Sara ha tenido una rara relación telefónica con su jefe desde hace cinco años, perdidamente enamora de él, espera el momento oportuno para conocerse, pero todo no es lo que ella cree, porque aquel hombre que la enamoró por medio de llamadas y mensajes no es para nada lo que ella esperaba. Sara estará entre la espada y la pared, cuando Alan un Jeque muy famoso y poderoso llegue a su vida y haga que su corazón palpite por él como hace cinco años. Lo que ella no imaginaba era que él escondía un secreto y que no estaba dispuesto a dejarlo por el amor que le decía tener. ¿Podría ella olvidar el engaño?, ¿O el amor no es tan fuerte como creen?
Leer másLos ojos de Sara observaban al hombre que tenía frente a ella. Su amante, su amor, aquel con quien había pasado los mejores momentos de su vida, pero quien en este momento estaba rompiendo su corazón con esa confección, ¿Cómo pudo hacerle eso?, ella aún no comprendía en que momento su vida había cambiado tanto y el hombre que le dio los mejores momentos y las noches más apasionadas, ahora mismo le estaba rompiendo el corazón.
—¿Desde cuándo? —pregunto ella con las lágrimas descendiendo por sus mejillas sin parar. Él observaba a la mujer que amaba y a la cual debía dejar para no perder todo por lo que había luchado. —Desde que llegué aquí, siempre supe que esto iba a pasar —dijo con un nudo en la garganta y la rabia fluyendo por su cuerpo al sentirse como un cobarde y no luchar por la mujer que ama. —Me engañaste, jugaste conmigo todo este tiempo —exclamo ella sintiendo una rabia que consumía su cuerpo cada segundo más y más —. Como pudiste hacerme esto, te dije que te amaba y tú solo permitiste que yo creyera que tú también, ¡¡¿Que tipo de personas eres?!! —¡¡Una que ama el poder y el dinero más que nada!!, tú no lo entiendes, no puedo solo dejar mi vida y todo lo que conozco por un par de acostones —ella abrió la boca sorprendida por lo que él acababa de decir, ¿Acostones? —Entonces todo este tiempo eso fue lo único que fui para ti —dijo con la voz entrecortada. —No, claro que no, no quise decir eso. Estoy entre la espada y la pared, entiéndeme, puedo perderlo todo —dijo con el corazón roto por romper el de su mujer, porque para él eso es ella, su amada mujer. —Pues acabas de perder algo mejor. No pienso perdonarte esto, no lo haré, jugaste conmigo todo este tiempo, permitiste que me enamorara de ti como una estúpida. —Esa boca —ella gruño con fuerza, porque siempre odio que él la corrigiera cuando ella decía una mala palabra, el imbécil y correcto Jaque. —¡¡Me importa un carajo!!, no vas a volver a corregirme, y mucho menos a tocarme, quiero que te vayas de mi casa y mi vida, ve, cásate y olvídate que alguna vez tú y yo nos conocimos —él negó acercándose a ella y tomando su rostro con desespero, no podía perderla, es lo que más amaba en la vida, lo único bueno que le había pasado desde que tenia uso de razón. —No, eres mía, no pienso dejarte, no voy a permitir que me dejes, me niego a perder —ella sonrió y se alejó de él con fuerza. —No me importa lo que ahora quieras, no soy tuya y jamás lo seré, lárgate de mi vida y déjame en paz —Él asintió y da dos pasos atrás, metiendo las manos en sus bolsillos y endureciendo su rostro. —Bien, si es lo que quieres, lo haré, me iré, pero no me voy a alejar de tu vida, resolveré esto y volveré por ti, porque te amo y no pienso perderte. —Ya lo hiciste, me perdiste —él sonrió negando. —Eso lo veremos. Soy el jeque, nada se me niega y mucho menos lo hará mi mujer, eres mía, nunca lo olvides. Él salió de la habitación, dejando a esa hermosa mujer que le robó el corazón, destrozada y con un gran secreto que la atormenta, porque sabía que el hablaba en serio, no la dejaria en paz y ella no piensa ser la otra de nadie. Con ese pensamiento en ella, se levantó para ir a su armario y arreglar una pequeña maleta, necesitaba huir, alejarse de él y su poder, sabía que no la dejaría en paz y si se quedaba no solo su corazón sufriría, también aquel ser que nacía dentro de ella.Sara observaba todo desde detrás de la espalda de Alan, estaba asustada, no quería que esto terminara mal, no quería perderlo, el y sus hijos fueron la fuerza que ella necesitó para seguir soportando todo lo que él le hacia. —¿Que pretendes entonces? —dijo Alan. —Tener un familia, eso es lo que quiero, y con ella es con quien lo deseo. —No va a pasar eso, ella se va a ir conmigo. —Primero te mato —dijo el con el arma en alto. —¡¡No, no!! —dijo Sara, saliendo detrás de Alan y colocándose frente a él. —Por favor, no, es suficiente, ya no más. Dijo Sara sollozando, si lo pierde a él, todo será diferente y no soportará nada más —Entonces ven, si no quieres que el termine muerto a tus pies, ven conmigo ahora mismo —dijo Ronald con el arma en alt,o, en dirección a Alan. —No, claro que no, no volverás a su lado, ya fue suficiente, el debe estar en una cárcel o en una fosa común como tu padre —Ronald titubeo. —¿Que?, eso no es verdad, mi madre no lo permitiría. L
Sarah está en la cocina de la casa preparando la comida como todas las noches, llevaba un mes al lado de Ronald, después de haberlo curado, había ganado su confianza, por lo que ya no estaba en ese oscuro y sucio lugar sino en la parte de arriba de la casa. Había descubierto que se encontraban una casa de lago en un bosque, nunca había visto ese lugar, y por más que intento buscar la manera de escapar, todo fue en vano. Ahora tenía que actuar como si fueran una familia aunque ella siempre estaba encadenada y solamente se podía mover por la casa si lo autorizaba. Sus hijos estaban bien, y por muy sorprendente que su pudiera ser, hace 15 días había sido operada por fin de su corazón corazón, las cosas habían salido mejor de lo que esperaba y su cuerpo había aceptado el corazón de Mariana. En ese momento una charla que tuvo con Ronald llega a su mente con rapidez. —¿ por qué estás haciendo esto? — quiso saber ella, había llegado con un médico para decirle que hoy sería su operac
Había pasado un mes, un mes en el que Alan no sabía nada de Sarah, un mes en el que las cosas estaban mal, se había distanciado de sus hermanos, comía no dormía, y le dolía ver poco a poco como la mamá de Sarah iba enfermando y muriendo un poco más. Willy sus hermanos estaban enfocados en encontrar a Ronald, pero el hombre había desaparecido de la faz de la tierra, no se sabía de él, lo poco que se sabía era algo que no servía para nada. Alan se acercó a la cuna de su pequeña hija, y acarició su pelo rojo como el de su madre. — sé que extrañas a tu mamá hija, yo también lo hago, pero te juro que estoy haciendo lo imposible para encontrarla Su pequeña hija hizo un pequeño ruido que se hizo cuando él siguió acariciando su pequeñita cabeza. Alan apretó los dientes con fuerza porque un soso quería salir de él, nunca había llorado en su vida o bueno lo había hecho desde que conocí a Sarah, pero como ahora jamás, todas las noches se quedaba dormido llorando imaginando que nunca
Sara observaba el lugar en el que se encontraba con miedo y temor, no sabía donde se encontraba, estaba lleno de suciedad y mal olor, no sabía porque la había traído aquí, pero de lo que si estaba segura era que necesitaba salir de aquí como fuera, no podía seguir ni un día más en este lugar del que no sabía que le esperaba. —Está un poco sucio, pero todo estará mejor cuando salgamos de aquí. Ella miraba a Ronald como si se hubiera vuelto loco, no tenía idea de lo que él tenía en mente, pero no quería saberlo y el miedo que ahora mismo estaba sintiendo, jamás lo había sentido, y eso le aterraba más que el sentirlo a él cada vez más cerca. —No quiero estar aquí, Ronald, sabes que este no es mi lugar, necesito que me dejes ir, que me dejes seguir mi vida. —Tu vida es a mi lado, y es lo que va a pasar, así que es mejor que lo aceptes lo más rápido que puedas para que no te duela. —¡¡Esque no tengo nada que aceptar, ni lugar no está a tu lado y tienes que aceptarlo!!, ¡¡Jam
Sara se movía por medio de su habitación, estaba impaciente, no podía creer que ellos sí hubieran hecho eso, las cosas no estaban saliendo bien, o eso era lo que ellos creían. El lugar estaba en silencio y ella estaba un poco paranoica, se encontraba sola en casa porque sus padres habían salido a la rutina diaria de las citas de su mamá. Un fuerte golpe en la parte de abajo la hizo salir rápido su habitación y bajar las escaleras para averiguar que estaba pasando. Sarif estaba en el piso bocabajo estrategias se encontraba la persona que pensó que jamás volvería a ver —Hola hermosa — Dijo Ronald —¿ qué haces aquí? — preguntó ella con su voz temblando —¿ no es obvio? —ella negó asustada. — no, no lo es y no lo quiero saber, ahora? Qué le hiciste?— Dice ella mirando al piso donde se encuentra desmayada su hermana. — no me gustan los caos sueltos, ella siempre fue un caos suelto, y me encargué de ella — Sarah intentó acercarse para saber si estaba viva, pero Ronald negó
Ahora nos observaba la mujer que tenía frente a él una y otra vez, la mujer que tenía la cara desfigurada le sonreía como si fuera su mejor amiga. —¿ no me recuerdas? — ella aún sin dejar de sonreír. — no te cuide quién eres. — claro que lo sabes, dentro de tu mente hay un recuerdo que no quieres traer, pero cuando lo hagas recordarás quién soy. Alan negó un par de veces, él sabía que una parte de él lo conocía pero no recordaba de dónde. —¿ qué es lo que quieren de mí? — preguntó ella. — ya lo sabes, la pregunta aquí es, ahora, Qué estás dispuesta a hacer para irte de aquí?--¿Quien te dijo que quiero irme? --Alan levanto una de sus cejas negras.--¿No quieres irte? --La verdad esque aquí estoy muy bien, no tengo necesidad de regresar al lugar en el que estaba.Azar miro Alan sin comprender de que estaba hablando esa mujer, ¿como era que estaba mejor estando aqui?, estaba amarrada a una silla, y paso la noche incomoda, ¿estaba loca? -Se lo que están pensando, que si estoy lo
Último capítulo