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La ofrenda

La ofrendaES

Fantasía
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Resumen
Índice

Sinopsis

DulceFantasíaAmorPrincesaBestiaPoderosoRey

En el día de su cumpleaños, la princesa Lis recibirá el más horroroso de los regalos. Ante la aparición de antiguos enemigos y para salvar a la humanidad, su padre la entregará como ofrenda a Desz, el rey de los vampiros, a cambio de que él luche por ellos. Desz ya fue traicionado por los humanos una vez, vio morir a todos los suyos y fue tomado prisionero, aguardando una oportunidad para vengarse. Esa oportunidad llegará con Lis, la más amada hija del rey traidor, la más cercana a él, el arma perfecta para destruirlo. ¿Será capaz de traicionarla cuando ella sea la única que esté de su lado? Hay alguien más que la desea, un poderoso rey estará dispuesto a hacer cualquier cosa para que la princesa sea suya. Y de paso el Tarkut también. Traiciones, engaños, mentiras, una guerra a punto de estallar y un bosque lleno de sombras y secretos que nadie podría imaginar. El mal puede tomar muchas formas, incluso las que más amamos. ¿Podrá la dulzura de Lis aplacar la ira de la bestia?

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La ofrenda Novelas Online Descarga gratuita de PDF

Último capítulo

  • LIII El nombre de la bestia

    Reino de BalaiEl rey Ulster desayunaba en el enorme comedor rodeado de lujosas decoraciones y algunos de sus trofeos de caza. El copero comía junto a él, maravillado por tan abundantes alimentos desplegados frente a sus ojos. Durante su vida como siervo en Galaea jamás imaginó que llegaría a sentarse a la mesa con un rey que lo tuviera en tan alta estima como Ulster.—Prueba la leche, copero. No sólo de vino vive el hombre. El joven obedeció y se sirvió un vaso del blanco líquido. Probó un sorbo, pensativo. —¿Te gusta? Él asintió y se llevó otro trago a la boca. —No sabe como la leche de vaca que he probado, ¿es de cabra u oveja quizás? Ulster sonrió con malicia. —Es de mujer.El copero se atragantó y la leche le escurrió por la nariz, causando las carcajadas del monarca. Tosió, se dio unos golpes en el pecho y alejó de sí el vaso, con evidente repugnancia. —Me sorprende, copero. Todos vivimos de este manjar en nuestros días y seguir degustándolo a mayor edad es un deleite. Inc

  • LII Codicioso corazón

    Enfurecido, Desz jalaba a Lis por un pasillo. Estaba seguro de que por ahí debía estar la salida. —Espera, Desz, tus heridas...—Sanarán en el camino.—Quiero despedirme de mi hermana y mi aya. Él se detuvo, haciendo esfuerzos por controlar la ira que sentía al verle la mejilla enrojecida.—Date prisa, te esperaré afuera.—Debo conseguirte ropas también, escandalizarás a las siervas si te paseas así.Con tanta prisa él había salido al escuchar los graznidos de la reina que iba vestido apenas con unos calzones. Poco le importaba, pero estaba en el palacio de Lis y ella mandaba. Fue a esperarla a sus aposentos. Lis se despidió de su aya, que le llenó el morral que cargaba y le arregló lo mejor que pudo el cabello. Daara no le abrió la puerta de sus habitaciones ni respondió a sus palabras. Tal vez también la culpaba por lo ocurrido o estaba dolida por tantas mentiras, ya no había tiempo para averiguarlo.—Aunque estemos lejos, mi corazón está contigo, hermanita —le dijo Lis antes de p

  • LI Lo que desees

    Desz abrió los ojos sorprendido de no hallarse en una celda o en la calidez húmeda de la cueva. Pelear con un Dumas en territorio humano no era bueno y menos si se trataba del reino de su enemigo. Estaba en un lecho suave y blando. La luz de la luna iluminaba con un resplandor plateado la habitación, que olía a flores frescas, jazmines quizás. No estaba seguro. Lo que sí sabía era que ese mismo aroma era el que se desprendía del cabello de la humana cuando irrumpió con su ruido en su tranquilo palacio. Así olía ella. El aroma del que tanto se quejaba ahora lo llenó de inusitada paz.Se sintió a salvo. Temió hallarse una vez más en la cueva, con el desagradable aroma a húmedo encierro y al vapor de su propia respiración condensándose en los muros cavernarios, así era cada vez que se despertaba, pero olía a Lis y estaba a salvo.Su cuerpo ardiente seguía inflamado tras la batalla. Extrañó el frío habitual y la serenidad de su hogar. Su oído se despertó tardíamente y le informó que no se

  • L Calor de hogar

    La mañana siguiente a las celebraciones del cumpleaños de la hija mayor del rey Camsuq, una caravana salió de Arkhamis con rumbo desconocido, al menos para la mayoría. Los rumores se esparcieron pronto por el reino donde, como en todas partes, los muros tenían oídos, y los soldados bien informados podían cumplir mejor con su deber. La caravana se dirigía al bosque de las sombras, se decía, y la bella e inocente princesa iba a convertirse en ofrenda para una bestia. ¿De qué bestia quería Camsuq ganar los favores entregando a su propia hija como pago? Así de desesperado estaba el rey y así de urgente era la ayuda que necesitaba. Los humanos se habían aliado con los Tarkuts antes y ahora también lo harían. Pero ya no había Tarkuts. No. Aún los había, así debía ser, pensó él, vistiendo sus ropajes con el escudo de Arkhamis y preparándose para proteger los muros de la ciudadela. El reino de Nuante le estaba prohibido, pero esperaría. Había esperado veinte años y seguiría esperando para s

  • XLIX Dulce hermandad

    Reino de ArkhamisEl llanto de Lis poco a poco menguaba bajo la tenue luz que llegaba a la pequeña estancia de los equinos. Las fuerzas de su amado caballo se habían agotado la noche anterior y había partido de este mundo en la tibieza del establo donde había vivido diez años, acompañado de dos fieles siervos, pero muy lejos de quien más amaba. —Yo aprendí a cabalgar con su madre y la acompañé cuando él nació... —contó ella, aferrada todavía a las ropas de Desz—. Era de noche y Riu me ayudó a escapar del palacio... Verlo llegar al mundo fue una experiencia incomparable y lloré de la emoción... Yo apenas tenía ocho años y lo escogí para que fuera mi compañero... crecimos juntos, pero lo abandoné... El llanto se intensificó y Desz seguía sin saber qué decirle. Sólo era un caballo. Él se había alimentado de algunos caballos, su sangre no era tan buena como la de los cerdos, demasiado amarga para su gusto. Ese era el vínculo más íntimo que compartía con ellos. Siguió abrazándola, eso era

  • XLVIII El deseo

    Reino de Nuante—Cuando entremos al bosque, aférrate con fuerza de mí. Si te caes, las alimañas te devorarán al instante —advirtió la bestia, cabalgando con Lis a su espalda. Y todo para cumplir el deseo que la joven le había pedido una vez que el soldado abandonó el palacio. "Quiero a mi caballo", había dicho ella. "Déjame ir a Arkhamis, por favor". No pedía ser libre, sólo ir de visita al palacio, poder calmar el afligido corazón de su hermana y buscar su caballo. "Riu dice que Kron no quiere comer porque me extraña. Por favor, permíteme traerlo aquí", le rogó. Todo por un absurdo caballo triste. Desz debía estar loco para haber aceptado y, sin embargo, allí estaba, cabalgando hacia el bosque de las sombras para llegar más rápido a Arkhamis, por un caballo. Era su palabra, después de todo, y ésta valía mucho más que la de los humanos. ¿Y qué tal si todo era una trampa? Podía ser que el soldaducho planeara una emboscada para atacarlo y así liberar a su amada princesa. Era una p

  • XLVII Esa ira que no muere

    Reino de BalaiEl rey Ulster, enardecido, caminaba de un lado a otro, lanzando por los aires todo cuanto se cruzaba a su paso. El copero observaba desde un rincón, encogido, sin decir palabra. —¡¿Cómo ese imbécil pudo cometer un error así?! Llevaba años alimentando al animal y nunca hub0 problemas. —Empujó un mueble hasta volcarlo contra el piso. El estruendo sobresaltó al joven que, agazapado en su rincón, apretaba firmemente los ojos. De pronto, las manos de su señor le cogieron el rostro con firmeza, como si fuera a destrozarle la mandíbula. El miedo que aquejaba al copero se convirtió en algo oscuro y perverso. Los deseos de ser castigado nublaron su mente, que repasaba una y otra vez los grotescos recuerdos de la bestia alimentándose, y los gritos agónicos del hombre cuya vida fue segada con bella crueldad. La mano de Ulster abandonó el rostro del copero y bajó hasta su entrepierna, donde la carne reaccionaba con ímpetu frenético a la excitación que ocultaba en su mente. —¡Oh

  • XLVI Ventaja perdida

    Frilsia, Reino de ArkhamisUn hombre golpeaba con una espada de madera un muñeco de entrenamiento cuando apenas se asomaban los rayos del sol mañanero por entre las nubes. Las gotas de sudor corrían lento por su torso desnudo, dibujando los músculos firmes y gruesos, que seguían siendo fuertes pese a los años. Y sus golpes también lo eran, aunque imprecisos y torpes debido a que la espada estaba en su mano izquierda. El brazo derecho seguía herido e imposibilitado de luchar. Eso no lo detendría. Sólo la muerte lo haría y aún no había llegado su hora, no con los Dumas pululando sobre la tierra, amenazando la paz que tanto les había costado lograr. Por eso, hallar el modo de seguir luchando y adaptarse era imprescindible. El muñeco que era golpeado sin piedad fue reemplazado por el general. Sus movimientos añadieron mayor dificultad al entrenamiento. Las espadas resonaban como tantas otras veces en situaciones similares, cuando el general no era más que un joven capitán y su puesto al

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54 chapters
Capítulo Zero
La ofrenda/NatsZ
No entres al bosque de las sombras si quieres seguir con vida. En el bosque de las sombras los árboles tienen ojos y la tierra respira. En el bosque de las sombras la niebla se vuelve carne y el sol no ilumina. No confíes en lo que ven tus ojos u oyen tus oídos, en el bosque de las sombras todo está perdido. Canción popular. ∽•❇•∽En una fría tarde invadida por la tormenta, los intensos dolores en el abultado vientre de la joven le avisaron que había llegado el momento de recibir a su hijo. Salió a hurtadillas de la casa de su señor luego de coger lo que necesitaba. El lugar escogido para el alumbramiento fue un rincón del establo, entre fardos de heno y las miradas curiosas de las bestias. Se levantó las faldas y pensó en su madre. Si tan sólo la hubiera escuchado. Las madres eran sabias por naturaleza. Sabían sobre el mal y sobre el bosque. Sabían que cosas malas ocurrían donde comenzaba el bosque, pero para ella y su juventud, la curiosi
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I Veinte años de paz
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Reino de Arkhamis, dieciocho años despuésUna celebración sin precedentes se preparaba en el palacio del más próspero de los cinco reinos y dos eran los motivos: el cumpleaños número dieciocho de la princesa Lis, primogénita del rey y veinte años de paz, ese era el tiempo que había pasado desde que derrotaran a sus últimos enemigos, los Dumas, veinte años en que la humanidad pudo prosperar como nunca antes y la palabra guerra terminó cayendo en el olvido.En una de las torres, la joven festejada miraba desde las alturas a los numerosos siervos ir y venir cargando flores y alimentos, tan presurosos y diminutos que parecían hormigas. Ningún detalle debía ser pasado por alto en el gran salón donde se celebraría el banquete, todo debía lucir tan perfecto como la admirada apariencia de la princesa.—La magnificencia de esta fiesta la hará memorable por largo tiempo, tantas personas importantes vendrán a festejarte, trayendo presentes maravillosos. Hay carretas cargadas de ellos amontonándo
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II Traicionados
La ofrenda/NatsZ
Reino de Nuante, veinte años atrás. El enorme palacio reposaba tranquilo en las alturas, desde donde las verdes tierras lucían bañadas por el sol de mediodía. Las únicas voces en el aire eran las de sus ocupantes, que habían visto el correr de los siglos a su alrededor. Nuante era tierra de Tarkuts, bestias vampíricas enfrentadas a los humanos desde tiempos inmemoriales.—El trabajo ya está hecho, mi rey. Acabamos con los últimos Dumas que quedaban —informó con solemnidad el guerrero.El rey, de fríos ojos grises, esbozó una casi imperceptible sonrisa.—Bien. Hay que informarle a Camsuq que hemos cumplido nuestra parte del trato —ordenó.—Si me lo permites, Desz, creo que sería prudente vigilar las aldeas humanas situadas en las fronteras de los territorios de los Dumas. Alguno pudo huir y esconderse entre los humanos. Es bien sabido que tienen la habilidad de modificar su aspecto —dijo un Tarkut de apariencia tan lozana como la del propio rey y cuya sabiduría le había ganado el car
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III El precio de la paz
La ofrenda/NatsZ
Reino de ArkhamisLis dejó su trono y a los nerviosos invitados que no dejaban de murmurar sobre lo que creían que ocurría. Fue en busca de su padre. Tras ella salió su madre y, al verse sola, Daara las siguió.—¡Regresa ahora mismo al salón! No puedes dejar a tus invitados solos.—No son mis invitados, son los de mi padre. Además, la fiesta ya terminó. ¿No viste la cara de ese hombre? Algo muy malo ha pasado, madre.Las puertas de la habitación donde estaba el rey se abrieron. El mensajero salió raudo junto a Magak, general del ejército real. Luego salió el rey Barlotz. En su tétrica expresión no había rastro de la confiada sonrisa de antes. Incluso la boca le temblaba levemente. —Mi rey, dile a tu hija que regrese con los invitados, nos pone en vergüenza —exigió la reina.—Alira, ahora mismo le informarás a los invitados que pueden seguir disfrutando de nuestra hospitalidad hasta el alba, nosotros no regresaremos. —El rey cogió a Lis de la mano y se encerró con ella en la habitació
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IV Un nuevo trato
La ofrenda/NatsZ
La caravana real llegó a la aldea Frilsia cuando los primeros rayos del sol besaron con su calidez los campos de trigo. Luego de dejar a Lis bien vigilada en el lugar, el rey y una comitiva partieron al bosque de las sombras. Cerca de Frilsia el bosque oscuro parecía haber caído en un pacífico sueño de silencio, que hasta menos sombrío lo hacía ver y no era peligroso entrar a él. Podría pensarse que era un bosque como cualquier otro, salvo por el secreto que guardaba en sus entrañas. —Parece intacta, majestad —comprobó uno de los soldados.La cerca de madera seguía allí después de veinte años, toda cubierta de plantas trepadoras. Nadie había entrado y nadie había salido. Entre cuatro soldados la quitaron y se aventuraron a la oscuridad de la cueva espada en mano. Eran espadas de madera. Sus pisadas se oyeron como si fueran elefantes, aun a lo lejos. En el lento mundo de silencio de la bestia allí cautiva, cualquier sonido que no fuera el de las alimañas rastreras o los de su propio c
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V Su nuevo hogar
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Con el sol en el punto más alto del cielo, el carruaje con la princesa dejó Frilsia y avanzó veloz hacia el reino de Nuante. Agazapada en el asiento no vio cómo se adentraban por un sendero que cruzaba el bosque de las sombras y conectaba el territorio de Arkhamis con el exterior. Sin saberlo, Lis por fin estaba cumpliendo su sueño de ir más allá de los reinos, hacia las tierras que se ocultaban tras el oscuro verdor y sus historias de pesadilla.—Hemos llegado —le informó el cochero luego de un buen trecho.El rey ni siquiera se había molestado en acompañarla para entregarla personalmente. Desde el confortable interior del carruaje, Lis oyó un sorpresivo silencio. No había afuera una comitiva de gente para darle la bienvenida a alguien de su realeza. No había dicha ni algarabía en las calles para recibirla. Su pie tembloroso, enfundado en un delicado zapato con bordados de oro y gemas incrustadas, tocó por fin la aridez de la tierra extranjera. El paisaje desolador que halló a su al
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VI Bestia hambrienta
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En cuanto pudo controlar el temblor de su cuerpo, Lis corrió hacia la puerta, que nuevamente se cerró de golpe frente a ella. Había sido él, notó con espanto, pues la mano del hombre se hallaba alzada en su dirección, mientras bebía la sangre del cochero como una vil sanguijuela. Ella jamás oyó que los leprosos se alimentaran de sangre y menos de que tuvieran habilidades mágicas. Esa criatura no era un leproso, qué ingenua había sido. No era un pobre hombre enfermo, era un monstruo.La princesa se cubrió los oídos para evitar que el horroroso sonido le siguiera agitando las entrañas. Era como el sorber de una sopa, pero una sopa humana. Con la frente apoyada en la puerta que era incapaz de abrir, lloró y oró por su vida, sabiendo que sería la siguiente. —Hmm... Aaahhh... ¡Ha estado delicioso! —exclamó Desz. Se limpió la sangre que escurrió de su boca y empujó con su pie el cadáver hasta alejarlo de su lado. Lo había dejado seco como a una pasa. Volvió a cubrirse con la manta, pero
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VII No hagas ruido
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Puesto de vigilancia en Frilsia, reino de Arkhamis. Los vigilantes rendían su informe ante el rey Camsuq, su general y el rey Barlotz.—Entonces, ¿sólo se han confirmado dos apariciones? —preguntó Camsuq.—Así es, majestad. Un hombre adulto en una pequeña aldea al norte de aquí, mató a tres hombres, y un niño, al sur, mató a otros cuantos. Ambos escaparon.—¿Un niño dices?—No era un niño común y corriente, mi rey; tenía la fuerza de tres hombres y desmembró a varios con sus propias manos.—¿Y cómo saben que era un Dumas? Pudo ser un hombre lobo o uno de esos guardianes del bosque —cuestionó Barlotz.—No hay hombres lobos de este lado del mundo y los guardianes sólo atacan en las cercanías del bosque de las sombras, usualmente no dejan su territorio. Además, existen leyendas que cuentan sobre la habilidad de los Dumas para cambiar su aspecto —explicó el lugarteniente de Frilsia.—¿Eso es cierto, Camsuq? —preguntó Barlotz.—Yo... Jamás los vi hacer algo así. Eran criaturas monstruosas,
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VIII Trofeo de guerra
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Reino de Balai, fronterizo al reino de Galaea. Sobre un vertiginoso acantilado bañado por un mar tormentoso y escudado por enormes montañas, se encontraba el palacio real, majestuosa obra arquitectónica de las frías e inhóspitas tierras de Balai, que parecía tallado sobre la roca oscura. Allí vivía el rey Ulster, único sobreviviente del linaje real, rodeado de sus siervos, súbditos y fieros soldados. —Así que el bufón de Barlotz pidió desposar a la hija de Camsuq. ¡Que gracioso! —Arrellanado en su trono, el rey gozaba con los rumores que rápidamente habían llegado a su reino.No lo habían invitado a las celebraciones, pero tenía ojos y oídos en todas partes. —Como si ese vejestorio pudiera satisfacer a una muchacha llena de brío como esa. Ella necesita un macho de verdad, como yo, que le ponga las riendas y la monte como se debe. El consejero rio, secundando todo lo dicho por su soberano, a quien conocía desde siempre. Sirviendo primero a su padre, acompañaba ahora al hijo, que ya
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IX Sangre caliente
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Reino de Arkhamis, palacio real. —Madre, ¿qué haces? ¡Esas cosas son de Lis! —exclamó la princesa Daara, viendo cómo su madre tiraba las pertenencias de su adorada hermana. —Ella ya no regresará y estas cosas sólo ocupan espacio. Terminarán por atraer a las ratas —aseguró la reina.Le entregó a uno de sus siervos una pila de libros y luego se dirigió hasta el armario.—¡¿Cómo que no regresará?! ¡Ella sólo fue de paseo con padre!La reina suspiró, mientras sacaba los vestidos y los lanzaba al suelo. Los siervos se encargaban de recoger todo cuanto ella arrojaba tan despreocupadamente.—Lis ha sido desposada por un importante señor y debe estar feliz en un hermoso palacio. Frente a todos los magníficos atuendos que su esposo debe haberle dado y le dará, estas prendas no son más que harapos. Hay que deshacerse de ellos, ya no los necesitará. —¡¿Se desposó?! ¡¿Y sin invitarnos?! ¡¿Cómo es posible?!—Así es tu hermana, siempre pensando en ella primero. —Terminó de arrojar todo el conte
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