Alexander
Mi cuerpo temblaba por ella, por todo lo que sentía en ese instante. La amaba tanto que lo único que deseaba era tenerla conmigo, fusionarnos en un solo ser. Salí de ella por un momento, la senté sobre mí y la atraje hacia mi pecho, aspirando su aroma mientras le quitaba el baby doll, que ya se había convertido en un estorbo.
—Alexander... voy a acabar —murmuró con la voz entrecortada.
—Hazlo, cariño, yo disfruto de cada parte de ti —respondí.
Y era cierto. Cada vez que ella llegaba al clímax, me sentía más obsesionado con su calidez, con el delicioso líquido que fluía de ella. Su gemido resonó en la habitación y la besé con pasión, devorando su lengua. Nos entregamos por tercera vez, hasta que mi propio cuerpo se rindió ante el éxtasis y la acompañé en su liberación.
—Eres jodidamente caliente, mi amor —susurré, dejando caer mi cabeza sobre su pecho.
—Tú me tienes como una caldera en plena llama.
Nos besamos entre risas por nuestras ocurrencias hasta que el cansancio nos v