sus plegarias fueron escuchadas. —¡Vayan a la capital! ¡Sigan el sendero del este, junto al río! —gritaba e
Último capítulo