Isabella, luego de su divorcio se enfoca solo en buscar un trabajo para no perder la cabeza. Aunque en una fiesta decide dejar que su deseo por un desconocido la descontrole, quiere olvidarla y que eso solo quede en su memoria. Pero eso queda claro que no sucederá cuando reconoce la voz del hombre en ¡su jefe! Para terminar de complicar la tensión entre los dos se entera que producto de esa noche está embarazada. Una equivocación que los llevará a estar juntos al enterarse Aiden de ese bebé. No lo dejará a la deriva por mucho que eso le traiga complicaciones a su vida. Con un hijo de por medio y una atracción que surge para convertirse en una necesidad de estar siempre juntos. Una casualidad única que ambos aprovecharan para confesar sus secretos más íntimos.
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Divorcio, palabra que en verdad lástima más de lo esperado. Creí que no me derrumbaría, pero el tener el bolígrafo en la mano a punto de firmar me reiteró que no era tan fuerte como imaginé.Si tan solo hubiera estado más al pendiente de él nada de esto hubiera ocurrido.Ese y muchos más pensamientos me torturaban.Desde nuestra boda hasta ese instante solo fueron tres años. Un inicio lleno de amor que se desmoronó, al menos de su parte porque aún no asimilaba que accedí a divorciarme como lo sugirió.El nudo en la garganta no me permitió pensar, menos cuando tan solo podía ver su impaciencia porque firmara.__ Isa...Tragué grueso deslizando la punta del bolígrafo en el papel, soltandolo con rapidez como si fuera una brasa eterna que dejó una quemadura dolorosa en mi mano. Me eché para atrás, aclaré mi voz y volví a verlo esperando que al menos se viera un poco mal, sin poder creer que su rostro apacible indicaba paz con esa situación.__ El proceso está finalizado. - nos dijo el hombre frente a los dos. La incomodidad también la sentí cuando me miraron con lástima.Todos notaron que no quería hacerlo, pues en mi mente aún existía la posibilidad de recuperar lo que quise fuera nuestro hogar.__ Dustin ¿Podemos hablar? - pedí en un hilo. No quería que me viera llorar, pero necesitaba que la pregunta fuera respondida.Él asintió con un poco de renuencia en su gesto ya conocido, más no quise indagar más sobre ello.Al llegar a su auto, se detuvo un segundo mirando el llavero que le regalé en nuestro primer aniversario, sacó sus llaves y me las devolvió.__ No tiene caso conservar nada de este desastre. - dijo. Con la mano temblando lo agarré y lo miré antes de dejarlo caer. No iba a conservar algo que marcó una etapa en mi vida si a quien se lo obsequié no le importó.__ ¿Porqué ella? - pregunté con la voz rota. Suspiró con pesadez. Pellizcó su nariz y luego se burló de mi consulta.__ ¿Ahora? ¿Es en serio, Isabella? Te ofrecí responder las preguntas hace unos meses y me evitaste. - me hizo recordar. - ¿Porque ahora? ¿Por qué no antes?__ Porque aún no asimilo que no te duela el acabar con la promesa que nos hicimos. - recalqué. Limpié el rabillo del ojo y levanté la mirada. - Creía que el "en las buenas y malas" se iba a cumplir. Pero veo que no vale nada para tí.__ No hagas eso. - pidió con desaire. - No me vengas a manipular con lágrimas que nada arreglan. Nunca lo hicieron y es lo único que diste en meses. Tu estrés me estresa más. Tu falta de utilidad en la cama. Ni para darme un hijo fuiste suficiente. - aquello golpeó más duro - No me apoyas en gastos. No fuiste ni siquiera capaz de hacerlo económicamente.__ Te sostuve por un año entero en lo que conseguiste trabajo. Lo dejé por tí. - reclamé ya furiosa. - Dejé mi vida por tí y con unos meses haciendo lo que yo por años me cambias por alguien más. ¿Pero tenía que ser ella, Dustin? Mi mejor amiga.Miré detrás suyo. Malya estaba ahí, sin acercarse. Aún no podía creer que quien decía ser mi amiga, fue parte de la destrucción de mi matrimonio.__ No voy hablar de eso contigo. - me cortó de golpe. - Es un asunto privado y contigo ya no tengo más de eso.Suspiré soltando el aire que me ahogaba. Dolía el solo pensar.No tenía fuerza, pero aún así conservé la poca estabilidad que tenía en mis manos y me limpié las mejillas dejándolo atrás. El corazón me bombeaba con más rapidez de lo normal. Estaba furiosa. Con todos.En su mayoría el rencor era conmigo misma. Seguí todos los consejos de mi madre para ser una buena ama de casa y no fue suficiente.__ Isabella. - detuve mis pies. Malya me detuvo - Suerte.No podía creer lo que escuchaba. Mi ex amiga yéndose de la mano de mi ex esposo. Tres años de matrimonio. Sus te amo no significaron nada para él en comparación conmigo. Los te quiero de Malya eran falsos, porque no se daña a quien se quiere. Luego de tanto compartido, solo recibía un "suerte" de su parte.¿Qué tan desdichada podría ser? Estaba sola, eso era lo único que sabía y no podía cambiar.Llegué a casa con el mismo agujero quemando en mi estómago, me hice un ovillo en la cama y lloré. Lloré con gritos, con ese molesto resquemor en la parte superior de mi garganta hasta quedarme dormida. Solo era un número más en las estadísticas. Un cuarenta o cincuenta por ciento de los matrimonios terminaron en divorcios, ahora lo entendía más porque era parte de ese número.Recibí la mañana con mi cabeza palpitando de dolor. Un par de aspirinas y pude al fin ponerme de pie para bajar por el periódico en la puerta de la casa.__ ¡Buenos días, señora Isabella! - saludó Billy, mi vecino en su bicicleta. Haciendo círculos para perder el tiempo de sus vacaciones. Levanté la mano y respondí de esa manera a su saludo.Cerré la puerta para evitar que el chiquillo hijo de mi vecina llegara a preguntar sobre los videojuegos que me negaba a vender. No estaba de humor para negarme una vez más a ello, quizá esta vez lo haría y me olvidaría el porqué de conservarlos.Me di ánimos viendo la televisión para perder el tiempo. Un martes por la mañana debería haber sido un poco más movido. Tal vez, lavar la ropa, preparar desayuno, cuidar de la ropa de trabajo de mi esposo, regar plantas o pensar en enviarle el almuerzo a su oficina. Salir con mi amiga para hablar de cosas cotidianas. Sin embargo, nada de eso era necesario ya.No tenía nada de eso. No tenía un esposo. No tuve nunca una amiga. No me tenía a mí tampoco.Soy fuerte, me recordé para no echarme a llorar de nuevo. Me daba lastima al mirarme al espejo. Mi aspecto no era el de una joven, ni me esmeraba en verme de mi edad. Perdí mi esencia tratando de conservar el de mi matrimonio.__ No más. - me dije. No tenía a nadie que me diera palabras de aliento y en lugar de darme tristeza, me aterró.Debía buscar un trabajo. Con los ahorros que tenía sólo sobreviviría unos meses ¿Y luego qué?No iba a caer. Necesitaba una distracción que me diera dinero para no darles más motivos para burlarse de mí a aquellos que lo hicieron por tanto tiempo.Saqué hojas del periódico. Desplacé las que buscaba y marqué con un marcador trabajos que quizá, con suerte, podría ser considerada apta.Llamé a unos cuantos. Los aspirantes eran tantos que las posibilidades eran por decirlo así, nulas.Tomé un sorbo de agua y seguí. Las respuestas eran que fuera en la mañana para mi entrevista y eso me animó un poco más. No podía quedarme sin hacer nada, la televisión no me distrajo más, y tomé el periódico una vez más leyendo entre la sección de empleos.Enfermeras personales, agente de ventas, edecanes, tantas cosas y a ninguna de ellas podía llamar.Respiré masajeando mi sien leyendo una que sonaba interesante.Vacante de asistente legal.Buena presentación. Horario flexible. Entre veinticinco y treinta y cinco años. Bilingüe y conocimiento sobre lo básico en el ámbito legal.Contaba con muchos de los requisitos. No perdía nada con llamar y preguntar.__ Si puede venir ahora mismo, demostraría la flexibilidad de horarios. - me dijo la chica que me contestó. - Le aconsejo que lo haga. No hay mucha competencia.Debería haber preguntado más, pero solo corrí escaleras arriba con el tiempo corriendo en contra para ponerme presentable. Elegí un vestido gris tipo ejecutivo que se amoldaba a mi cuerpo como una fina tela cubriendo otra, usé accesorios a juego y subí al taxi que había pedido anteriormente.En poco más de quince minutos con poco tráfico llegué al edificio donde rápidamente llegué al ascensor. Las puertas estaban por cerrarse en el momento que corrí pidiendo al hombre que también iba subiendo que lo detuviera.Al último segundo lo hizo, siendo mi mala suerte el tropezar sin caer ya que unos brazos me sostuvieron para no tocar el suelo. Me fijé en el rostro frente al mío. Me miraba como si le molestara realizar un favor, frío era lo que sentía al ver esos ojos celestes mirarme sin un ápice de emoción. Su altura me hacía ver pequeña a su lado y con solo pasar saliva podía ver su manzana de Adán moverse al ritmo de mi corazón.Una neblina nos cubrió y por algún motivo me negaba a abandonar ese lugar tan helado y solitario.Aiden.Una madrugada estando despiertos por insomnio de Isabella nos permitió estar alertas para que a las tres de la mañana dijera que su fuente se había roto. No esperamos más y al fin, luego de casi seis horas de estar viéndola padecer por dolores de contracciones, el llanto escandaloso de mi pequeña bebé llegó. Mi amada Sarah nos vio a todos reunidos en una habitación que se llenó de sus tios, abuelos y amigos, para conocer a la niñita de siete libras con una onzas de más que nos hizo movilizarnos a esas horas. Amaba verla, con su mirada azul aguamarina atravesando con esas orbes afiladas mi alma y toda nuestra vida. Tan pequeña que parecía una diminuta manta solamente lo que tenía en mis brazos a la hora de cargarla. Arthur fue el más feliz de ver a su hermana, queriendo sostenerla en brazos también, haciéndolo solamente cuando lo cuidabamos en una cama mientras uno de los dos estaba pendiente de que no la dejara caer.__ Listo. - dije depositando a mi mujer sobre la cama lueg
Aiden. Amaba el solo ver lo que tenía frente a mí, saber que cada día los tenía cerca, que aún con las dificultades que eso representaba no podía decir más que solo un gracias al amanecer a su lado, dormirme con sus brazos sobre mí pecho y sus suspiros siendo solo míos.Me gustaba mirar sus sonrisas, fuerte y escandalosas llenando el lugar donde nos encontrábamos. Solo ellos y yo. Un parque ahora era un buen destino para pasar. Un sitio donde esa risas siguieran oyéndose al tratar de jugar a la pelota que rodaba con las paradas inestables de Arthur, el cual corría atrás de la bola sin perderla de vista, con su madre atrás de él, mientas yo lo esperaba.__ ¡Lo tengo! - gritó Lucía subiéndolo a sus hombros sacando otra risa fuerte del niño de poco más de tres años. - ¡Yo lo tengo! ¡Yo lo agarré! ¡Es mío!Este reía más fuerte cuando mi hermana simulaba un caballo que relinchaba. __ Lo vas a golpear. - advertí, pero hizo caso omiso a mi pedido llevándoselo consigo de esa misma forma.
Aiden.Un caso más que se sumó a mi lista de todos aquellos que acudían a mí al ver que todo les resultaba complicado para obtener resultados favorables. Si comprobaba que eran inocentes como decían, automáticamente mi defensa la tenían. Por ello salí del juzgado, luego de haber dejado a la familia celebrando que se les haya hecho justicia frente a los tribunales. Quise ir con la mía que tenía desde la mañana de no haberlos visto, por ello abordé el vehículo y conduje en silencio para concentrarme en los últimas semanas. Había deshecho la sociedad con Dustin Lions cuando el plazo se habia terminando y pude sacarlo de mi bufete, así aún éramos solo Tej y yo más otros dos socios, pensando en la búsqueda de un quinto. Con varias opciones pero ninguna ser estudiada por el momento. No habíamos tenido tiempo, al menos yo no por casos que consumían mi tipo a más no poder. Sobretodo con los llamados de Jerónimo al recuperar un poco de lucidez y querer hablar conmigo. Según los médicos est
Isabella.Susanville siempre era uno de mis lugares favoritos, en todo momento. No importaba que tan inesperado fuera viajar a él, pero estar enmedio del lugar donde nací y crecí junto a mi hermano y algunos amigos fue de gran ayuda para mi estrés de la ciudad por tanto tiempo. En una reunión que se organizó para celebrar la navidad y lo bien que iba todo en nuestras vidas por largas semanas, en las cuales solo importaba la sonrisa que en todo segundo continuaba en mi rostro. Se respiraba la felicidad de la mayoría por todos lados. No era de extrañar que hubieran algunos problemas, pero ya no eran tantos como antes.Muchos habían venido, pero ver a mi madre feliz sin tanta aversión por lo que creía era malo. A Prince relajado por estar en nuestro lugar natal mientras bailando con algunas chicas que conocimos desde la infancia gastaba su tiempo, Lucía con mi bebé, a quien decía le enseñaría a bailar y a mis suegros sonreír felices de por fin un poco de paz.Todo creaba un ambiente ll
Aiden.Dos semanas habían pasado desde que abandoné la clínica. Después de otros tres de estar en una camilla en el lugar, luego de despertar. No me permitían un movimiento libre de estar bajo el cuidado de alguien estando en casa, pero era mucho mejor que un lugar tan limitado. Por ello estando con un chándal y una camiseta me dirigí a afuera del baño, oyendo pequeños gimoteos de Arthur. Mis comisuras subieron al verlo sacudir sus puños en el aire al estar despierto, tranquilo, tal vez sintiendo que su entorno era su lugar seguro. Como debería ser siempre.El colchón de hundió cuando me senté, aún sentía los estragos de las heridas, pero eran menores, referente a los días anteriores. Agarré la mano de mi pequeño, el cual de inmediato rodeó mi dedo. Nunca planeé tener hijos luego de lo sucedido, al menos no sin haberlo planificado antes. Pero no importó si estaba preparado o si aún lo había asimilado, él ya estaba en el vientre de su madre. Imponiendo su presencia en mi vida que no
Isabella.__ Pese a las complicaciones en la cirugía y el diagnóstico, el señor D'angelo parece aferrarse a la vida, tanto como ustedes creen en él. - manifestó dejando claro que Aiden seguía con nosotros. Prince me abrazó cuando el impulso de se dió. Los amigos de Aiden sonrieron y su padre estaba igual de contento porque haya sido de esa forma.El médico nos explicó todo lo que había pasado, los daños que recibió, pero que con la atención médica durante el tiempo de su recuperación podría, en unos días estar de pie. Siendo lo que más deseé que pase, me vi yendo a la habitación, donde con un traje especial me dejaron entrar. Me acerqué a la camilla, en la cual miré a Aiden conectado a distintos aparatos médicos que lo ayudaban. No pensé en eso, por mucho que no quisiera fuese de esa manera. Tomé su mano, no sabía que tanto podía tocarlo o mover algo desde mi sitio, pero le hablé. __ Aiden. - sentí mi corazón enroscado en mi garganta. - Pudiste cumplir tu promesa de siempre proteg
Último capítulo