Mundo de ficçãoIniciar sessãoLuciano Costello es un hombre frío y calculador. Un mafioso arrogante que siempre hace su voluntad y nunca acepta un no por respuesta. Aurora Bianchi es una mujer inteligente y hermosa, una mujer que hace todo por su familia incluso si debe ponerse como última opción. Aurora se cruza inevitablemente en el camino de Luciano volviéndose una peligrosa atracción para él. Un contrato de placer entre ellos dos será suficiente para que ella sea su protegida, con la única condición de no enamorarse. Aurora se ve envuelta en un triángulo amoroso peligroso del que no será fácil salir. ¿Podrá ella escapar ante la vida que le impone Luciano? ¿Luciano seguirá siendo el mismo hombre de siempre luego de que Aurora llegue a su vida? Un duelo entre el amor y el deseo, lo correcto y lo inmoral serán los protagonistas.
Ler maisAurora corrió rápidamente con su hermana de la mano, corrió sin mirar a su alrededor, con su corazón latiendo con gran velocidad.
Escucharon los disparos a pocos metros de ellas haciendo que ni siquiera miraran hacia atrás, tan solo podían correr intentando huir.
Sin embargo, por más que quisieron escapar, se detuvieron abruptamente cuando un carro se atravesó delante de ellas.
El corazón de Aurora comenzó a latir con rapidez, no quería que les hicieran daño.
Ella colocó a su hermana detrás protegiéndola del hombre que bajó del carro con cara de pocos amigos.
—Así que estás tratando de escapar —mencionó el hombre con una cicatriz enorme en su rostro—. Al jefe no le va a gustar para nada enterarse que no le van a pagar el dinero.
—Sí le pagaré —respondió Aurora con seguridad—. Le pagaré todo.
El hombre comenzó a reír, su mirada la asqueaba por completo.
—¿Entonces por qué estás escapando? —él lame sus labios mientras habla, Aurora siente pánico, solo puede apretar con fuerza la mano de su hermana.
Aurora miró de reojo a su hermana, las deudas la estaban sofocando, en esos momentos le era imposible pagar su préstamo y cubrir con todos los gastos de la casa, lo único que quería era ponerla a salvo.
—Eres una desagradecida. No solo se te dio dinero para que cubrieras con los gastos de tu abuela, sino que también para que pudieras darle de comer a tu hermana y así es como pagas el favor. Si no fuera por ese dinero, estarían muertas.
—Lo pagaré, pagaré hasta el último centavo —habló con voz agitada Aurora intentando retroceder.
—Es que ya no hay más tiempo… mi jefe ya no quiere esperar más. Y si no nos pagas nos toca cobrarnos de otras formas. —Él chasqueó sus dedos haciendo que el miedo se apoderara de ella.
Aurora sintió terror, la manera en la que él las miraba, la atemorizaba por completo.
Lo único que pasaba por su cabeza era correr… correr con todas sus fuerzas, y confiar de que esa era la mejor manera de escapar.
No obstante, había que ser realista. Ellas dos contra él, no eran nada.
—¿Y bien? —él preguntó sacándola de su ensoñación.
Ella dejó a su hermana a un lado, y caminó hacia el hombre.
Había perdido a sus padres hace poco tiempo provocando un dolor insuperable en ella, no estaba dispuesta a perder a nadie más. Su hermana y su abuela eran lo único que le quedaba.
Desde el momento que perdió a sus padres, la vida de Aurora era todo un caos, escapando de una y otra cosa por las malas decisiones de ellos.
Cuando estuvo muy cerca de él, gritó con fuerza.
—¡Corre hermana! —dijo y luego lo empujó, creyendo que sería más rápida.
Sin embargo, él la sujetó fuertemente evitando que ella pudiera soltarse de su agarre.
Aurora vio como su hermana corrió lejos de ellos. No le importaba a donde pudiera llegar, lo único que quería era que estuviera bien, lejos del peligro que sus malas decisiones podrían ocasionar.
Aurora intentó soltarse, él con una sola mano la llevaba directo hasta el carro. Mientras mantenía una sonrisa triunfante en su rostro.
Su mirada se cristalizó, era el fin, y ni siquiera había podido despedirse de su abuela y agradecerle por todo o garantizar que su hermana estuviera bien.
Aurora intentó una vez más luchar, lo mordió fuertemente, él se quejó sintiendo como su mano se mojaba con aquel líquido rojizo.
Ella intentó correr al creer que ese era el momento, sin embargo, de nuevo se equivocó.
Sintió la presión en su cabello cuando él la jaló con fuerza y de un solo empujón la metió en el carro, ella comenzó a gritar y se movió de un lado a otro intentando llamar la atención de alguien, abrir la puerta del carro o que al menos el hombre tuviera compasión por ella y la dejara libre.
Él sonrió y sin esperar más tiempo, y le inyectó algo dejándola completamente inconsciente.
Aurora abrió los ojos, no recordaba mucho. Su cabeza dolía, todo su cuerpo se sentía pesado y el hecho de no recordar absolutamente nada la abrumaba mucho más.
Ella intentó moverse, pero sus manos y piernas estaban atadas, su cabeza dolía, todo su cuerpo dolía.
—¡Ayuda! —gritó creyendo que alguien la podía sacar de allí—. ¡Alguien que me ayude!... por favor.
El silencio era perturbador, estaba en medio de cuatro paredes que no dejaban que ni un rastro de sonido saliera de ahí.
Sus mejillas se llenaron de lágrimas, la desesperación la estaba carcomiendo totalmente.
Ella perdió la noción del tiempo, no sabía cuántos minutos u horas habían pasado desde que despertó.
Sus manos dolían de la fuerza que estaba haciendo para intentar soltarse. Ella se sobresaltó cuando escuchó el crujir de la puerta avisando que alguien estaba acercándose.
Se llenó de valor, sin importar lo que fuera a pasar. Necesita recuperar su libertad a como diera lugar.
Un hombre alto, vestido completamente de negro apareció. Era joven y lo suficientemente apuesto como para descrestar a cualquier persona.
Él se acercó de forma peligrosa a ella, el pecho de Aurora comenzó a subir y a bajar con rapidez, su presencia generaba un torbellino de emociones dentro de ella.
—Quiero que me suelten, ya les dije que pagaré todo —espetó.
Él negó moviendo su cabeza, soltó una sonora carcajada, su voz gruesa y ronca hizo que ella se erizara por completo. El olor amaderado que emanaba de él, entró por las fosas nasales de Aurora.
Luciano sacó un pequeño cuchillo y le puso muy cerca de ella.
—Son unos cobardes, esto es un delito, me tienen en contra de mi voluntad, esto no se quedará así. Tú y tu jefe se pueden ir al infierno. —Ella escupió, él movió su rostro y limpió su mejilla.
—Soy el jefe niñita y sí, seguramente allí iré. Pero no me molesta… el infierno es mi lugar favorito. —Él la agarró con fuerza de sus mejillas haciendo que lo mirara—. Y si no quieres ir a hacerme compañía más te vale pagar hasta el último centavo de lo que me debes..
—Lo haré, lo prometo que lo haré.
—Por muchos días envíe a mis hombres, pero no pudieron hacerse cargo de ti. —Él curvó la comisura de sus labios con una sonrisa—. Ahora seré yo quién se encargará de cobrarte tu deuda… y ya no me interesa que me pagues con dinero.
Aurora cerró los ojos cuando el hombre la agarró del cabello con fuerza mientras la lanzaban hasta los escombros.Emma en su inocencia tan solo pudo cubrir sus oídos y dejarse caer sobre sus pies, mientras una y otra vez movía su cuerpo con un evidente nerviosismo. Ella solo quería esconderse, como cada vez que pasaba algo. Esconderse y de esa manera poder salir de su realidad. Aurora levantó sus piernas para intentar golpearlo. Pero la fuerza del hombre era mayor. A pesar de todo, a pesar de que había descansado un poco, la fuerza en su cuerpo era nula. —Ahora sí… en este mismo momento me vas a pagar todo lo que me has hecho. Todo lo que por tu culpa ha logrado soportar maldita perra. Él le tapó la boca, mientras pasaba la mano descaradamente por su cuerpo, excitándose imaginando que la pasaba directamente por su piel. Aurora contuvo el llanto, no quería dejar que él la viera llorando. No le daría ese gusto. Él apretó con más fuerza su mano en la boca de ella. Aurora intentando
Aurora miró el documento que tenía frente a ella, un acta de matrimonio.Casarse era el sueño de cualquier mujer incluso de ella, nunca imaginó que esta era la forma en la que se iba a “casar" sin ningún protocolo, sin ningún sentimiento de por medio. Luciano estaba mirándola con sus brazos cruzados.Esperando que se plasmara en aquel documento la firma… esa firma que la condenaría al infierno que él mismo provocaba. Las manos de Aurora temblaron indiscutiblemente, ese miedo que le provocaba el hecho de que ahora fuera dueño de su vida, era algo con lo que no podía. Luciano metió las manos en su bolsillo y acortó la distancia que había entre los dos. El olor que ella emanaba, podía embriagarlo con facilidad. A quién quería mentirle Luciano… Desde el momento en que la había visto, algo en ella lo había cautivado algo inexplicablemente le llamó la atención. Y es que él, admiraba la belleza cuando una mujer le llamaba su atención… y no solo la admiraba sino que también se encarga
Luciano siguió a Aurora luego de que escapó del infierno. Sus hombres se encargaron de quitar del camino a cada uno de los que decidieron infiltrarse en uno de sus bares. Los cuerpos inertes de cada uno de los integrantes de aquella pandilla fueron sacados de ahí como si nada hubiera pasado. Él la siguió hasta la casa de ella, una casa pobre y en ruinas. Él vio a los hombres de su peor enemigo, ese hombre que un día había sido su socio, pero que había decidido traicionarlo. Sin esperar más tiempo le disparó con precisión a los hombres que estaban custodiando la casa, sin menor esfuerzo. Era experto en hacerlo. Se hizo al lado de la puerta escuchando la conversación, las amenazas de su enemigo y prácticamente las súplicas de Aurora. Sonrío porque había encontrado el momento adecuado para encargarse de ellos dos al mismo tiempo. Como siempre todo se acomodaba a su favor evitando que él saliera perdiendo. Escuchó el disparo, le hizo señas a sus hombres para que aguardaran. Justo c
Él sonrió tan pronto vio a Aurora, lamió sus labios y le indico que se sentara.La anciana tenía sus ojos llenos de lágrimas, veía a sus nietas y su corazón se rompía al no poder hacer nada para defenderlas y sacarlas de ese mundo en el que vivían. —Hasta que por fin llegaste Aurora.—¿Quién es usted y por qué tiene así a mi abuela? —ella cuestionó con determinación sin soltar ni un solo segundo a su hermana. Abrazándola con fuerza, con miedo de soltarla y que posiblemente también estuviera en la misma situación de su abuela. —Digamos que soy alguien muy especial. Pero no tan especial como tú. Te esperé durante mucho tiempo… dime algo ¿por qué tardaste tanto? —No tengo idea quién es usted y le exijo que suelte a mi abuela, porque de lo contrario llamaré a la policía. —Él rió y negó con su cabeza mientras hacía uno que otro sonido con su lengua—. No estoy bromeando, llamaré a la policía y gritaré muy fuerte. —¿Crees que vas a lograr algo llamando a la policía? No puedo creer que
—Yo… no puedo hacer eso. No soy esta clase de mujer —confesó Aurora tartamudeando.—“Esa clase de mujer” si estás aquí es porque el jefe así lo quiso, adicional seguramente vio potencial en ti. Lo único que debes hacer es bailar de manera sensual y ya. Te aseguro que puedes ganar mucho dinero. —No creo que sea solo bailar. Puedo ver como esos hombres asquerosos tocan a las que supuestamente solo están bailando —dijo ella entre pánico.—Querida, tú tienes suerte. Nadie te puede tocar por orden del jefe. Al parecer eres una joya para él. Aurora puso la mano en su pecho sentía que su corazón se iba a salir de su cuerpo. —No me importa si no te sientes preparada, debes salir quieras o no… y si no lo haces, te aseguro que no durarás mucho tiempo viva. Aurora sintió como su vida estaba pendiendo de un hilo. Ella escuchó como anunciaban a la nueva bailarina. Reaccionó en ese momento, necesitaba pagar la deuda que tenía con Luciano y todo volvería a ser como antes… todo sería como ante
La mirada de Aurora cambió por completo cuando escuchó las palabras de Luciano. Muchas cosas comenzaron a pasar por su cabeza. Él mantuvo una sonrisa cargada de victoria, se separó de ella y la miró de arriba a abajo, era una mujer hermosa, y seguramente trabajando para él le produciría suficiente dinero como para recuperar lo que invirtió en ella. —No entiendo —ella dijo con su voz temblorosa. —No tienes porque entender, me debes dinero y debes pagarme. Trabajarás para mí el tiempo necesario y si intentas escapar, iré por tu enferma abuela y tu indefensa hermana… tú decides —él dijo entre sonrisas. Ella bajó su rostro mientras algunas lágrimas caían por sus mejillas. —No te metas con mi hermana y mi abuela, ellas no tienen nada que ver. Soy yo quien tiene la deuda, no ellas —Aurora alzó la voz. Él la sujetó de las mejillas con fuerza haciendo que ella lo mirara. Su rostro quedó muy cerca de ella, tan cerca que sus respiraciones cálidas se mezclaron. —Entonces no hagas pregun





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